Re: (Me disculpo de antemano porque esto va a ser ETERNO)
anonymous
March 13 2013, 19:50:10 UTC
-Joder, ¿trabajas para la NASA? -no puede evitar preguntar. Hay un zumbido constante que le rodea, proveniente de al menos cinco máquinas distintas, y hay pilotos azules y verdes brillando intermitentemente a lo largo de toda una pared.
-¿Es eso de lo que quieres hablar? -dice, mientras mete las manos bajo su chupa de cuero y la deja caer de sus hombros.
-No -contesta, sintiendo el calor de Danny sobre sus brazos, sus manos grandes pero suaves. Delicadas. Sólo tiene dieciséis años. Cuando le besa ya no sabe tanto a alcohol, pero aún lo huele en su piel. Está suficientemente borracho como para que Ethan se sienta un poco culpable por aprovecharse de él, pero lo compensa con creces con el ansia con la que tira de su camiseta blanca para quitársela. Le araña con los dientes la piel del estómago y desabrocha sus pantalones mientras se arrodilla en la alfombra, empujándole sobre la cama, y antes de que Ethan sea capaz de clavar los dedos en el edredón le hunde en su boca.
-Dios -se le escapa-. Oh, joder.
Danny es bueno y lo sabe. Ethan se lo dice, una y otra vez, mientras le tira del pelo y le acaricia las mejillas, y él suelta una especie de gruñido hambriento y aprieta más las uñas en el interior de sus muslos y le clava aún más profundo en su garganta. Ethan pierde la cabeza por un momento, mareado por la sensación de poder, de control. De sentirse venerado de esa manera. A Danny le gusta hacerlo. Le gusta cada gemido y cada quejido tembloroso que exprime de él, y la manera en la que le hace tensarse como un muelle cuando aumenta la velocidad hasta llevarle casi a la locura, la forma en la que se funde sobre la cama cuando sólo usa su lengua para lamer lentamente y con devoción.
-¿Quieres que acabe? -pregunta, con los ojos brillantes y las mejillas encendidas y los labios mojados. Le rodea con una mano firme y le besa sobre el hueso de la cadera y Ethan quiere decir que sí, porque no es el amante más generoso del mundo. Sabe que tiene que hacer que sea él quien disfrute, porque necesita ganárselo, pero le mira y por su cara parecería que se lo ha estado follando durante horas. Está satisfecho y radiante, complacido como si eso fuera todo lo que necesita en su vida, como haciendo que se corriera pudiera ignorar su erección y esa energía nerviosa que le eriza la piel; dejarse caer en la alfombra y ronronear como un gato. Por un segundo lo considera, porque su boca es tan caliente y tan hábil y él está tan cerca.
-Ven aquí -dice en cambio, cogiéndole de un brazo. Danny se deja llevar, hasta que acaba prácticamente sobre él en la cama, con las piernas fuera del colchón. Si Ethan usa un poco de fuerza sobrehumana nadie tiene por qué enterarse. Consigue deshacerse de sus pantalones mientras se arrastra sobre el edredón, y se los saca por los pies a patadas muy poco elegantes. Danny le sigue a gatas, con una pierna a cada lado de su cuerpo y la boca ocupada en cada milímetro cuadrado de piel que es capaz de capturar entre los labios. Le desabrocha los vaqueros y se los baja de un tirón, y cuando le agarra la polla Danny le besa como si quisiera matarle. Le encanta ese entusiasmo tan honesto, le dan ganas de clavarle contra el colchón y destrozarle.
A Danny le fallan los codos sobre los que se apoya, y se aprieta contra él, respirando sobre su boca y moviendo la cadera para intensificar el movimiento de la mano de Ethan. No puede hacer nada en esa postura más que dejar que se folle su mano. No es eso lo que quiere. Necesita que sepa lo bueno que puede ser para él, todas las maneras en las que le va a hacer gritar. Cuela una pierna entre las suyas y, sin dejar de tocarle, se mueve lo suficiente para hacerles girar hasta que quedan de costado, con las piernas enredadas. Es extrañamente íntimo cuando el brazo de Danny acaba alrededor de su cuello y sus frentes pegadas, pero no es capaz de encontrarlo incómodo. El corazón le late en los oídos, y el de Danny resuena claramente en su pecho, en un compás extraño. Su mano se mueve lentamente, leve, y con el dedo pulgar busca los puntos que le hacen contener la respiración y luego soltarla con un pequeño quejido.
Re: (Me disculpo de antemano porque esto va a ser ETERNO)
anonymous
March 13 2013, 19:52:28 UTC
(6/?)
-Me gusta como suenas -se sorprende diciendo. Y Danny se ríe bajito y le besa.
-Vamos, no me hagas suplicar -susurra. ¿Y no sería precioso que lo hiciera? Pero Ethan sólo deja descansar los labios contra su barbilla y baja la otra mano por su espalda, sintiendo los músculos amoldándose al peso de sus dedos. Las garras le queman debajo de las uñas cuando llega a la carne tersa y firme de su culo y aprieta.
Aumenta el ritmo y la presión, sólo lo suficiente para que sea desesperante, para que Danny se muerda los labios y gima con el fondo de la garganta, para que le diga todas las maneras en las que quiere tenerle y todas las cosas que quiere que él le haga. Ethan podría correrse sólo oyéndole hablar y sintiendo su calor contra la piel y su olor envolviéndole, y la manera en la que sus quejidos se vuelven más cortos, más febriles y clava los dedos al final de su espalda y se aprieta contra él. No suplica, pero sabe que está deseando hacerlo, por la manera en la que suspira y se mueve errático, ansioso. Ethan se toma también en su mano y le besa mientras acaban sin apenas más sonido del de sus respiraciones agitadas y sus corazones latiendo como un tambor y su piel chocando. Danny no grita, no suelta ningún gemido ahogado ni un 'joder' ronco. Sólo cierra los ojos y le besa con los labios entreabiertos y le agarra muy fuerte mientras su cuerpo se encoge con las sacudidas del orgasmo.
Es sorprendente. Es encantador. Ethan besa su mandíbula y su cuello y su clavícula, y cuando Danny vuelve a abrir los ojos y se pasa la lengua por los labios, le sonríe con candidez. Están sobrios y empieza a clarear el horizonte; están desnudos y pringosos, y estar un poco avergonzado sería lo natural. Danny le devuelve la sonrisa y deja que sus ojos se cierren de nuevo.
-Voy a seguir aquí por la mañana -dice Ethan, mordiendo la piel de su hombro-. A menos que quieras que me vaya.
-No quiero que te vayas -contesta a media voz, y le agarra del brazo cuando intenta apartarse.
---
Aidan le llama a las doce y media con el discurso del hermano mayor preocupado, y Danny gruñe y hunde la cara en su cuello. Su respiración le hace cosquillas.
-En casa de Danny -le dice a su hermano, respondiendo a una pregunta que él no ha hecho-. Voy a necesitar que me lleves a recoger la moto.
-¿Quieres que vaya ahora? -pregunta él.
-Tengo que darme una ducha -contesta, y nota la sonrisa de Danny contra su piel.
Acaban entrando juntos al enorme baño y Ethan se la chupa arrodillado en el mármol, con el agua cayéndole sobre los hombros.
Están tomándose el café cuando Aidan toca el claxon frente a la puerta.
-Tengo que irme.
No han hablado demasiado, pero ha sido agradable. Danny tiene algo a su alrededor que hace difícil estar incómodo con él. Apura su taza y se levanta, y él le imita un segundo más tarde.
-Bueno -dice cuando llegan a la puerta, cruzando los brazos sobre el pecho y volviendo a bajarlos un momento después-. Esto ha estado bien.
-Sí. Podríamos repetirlo algún día, después de una peli y una cena -sugiere Ethan.
-¿Me estás pidiendo una cita?
-Si tú quieres. Ya sé que dijiste que no íbamos a enrollarnos...
-No me gusta el drama -le corta-. Y no me gusta tenerlo en el instituto, sobre todo.
-Vale.
-Eso no quiere decir que no podamos... Ir al cine, o algo.
-¿Sí?
Danny se encoge de hombros.
-Deja que te apunte mi número.
Ethan le tiende su teléfono y él teclea rápidamente, y cuando se lo devuelve sus dedos se rozan un momento.
Aidan vuelve a pitarle.
-Joder. Será mejor que... -dice, haciendo un gesto vago hacia la calle.
-Sí.
-Nos vemos en clase.
Danny le abre la puerta, y él se plantea besarle, durante un momento. Sabe que él está pensando lo mismo, nota esa energía nerviosa recorriéndole la piel, así que simplemente le pone una mano en el brazo y sonríe de medio lado, antes de salir al porche. Danny no se queda a mirarle entrar en el coche, prácticamente le cierra la puerta en el culo pero no se aleja de la entrada. Sigue oyendo su corazón, su respiración acelerada. Se tiene que morder las mejillas para no reírse. Aidan pone los ojos en blanco.
-Apestas -dice cuando entra al asiento del copiloto.
-Ya lo sé.
-¿Cómo ha ido? -pregunta, acelerando con temeridad por las diminutas calles del barrio residencial
-Es bueno en la cama.
-¡Ugh! -exclama, arrugando la nariz-. No estaba preguntando eso.
-Ya lo sé. Ha ido justo como debía. Te dije que no sería difícil.
-¿Has hablado ya con Deucalion?
-No, Aidan. Resulta que he tenido la boca bastante ocupada esta mañana -le espeta.
Su hermano exagera un escalofrío.
-Vale, capto el mensaje. No volvamos a hablar de esto. Nunca.
Scott le espera en la puerta del aula de Historia en el primer cambio de clase del lunes. El flacucho está a su lado, lanzándole miradas de desprecio.
-Aléjate de Danny -dice McCall, tratando de sonar amenazante. Es adorable.
-¿Por qué? -pregunta en tono casual, yendo hacia su taquilla.
-Él no tiene nada que ver en esto.
Ethan deja los libros y coge su bloc de dibujo. Y si no se equivoca esa clase la tiene con el rubito. Puede ser muy interesante.
-Precisamente por eso -dice, cerrándola y apoyándose en la puerta metálica-, no sé por qué os molesta.
-Es nuestro amigo.
-Eso es estupendo. ¿Vamos a ir al cine mañana, queréis que organicemos una cita doble?
-No trates de ser gracioso -masculla Scott.
-Vete a la mierda -le dice el otro, apretando los puños.
-No tenéis por qué preocuparos -les asegura, con un tono tan dulce que se le revuelve el estómago-. Hale no ha puesto problemas a que nos quedemos un tiempo en su territorio, ¿verdad?
-Yo no estoy con Derek.
-Tú eres un Omega. Irrelevante. Débil. Y tu amiguito es una desgracia de hombre-lobo. No sé qué criterios sigue Hale para dar el mordisco, pero... -hace un gesto ligeramente despectivo en su dirección- en fin.
-¡Eh!
-Déjalo, Scott -dice el perrillo apaleado, parándole antes de que pueda encararse con Ethan, para hacerlo él mismo-. Danny se va a dar cuenta de lo que estás haciendo. Te crees más listo que nadie, pero no sabes con quién estás jugando.
-Oh, mírate -arrulla, como si estuviera a punto de pellizcarle las mejillas-. Tan enamorado. No te preocupes, tendré mucho cuidado con él. -Sonríe hasta que le duelen las mejillas, y él le responde enseñando unos dientes perfectamente romos. -Ahora tengo que ir a hacer unos esbozos. Tengo todas estas imágenes en la mente... Seguro que te gustan, tío -dice, y disfruta escuchando la manera en la que la sangre le late furiosa por las venas-. Perdóname, pero no acabo de quedarme con tu nombre.
Se llama Isaac, descubre un rato más tarde, cuando Ms. Porter alaba sus óleos cargados de sentimiento. A Ethan siempre le gustó esa asignatura más que ninguna otra, y le gusta la manera en la que la profesora se ruboriza cuando le enseña el elegantemente explícito desnudo anónimo que ha dibujado.
Danny le encuentra casi saliendo por la puerta, con el casco de la moto en la mano.
-Hey.
-Hola.
Él lleva la bolsa de lacrosse en la mano, y Ethan se acuerda de que tiene entrenamiento. Por un momento se pregunta si podría quedarse a verlo, porque las caras de Scott y los demás merecerían la pena, y nada le gusta más que un hombre cansado y sudoroso haciendo sprints y abdominales.
-Así que... Hola.
-Hola -repite, y sonríe ante el evidente nerviosismo de Danny.
-¿Sigue en pie lo de mañana por la noche?
-Sí, supongo. Pero... A menos que juegues a dos bandas, me estás confundiendo con mi hermano -dice.
-¿Qué! Oh, Dios. ¡Creí que eras Ethan!
-Y lo soy. Sólo te tomaba el pelo -se ríe, y Danny frunce el ceño y le da un golpe en el hombro.
-Idiota.
-Es increíble que te hayas acostado conmigo y ni siquiera me reconozcas -se acerca a susurrar en su oído.
Danny se sonroja, y su tono de piel es maravilloso.
-Os parecéis un poco, no se si te lo ha dicho alguien antes.
-Algo he oído. Para la próxima, él es el alto. Yo soy el guapo, el listo y el gracioso. Y tengo esto -dice, señalando una pequeña cicatriz en su sien izquierda.
-Vale. Me lo apunto.
-Hazlo. No queremos que esto pase cuando me empieces a saludar con algo más que un hola.
Danny se ríe, pero no le lleva la contraria. Se cuelga la bolsa del hombro y mete las manos en los bolsillos de los vaqueros.
-Tus amigos me han acorralado hoy -le dice Ethan-. Creen que soy muy malo para ti.
-Ugh, lo siento mucho. No sé qué les pasa.
-Está bien que se preocupen.
-Pero no sé por qué les importa mi vida de repente. Nunca antes les había importado.
-No me lo creo. A todo el mundo le gusta Danny, ¿no?
Danny se encoge de hombros, arrugando la boca.
-Tengo que irme a entrenar. ¿Nos vemos mañana?
-¿Puedo mandarte un mensaje esta tarde? -pregunta, mirando cómo se aleja. Tiene un buen culo.
-Claro -contesta, dándose la vuelta y andando hacia atrás un par de pasos.
-No sé a los demás, pero a mí me gustas mucho -dice, y él sonríe con timidez. A la luz del día sus hoyuelos son aún mejores.
-¿Es eso de lo que quieres hablar? -dice, mientras mete las manos bajo su chupa de cuero y la deja caer de sus hombros.
-No -contesta, sintiendo el calor de Danny sobre sus brazos, sus manos grandes pero suaves. Delicadas. Sólo tiene dieciséis años. Cuando le besa ya no sabe tanto a alcohol, pero aún lo huele en su piel. Está suficientemente borracho como para que Ethan se sienta un poco culpable por aprovecharse de él, pero lo compensa con creces con el ansia con la que tira de su camiseta blanca para quitársela. Le araña con los dientes la piel del estómago y desabrocha sus pantalones mientras se arrodilla en la alfombra, empujándole sobre la cama, y antes de que Ethan sea capaz de clavar los dedos en el edredón le hunde en su boca.
-Dios -se le escapa-. Oh, joder.
Danny es bueno y lo sabe. Ethan se lo dice, una y otra vez, mientras le tira del pelo y le acaricia las mejillas, y él suelta una especie de gruñido hambriento y aprieta más las uñas en el interior de sus muslos y le clava aún más profundo en su garganta. Ethan pierde la cabeza por un momento, mareado por la sensación de poder, de control. De sentirse venerado de esa manera. A Danny le gusta hacerlo. Le gusta cada gemido y cada quejido tembloroso que exprime de él, y la manera en la que le hace tensarse como un muelle cuando aumenta la velocidad hasta llevarle casi a la locura, la forma en la que se funde sobre la cama cuando sólo usa su lengua para lamer lentamente y con devoción.
-¿Quieres que acabe? -pregunta, con los ojos brillantes y las mejillas encendidas y los labios mojados. Le rodea con una mano firme y le besa sobre el hueso de la cadera y Ethan quiere decir que sí, porque no es el amante más generoso del mundo. Sabe que tiene que hacer que sea él quien disfrute, porque necesita ganárselo, pero le mira y por su cara parecería que se lo ha estado follando durante horas. Está satisfecho y radiante, complacido como si eso fuera todo lo que necesita en su vida, como haciendo que se corriera pudiera ignorar su erección y esa energía nerviosa que le eriza la piel; dejarse caer en la alfombra y ronronear como un gato. Por un segundo lo considera, porque su boca es tan caliente y tan hábil y él está tan cerca.
-Ven aquí -dice en cambio, cogiéndole de un brazo. Danny se deja llevar, hasta que acaba prácticamente sobre él en la cama, con las piernas fuera del colchón. Si Ethan usa un poco de fuerza sobrehumana nadie tiene por qué enterarse. Consigue deshacerse de sus pantalones mientras se arrastra sobre el edredón, y se los saca por los pies a patadas muy poco elegantes. Danny le sigue a gatas, con una pierna a cada lado de su cuerpo y la boca ocupada en cada milímetro cuadrado de piel que es capaz de capturar entre los labios. Le desabrocha los vaqueros y se los baja de un tirón, y cuando le agarra la polla Danny le besa como si quisiera matarle. Le encanta ese entusiasmo tan honesto, le dan ganas de clavarle contra el colchón y destrozarle.
A Danny le fallan los codos sobre los que se apoya, y se aprieta contra él, respirando sobre su boca y moviendo la cadera para intensificar el movimiento de la mano de Ethan. No puede hacer nada en esa postura más que dejar que se folle su mano. No es eso lo que quiere. Necesita que sepa lo bueno que puede ser para él, todas las maneras en las que le va a hacer gritar. Cuela una pierna entre las suyas y, sin dejar de tocarle, se mueve lo suficiente para hacerles girar hasta que quedan de costado, con las piernas enredadas. Es extrañamente íntimo cuando el brazo de Danny acaba alrededor de su cuello y sus frentes pegadas, pero no es capaz de encontrarlo incómodo. El corazón le late en los oídos, y el de Danny resuena claramente en su pecho, en un compás extraño. Su mano se mueve lentamente, leve, y con el dedo pulgar busca los puntos que le hacen contener la respiración y luego soltarla con un pequeño quejido.
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-Me gusta como suenas -se sorprende diciendo. Y Danny se ríe bajito y le besa.
-Vamos, no me hagas suplicar -susurra. ¿Y no sería precioso que lo hiciera? Pero Ethan sólo deja descansar los labios contra su barbilla y baja la otra mano por su espalda, sintiendo los músculos amoldándose al peso de sus dedos. Las garras le queman debajo de las uñas cuando llega a la carne tersa y firme de su culo y aprieta.
Aumenta el ritmo y la presión, sólo lo suficiente para que sea desesperante, para que Danny se muerda los labios y gima con el fondo de la garganta, para que le diga todas las maneras en las que quiere tenerle y todas las cosas que quiere que él le haga. Ethan podría correrse sólo oyéndole hablar y sintiendo su calor contra la piel y su olor envolviéndole, y la manera en la que sus quejidos se vuelven más cortos, más febriles y clava los dedos al final de su espalda y se aprieta contra él. No suplica, pero sabe que está deseando hacerlo, por la manera en la que suspira y se mueve errático, ansioso. Ethan se toma también en su mano y le besa mientras acaban sin apenas más sonido del de sus respiraciones agitadas y sus corazones latiendo como un tambor y su piel chocando. Danny no grita, no suelta ningún gemido ahogado ni un 'joder' ronco. Sólo cierra los ojos y le besa con los labios entreabiertos y le agarra muy fuerte mientras su cuerpo se encoge con las sacudidas del orgasmo.
Es sorprendente. Es encantador. Ethan besa su mandíbula y su cuello y su clavícula, y cuando Danny vuelve a abrir los ojos y se pasa la lengua por los labios, le sonríe con candidez. Están sobrios y empieza a clarear el horizonte; están desnudos y pringosos, y estar un poco avergonzado sería lo natural. Danny le devuelve la sonrisa y deja que sus ojos se cierren de nuevo.
-Voy a seguir aquí por la mañana -dice Ethan, mordiendo la piel de su hombro-. A menos que quieras que me vaya.
-No quiero que te vayas -contesta a media voz, y le agarra del brazo cuando intenta apartarse.
---
Aidan le llama a las doce y media con el discurso del hermano mayor preocupado, y Danny gruñe y hunde la cara en su cuello. Su respiración le hace cosquillas.
-En casa de Danny -le dice a su hermano, respondiendo a una pregunta que él no ha hecho-. Voy a necesitar que me lleves a recoger la moto.
-¿Quieres que vaya ahora? -pregunta él.
-Tengo que darme una ducha -contesta, y nota la sonrisa de Danny contra su piel.
Acaban entrando juntos al enorme baño y Ethan se la chupa arrodillado en el mármol, con el agua cayéndole sobre los hombros.
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Están tomándose el café cuando Aidan toca el claxon frente a la puerta.
-Tengo que irme.
No han hablado demasiado, pero ha sido agradable. Danny tiene algo a su alrededor que hace difícil estar incómodo con él. Apura su taza y se levanta, y él le imita un segundo más tarde.
-Bueno -dice cuando llegan a la puerta, cruzando los brazos sobre el pecho y volviendo a bajarlos un momento después-. Esto ha estado bien.
-Sí. Podríamos repetirlo algún día, después de una peli y una cena -sugiere Ethan.
-¿Me estás pidiendo una cita?
-Si tú quieres. Ya sé que dijiste que no íbamos a enrollarnos...
-No me gusta el drama -le corta-. Y no me gusta tenerlo en el instituto, sobre todo.
-Vale.
-Eso no quiere decir que no podamos... Ir al cine, o algo.
-¿Sí?
Danny se encoge de hombros.
-Deja que te apunte mi número.
Ethan le tiende su teléfono y él teclea rápidamente, y cuando se lo devuelve sus dedos se rozan un momento.
Aidan vuelve a pitarle.
-Joder. Será mejor que... -dice, haciendo un gesto vago hacia la calle.
-Sí.
-Nos vemos en clase.
Danny le abre la puerta, y él se plantea besarle, durante un momento. Sabe que él está pensando lo mismo, nota esa energía nerviosa recorriéndole la piel, así que simplemente le pone una mano en el brazo y sonríe de medio lado, antes de salir al porche. Danny no se queda a mirarle entrar en el coche, prácticamente le cierra la puerta en el culo pero no se aleja de la entrada. Sigue oyendo su corazón, su respiración acelerada. Se tiene que morder las mejillas para no reírse. Aidan pone los ojos en blanco.
-Apestas -dice cuando entra al asiento del copiloto.
-Ya lo sé.
-¿Cómo ha ido? -pregunta, acelerando con temeridad por las diminutas calles del barrio residencial
-Es bueno en la cama.
-¡Ugh! -exclama, arrugando la nariz-. No estaba preguntando eso.
-Ya lo sé. Ha ido justo como debía. Te dije que no sería difícil.
-¿Has hablado ya con Deucalion?
-No, Aidan. Resulta que he tenido la boca bastante ocupada esta mañana -le espeta.
Su hermano exagera un escalofrío.
-Vale, capto el mensaje. No volvamos a hablar de esto. Nunca.
-Vale.
Reply
---
Scott le espera en la puerta del aula de Historia en el primer cambio de clase del lunes. El flacucho está a su lado, lanzándole miradas de desprecio.
-Aléjate de Danny -dice McCall, tratando de sonar amenazante. Es adorable.
-¿Por qué? -pregunta en tono casual, yendo hacia su taquilla.
-Él no tiene nada que ver en esto.
Ethan deja los libros y coge su bloc de dibujo. Y si no se equivoca esa clase la tiene con el rubito. Puede ser muy interesante.
-Precisamente por eso -dice, cerrándola y apoyándose en la puerta metálica-, no sé por qué os molesta.
-Es nuestro amigo.
-Eso es estupendo. ¿Vamos a ir al cine mañana, queréis que organicemos una cita doble?
-No trates de ser gracioso -masculla Scott.
-Vete a la mierda -le dice el otro, apretando los puños.
-No tenéis por qué preocuparos -les asegura, con un tono tan dulce que se le revuelve el estómago-. Hale no ha puesto problemas a que nos quedemos un tiempo en su territorio, ¿verdad?
-Yo no estoy con Derek.
-Tú eres un Omega. Irrelevante. Débil. Y tu amiguito es una desgracia de hombre-lobo. No sé qué criterios sigue Hale para dar el mordisco, pero... -hace un gesto ligeramente despectivo en su dirección- en fin.
-¡Eh!
-Déjalo, Scott -dice el perrillo apaleado, parándole antes de que pueda encararse con Ethan, para hacerlo él mismo-. Danny se va a dar cuenta de lo que estás haciendo. Te crees más listo que nadie, pero no sabes con quién estás jugando.
-Oh, mírate -arrulla, como si estuviera a punto de pellizcarle las mejillas-. Tan enamorado. No te preocupes, tendré mucho cuidado con él. -Sonríe hasta que le duelen las mejillas, y él le responde enseñando unos dientes perfectamente romos. -Ahora tengo que ir a hacer unos esbozos. Tengo todas estas imágenes en la mente... Seguro que te gustan, tío -dice, y disfruta escuchando la manera en la que la sangre le late furiosa por las venas-. Perdóname, pero no acabo de quedarme con tu nombre.
Se llama Isaac, descubre un rato más tarde, cuando Ms. Porter alaba sus óleos cargados de sentimiento. A Ethan siempre le gustó esa asignatura más que ninguna otra, y le gusta la manera en la que la profesora se ruboriza cuando le enseña el elegantemente explícito desnudo anónimo que ha dibujado.
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Danny le encuentra casi saliendo por la puerta, con el casco de la moto en la mano.
-Hey.
-Hola.
Él lleva la bolsa de lacrosse en la mano, y Ethan se acuerda de que tiene entrenamiento. Por un momento se pregunta si podría quedarse a verlo, porque las caras de Scott y los demás merecerían la pena, y nada le gusta más que un hombre cansado y sudoroso haciendo sprints y abdominales.
-Así que... Hola.
-Hola -repite, y sonríe ante el evidente nerviosismo de Danny.
-¿Sigue en pie lo de mañana por la noche?
-Sí, supongo. Pero... A menos que juegues a dos bandas, me estás confundiendo con mi hermano -dice.
-¿Qué! Oh, Dios. ¡Creí que eras Ethan!
-Y lo soy. Sólo te tomaba el pelo -se ríe, y Danny frunce el ceño y le da un golpe en el hombro.
-Idiota.
-Es increíble que te hayas acostado conmigo y ni siquiera me reconozcas -se acerca a susurrar en su oído.
Danny se sonroja, y su tono de piel es maravilloso.
-Os parecéis un poco, no se si te lo ha dicho alguien antes.
-Algo he oído. Para la próxima, él es el alto. Yo soy el guapo, el listo y el gracioso. Y tengo esto -dice, señalando una pequeña cicatriz en su sien izquierda.
-Vale. Me lo apunto.
-Hazlo. No queremos que esto pase cuando me empieces a saludar con algo más que un hola.
Danny se ríe, pero no le lleva la contraria. Se cuelga la bolsa del hombro y mete las manos en los bolsillos de los vaqueros.
-Tus amigos me han acorralado hoy -le dice Ethan-. Creen que soy muy malo para ti.
-Ugh, lo siento mucho. No sé qué les pasa.
-Está bien que se preocupen.
-Pero no sé por qué les importa mi vida de repente. Nunca antes les había importado.
-No me lo creo. A todo el mundo le gusta Danny, ¿no?
Danny se encoge de hombros, arrugando la boca.
-Tengo que irme a entrenar. ¿Nos vemos mañana?
-¿Puedo mandarte un mensaje esta tarde? -pregunta, mirando cómo se aleja. Tiene un buen culo.
-Claro -contesta, dándose la vuelta y andando hacia atrás un par de pasos.
-No sé a los demás, pero a mí me gustas mucho -dice, y él sonríe con timidez. A la luz del día sus hoyuelos son aún mejores.
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