(no subject)
La ventana del dormitorio está abierta. Y si no fuera por eso, Estella no se habría atrevido a adentrarse en esa casa ajena.
Unas botas de tacón aterrizan suavemente sobre el alfeizar y luego, como una pluma, se deslizan por el aire hasta caer dentro de la habitación. Camina un par de pasos hacia la oscuridad, pasos que suenan secos y fuertes pese a que su autora apenas deposita peso en ellos. Finalmente, la silueta femenina se detiene frente a la cama en la que se encuentra el cuerpo desnudo de Natalia enredado entre sábanas.
Natalia duerme. Y llora dormida. Las lágrimas, incesantes, caen por sus mejillas y dejan tras sí un rastro de sonrojo húmedo.
Estella se inclina y apenas roza con la punta de los dedos la piel tierna. Mirando la cara dormida de aquella que desde un primer momento le ha recordado a Zaira, se pregunta si está haciendo lo correcto. Si realmente debe fingir que nunca ha estado ahí, que nunca ha visto esas lágrimas siempre causadas por uno u otro motivo, pero siempre por la misma persona.
Alexis…
Natalia no merece llorar por un ser impuro como él. Y en aquel momento, incorporándose de nuevo y mirando sin ver el rostro de la pequeña, toma una decisión. Una vez más. Tan solo una vez más que oiga desde la distancia el susurrar del llanto de la niña y acabará con la vida de Alexis con sus propias manos.
No dejará que otra humana muera por dentro por culpa de un hombre.
Unas botas de tacón aterrizan suavemente sobre el alfeizar y luego, como una pluma, se deslizan por el aire hasta caer dentro de la habitación. Camina un par de pasos hacia la oscuridad, pasos que suenan secos y fuertes pese a que su autora apenas deposita peso en ellos. Finalmente, la silueta femenina se detiene frente a la cama en la que se encuentra el cuerpo desnudo de Natalia enredado entre sábanas.
Natalia duerme. Y llora dormida. Las lágrimas, incesantes, caen por sus mejillas y dejan tras sí un rastro de sonrojo húmedo.
Estella se inclina y apenas roza con la punta de los dedos la piel tierna. Mirando la cara dormida de aquella que desde un primer momento le ha recordado a Zaira, se pregunta si está haciendo lo correcto. Si realmente debe fingir que nunca ha estado ahí, que nunca ha visto esas lágrimas siempre causadas por uno u otro motivo, pero siempre por la misma persona.
Alexis…
Natalia no merece llorar por un ser impuro como él. Y en aquel momento, incorporándose de nuevo y mirando sin ver el rostro de la pequeña, toma una decisión. Una vez más. Tan solo una vez más que oiga desde la distancia el susurrar del llanto de la niña y acabará con la vida de Alexis con sus propias manos.
No dejará que otra humana muera por dentro por culpa de un hombre.