[Fic] El café de la tarde.

Apr 02, 2013 17:01


Titulo: El café de la tarde.
Fandom: VIXX
Pairing: Taekwoon/Hongbin
Beta: Nones



I

Hongbin llevaba tres meses trabajando en una cafetería que estaba a un par de cuadras de la universidad en la que estudiaba. Era un lugar pequeño si se le comparaba con las grandes cadenas de cafés que había en Seúl, pero mantenía un gran número de clientes cautivos que les visitaban a diario y el dueño ya estaba pensando en la posibilidad de abrir un segundo local y expandir el negocio.

Las jornadas de trabajo siempre eran divertidas. A pesar de que había mucho que hacer y que a veces debían quedarse pasada la media noche, el ambiente era agradable y llevadero. Todos los empleados de la cafetería tenían más o menos la misma edad lo que hacía bastante fáciles las relaciones entre ellos. Y aunque, aun era difícil trabajar y mantener sus calificaciones en la universidad, Hongbin se sentía especialmente afortunado de haber llegado a un lugar como ese.

Ese día viernes, cuando el sol ya se ocultaba, Hongbin estaba cumpliendo su turno tras la barra de atención. Tenía una vista privilegiada de la calle y podía ver claramente a las personas que entraban o salían.  Le gustaba ese trabajo: Recibir a los clientes y conversar con ellos mientras preparaba sus pedidos. Para un joven como el, que amaba conocer gente, era emocionante encontrarse con caras nuevas todos los días.

Pero, aquel día Hongbin estaba especialmente emocionado con la gente. Más en específico, con un cliente que no tardaría en llegar.

No sabía su nombre ni le había visto antes de entrar a trabajar en la cafetería, pero Hongbin estaba absurdamente interesado en él. No sabía a que respondía esto, pero había algo en el que le resultaba fascinante.

Aquel hombre llegaba todos los días a la misma hora. En cuanto el reloj marcabas las 20:00 horas, la puerta del local se abría y el entraba con ese paso naturalmente distinguido, su gesto arisco y  el cabello muy negro que le hacía resaltar inmediatamente.

La primera vez que le vio, Hongbin llevaba un par de días trabajando. Tenía las manos vendadas debido a una quemadura no tan grave con agua hirviendo y había cogido la manía de intentar adivinar el tipo de café que cada cliente iba a pedir. Cuando atendió a este hombre que llevaba cara de pocos amigos, pensó que le iría muy bien un café expresso sin mucha azúcar. Un café de aroma y sabor tan intensos como su mirada.

Pero, contrario a lo que había pensado, este chico ordenó un Café Latte con mucha azúcar. Dejando a Hongbin aterradoramente impresionado

A partir de aquel primer y efímero encuentro (que no pasó del trato normal entre un cliente y un empleado), Hongbin comenzó a esperar con ansias el momento de la tarde en que podría verlo de nuevo. No importaba donde o que estuviera haciendo, en cuanto veía que la hora de su llegada se acercaba, el procuraba estar en el salón principal para poder mirarle.

Actuó como un psicópata por un mes. Observándole, captando cada gesto y  pequeña sonrisa que pudieran decirle algo más de él; Pero Jaewhan acabó descubriéndolo y le pidió que parara. Le dijo que no conseguiría nada si seguía mirándole desde las sombras.

Hongbin sabía que no lograría nada de esa manera. Pero, tampoco es como si en ese tiempo supiera lo que realmente deseaba. Sabía que aquel interés súbito por ese hombre era extraño y que estaba más allá del simple hecho de querer conocerlo y ser su amigo. Hongbin sabía que detrás de toda la atención que le prodigaba en silencio (observándole desde lejos, o aprendiendo de memoria  las medidas para preparar su café latte del día) había un “algo más” que él no logró captar desde el comienzo.

Pero con el paso del tiempo, la mente de Hongbin se despejó y entendió que se había enamorado a primera vista de él.

Así que ahora, luego de ser presionado durante bastante tiempo (por Jaewhan y sus propios pensamientos), Hongbin había decidido dar un paso adelante.

Bajo la barra, había separado un vaso en el que había anotado su nombre y su número de teléfono móvil. No era el mejor plan pero era la única manera de acercarse a él y mostrarle de manera bastante clara sus intenciones. Solo esperaba no acobardarse llegado el momento.

Hongbin sintió sus manos temblar cuando tomó aquel vaso y se dispuso a rellenarlo con leche y Café. A sus espaldas, el hombre de cabello negro y ojos fieros esperaba por su latte diario. Antes de acabar mordió su labio inferior y se obligó a sonreír con naturalidad.

-Aquí está su orden -le dijo al tiempo que ponía la tapa sobre el vaso y añadía una bombilla en tonos azules.

-Gracias -respondió el con esa voz pequeña y suave que a Hongbin le parecía adorable y tras dirigirle una pequeña inclinación, se retiró directo a la zona de cajas.

Hongbin le observó por un momento y muy dentro de él rogó porque aquello funcionara.

II

Tres días atrás, Taekwoon había recibido un inesperado mensaje en el café latte que tomaba cada tarde mientras caminaba de vuelta a casa.

Lee Hongbin
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El chico bonito que le atendía casi siempre en la cafetería lo había escrito. Podía deducirlo porque ya había leído varias veces su nombre de pila  en el gafete que llevaba en el uniforme.  Un nombre que le gustaba mucho.

Notó el mensaje justo después de haber dejado la cafetería. Había puesto el vaso frente a sus ojos para admirar la separación perfecta entre la leche, el café y la espuma cuando vio los números escritos sobre el plástico.

Taekwoon mentiría si dijera que aquello no le había hecho sentir un poco feliz. El mismo llevaba un tiempo sin poder quitarle los ojos de encima y deseando poder conversarle un poco más durante los breves minutos en los que podían hablar. Pero Taekwoon, con toda esa torpeza social que era tan propia de él, jamás había logrado decir nada más que un “gracias” luego de que recibía su café.

Hongbin, además de tener una sonrisa maravillosa, hacía el mejor café latte que había probado en su vida. No sabía exactamente cuál era la diferencia con todos los que había tomado antes, pero para Taekwoon aquel sabor diferente había resultado ser el detonante de aquella atención especial que había comenzado a poner sobre ese barista. Taekwoon era el tipo de hombre al que se le podía conquistar de manera bastante simple.

Pero, aun cuando creía que algo parecido a la esperanza se albergaba dentro de él, no podía evitar sentirse preocupado por el rumbo que una simple llamada podía darle a su vida.

Había dejado de ir a la cafetería luego de recibir la nota.

No estaba muy seguro de cómo debía comportarse en caso de encontrarlo en la barra o de si sería bueno hablarle del tema en horas de trabajo. Tampoco se había atrevido a llamarle o enviarle un mensaje. ¿Qué tal si solo estaba jugándole una broma? No quería quedarse esperando una respuesta que tal vez nunca llegaría.

Los pensamientos de Taekwoon volvieron a la realidad en cuanto uno de sus alumnos se acercó con algunas dudas sobre la partitura que estaban estudiando. “Jingle Bells” no era una canción que pudiera ser considerada ni medianamente difícil de aprender y ejecutar, pero para un chico de 5 años que apenas comienza a leer partituras, era un reto que no podía ser subestimado.

Taekwoon le dio un par de indicaciones y le mostró en su piano la manera correcta de tocar esa pieza. El niño observó con atención y tras comprender, le dio las gracias y volvió hasta su piano.

Miró a su alrededor y vio a los tres chicos que esa tarde habían ido al estudio. Los tres eran  hijos de familias que no poseían ningún tipo de antecedente musical en su familia y a los que había que educar desde cero.  Los otros 8 chicos a los que enseñaba a lo largo de la semana, eran un poco más grandes, sabían lo básico (como tocar “Jingle Bells” sin equivocarse ni una sola vez) y sus familias al menos mantenían un piano en casa.

A pesar de que a veces era difícil, Taekwoon amaba su trabajo.  Había abandonado sus sueños de convertirse en un músico famoso solo para ello. Para enseñar a los niños que la música era mucho más que ritmo y melodía. Que tras el puñado de notas ordenadas en el pentagrama habían emociones que buscaban ser expresadas y mostradas al mundo.

Cuando despidió a su último alumno, Taekwoon cerró el pequeño estudio y enfiló por el mismo camino de siempre. El sol ya se estaba escondiendo y las calles estaban abarrotadas de gente que salía de sus trabajos y volvía a casa.

Por un momento, estuvo tentado a desviar el camino como lo había hecho los últimos tres días, pero algo dentro de él se envalentonó y lo dirigió directamente hasta la cafetería. Pasó frente a ella y miró por el ventanal que daba a la calle. Notó que Hongbin no estaba atendiendo la barra y que no valdría la pena entrar. Sería muy sospechoso si preguntaba de la nada por él.

Taekwoon caminó un par de pasos alejándose de la ventana y la puerta. Sacó su teléfono móvil y buscó el número que había guardado de antemano. Pensó que era un buen momento para hacerlo y sin pensarlo dos veces, envío un corto mensaje:

“Hola.
Soy Jung Taekwoon.
Pusiste tu número en el vaso de mi Latte hace unos días”

Era un mensaje flojo y sin consistencia, que no delataba lo nervioso que se había sentido mientras lo escribía.

Se apoyó en la pared del negocio contiguo a la cafetería y conectó sus audífonos. Esperó una respuesta durante algunos minutos. Su teléfono vibró entre sus manos.

“Hola!
Gracias por comunicarte conmigo.
Espero que no te moleste lo que hice.
Me gustaría conocerte.”

Taekwoon sonrío al leer la última línea del mensaje.

Miró la hora en la pantalla del teléfono y sacó algunas cuentas mentales. Si llamaba a su madre justo en ese momento, no debía haber problemas con verse ese mismo día.

“¿A qué hora termina tu turno?
Puedo esperarte en el parque cercano a la estación de metro”

Suspiró.
Sabía que estaba apurando la situación. Pero no estaba seguro de si podría volver a ser tan directo en otra ocasión. Guardó el teléfono en el bolsillo de su chaqueta, creyendo que esta vez la respuesta tardaría un poco más. Pero para su sorpresa, el mensaje llegó más rápido que el anterior.
“Salgo a las 9:30 PM
Te veo en el parque”

Asintió con la cabeza, envió un nuevo texto confirmando y, en medio de la noche que recién había caído, Taekwoon se encaminó hasta el lugar acordado. Creyendo firmemente en que había dado un paso en la dirección correcta.

III

Un poco antes de las 10PM, Hongbin llegó hasta el parque frente a la estación.  Frotó sus manos intentando entibiarlas. Era una noche helada de mediados de otoño y la gente ya comenzaba a lucir abrigos gruesos y a permanecer menos tiempo en la calle.

Miró a su alrededor, buscando a Jung Taekwoon, el hombre que le había mantenido en vilo durante tres días y de quien, a esas alturas, ya no esperaba ningún tipo de señal.

Hongbin se había resignado. Supuso que había actuado de manera ruda y que lo había ahuyentado.  El que no volviera a pasarse por la cafetería en esos días era prueba más que suficiente de ello.

Por eso aquel mensaje, que recibió a la hora exacta en la que “él” llegaba a la cafetería, le había tomado totalmente por sorpresa. Tanto, que cuando lo leyó casi gritó de alegría.

Sinceramente, no sabía que era aquello que sentía. Él le había llamado “amor” pero a veces no podía evitar cuestionar sus propios pensamientos. Después de todo, no importaba la ansiedad que lo embargaba cuando lo veía o los latidos alocados de su corazón cuando sus manos se rozaban por accidente cuando le pasaba el vaso con su café,  a él no le gustaban los hombres.

Taekwoon estaba sentado en una banca que daba hacia la calle cuando vio a Hongbin entre la multitud. Tras suspirar pesadamente, se levantó de un salto y alzó una de sus manos esperando que le viera.

Las miradas de ambos se cruzaron y sonrieron con algo de timidez. Hongbin se acercó hasta él y tras saludarle, le extendió un vaso de Café Latte que había preparado antes de que su turno terminara.

-Gracias -dijo Taekwoon perplejo. No se esperaba algo así.

-No hay de qué. Sé que te gusta mucho este café -Hongbin quería quitarle importancia a ese detalle, pero por dentro, se sentía satisfecho consigo mismo.

No fue fácil comenzar a conversar.

Taekwoon parecía demasiado entretenido mientras tomaba el café y giraba insistentemente el vaso entre sus manos y Hongbin no sabía que decir.
Había pensado que sería bueno partir con una explicación sobre la situación en general. Pero la idea fue desechada cuando notó que decirle “te he observado por tanto tiempo” sería un poco extraño.

Miró al hombre a su lado, quien mantenía el vaso pegado a sus labios. Parecía estar disfrutando del calor y el aroma dulce del Latte. Hongbin sonrío casi sin querer, pensó que se veía adorable de esa manera.  Realmente parecía una persona que disfrutaba genuinamente de algo tan simple como una taza de café.

-No tengo muchos clientes a los que les guste el café tanto como a ti. -fueron palabras al azar que lograron captar la atención de Taekwoon.
Hongbin le habló sobre las personas que normalmente entraban a la cafetería. La mayoría de ellos, clientes habituales que no parecían tener demasiado tiempo para detenerse a beber el café a conciencia o disfrutarlo como correspondía.

-A mí no me gusta el café. -dijo al final -Pero cuando te veía bebiéndolo tan tranquilamente mientras esperabas en la fila de la caja, pensaba que tal vez podría llegar a gustarme un poco.

Taekwoon le escuchó con atención y sin interrumpirle. La voz de Hongbin le parecía tan agradable y varonil que no quería perderse nada de lo que dijera. Pero cuando escuchó aquellas últimas palabras, creyó que era necesario decir algo. Pero, se le hacía tan complicado hablar cuando no conocía mucho a las personas. Él no era muy bueno con las palabras, y a veces, le preocupaba no poder darse a entender correctamente.

-Me gusta este café en especial - comentó. Hongbin se le quedó mirando sin entender -digo, me gusta como lo preparas tú. -agregó un poco cohibido.

Las palabras contundentes de Taekwoon hicieron sonreír nuevamente a Hongbin. Le alegraba saber aquello. Suspiró pesadamente, dejando ir las preocupaciones con las que se había presentado a ese lugar. Un vaho blanco salió de su boca. La temperatura estaba bajando cada vez más.
El café se acabó y en la calle, ya casi no se veían personas. Los dos seguían sentados lado a lado en la misma banca, hablando sobre ellos y lo que hacían durante el día. Notaron que no tenían muchas cosas en común pero la conversación era fluida y amena. Se sentían cómodos al lado del otro.

Hongbin frotó sus manos cuando una corriente de aire frío les golpeo en la cara. Taekwoon se acercó un poco más a él y se apoyó ligeramente sobre su costado.

-Parece que tienes frío -dijo con ese tono de voz suave que no pegaba mucho con su apariencia.  Hongbin no dijo nada, pero a cambio de ese gesto le dio un beso suave en la mejilla.

A él no le gustaban los hombres, pero, sentía que podía hacer una excepción por Jung Taekwoon, el hombre que ahora había bajado la cabeza debido a la vergüenza que aquel beso le había provocado.

La melodía suave de un piano los puso en alerta.

Taekwoon sacó su celular. La música había parado y en la pantalla figuraba una llamada perdida de su madre.

No quiso hacerlo, pero Hongbin no pudo evitar mirar la fotografía que el otro tenía de fondo de pantalla: un niño que no debía tener más de 5 años y que tenía un parecido alucinante con Taekwoon.

- ¿Es tu hermano menor? -preguntó solo para seguir con la conversación.

No hubo una respuesta inmediata y Hongbin tuvo un mal presentimiento.

Taekwoon se alejó un poco de él.

-Es mi hijo. -respondió mirándole a los ojos.

IV

Dos semanas atrás, había aprendido muchas cosas.

Aquel hombre que lo mantenía obsesionado se llamaba Jung Taekwoon, tenía 23 años (tres más que él), trabajaba como profesor particular de música y tenía un hijo de cuatro años llamado Jonghyun.

Hongbin estaba agradecido de haber descubierto estas cosas. Ahora se sentía un poco más cerca de Taekwoon que antes. Pero debido a que había decidido amarlo sin importar si era un hombre,  se sentía confundido por la presencia de este hijo.

Porque si había un hijo, obviamente, había una mujer. De seguro una novia o, en el peor de los casos, una esposa.

La noche en que ambos habían conversado, pensó que las puertas de algo nuevo y grande se estaban abriendo para él. Le besó en la mejilla dejándole saber sus sentimientos que, aunque ambiguos aun, estaban ahí y el pareció recibirlos sin ningún tipo de reparo.

Hongbin estaba confundido. Tanto, que el contacto con Taekwoon durante las dos últimas semanas había sido errático. Todo se había reducido a los momentos diarios en la cafetería y los mensajes que el terminaba contestando con evasivas.

Era una situación desesperante. La lucha entre lo que quería y lo que debía hacer estaba en pleno proceso dentro de su cabeza. Por un lado, estaban sus ganas de verlo y aclarar las cosas (aunque no había nada que aclarar realmente) y por el otro, su moral que le pedía a gritos que se alejara antes de ser el culpable de destruir a una familia (aunque entre ellos no había pasado nada).

Estaba seguro de que si seguía evitándolo, el dejaría de enviarle mensajes y su relación volvería a ser la de “Cliente - Barista”.

Tal como debió ser siempre.

Taekwoon supo que era homosexual un poco después de cumplir los 15 años. Su mejor amigo, con el que compartía las actividades de la escuela de Karate le había besado en los vestidores y tras ello, iniciaron un romance a escondidas.

Aquella primera experiencia no resultó muy bien. Ambos eran demasiado jóvenes y la escuela y sus actividades fuera de ella no les dejaban mucho tiempo. Terminaron separándose naturalmente a los poco meses y dejando en Taekwoon la sensación de que no había hecho las cosas muy bien.

Su padre, un militar retirado que vivía de acuerdo a las tradiciones y que le había criado de manera especialmente estricta, se horrorizó cuando decidió hacer pública su opción sexual. Su madre y sus hermanas mayores, que tampoco recibieron la noticia con mucho entusiasmo, le apoyaron con el paso del tiempo. Las relaciones con su padre nunca volvieron a ser iguales, mucho menos, después de que decidió abandonar el karate y el equipo nacional de futbol juvenil en pos de estudiar música.

Jonghyun llegó de manera confusa a su vida.

A los 19 años, conoció a Yang Jiwon, una chica preciosa con la que compartía algunas clases en la universidad.  Se hicieron amigos rápidamente debido a sus caracteres parecidos e intereses en común.  Eran ese tipo de amigos que casi podían leerse los pensamientos, reían y lloraban las frustraciones de sus estudios juntos, se volvieron cercanos casi sin proponérselo.

Taekwoon tuvo un flechazo con ella. Uno que los llevó rápidamente a la cama y que terminó con él sintiendo, por segunda vez en su vida, que no había hecho las cosas bien.  Después del sexo, hubo un vacío entre ellos dos. Un abismo que ninguno de los dos pudo cruzar y que terminó con la amistad que los había unido.

Un par de meses después, Jiwon se le acercó nuevamente. Estaba embarazada y necesitaba de él. Taekwoon intentó tomar la situación con tanta altura de miras como pudo. En casa hubo un caos peor que la vez anterior. A pesar de que su padre estaba contento, sus hermanas y su madre no pararon de recriminarle durante meses.

Enfrentar a la familia de Jiwon, quienes no querían saber nada de bebés o bodas, había sido lo peor de todo.

Un par de meses después de dar a luz, Jiwon le dijo que no podía seguir haciéndose cargo del bebé.  Las hostilidades en su casa no cesaban y, además, estaba enamorada de un hombre que ni en sueños la aceptaría con un bebé en sus brazos.

Taekwoon, que no había podido ver mucho a su hijo durante ese tiempo, decidió hacerse cargo sin recriminarle nada.  Su carácter demasiado pasivo y los sentimientos de culpa que cargaba por el embarazo de ella, le hicieron aceptar aquello como si se tratara de una penitencia.
Luego de esto, no supo nunca más de ella.

Taekwoon había llevado la crianza de su hijo tan bien como pudo. Recibió numerosos consejos de su familia y, en cuanto acabó de estudiar, comenzó a trabajar en lo que pudo. Al principio no obtuvo los trabajos que quería, pero luego y tras ahorrar mucho, pudo comprar aquel pequeño estudio en el que ahora daba clases y mudarse de casa de sus padres (aunque aún dependía de ellos para que cuidaran a Jonghyun mientras daba las clases de la tarde).

Durante todos esos años, para el no hubo nada más que su hijo. Se había olvidado por completo de las relaciones y, debido a que nunca fue muy sociable y a que no era muy asiduo al ambiente gay de Seúl, las posibilidades de encontrar a alguien habían disminuido rápidamente a cero.

Y ahora, casi por accidente había conocido a Hongbin, y no podía dejar de pensar en él y en la manera en que parecía evitarle luego de su primer encuentro. Lo peor, es que sabía que se debía a Jonghyun, lo notó en la expresión sombría de su rostro cuando le contó sobre él.

Si tenía que ser sincero consigo mismo, diría que estaba interesado en Hongbin. Tan interesado, que no le importaba dejar de lado su carácter algo tímido para hablar de nuevo con él.

Taekwoon ya había tenido dos experiencias insatisfactorias a nivel sentimental y no quería sentir que hacía mal las cosas por tercera vez. No quería que su lazo con Hongbin desapareciera así como había pasado con ese mejor amigo y con Jiwon.

No importaba si era para bien o para mal, hablaría con él y, por primera vez en su vida, cerraría uno de esos ciclos como correspondía. Sin arrepentimientos.

V

Tras terminar la única clase que tenía ese día, Hongbin tomó su bolso y salió de la universidad a paso lento. Tenía el día libre en la cafetería y pretendía aprovechar la tarde adelantando un poco las lecturas que aún tenía pendientes y, si el tiempo le alcanzaba, comenzaría el proyecto que debía ser entregado en un par de semanas más.

Se había atrasado con muchas tareas para sus clases debido a que Taekwoon no quería salir de su cabeza. Suspiró pesadamente.

Cuando salió del edificio principal, notó que había comenzado a llover. El cielo, que en la mañana había lucido despejado,  estaba totalmente cubierto y no parecía querer detenerse en un buen rato. No llevaba un paraguas con él, por lo que su única opción era correr hasta la parada del autobús que no se encontraba muy lejos de ahí.

Se echó a correr bajo la lluvia con la mente fija en su objetivo pero, justo cuando pasó por el portón que daba a la calle,  alguien lo agarró de un brazo deteniéndolo bruscamente.

Era Taekwoon bajo un paraguas.

- ¿Qué haces aquí? - le preguntó algo confundido. Igual que la vez en que le había mandado los mensajes, Taekwoon había actuado de forma impredecible. Hongbin nunca había siquiera imaginado que podría llegar a buscarle a ese lugar.

-Tenemos que hablar -respondió, y sin explicarle nada más, lo tomó de una muñeca y lo obligó a caminar junto a él.

Hongbin no se resistió y a los pocos pasos, notó que Taekwoon soltaba su muñeca para abrazarle por la cintura y acercarlo un poco más a él.  Era la manera en que él le estaba diciendo que debían compartir el paraguas.

Caminaron en silencio, saltando charcos e intentando no ser empapados por los autos que pasaban demasiado rápido. La lluvia se intensificaba a ratos y Taekwoon apretaba un poco más cerca a Hongbin, quien se dejaba hacer con el corazón arrebatado de emoción ante su cercanía.

Tras quince minutos de caminata entraron en el estudio que Taekwoon ocupaba para dictar sus clases. Era un lugar mucho más grande de lo que Hongbin había pensado. En el habían 4 pianos, un pizarrón con un pentagrama dibujado, repisas repletas de libros y algunas mesas con sus respectivas sillas. El lugar estaba iluminado con una tenue luz amarillenta que le daba un aspecto acogedor y familiar.

-Entonces… ¿Qué es lo que quieres decirme? -Hongbin quería ir al grano. No tenía intenciones de quedarse mucho tiempo ahí.

Taekwoon cerró la puerta tras ellos y dejó el paraguas en el recibidor.

La verdad, es que no estaba seguro de que era lo que quería decirle. Había ido a buscarle a la universidad guiado por un impulso superior a él. Algo dentro de su cabeza le había dicho que debía verle y aclarar las cosas. Pero, mientras caminaban hasta el estudio, notó que en vez de “aclarar”, tenía que “averiguar”.

Entonces, tomando todo el valor que tenía, se acercó a Hongbin con paso decidido y sin darle tiempo a reaccionar, lo tomó por los brazos y le besó con suavidad.

Fue un beso bastante incomodo al comienzo. Pero, en cuanto Hongbin bajó la guardia y cerró los ojos, Taekwoon logró profundizarlo gradualmente. Sus labios se movieron al unísono, reconociéndose y saboreándose por primera vez.  Se abrazaron sutilmente, al tiempo que sus bocas se abrían y el beso se tornaba más intenso.

Hongbin no tuvo dudas luego de eso.  Ese beso le parecía natural y correcto, como si fuera la manera en la que siempre debieron relacionarse. Era la respuesta a todas las preguntas que se había hecho durante ese tiempo.

Taekwoon era la persona correcta para él.

Pero aun así…

-Tienes un hijo… y una novia -aseguró al tiempo que cortaba el beso y se escapaba del abrazo.

De pronto la culpa le había embargado. Sabía que esos sentimientos egoístas podían acabar con la felicidad de Taekwoon y el, definitivamente, no quería arruinarle la vida a la persona que le gustaba.

-Tengo un hijo… pero no hay una mujer en mi vida. -Respondió mientras alzaba una de sus manos para acariciarle el cabello -siempre me han gustado los hombres.

Hongbin, no supo que decir. Apoyó su frente en el hombro de Taekwoon, ocultando las lágrimas que habían empezado a bajar por su rostro.

- ¿Te gusto? -preguntó con la voz un poco quebrada.

-Me gustas desde que probé el café que haces.

Cuando salieron a la calle, la lluvia había parado y el cielo había comenzado a despejarse. El aroma de la humedad y el frío del ambiente les hicieron estremecer brevemente.

Se tomaron de las manos casi por inercia y entrelazaron sus manos de forma segura. Ellos no sabían que pasaría en el futuro, no podían asegurar que aquellos riesgos que estaban tomando dieran buenos frutos; pero sin importar lo que pasara, estaban decididos a caminar tan juntos como pudieran.

Los temores, las dudas y la sociedad no serían obstáculo para ellos, quienes querían disfrutar de sus sentimientos como se disfruta una taza de café en una tarde invierno.

Pausada y tranquilamente.

FIN <3


Drabble extra.

Título: Jonghyun.

Hongbin conoció al hijo de Taekwoon un par de semanas después de que ellos comenzaran formalmente con su relación.

Jonghyun era un niño muy parecido a su padre. Tenía un carácter tranquilo y amable; y compartían algunas características físicas, como la forma de los pómulos y el color de cabello; pero, a diferencia de él, Jonghyun hablaba mucho. Demasiado para ser humanamente posible.

Hongbin se había sorprendido cuando en su primer encuentro, sólo dejó de hablar para tomar un poco de aire y seguir contándole sobre el libro que su papá le había leído durante la última semana.

Taekwoon le pidió varias veces que se calmara.

-Tendrás mucho tiempo para hablar con él

El niño había asentido con la cabeza, pero en ningún momento bajó la velocidad de su relato.

Hongbin se olvidó rápidamente de los reparos que tenía antes de conocerlo. Jonghyun era  un chico de trato fácil y que, a pesar de saber quién era el en la vida de su padre, le recibió con naturalidad.

-Espera… -dijo de pronto con una expresión aturdida en el rostro -Papá, ¿Hongbin hyung es mi nueva mamá?

Taekwoon no pudo evitar reírse ante esta pregunta.

Notas mías:

-Casi no puedo creer que haya terminado esto en un poco más de una semana.Creo que es primera vez que escribo un multi chapter y lo termino. A pesar de que los capítulos no son excesivamente largos, me siento conforme con lo que he logrado. Era un fic experimental para el LeoBin y mi concepción de sus personalidades y creo que ha quedado bien.

-Agradecimiento especial para la señorita Akiya que leyó el fic a medida que lo escribía y que me ayudó con un par de cosillas.

!fic, @vixx

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