Título: And soft sundaes in the summer
Autor:
hoomygothFandom | Pairing: Gossip Girl | Chuck/Dan.
Prompt:
VenganzaLongitud: 1.399
Spoilers? Referencias a mis fics anteriores.
Rating | Advertencias: PG | Palabrotas.
Notas: Temporalmente, tras la universidad, antes de vivir juntos. Esto se me ocurrió mientras escribía en la terraza de una cafetería a la que fui a beber café yo sola. Go wonder. :D
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Había quedado con Chuck en una cafetería de Brodway con la 57. A decir verdad, él ya estaba allí cuando Chuck le llamó, así que lo que iba a ser una llamada de ‘tú, yo, desnudos, ahora’ se convirtió en una cita. O el equivalente a una cita en el mundo de Chuck y Dan.
La limusina le dejó en la misma puerta de la cafetería. Vio a Dan antes de que él le viera, porque estaba escuchando música mientras escribía con su letra apretada y la cabeza hundida en ese cuaderno que Chuck ya conocía tan bien. Hasta que no se sentó con él a la mesa no se dio cuenta de su presencia.
-Hola -dijo, quitándose los auriculares-. Has tardado poco.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí? -preguntó Chuck fijándose en las dos tazas vacías sobre la mesa. Dan miró su reloj.
-Un par de horas.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Me gusta este sitio.
-¿Pero qué haces aquí dos horas?
-Bebo café y leo y escribo un poco.
-¿No tienes una casa en la que hacer eso?
-Pero no es lo mismo.
-Supongo que allí no tienes palomas acosándote o carteristas esperando a que te descuides para robarte los pantalones.
-Olvidas que vivo en Brooklyn. Tenemos cosas peores -ironizó.
-Así que… ¿esto lo haces habitualmente?
-Siempre que puedo gastarme cinco dólares en un café.
-¿Eso es mucho?
-Sí -Ya ni se sorprendía por ese tipo de cosas.
-Me pareces rarísimo.
-¿Me llama raro el que no sabe ni lo que vale un café?
-Eso, en mi mundo, es normal.
-En tu mundo. Como si fueras de Plutón.
-Si esto que haces tú de venir aquí solo a beber café y escribir en la calle es lo normal, sí, puede que sea de Plutón.
-Es perfectamente normal. No voy a permitir que tú vengas a definirme ‘normalidad’.
-No estoy diciendo que ser raro sea malo.
-A ver, Chuck, deja de vacilarme. Yo soy mucho más normal que tú.
-En una escala del 1 al 10, ¿cómo de normal eres?
-¿Qué clase de pregunta es esa? -Frunció el ceño-. Siendo el 1 ‘absolutamente común y corriente’ y el 10 ‘un ser venido de otro planeta’… yo soy probablemente un 3.
-¿Y yo?
-Un 16.
-Eso no tiene ningún sentido. Hemos dicho que el máximo era 10.
-¿Ves? Demuestras mi teoría.
-Tu teoría no tiene sentido.
-Lo que sea. -Dan suspiró-. ¿Quieres tomar algo?
-No sé -dudó-. ¿Un té helado? Si es de Long Island mejor.
-Aquí no sirven alcohol.
-¿Qué clase de establecimiento es este?
Dan se levantó de la mesa.
-Té helado normal, y a callar.
-El té helado normal es un poco gay.
-Perfecto, entonces.
Dan entró a pedir otro café y el té de Chuck, y le dejó en la terraza con su terror irracional a los pájaros. A veces aún se sorprendía de lo poco que le costaba estar con él. Hablar con él de cosas, discutir con él (eso sobre todo) y simplemente salir juntos. Chuck se interesaba por su novela, él trataba de entender algo cuando hablaba de su trabajo, discrepaban en absolutamente todos los temas que trataban y era todo demasiado fácil. Era sorprendentemente fácil, porque resultaba que Chuck era un tipo muy divertido cuando entendías su humor crudo.
-Están conspirando contra mí, Daniel -se lamentó, totalmente en serio, cuando Dan volvió-. ¿Cómo soportas aquí dos horas con estos bichos por todas partes?
-¿Estos bichos son las palomas? Simplemente evito el contacto visual. Son unos animales feroces preparados genéticamente para hacer la guerra a los humanos. Como los doberman.
-Hilarante -probó su té, que había que reconocer que no estaba del todo mal-. ¿Crees que puedes permitirte tres cafés?
-Hoy invitas tú.
-Me refería a la sobredosis de cafeína.
-Son descafeinados. Estoy tratando de dejar las drogas. Dios mío, mira a ese tío -dijo, señalando a un sitio indefinido detrás de Chuck-, es el de Moulin Rouge.
-¿John Leguizamo?
-¿Qué? No, Ethan Hawke.
-Ese no sale en Moulin Rouge.
-Sí lo hace, es el protagonista.
-No. Ese es un escocés. Algo McAlgo.
-Pues no saldrá en Moulin Rouge, pero es Ethan Hawke.
-¿Dónde?
-¿Estás tonto? En el semáforo. Y no seas tan descarado.
-No tengo ojos en la puta nuca. Además, no es como si le viera a esta distancia. No veo ni el semáforo.
-¿No llevas lentillas?
-No. No me quedan, y me da pereza ir a comprar. ¿Ves? Problemas de persona normal.
-Tienes que estar súper orgulloso.
-Voy a mandar a Arthur, ahora que me acuerdo -dijo, sacando el móvil.
-Ibas tan bien… -Dan siguió mirando hacia el semáforo mientras Chuck daba instrucciones a su chófer. El pobre hombre era un esclavo-. De verdad, estoy seguro de que Ethan Hawke salía en Moulin Rouge.
-Que no. Ese sale en Grandes Esperanzas con Gwyneth Paltrow, en Gattaca con Uma Thurman, en La Isla con Scarlett Johansson.
-¿Entonces quién es el de Moulin Rouge?
-Te lo he dicho, Algo McAlgo. Dylan McDermott, James McAvoy, Ian McEwan. ¡Ewan McGregor! El de la peli de los drogatas.
-Eso realmente me deja pocas opciones -ironizó.
-Trainspotting.
-¿Ese no era Ethan Hawke?
-Mira, Dan… cállate.
Dan se rió.
-Era coña.
Siguieron discutiendo sobre películas de drogadictos y actores escoceses y por qué el britpop era un género de música cuando todo el mundo hacía britpop fuera de las Islas Británicas, y se les pasó el tiempo sin querer. Se terminaron su café, y cuando se quisieron dar cuenta estaba anocheciendo y era casi hora de cenar.
-Deberíamos irnos -dijo Dan, cuando se dio cuenta de que empezaban a encender las farolas.
-Voy a pagar. ¿Tienes algo que hacer esta noche?
-No -contestó, acompañándole a la caja-, ¿por?
-Porque yo tampoco - Chuck pagó los tres cafés y el té helado antes de seguir hablando-. Conozco un restaurante indio muy bueno, cerca de aquí.
-¿Cómo de cerca?
-Lo suficiente como para que yo quiera ir andando. Estará lleno, pero podemos llevarnos la comida.
-¿Al hotel?
-No estamos lejos.
-Estoy sorprendidísimo.
Echaron a andar, y Chuck dirigía hacia el restaurante.
-¿Por qué?
-Porque estás de buen humor.
-¡Eso es mentira! -negó, como si fuera una gran ofensa.
-Sí lo estás. No te avergüences, no se puede ser un borde de mierda veinticuatro horas al día.
-Pero no lo estoy. Es simplemente…
-Está bien, Chuck. Así yo no me siento tan raro estando de buen humor contigo.
-Pero lo tuyo es culpa del café.
-Te he dicho que era descafeinado.
-Y yo no me lo he creído. Tomar café descafeinado es como contratar una puta y llevarla al cine.
-Nunca acabo de pillar tus metáforas. -Doblaron una esquina y se encontraron de cara con un camión de helados-. ¿No te apetece muchísimo un helado?
-Esto no son helados de verdad.
-¿A quién le importa? ¡Están buenos! -se acercó hacia allí ilusionado como un niño pequeño-. Póngame uno con nueces y otro con… sirope de ese rosa raro -le dijo al vendedor.
-El restaurante está ahí mismo.
-Relájate un poquito.
Pagó y le dio a Chuck el suyo, el del sirope rosa.
-Esto ni siquiera es sirope. Es como algún tipo de plástico que se solidifica con el frío.
-Deja de quejarte.
-No me estoy quejando. Está bueno, pero es raro. Pueba.
-No necesito probar, he comido helados de estos toda mi vida.
-¡Pero prueba!
Dan suspiró. Si iba a conseguir que se callara si probaba el maldito helado, lo probaría. Era tan infantil a veces… Se acercó al cucurucho, y cuando estaba suficientemente cerca Chuck lo movió bruscamente y le manchó toda la nariz de helado. Acto seguido se echó a reír como si nadie nunca hubiera hecho una broma más graciosa.
-Gilipollas -le dijo Dan, tratando de limpiarse con el dorso de la mano.
-Estaba seguro de que ibas a picar.
-¿Tienes cinco años?
-A veces -contestó. Dan no pudo evitar sonreír también-. En serio, prueba. Ahora no te mancho.
-Seguro que no.
-En serio -y se lo volvió a ofrecer. Dan le sujetó fuertemente la mano con la suya, y lo probó finalmente.
-Vale, está bueno. ¿Contento?
-Sigues teniendo helado en la nariz -se burló, pasándole un pañuelo de su bolsillo. De tela y monografiado, por supuesto.
-Es que eres tonto. -A Dan le entraron unas ganas enormes de besarle. Sin embargo, sólo le golpeó en el hombro y, echando a andar hacia el restaurante, dijo-: Voy a vengarme por esta afrenta.
-Eso espero. El sexo es mucho mejor cuando estás enfadado.