Re: THE SOCIAL NETWORK - EDUARDO/MARKmanissetaMarch 3 2013, 22:10:12 UTC
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-Me gustaría que tuvieras en consideración mi propuesta y que los dos pudiéramos encontrar una manera de hacernos funcionar. Lo que te dije en Washington en la boda de Chris es verdad -esto último Mark no lo lee del papel, se lo dice a Eduardo directo, mirándole ahora a los ojos ahora a la boca, con esa esperanza simple y expuesta que no se da por sentando en alguien como Mark -. Te quiero -dice, como aquella vez con gemelos en los puños y cava en el aliento-. Mucho. Y… bueno -Mark vuelve a plegar el papel primero en dos, luego en cuatro y luego en seis vueltas-. ¿Qué piensas? -murmura y Eduardo… Bueno.
Eduardo le mira con la boca abierta, durante varios segundos que puede que lleguen a un minuto, o dos. El cuerpo mientras se le va volviendo loco con tanto alboroto, los pies descalzos y helados, la cabeza que sigue sin perdonarle los mojitos y el corazón a mil repartiendo calor, diciendo que sí, vale, enseguida, formateo, y de éste es mi virus a éste es mi novio, mamá.
-Joder, Mark -Eduardo se pasa la mano por la cara-. Me has escrito una carta de amor -dice todavía sin poder creérselo.
Mark no se molesta en esconder el orgullo hacia su hazaña.
-Y encima ha sido en el rato del avión -añade.
-Una carta de amor rara de cojones, a decir verdad -comenta Eduardo.
Mark se encoge de hombros, así que Eduardo insiste.
-Una carta de amor en la ha aparecido la palabra eco-parque -dice en tono crítico, y eso ya empieza a picar. Mark se balancea sobre sus zapatillas de deporte y le dirige una mirada de fastidio al techo, y Eduardo sonríe y viaja mentalmente a su habitación y sí, qué bien, tiene condones.
-Eh, bueno. A ver.
-Y has repetido la palabra relación muchas veces -le interrumpe Eduardo mientras da un paso hacia delante-. He contado cuatro por lo menos.
-Bueno, no soy un puto poeta, Eduardo -replica Mark, pero no está enfadado. El giro de la relación había tenido mucho que ver con eso, con que Mark ya no supura enfado, ni hunde a nadie con desinterés, ni tiene problema en tragarse horas de avión para pedirle a Eduardo que sean novios-. ¿Qué esperabas?
-Esto -dice Eduardo, serio, antes de cogerle por la sudadera y atraerlo hacia sí mismo-. Justamente esto -murmura contra los labios de Mark, antes de besarlos.
Fin
Aish, cuánto tiempo sin escribir a estos dos <3 Pero es que Sufjaaaaaaaaaaaaaaaaaaan lo has hecho a posta, perra.
-Me gustaría que tuvieras en consideración mi propuesta y que los dos pudiéramos encontrar una manera de hacernos funcionar. Lo que te dije en Washington en la boda de Chris es verdad -esto último Mark no lo lee del papel, se lo dice a Eduardo directo, mirándole ahora a los ojos ahora a la boca, con esa esperanza simple y expuesta que no se da por sentando en alguien como Mark -. Te quiero -dice, como aquella vez con gemelos en los puños y cava en el aliento-. Mucho. Y… bueno -Mark vuelve a plegar el papel primero en dos, luego en cuatro y luego en seis vueltas-. ¿Qué piensas? -murmura y Eduardo… Bueno.
Eduardo le mira con la boca abierta, durante varios segundos que puede que lleguen a un minuto, o dos. El cuerpo mientras se le va volviendo loco con tanto alboroto, los pies descalzos y helados, la cabeza que sigue sin perdonarle los mojitos y el corazón a mil repartiendo calor, diciendo que sí, vale, enseguida, formateo, y de éste es mi virus a éste es mi novio, mamá.
-Joder, Mark -Eduardo se pasa la mano por la cara-. Me has escrito una carta de amor -dice todavía sin poder creérselo.
Mark no se molesta en esconder el orgullo hacia su hazaña.
-Y encima ha sido en el rato del avión -añade.
-Una carta de amor rara de cojones, a decir verdad -comenta Eduardo.
Mark se encoge de hombros, así que Eduardo insiste.
-Una carta de amor en la ha aparecido la palabra eco-parque -dice en tono crítico, y eso ya empieza a picar. Mark se balancea sobre sus zapatillas de deporte y le dirige una mirada de fastidio al techo, y Eduardo sonríe y viaja mentalmente a su habitación y sí, qué bien, tiene condones.
-Eh, bueno. A ver.
-Y has repetido la palabra relación muchas veces -le interrumpe Eduardo mientras da un paso hacia delante-. He contado cuatro por lo menos.
-Bueno, no soy un puto poeta, Eduardo -replica Mark, pero no está enfadado. El giro de la relación había tenido mucho que ver con eso, con que Mark ya no supura enfado, ni hunde a nadie con desinterés, ni tiene problema en tragarse horas de avión para pedirle a Eduardo que sean novios-. ¿Qué esperabas?
-Esto -dice Eduardo, serio, antes de cogerle por la sudadera y atraerlo hacia sí mismo-. Justamente esto -murmura contra los labios de Mark, antes de besarlos.
Fin
Aish, cuánto tiempo sin escribir a estos dos <3 Pero es que Sufjaaaaaaaaaaaaaaaaaaan lo has hecho a posta, perra.
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Hay algo en tu Eduardo que siempre me desarma. Y tú eres muy zorra también.
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