Triste Sister
(2480 palabras) // (PG)
Escrito para
Reto marzo 12.
Ultimamente, termino pocos relatos y todavía me doy el lujo de tardar en subirlos u.u. El reto me recordo mucho a una canción zoé, por eso la use de titulo; y es el más "largo" que he escrito para la comu ^o^
A veces la vida es bella. Hay gente que pasa por la vida como quien camina sobre petalos de rosa, se entera de lo malo pero nunca lo vive en carne viva, lo escucha, sin querer, en boca de desconocidos en la calle, en las noticias o, de vez en cuando, de la boca de un ser querido pero no tan cercano como para que duela.
El otro lado de la moneda nunca es divino. Es la gente que vive para cosas malas teniendo los sentimientos más tiernos del mundo, que no cree en el karma porque la vida se ha encargado de probarle que no por comportarse bien le van a suceder cosas buenas; acaban la vida ya sin sorprenderse, sin más lágrimas.
Para Paula, la vida es bella.
Para Poli, no tanto.
Paula no es millonaria, sus padres tienen lo suficiente en cuanto a dinero se refiere y un poco más, eso sin tomar en cuenta que tienen la perfecta relación llena de amor y cariño tanto entre ellos como para su única hija. Paula no tiene hermanas, pero tiene una amiga a la que que quiere como si lo fuera. Nunca se lo ha dicho pero haría cualquier cosa que Poli le pidiera.
Poli tampoco es pobre, a lo mejor en comparación lo es pero no en realidad. Sus padres estan separados y tienen una de las peores relaciones que Poli ha visto nunca, por eso prefiere dividir los días y las fiestas, porque si sus padres no se ven, su vida es más sencilla. Tiene una hermana mayor, a la que no ha visto en años, y una hermanita que no goza exactamente de la mejor salud. Aparte, tiene dos medios hermanos con los que se lleva no tan bien, se soportan y ya.
Paula tiene pocos miedos en la vida. Miedo a quedarse sola o a que sus padres se separen algún día, es un miedo un tanto irracional que es alimentado por la cruda realidad de que cada vez ocurren más divorcios, las personas buscan experiencias nuevas, se van. Viendolo bien, sus dos miedos están demasiado relacionados. Otro miedo no tan fuerte pero importante: miedo a los objetos que puedan traspasar su piel.
Poli ya no tiene miedo a quedarse sola, se sabe cuidar. Tiene más miedo a que se junten sus padres, que el que tuvo cuando se separaron, y aquello más que miedo era incertidumbre. Cuando sus padres se juntan, se pelean. Todas las veces que eso ocurre lo que menos parece importar es el motivo que los une, poco importa si estan en la casa del otro o en un lugar público, un hospital por ejemplo. Tiene miedo a que su hermana regresa a lástimarla, no sabe el motivo de ese temor pero es algo que siempre ha tenido en el fondo de su conciencia. Nadie conoce su miedo más grande.
Hay días que Poli desaparece de la vida de Paula. Ella se queda en su casa preguntandose qué pasa, si puede ella ayudar en algo, cualquier cosa, a su amiga, mentalizandose para encararla en cuanto la vuelva a ver.
Pero todo se queda en deseos cuando Poli aparece pidiendóle un abrazo. Paula se lo da y ya no pregunta nada porque no hay nada que preguntar. No es que no relacione la necesidad de un abrazo con la tristeza, es que nada más en su amiga le indica que esté triste.
Sabe que algo no va tan bien, pero sabe que su amiga se lo diría si fuese algo malo, no es como si no le tuviese la más mínima de confianza.
Poli le contó alguna vez lo mucho que le costaba confiar en otras personas pero, una vez que lo lograba, era para siempre. A Paula le parece que en quién le cuesta confiar, es en ella misma, a pesar de ser una de las personas más agradables que Paula haya conocido. No sabe mucho sobre familias que se dividen y el efecto que tenga eso en los hijos, así que únicamente puede imginarse que no es una experiencia agradable para ellos y que los afecta de sobremanera, sobre todo en su autoestima.
Un día pasa algo diferente. Paula no la ha visto en dos días y está comenzando a preocuparse al grado de imaginar los más terribles escenarios y explicaciones de dónde está su casi hermana. Llama al celular y no contesta, tampoco tiene mejor suerte en casa de su madre y a casa del padre le da un poco de miedo marcar.
Una hora con el telefono en mano, aunque a ella le ha parecido una eternidad, y por fin alguien llama a su puerta.
-Pau...
Por una vez, no tarda nada en abrir la puerta, y es ella quien abraza a su amiga como si el mundo dependiera de ello. Así son las cosas para Paula, cuando se encariña con alguien lo hace de verdad, no es el tipo de amiga que da su apoyo en los buenos momentos y que desaparece cuando las cosas se ponen feas; si las cosas van mal, ella se queda y por lo menos trata de dar su apoyo aunque muchas veces, como ésta, no sepa qué es lo que está mal ni cómo ayudar.
-Pau...
Le duele escucharla así y sabe que se va a romper en pedacitos cuando deje de abrazarla y tenga que verla con los ojos llenos de lágrimas, lágrimas que intentara con todos sus fuerzas y sin exito alguno de reprimir. -Aquí estoy, nena. Aquí.
No dicen nada. No se mueven. ¿Cuánto tiempo? Imposible saberlo
-Yo...no...Si no quieres hablar de lo que pasa, está bien. Yo lo entiendo...enserio.
-Metzli...ella...ella no está bien.
Metzli, la hermana pequeña de Poli que suele enfermarse pero nada de gravedad, o eso le ha parecido siempre de lejos y nunca se ha atrevido a preguntar qué le pasa exactamente porque jamás a sido buena para hacer comentarios acertados sobre enfermedades, eso y por algo de respeto. Es el resultado de que nunca ha estado realmente cerca de personas enfermas, por lo que no sabe ni cómo se siente ni qué puede hacer sentir realmente mejor a alguien.
-¿Qué...qué le pasa?
Si Paula no estuviera tan nerviosa tal vez ya hubiera atado algunos cabos. Por ejemplo, que algunas veces la niña termina en el hospital muy de madrugada y esos son los días que Poli desaparece.
En realidad, Poli hace rato que dejo de llorar pero todavía se le juntan lagrimas en los ojos y todo lo ve borroso. Ambas desean que eso termine pronto. -Desde hace tiempo...algo no está del todo bien con su química mental. La mayor parte del tiempo...-cada palabra parece costarle más que la anterior -Ella está bien, normal, una niña de 10 años sana y alegre...luego esto...los ataques pasan y todo se va al carajo.
Sabe que es el momento de decir algo reconfortante, algo digno de novela infatil o de película "para chicas". Sabe que tiene que decir algo, no sabe qué. Espera, y esto también lo ha visto en películas, que sea suficiente con abrazarla muy fuerte y dejar que se apoye en su hombre mientras la escucha.
-Pero no es mucho tiempo ¿sabes? media hora, es lo que yo he contado como máximo. Es malo pero no tanto, sobre todo porque casi siempre los ataques epilepticos suceden cuando esta dormida, así que no se golpea contra el piso, no se lastima de gravedad...y no lo recuerda.
-¿Qué pasa después?
-Vuelve a ser ella...en un hospital, con un equipo de médicos monitereando sus signos vitales mientras los padres aprovechan para discutir en el pasillo, que luego no se diga que no nos quieren ¿cierto?
-¿Cómo pueden pelear cuando su pequeña está en el hospital? -Se arrepiente un poco de decirlo, no le corresponde y no era la intención, o a lo mejor sí y por eso no ha podido evitarlo.
-Eso digo yo. -Paula puede ver un leve intento de sonrisa, no puede pedir más. -Pero tienen que ir. Pagar las cuentas y todo eso que yo no puedo.
-¿Hace mucho que le pasa?
-Desde que nosotras teníamos doce. ¿Seis años?
-¿Te sorprende?
-No...sí...no sé, nunca pensé en el tiempo que había pasado, no en realidad.
-Y...por... -es rídiculo, a ella no le pasa nada. Debería ser Poli la que se ahogara en las palabras. -¿Qué es diferente está vez?
-El ataque duró lo mismo pero...fue más agresivo. Tuve que detenerla aunque eso significo que me rasguñara a mí, no me importa, se curan pronto ¿sabes?. Para cuando llegamos al hospital, ya todo había pasado y ahora Metzli estaba tranquilita, demasiado tranquila.Yo...por un momento pensé...Comence a gritar a los doctores me dijeran que le pasaba a mi hermanita. ¿Sabes que dijeron? -Ya no estaba ni sentada ni quieta, se pasaba de un lado a otro de la habitación como suelen hacer las personas que se encuentran indecisas o que algo les preocupa. Ella no está nerviosa en realidad, lo que tiene es coraje, lo que quiere es calmarse.- Que esperara, que todo iba a estar bien, que no lo iba a entender. ¡Qué no lo iba a entender! cuando he estado con ella en todos y cada uno de sus ataques, cuando soy yo la que se queda en el cuarto y duerme en una silla incomoda, ¡Cuando a mi me importa más que a sus padres!
Paula puede solo comenzar a imaginar lo que se siente cuando no sabes qué le esta pasando a un ser querido, sobre todo cuando esa persona está en una cama de hospital. Siente que su amiga tiene todo el derecho del mundo de estar enojada contra todo.
-Todo un día pasó, y ella seguía quietecita. Pero las maquinas seguían funcionando, lo que por lo menos me decía que ella también seguía funcionando. Por fin alguien me dio noticias.
-Buenas noticias. - La parte más racional de su mente, sabe que las posibilidades son pocas. Es todo lo que puede esperar, que sean buenas noticias y nada más.
Ahí estan las lágrimas una vez y Paula se odia por provocarlas. Poli se deja caer en una silla y todo sus gestos y movimientos indican cansancio. -Depende cómo lo quieras ver. Yo quiero decir que sí, que si es una reacción álergica o algo parecido pues que se puede detener...Aunque sea más complicado que una simple alergía. Es mi deseo esperanzado.
Paula creé en esas cosas, creé que si de verdad quieres algo y lo tienes presente todo el tiempo, entonces las cosas suceden. Poli más o menos lo creé, ella le añadé la parte de que nada pasa si todo lo que haces es desear.
-Va a estar bien, ya veras que sí. No sé mucho de estás cosas pero, no sé si paso tanto tiempo con ataques regulares...igual y no pasan más.
-Es lo que han dicho, casi. Esperar y ver si se presentan de nuevo, dicen que igual puede no pasar nunca más, o que pasen años sin ataques y luego...que le pase lo mismo que con la epilepsia, que de repente un día tenga un ataque de estos sin más explicación.
-¿Dónde está ahora?
-Todavía en el hospital, aún en su "mundo" o como quieras llamarlo. Yo ya no podía estar ahí así que aproveche la inesperada visita de la abuela para salir corriendo como cobarde, puede decirse.
Paula observa fijamente a su amiga mientras decide si sería bueno decir algo o si quedarse callada sería mejor. Al final resulta que no puede no decir nada.-¡Claro que no! Eras tan pequeña cuando todo comenzo y eso no te ha impedido estar al pendiente de ella en cada ataque y cuidandola como nadie. Has tenido que lidiar con unos padres que, lo siento, pero no se merecen tener familia o, al menos, no a tí, o a Metzli que son posiblemente las personas más amables y encantadoras que me he topado en la vida. ¡Tú no eres cobarde!, Yo no habría soportado ni siquiera el primero de los ataques sin desmoronarme, sin tirarme a llorar un día entero aunque ya no estuviese pasando algo ¡Mientras que tú los has vivido durante seis años sin contarmelo siquiera! No creo que se lo hayas contado a nadie, lo has vivido todo tu sola ¿Que ahora ya no puedes estar en ese hospital? pues bien, normal. ¿Qué más quieres? Honestamente no creo que nadie te pueda pedir algo más. La gente siempre dice que tienes que ser fuerte, y tienen razón, pero hay una ligera línea entre ser fuerte y ser incapaz de sentir nada.
Ya lo había dicho y nada ganaba con arrepentirse despues, ni siquiera tenía motivos para desmentirse pues no había dicho más que la verdad desde su punto de vista. Solo esperaba que Poli no se lo tomara a mal, que tampoco tendría motivos pero algo de justificación sí que tendría. Paula se preocupa entre más tiempo pasa y su amiga no dice nada, no la mira, parece ausente; se preocupa y llega a penar que alomejor le está pasando lo mismo que a su hermana.
-Poli, por favor di algo. Lo que sea, por favor.
-Yo solo quiero que esté bien, y quiero protegerla y sé que no puedo porque no es como decir "tomate tal y cual pastillas, espera dos horas y ¡listo!"
-Eso no quiere decir que no la protejas, no la estás dejando sola.
-¿Qué tal ahora?
Sí, ahora que estaba en casa de Paula y no al lado de su hermana, ni siquiera tan cerca al hospital. -Bueno...ahora está inconciente y tú no,tu tienes conciencia, todavía sientes y, repito, haz pasado una cantidad rídicula de tiempo lideando con esto prácticamente sola.
-Sí, bueno, me cuesta confiar en la gente.
-Y algo así no es fácil, entiendo.
-¿No te molesta que te lo haya ocultado?
-No. Digo, lo estás haciendo ahora y eso es algo, es bastante. No soy la mejor cuando se trata de confortar gente.
-Estás haciendo un gran trabajo, te lo aseguro.
Ambas sonrieron, una más feliz que la otra. -Solo quiero que sepas que estoy dentro, y no es pregunta. Si no vuelve a pasar nunca en la vida y lo único que tienes que hacer es organizar una fiesta de cumpleaños, yo compraré el pastel y ayudaré a decorar. Y en caso de que pasé de nuevo y tengas que quedarte en le hospital, te llevaré comida y te acompañaré durante la noche. Lo que llegué a pasar, eres mi amiga y te quiero y aún cuando yo no soy fuerte como tú, te apoyaré en todo momento, en cualquier forma que me sea posible.
Las palabras ya sobraban. Ambas sabían que esas palabras venían del corazón y eran de verdad, no sólo algo para hacer sentir mejor. Se abrazan porque no hay nada mejor que hacer.
+++Fin