Atrevete a jugar conmigo
(2,026) // (uhm pg-13?)
Escrito para
Reto 07 de mayo.
Las historias que llego a terminar, vienen a caer aquí, aunque me tarde un montón en escribirlas pero me encanta el resultado. Los personajes lo he
usado antes pero no tiene nada que ver la historia en realidad.
Su relación no es exclusiva, él mismo ha salido con más de 20 mujeres en el tiempo que, supuestamente, han estado juntos. Nadie dice que lo que hay entre ellos sea amor. Pasión, deseo, de eso sí que hay. Adrián tiene el ego suficiente para pensar que ella descarga todas sus ganas con él, que lo desea tanto como para serle fiel.
Y por un tiempo así fue.
Algo tiene San Valentín que vuelve a todos locos, sobre todos a aquellos que asisten a cierto tipo de fiestas. No son necesariamente orgías, pero si algunos están dispuestos pues se vale. Hay mucho alcohol y chicas en ropa ligera. Hay maquinas expendedoras de condones como si fueran golosinas, aunque varios se van directo a los cuartos, pero al menos no queda en la conciencia de los organizadores.
Él, por supuesto, asiste acompañado de una chica a la que recién conoció. Hubiera sido bueno que fuera con su novia, o lo más parecido a novia que tiene, pero eso sería formalizar la relación y no, eso no es para él.
Lo que tampoco es para él es verla, a Jessica, con alguien más. Especialmente en ésta fiesta ¿por qué no puede ir sola? Mejor aún si se queda en casa. Pero no, ahí está ella con el tipo ese. Un poco menos de ego y se diera cuenta de que es su culpa, pero si algo le falta es humildad.
Se saludan cordialmente, casi como si no se conocieran, y ella inmediatamente se va, tomándole la mano al chico misterioso, a saludar a alguien más.
Eso no estaba en sus planes.
Se pasa la noche observandola sin querer. No puede ver a nadie más, no quiere, y su cita se fue pronto, harta tal vez de que no le pusieran atención. Está esperando el momento para acercarse, para llevársela a su lado, para saber porque ha decidido engañarlo.
Antes de las doce no puede ni acercarse a ella. Se la pasa en un rincón hablando con el idiota ese y con algunas personas más. Ambos se acercan a la barra por algo de tomar, pero el chaval se queda esperándola en un extremo y por fin él tiene oportunidad de hablarle.
-No esperaba verte aquí.
-Pues ya ves. Como no me invitaste a ningún lado...
Deja así la frase como si fuera obvio lo que sigue; peor aún, como si fuese culpa de Adrián.
-En ningún lugar dice que debo ir contigo a todas las fiestas ¿no?
Se ríe bajito, como si no creyera lo que está escuchando. -No, no es regla. Es bueno que estemos leyendo el mismo guión ¿no?
El ambiente se torna tenso y ninguno dice nada hasta que no les sirven sus bebidas.
-¿Qué estás haciendo con él?
-Divertirme y ya.
Adrián sonríe, se lleva el puño a la boca en un intento por disimular la risa, un gesto que sólo acentúa las cosas.
-Exactamente qué haces con él.
-Pues un montón de cosas super divertidas y super interesantes. No hacemos nada que no harías tú, por supuesto.
No se ríe, no más que antes, no.
-¡Vaya! Que te contraten en un hospital para informar a las familias de los fallecidos. Tienes un tacto y una manera de...tranquilizar. -Bebé lo que queda en la copa, que es bastante.- Eres la primera en decirme y reclamarme que...
-¡¿Reclamarte?! -Por unos segundos la atención se centra en ella, la de los que no se emborrachan aún y los que todavía no consiguen nada. Son unos segundos eternos para ellos dos y para nadie más. -En la puta vida ¿Cuándo te he reclamado nada? Me tratas peor que a una puta y te lo digo y es la verdad, no es reclamo. Reclamo es lo que tú estás haciendo ahora ¡Sin venir a cuento! ¿Qué acaso estás celoso? Como si tuvieras derecho a nada -Deja la copa en la barra, de pasada agarra su bolsa -¿Por qué no puedo yo engañarte como tu a mi? es lo justo.
Jessica hace el intento de irse, pero él no puede dejarla ir. No puede y no quiere. -Vale, tal vez yo no tengo derecho a decirte nada y, tal vez, puedes tu hacer...puedes pero no... no debes...
-Pues tu tampoco y ya vez.
Se va. Se va con el chico este que estuvo todo el rato esperándola mientras coqueteaba con una joven de pechos plásticos. Ese tipo no se la merece. Y puede que Adrián tampoco, pero ¿quién se lo va a decir?.
++
Se pasa dos horas dando vueltas como idiota. Lo malo de esas fiestas es que no hay mucha gente con quién hablar, sobre todo por que la interesante termina borracha totalmente o totalmente fatigada por el sexo, o ambas cosas. Así que son las dos horas más lentas de su vida entre gente que si sobria no le interesa, ebria es aún peor. Luego no podrá recordar ninguna conversación y no será ni por mala memoria ni por borrachera.
Está por irse cuando ve a Jessica bajando las escaleras...todavía con el tipo ese. Decide entonces que es suficiente, que tiene que hablar con ella y deshacerse del tipo ese, pronto.
-Hola chicos.
Si a Jessica le sorprende verlo sobrio, hace un esfuerzo muy bueno para que no se le note. -Pensé que ya no te vería en toda la noche.
-Pues ya ves, soy muy de sorpresas.
-Ya, claro.
-Bueno, nosotros ya nos íbamos.
Adrián quiere preguntarle quién lo invito a la plática, pero se da cuenta que esa es su gran oportunidad.
-¿Enserio? Pues si ya te vas, entonces no te va a importar si me robo a Jessica, ¿verdad?
Pero ni tiempo le dio al pobre chaval de responder, porque ni había terminado de decirlo cuando ya se estaba llevando a Jessica en dirección contraria.
-Bueno, ¿pero tú quién te crees que eres?
Sus palabras eran su única negación, porque nada le costaba plantarse ahí y no moverse, que ni Adrián era tan fuerte, ni Jessica era débil como para tener que seguirlo.
-Pues yo pensaba que era tu novio...
-¡Basta ya!
Jessica ahora sí que se detuvo, ¡y es que no se creía lo que escuchaba. -Ya sabía yo que eres tonto, solo no sabía que tanto. Se supone que la idiota con ideasrománticas es la chica. Aparte que a ti ni te queda.
-¿A qué te refieres?
Aparte de todo, amnésico. ¿Qué no acababan de tener exactamente la misma platica horas atrás? -Vamos, Adrián, me ofendes. -Suficiente, no tenía motivos para quedar a escuchar sus patéticas excusas y repentinos ataques de celos que tan fuera de lugar estaban. -Necesitas ayuda.
Pero Jessica tampoco era muy lista si pensaba que la dejaría ir así de fácil. La jalo del brazo, no tan bruscamente como en tantas otras ocasiones, para detenerla y para atraerla hacía él. -Pues sí, pero de ti.
Ella va a decirle algo, una queja lo más seguro, algo en las líneas de que está loco y que no tiene ningún derecho. Él lo sabe, sabe que no le puede pedir nada, que se ha portado mil veces peor él, pero no son novios y hasta ahora se da cuenta de eso, no son novios y eso está bien cuando quien se divierte es Adrián, no cuando Jessica lo hace.
No importa, a ella no le da tiempo de reclamar nada antes de que él la bese. Es un piquito, apenas sentir la respiración del otro cerca, muy cerca. No es lo que acostumbran y de todas maneras ninguno de los dos se puede retirar. Es posible que ninguno quiera dar un paso atrás. Adrián le chupa los labios, los recorre con su lengua y ganas no le faltan de morderselos, pero primero necesita permiso, saber que ella también lo quiere aunque se haga la difícil. Porque entre ellos hay química, no se niega, y hay atracción. Demasiada. ¿Amor? esa es otra historia, una que no importa y menos cuando por fin Jessica se rinde.
Aunque en principio no lo parece porque se echa para atrás, pero pronto descubre que eso es sólo porque tiene algo que decir. -Eres mi maldita droga.
Y entonces sí que le besa, todo labios y lengua, y algo de dientes hay, claro que sí. Le muerde el labio inferior, levemente mientras le da lengüetadas antes de soltarlo y regresar a la guerra de lenguas. La pasión aumenta y pronto las manos se unen a la acción. Adrián comienza por el cuello y la nuca, porque sabe que eso le encanta, para luego bajar por su espalda hasta la cintura y de regreso. Jessica lo atrae todavía más hacía a él.
Se separan por aire, no es que quieran, es que tienen que.
-Eres mi droga, me haces daño y no puedo dejarte.
-Siento lo de hacerte daño, soy un idiota.
No había otra explicación ni palabras que sonaran más obvias, y por tanto estúpidas, en la situación que se encontraban.
-Lo eres.
Enojada no está, si lo estuviera no le mordería la boca, porque ya no es besar, besar fue hace diez minutos y comérsela es lo que sigue. Es rápido, con furia y con deseo nublando las acciones y mandando todo a la mierda. Le muerde el labio inferior y le mete la lengua por todos los rincones, recorriendo hasta los dientes y no sólo los labios. ¿Él? Gime y se deja hacer, se está muriendo por algo más y no quiere perder contacto. La acerca todavía más a su cuerpo, pasando el brazo por su cintura y dejando caer la mano sobre su trasero. No es caricia, es urgencia, no puede gritar así que es la única manera de hacerle ver lo que necesita, lo mucho que la necesita a ella.
Acabaron contra la pared, dando un verdadero espectáculo a los pocos invitados que seguían deambulando por la cosa, aunque la mayoría estaba ya en alguna habitación o se había ido a un lugar aún más cómodo .
Él no tarda en colarse por debajo del vestido, nunca antes más agradecido de que usara micro vestidos, y acariciarle los muslos fonéticamente, cada vez más arriba, por encima de la tanga. Las manos de ella tampoco se quedan quietas, las mete por entre la camisa y la piel, acariciando la espalda baja, el abdomen, el pecho y todo lo que puede sin quitársela mientras ignora deliberadamente su entrepierna, esa parte de el cuerpo de él que se frota contra ella mientras unos dedos nada tímidos se deslizan dentro de su tanga. Ha sido una noche de provocar al otro, de llevarlo al límite sin acercarse más allá de lo necesario y casi sin hablar directamente. Todo viene a desembocar ahora.
Ella inicio el beso, el coqueteo y el juego, es justo que ella lo termine. Se separa lentamente llevándose su labio entre los dientes, disfruta de oírlo gemir de esa manera tan desesperada. Sobre todo cuando están tan juntos de la cintura para abajo.
-Cógeme.
-Sí, demonios, sí. Vamos arriba y a coger.
¿Coherencia? No sabía ya lo que era.
-No, idiota. Aquí. Ahora. Ya.
Total, el tipo de fiesta, la hora, los invitados, ellos, ¿Qué más daba?
-Mejor aún.
Ella le quito la camisa, adoraba morderle cuello, chuparselo como si de chocolate se tratara, morderlo y dejarlo marcado. Va dejando un rastro de saliva empezando en la barbilla, sigue con los pezones, los jala casi dulcemente antes de continuar bajando. Enreda la lengua en el ombligo y va lamiendo lentamente mientras se encarga de quitarle el cinturón.
-Yo...debería...a ti....
Se arrodilla, lentamente desabrocha el botón del pantalón y le baja el cierre. Por fin voltea a verlo y él sabe que ya no podrá decir nada por más que quiera. -Deberías hacer algo conmigo, lo sé. Pero quieres esto -Esto implica caricias sobre la tela del boxer, mismos que no tarda en bajarle revelando, por fin, su creciente erección. Nadie como ella para llevarlo al límite. -Realmente lo quieres.
Luego ya nadie dice nada, ¿qué se puede decir en una situación así?
En el último segundo de conciencia hay una vocecita al fondo que dice que, lo que están haciendo, está mal, no han arreglado nada y seguramente las cosas ahora estarán peor. Él piensa que ella se merece algo mejor, y ella sabe que él no se la merece.
Pero, por ahora y como tantas otras veces, se dejan llevar por la pasión sin preocuparse por el amor. Otro día será.
--fin.