Sobre la vida y el dolor
157 palabras. PG.
Escrito para
10 de mayo.
Hace tiempo que he llegado a la conclusión de que la vida es básicamente un proceso repetitivo y masoquista, una sucesión en bucle de caídas y recuperaciones. Tropezar una, dos, tres veces con la misma piedra y levantarte de nuevo, con heridas, sin ellas. La vida es esencialmente una búsqueda continua de placer, de amor, de felicidad, de dinero, cada uno se marca su propia meta, y un hallazgo también continuo de dolor, de sufrimiento, de tristeza, de desesperación. A veces me preguntaba por qué el índice de suicidios no tocaba al noventa y nueve por ciento de la población, siendo nuestras efímeras existencias tan vacías y carentes de todo sentido aparte del que nosotros mismos le otorgamos, y ahora he descubierto la razón.
Porque entre el dolor y la nada, la naturaleza humana tiende a decantarse por el dolor. Porque, como decía algún autor cuyo nombre no recuerdo, aunque se te parta, el corazón sigue latiendo.
The only moment we were alone
144 palabras. PG.
Escrito para
12 de abril.
Recuerdo aquel mes mejor que algunos años de mi vida. Aquellos días que pasaban lentos, perezosos por el Dublín de James Joyce, donde cada una de las musicales palabras de su Ulysses impregnaba el ambiente y te entraba dentro en el aire que respirabas, atrapándote lenta e irrevocablemente como una droga. Aquellas tardes consumidas en hacer nada, sólo estar sentados en el banco que había delante de su casa, una vez atravesado el jardín, y compartir el insano silencio a bocanadas mientras el sol se ponía bajo la línea del horizonte. Aquellas noches envueltas en el frenesí del alcohol, el tabaco, el sudor de los cuerpos entrelazados y el golpe frío y agradable del aire al salir del local.
Cuatro semanas que aproveché, no como si fueran las últimas de mi vida, sino como si fueran las primeras tras despertar de un largo coma.