Title: Your Voice
Author: Enolha
Rating: NC-17
Pairing: Yunho/Changmin
Disclaimer: Esos dos pedazos de hombres sólo se pertenecen el uno al otro.
Summary: Mientras Changmin está en Osaka, Yunho se siente demasiado solo en Tokio.
A/N: Secuela de Romantic.
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Yunho despertó con la respiración agitada.
Miró el reloj que estaba sobre su buró. La 1:30 am. «Maldición» pensó al percatarse del gran, GRAN problema que tenía en la entrepierna. Y es que tener sueños que involucren a Changmin, unas esposas y la mesa de la cocina, no era bueno para su estabilidad mental. Dando un suspiro de resignación se levantó para ir a tomar una ducha fría.
Salió del cuarto que compartía con el menor y se dirigió al baño mientras se desvestía en el camino. Estaba solo en el departamento que tenían en Tokio, así que no le preocupaba que alguien lo sorprendiera. No es que no lo hayan visto desnudo antes, pero tampoco era para andar dando exhibiciones por toda la casa, ¿no?
Una vez en el baño dejó que el agua fría corriera por su cuerpo mientras intentaba relajarse, pero recuerdos de su relación con Changmin comenzaron a invadir su mente, amenazando con arrebatarle la poca cordura que le quedaba.
Y la verdad aún no lograba comprender cómo es que había podido llegar a esa situación. Amaba a Min, de eso estaba totalmente seguro, ese sentimiento no era el problema. El “problema” era ese exagerado deseo, esa pasión que sentía hacia el menor. Él, que siempre había controlado hasta los más mínimos detalles de su vida y de su trabajo, que siempre había deseado vivir de manera tranquila, sin alteraciones fuertes, apoyándose en su profunda seguridad en sí mismo, era ahora un prisionero, un total esclavo de unos sentimientos que sobrepasaban su capacidad de razonamiento a cualquier nivel.
Hasta antes de conocer a Changmin jamás había pensado que tendría una tórrida relación con un hombre. No estaba en sus planes. Perder la cabeza por él hasta el punto de sentir como una ardiente necesidad ser objeto de sus juegos sexuales, menos.
Porque así era, señoras y señores. Era el pequeño e “inocente” Shim Changmin quien controlaba al grandioso, seguro e imperturbable Jung Yunho. Era él quien decidía el cómo, cuándo y dónde de las cosas, por mucho que llevara (la mayoría de las veces) el rol pasivo en la relación.
Changmin era el único, EL ÚNICO, que hacía que la mente de Yunho se nublara de deseo y lujuria, el único que podía hacer despertar a esa bestia salvaje que habitaba en su interior y de la que él mismo ignoraba su existencia. La despertaba, la controlaba, la manejaba a su antojo, y la hacía desaparecer con la misma facilidad al decirle “Te Amo”, para dar paso a ese Yunho sentimental y fuerte que era.
Él jamás sintió el impulso sexual como algo primordial. Bueno, tal vez sí, en la pubertad, cuando el exceso de hormonas mandaba sobre el cerebro y la razón. Pero ahora eso había cambiado. Quería sentir el placer que Changmin le proporcionaba, lo deseaba más que nada, pero no estaba seguro del por qué. Aún no lograba descubrir qué era lo que tenía Changmin… Aunque no es que tuviera mucha prisa por hacerlo.
Una vez que se hubo calmado, salió del baño. Mientras se vestía el sonido de su celular resonó por todo el lugar y se apresuró a contestar, sin dignarse a ver el número
-¿Diga?
-¡Yunnie! ¿Cómo estás?
-¿Changmin? ¿Qué haces despierto a esta hora? ¿Para qué me llamas?
-Te extraño… No podía dormir y comencé a pensar en ti… ¿No quieres hablar conmigo?
Y aún sin verlo, por el tono meloso con el que hablaba, Yunho podía perfectamente adivinar que el menor tenía en la cara uno de esos pucheros que le quitaban el aliento. Sin poder contenerse, soltó un suspiro.
-Claro que quiero, amor… A ver, ¿cómo has estado?
-Pues…
Así dio inicio una conversación que poco a poco se iba haciendo más cariñosa y afectiva, mientras se alejaba de la rutina diaria. Comenzaban a tener uno de esos momentos de intimidad tan comunes en ellos, que siempre terminaban por arrastrarlos muy lejos del objeto principal de la plática.
Luego de un silencio para nada incómodo, el menor habló.
-¿En qué piensas, Yunnie?- preguntó en un suave y ronco susurro.
Yunho no se sorprendió del provocativo tono que acababa de utilizar
-En ti… Te he extrañado mucho, Minnie...-respondió.
-Pero mañana vuelvo a verte… Sólo espera hasta mañana Yunho.
«No quiero esperar más» pensó en decirle, pero simplemente suspiró.
-¿O ya no puedes esperar más? - preguntó Min riendo.
«No, no puedo, grandísimo idiota»
-Yunho… - dijo el menor.
Yunho solo pudo respirar profundamente y cerrar los ojos, porque reconocía ese tono en la voz del menor. Era el tono que usaba justo antes de comenzar con sus juegos de seducción. Ese tono que le hacía querer complacerlo hasta en los más mínimos detalles. Hasta que ya no pudiera pedir más, porque ya le habría dado todo.
Se mordió fuertemente los labios tratando de reprimir gemido. Pero eso no impedía que su miembro comenzara a responder a las órdenes de aquel que era su amo y señor.
-Yunho… Te deseo- la lujuria desbordando de cada palabra.
-Changmin, no… No lo hagas… Por favor…-prácticamente lloriqueó.
-No te estoy preguntando -le respondió el menor con voz grave -. Dame lo que quiero, Yunho.
Yunho jadeó involuntariamente, tan excitado como sorprendido.
-¿Me darás lo que quiero, Yunho? -el menor hablaba lenta y acariciadoramente.
-Si…- jadeó
-Quítate la ropa…
Yunho aún dudó un poco, pero toda duda se esfumó cuando escuchó al menor.
-Yo ya estoy desnudo…- el mayor tembló con las palabras y un jadeo escapó de sus labios- Hazlo tú.
Yunho obedeció lo más rápido que sus temblorosas manos se lo permitían.
-¿Sabes que puedo verte, Yunho? -dijo-. Cuando cierro los ojos puedo ver ese cuerpo que ya he recorrido infinidad de veces. Puedo ver cómo tu miembro despierta con mis caricias. Puedo sentir cómo tus pezones se endurecen cuando los ataco con mi boca.
-Pervertido -jadeó Yunho.
Pero aún así su mano libre subió hasta su pecho y comenzó a tocar uno de sus pezones, y podía jurar que sentía la lengua de Changmin lamerlo, sus labios besándolo y sus dientes mordiéndolo. Sin poderlo evitar comenzó a soltar leves gemidos que trataba en vano de reprimir.
-Lo estás haciendo, ¿verdad? -preguntó Changmin con la voz ronca por la excitación-. ¡Dios, Yunho!- el menor comenzó a jadear.
Yunho gimió más fuerte sintiendo que la temperatura de su cuerpo aumentaba cada vez más. Pero estaba seguro que no era por las caricias que él mismo se proporcionaba, si no por la voz de Changmin al otro lado de la línea.
Las (excitantes, lujuriosas, húmedas) palabras del menor le animaban a tocar cada parte de su cuerpo como si fuera el propio Changmin quien lo hacía. Yunho tocaba su cuerpo de la manera en que el menor se lo indicaba con lo que bien podían ser órdenes en un momento, pero que al siguiente se asemejaban más a una súplica, llegando casi a la mendicidad, logrando que su excitación llegara al límite.
La voz de Changmin se adueñó totalmente de su voluntad y sus dedos continuaron descendiendo por su vientre hasta que su mano se aferró desesperadamente a su miembro, que ya casi dolía por el estado en el que se encontraba. Ya corrían unas gotas de pre-semen a lo largo de su extensión.
¿Por qué? ¿Cómo es que la sola voz de Changmin lograba llevarlo a ese estado? Porque aunque se acariciaba, su sentido del tacto estaba prácticamente anulado por el del oído. Toda su vida se concentraba ahora en los susurros, jadeos y gemidos que provenían del teléfono. El mundo había dejado de existir para él. Su universo era la voz de Changmin. Todo comenzaba y acababa en él.
-Changmin… -gimió Yunho desesperadamente al mismo tiempo que comenzaba a mover su mano de arriba a abajo sobre su endurecido pene.
-Ahora, Yunho… Ahora es cuando comenzaría a usar mi boca…
-Chang… ¡Dios, Changmin!
-¿Lo sientes? ¿Sientes cómo mi lengua te va lamiendo? ¿Lo sientes, Yunho?
Yunho arqueó la espalda y comenzó a acelerar sus movimientos. En su imaginación era el miembro de Changmin el que se encontraba entre sus dedos, mientras Changmin lo acariciaba a él. Las oleadas de placer se volvieron una constante; corrientes eléctricas recorrían su cuerpo, estremeciéndolo de punta a punta; los gemidos escapaban libremente de su boca con cada movimiento de su mano sobre la delicada y caliente carne. Deseaba que esa sensación no terminara nunca.
Pero cuando un muy conocido calor estalló en su vientre, y un escalofrío le recorrió la espalda, solo podía repetir el nombre de Changmin con la voz entrecortada. Lo repitió una y otra vez mientras un chorro tibio y espeso le salpicaba la mano y goteaba sobre su vientre.
Aun a través de sus propios jadeos, oyó los gemidos de Changmin, su sofocada respiración, sus entorpecidas palabras y por último un largo y profundo gemido, que fue para Yunho el mejor y más maravilloso sonido jamás oído.
Se puso el teléfono sobre el pecho y trató de calmar su acelerada respiración. Se miró y vio sus genitales asomando por el borde del pantalón, su miembro todavía erecto manchado de semen, y al momento sintió como su rostro se volvía completamente rojo.
-Las cosas que me haces hacer -se quejó Yunho, una vez que volvió a ponerse el teléfono en la oreja.
Changmin rió divertido.
-Ah, ¿sí? Dime cuándo te obligué.
El mayor frunció el ceño y resopló en frustración. Changmin siempre tenía una frase preparada, muy difícil de replicar.
-Oye, Yunho -añadió-. Si te llamo dentro de quince minutos, ¿lo hacemos de nuevo?
Y Yunho simplemente estalló en carcajadas ante tal ocurrencia. Rieron los dos juntos un buen rato y de muy buena gana, hasta que la risa dio paso a la nostalgia.
-Mañana estaremos juntos de nuevo - dijo Changmin-. Y vas a tener que suplicar misericordia.
-Ah, serias afirmaciones- rió Yunho-. Veremos si puedes sostenerlas.
Changmin rió de nuevo, levemente.
-Te amo, Yunnie- dijo al fin.
-Yo también te amo, Minnie- dijo en un suspiro-. Tanto, que ya no sé cómo volver a atrás.
~fin~