Dec 02, 2004 16:58
Sol naciente que se asoma quemando mi frente y refleja en el agua la locura del mundo revuelto en una maraña. Sol caliente que reluce en el cielo y no sabe lo que pasa, y tus ojos que se cierran si tienes que ver la mañana. Ruge el mundo y no sabe que daña el sentido del viaje con sus gritos, que desgarran el amplio paisaje con su olvido.
Y hay que recordar que no amanece por vernos llorar. Y hay que olvidar que el recuerdo es un arma mortal a nuestra conciencia.
Mil maneras de encender esta llama que arde en la cueva, mil maneras de abrigar esta llama de almas en pena. Y vivir, y seguir el camino correcto y descalzos, sabiendo que aun con los ojos cerrados no hay obstáculo al buen devenir.
¡Cuanto tiempo que ya no cantamos desde que fabricamos el vicio! ¡Cuanto tiempo llorando callados, cuanto tiempo soñando en despierto! Buscar las llaves y encontrar la cerradura, sin saber que la puerta estaba abierta.
Sol naciente, que a veces calientas mi frente, que despiertas con miedo a apagarte, que no cantas de añorar a la luna. Sol naciente, que te escondes tras de la mañana y nos miras, y susurras. Y mentiras.
Al bonito paisaje lo mira el viajero con cara de pena, y lo guerda en su caja metálica para recordarlo cuando el aire pese; al calor de la playa en verano lo mecen las olas, lo acuesta la arena, y el resguardo que presta su aroma le llora de lejos.
Mil maneras de encender esa llama que alumbra las ruinas, mil maneras de construir, de salvar lo que esconde la luna.
Sol naciente, resignado a alumbrar la mañana.
Noemi