Título: Accidentally.
Autor:
hikari_worldFandom: Samurai Deeper Kyo.
Personajes: Tokito & Akira.
Reto: Twain.
Resumen: Nunca he odiado a Tokito. He sentido lástima por ella; condescendencia, y por eso la dejé venir; finalmente… incluso podría aventurarme a decir que la quiero, aunque ahora mismo desconozco hasta dónde llega ese amor.
Palabras: 1.591.
Notas: Tiene spoilers de la saga de los Mibu y del final del manga.
Accidentally.
Es de noche, y en el desierto las temperaturas descienden de una forma tan rápida y contundente como en ninguna otra parte del mundo en la que haya estado. En este momento estoy sentado frente a un pequeño fuego que desentumece mis manos y mis pies, y le da algo de color a las mejillas de mi rostro y a mis labios agrietados, que sangran de vez en cuando. Aunque no puedo ver, sé que el cielo está limpio y brillante, y que las estrellas refulgen radiantes junto a la luna. Lo sé porque no hay brisas, ni vientos, y por tanto no han movido ninguna nube y la claridad se desperdiga por la arena blanca que hay bajo mi cuerpo, que se enfría a la par que el ambiente. Suelto una bocanada de aire y lo noto salir cálido, lo que provoca que mi cara vuelva a enfriarse. Me paso las manos, callosas, y me lo limpio un poco. Es una sensación desagradable, sin lugar a dudas.
Un estornudo me llega desde una distancia más o menos lejana, y suspiro, sabiendo que Tokito sigue en sus trece de permanecer lejos de mí durante las noches, a pesar de que hace mucho que la invité a pasarlas a mi lado. Si bien es cierto que no empezamos precisamente con buen pie - la primera vez, la segunda y la tercera que nos vimos; incluso cuando comenzamos a viajar juntos -, hace ya algún tiempo que su compañía ha dejado de resultarme molesta. En cambio, ella parece que sigue pensando lo mismo sobre mí.
Me levanto lentamente del lugar en el que estoy y me dirijo hacia ella, guiándome por el sonido de su respiración. Está al otro lado del fuego, encogida, por lo hueco que suena su corazón, seguramente en un intento de darse calor. Me arrodillo a su lado y le pongo una mano en la frente, contacto del que rehúye en seguida, girando el rostro.
-Si sigues así te vas a resfriar, Tokito.
-Déjame en paz - farfulla.
Alzo los hombros y me siento a su vera, cruzando las piernas y extendiendo las manos hacia la lumbre, cuyas llamas cálidas me lamen los dedos de las manos. Siento que ella me mira. No me hacen falta ojos para saberlo, porque llevo ya demasiado tiempo sin usarlos, y soy capaz de darme cuenta cuándo me están observando. Sin embargo no le digo nada. A cambio, lo que sucede es que siento su cuerpecito acurrucarse contra el mío, lo que me provoca un escalofrío. Nunca… había sido tan cercana. Lo único que me consuela es que estará realmente avergonzada por hacerlo. Si es que a eso se le puede llamar consuelo…
-¿Te sucede algo? - me atrevo a preguntar.
-Cállate, - gruñe - tengo frío, eso es todo.
-¿Y por qué no te has acercado antes?
No responde. Yo sonrío. En realidad sé perfectamente por qué no lo ha hecho. Hace ya mucho tiempo que empezó a seguirme para conseguir que volviese a luchar con ella y la conozco perfectamente, a pesar de que sigue pensando que es impredecible para mí. Pero Tokito es como un gato: orgulloso, terco y desconfiado. Sin embargo busca calor cuando se siente sola y reclama la atención de la persona con la que está. Pero ella sería incapaz de reconocerlo, que quiere mi atención. Por eso no se ha movido para encontrarme, porque quería que yo fuese hacia ella. Es tan egoísta como un niño, a pesar de que es mucho mayor que yo, y tiene todavía muchos arrebatos de malcriada. Pero hay cosas que no me importa consentirle, como el que piense que todavía no sé cómo es.
Su presencia hace mucho que dejó de resultarme molesta, aunque se pase el día quejándose de todo y por todo, porque me alivia un poco la soledad. Siempre he ido por mi cuenta, y tenía la impresión de que nunca iba a ser capaz de volver a crear una sociedad con alguien que no fuesen los Shiseiten, porque nadie nunca iba a ser capaz de comprenderme. Tokito no me comprende, realmente, porque es egoísta y caprichosa, pero comparte conmigo la determinación de intentar superar a alguien, aunque ese alguien sea yo, y ese vínculo se ha ido haciendo fuerte poco a poco. No siempre que pienso en ella me encuentro tildándola de inmadura. Hay veces incluso que su presencia me es necesaria, y si me levanto solo, en oscuridad, como siempre, me gusta escuchar su respiración suave y acompasada, y percibir ese extraño olor a flores que siempre la rodea, estemos donde estemos.
Si alguien me hubiese dicho esto hace unos años, recién terminada nuestra pelea, que iba a verme necesitado de su presencia, le habría tildado de poco más que de loco. Pero he descubierto que si viajas con alguien, terminas por comprobar cómo de profundos pueden ser tus sentimientos por esa persona, e incluso darte cuenta de que no eran precisamente los que tu pensabas. Nunca he odiado a Tokito. He sentido lástima por ella; condescendencia, y por eso la dejé venir; finalmente… incluso podría aventurarme a decir que la quiero, aun siendo egoísta, engreída, orgullosa y exasperante. La quiero aún siendo la niña más caprichosa y consentida que conozco.
Me cuesta creer que mis sentimientos por Yuya-san - que es todo dulzura - hayan podido cambiar a favor de ella. Pero es demasiado tiempo. Demasiado tiempo. Y Tokito no es en absoluto tan mala como puede parecer. Una vez que la conoces, te das cuenta de que oculta siempre su amabilidad, y que incluso puede llegar a ser muy tierna, e incluso adorable, a su manera. Pero lo muestra tan pocas veces… Y siempre porque piensa que yo no puedo verla. Si supiese cómo de claras son sus acciones en mi mente, a veces.
-Tengo sueño…- murmura - hazme de almohada.
Se deja caer sobre mi regazo. Vuelvo a suspirar. Pero no me muevo. Dejo que pose su cabeza sobre mis rodillas y le pongo una mano en el hombro. Ella se estremece un poco pero no la aparta, y en cierto modo eso me reconforta. Noto sus dedos fríos colocarse sobre mi muslo y tantear con suavidad. No puedo evitar que me tiemble un poco, porque es la pierna que resultó herida en mi pelea con ella y aún se resiente.
-¿Vas a volver a intentar pelear contra Onime?
Sus palabras traen el mismo silencio con el que han venido, y durante varios minutos no sé qué responder. Es obvio que sí. Para eso estoy aislado en el desierto con una de mis antiguas enemigas. Pero siento que hay algo detrás de esa pregunta.
-¿Tú que crees?
-Que eres un idiota que no se da por vencido. - Abandona mis piernas y se queda erguida a mi lado. Giro el rostro hacia ella. Por una vez me gustaría verla, porque no puedo adivinar qué expresión está poniendo. Su voz ha sonado extrañamente preocupada. - Aún te estás recuperando de las heridas que te hizo.
-Lo sé, pero no son nada.
-¿¡Nada!?
-¿Te sucede algo, Tokito?
-… No.
-¿No? No sueles preocuparte por mí.
Si iba a decir algo, ha decidido guardárselo para ella. La escucho moverse sobre la arena, pero no puedo saber qué va a hacer. Ahora mismo es tan impredecible como el viento. De pronto oigo su respiración suave frente a mí.
-¿Tokito?
-Aún te resientes de la pierna.
-Sí.
Gruñe. ¿Soy yo, o parece fastidiada?
-Lo siento. - Murmura de pronto. Mi boca no puede abrirse más, sino, lo haría. - ¡No pongas esa cara de idiota! - una de sus manos impacta contra mi mejilla derecha. - ¡No la pongas!
-Es que… - no puedo evitar sonreír. - Me estás pidiendo perdón.
-¡Ni siquiera sabes por qué!
-Creo que puedo adivinarlo.
-¿Ah, sí? - se cruza de brazos tan fuerte que su ropa prácticamente cruje. - ¡Sorpréndeme!
-¿Te sientes culpable por lo de mi pierna?
Farfulla un par de cosas ininteligibles. Creo que puedo adivinar hacia dónde van los tiros. Estiro el brazo y poso mi mano sobre una de las suyas. Su piel es muy suave, a pesar de lo trabajadas que tiene las manos y la de heridas que debe de haberse llevado en ellas, pero comparada con la mía, es como tocar seda.
-A veces pienso que si no te la hubieses hecho trizas aquel día… - su voz suena inusualmente frágil.
-No creo que no pueda vencer a Kyo por mi pierna, Tokito. Pero gracias. - Paso mi pulgar por el dorso de su mano. Realmente me gustaría ver su rostro en este momento. - Acepto tus disculpas. - Separo nuestras manos prudentemente. - Y agradezco tu preocupación. Ya no me odias tanto.
-¡No te confundas! - vuelve a elevar el tono. - ¡No lo hago por ti! ¡Si te vuelves un alfeñique no tendrá sentido derrotarte! Además… yo nunca dije que te odiase.
Vuelve a moverse sobre la arena y tengo la impresión de que me da la espalda. Es tan orgullosa. Sonrío y vuelvo a estirar el brazo, tomándola por la cabeza y obligándola a reposar sobre mis piernas, situando mi rostro frente al suyo. Paseo mis dedos por la piel de sus mejillas y las siento calientes, y por un momento quiero creer que mi presencia le es agradable y amena, y que quizás pueda llegar a sentir algo parecido a lo que yo.
La noto girarse y acomodarse en mi regazo. Realmente piensa pasar la noche aquí.
-Buenas noches, inútil sin casta.
Alzo las cejas y niego con la cabeza, sonriendo de nuevo.
-Buenas noches, Tokito. Buenas noches.