Título: Mistaken.
Autor:
hikari_worldFandom: Bleach.
Personajes: Ichigo & Rukia.
Reto: Nine.
Resumen: Algo seguía sin ir bien entre ellos. No había que ser demasiado listo para darse cuenta. Su relación siempre había sido diferente; había habido siempre tal conexión entre ellos que podían estar juntos sin decirse nada, sin necesitar hablar; se comprendían sin palabras; y podían matarse a gritos y mandarse al infierno para estar necesitándose segundos después como locos. Como si no hubiese nada más. Entonces, ¿por qué ahora mismo estaban tan tensos? ¿Tan cohibidos?
Palabras: 3.057
Notas: Maybe a little OoC. Lo siento si es así T_T Pero la musa ha tardado en venir y aún estoy dudando de ella >> perra...
Mistaken.
-Oye, Ichigo.
El joven alzó los ojos de sus apuntes de clase y los centró en su novia, que le rehuía la mirad, centrándola en la pared que tenía a la derecha. En ese momento tuvo la certeza de que algo no iba del todo bien, y eso le inquietó.
-¿Qué pasa?
-He estado pensando mucho.
-¿En algo que no son conejitos? Eso es una novedad. - Intentó meterse con ella para ver cómo reaccionaba, pero al ver que no le arrancaba si quiera una mueca de disgusto, el estómago le dio un vuelco.
-Estoy hablando en serio, Ichigo.
-¿Qué quieres, Rukia?
Fijó la mirada en sus rodillas, pequeñas y blancas, y se abrazó las piernas. Estaba sentada sobre la cama con una de esas camisetas de él que le quedaban ridículamente grandes y nada más. Empezó a mover los pies.
-En nosotros.
-¿Y qué pasa con nosotros?
-Creo que algo no va bien.
Aquellas palabras le atravesaron el pecho como un puñal, pero sólo unió los párpados y respiró.
-¿Quieres dejarlo?
Rukia pareció enmudecer en ese momento, y a pesar de que no pudo verla, supo que había asentido con la cabeza. Escuchó crujir los muelles de la cama cuando avanzó a través del colchón hacia él, y sintió sus labios, pequeños y rosados, posarse sobre los suyos, regalándole lo que seguramente era un último beso. No recordaba haber sentido nada tan amargo en su vida.
-Yo…
-No tienes que explicarme nada. Te lo dije en su momento. - Abrió los ojos. - Estás aquí porque quieres estar aquí. Y estás conmigo porque quieres estar conmigo. Cuando no quieras estar ni conmigo ni aquí, puedes volver a la Soul Society con tu hermano y los demás. Yo no voy a obligarte a que te quedes.
-Pero creo que tienes derecho a saberlo…
-Pero yo no quiero saberlo. No quiero saber por qué te vas porque entonces le patearé el culo a quien sea para que no lo hagas. Si quieres irte vete ya, Rukia, y no vuelvas sobre tus pasos. Y no me cuentes por qué o por quién te estás marchando. Porque entonces no estoy seguro de poder tomármelo tan bien y dejarte ir con tanta facilidad.
-¿Y si yo sólo quisiera que me detuvieses? - le dijo rápidamente, con la voz acongojada.
-Dímelo y te detendré.
Rukia abrió la boca para hablar, pero al final no dijo nada. Sentía ganas de llorar. No podía estar siendo tan idiota…
-Me voy porque tengo que irme.
-No, te vas porque quieres irte. Si no quisieses me lo dirías.
-Si te lo dijese harías lo imposible porque me quedase. Irías a buscarme a donde fuese. - No fue una pregunta.
-Lo haría. Ya lo hice una vez y volveré a hacerlo si es necesario.
-Ichigo…
-Te lo he dicho, Rukia, si quieres irte, vete. No me digas el por qué o te juro que no descansaré hasta traerte de vuelta.
Se sintió morir. ¿¡Por qué!? Apretó los ojos, que comenzaban a picarle por las ganas de llorar, y volvió a besarle en los labios.
-Me voy porque ya no te quiero, Ichigo. - Le dijo. Y sin mediar más palabra saltó por la ventana y desapareció.
El joven se quedó patidifuso, sentado en su silla y sin saber qué pensar. Le resultaba tan obvio que estaba mintiendo que tenía que ser por algo aún mayor… pero… ¿¡qué podía hacer!?
-Maldita sea… Rukia…
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El café estaba a mitad de precio, y aún así seguía sintiendo que le estaban robando. Frunció los labios, pero a pesar de todo alargó el brazo y lo cogió, observándolo con detenimiento, intentando encontrar algo en su composición para entender por qué Orihime se empeñaba tantísimo en que fuese ese y no otro. Al final lo echó en la cesta sin más, intentando no recordar que costaba doscientos yens más que el que él habría comprado y continuó con su camino. Afortunadamente no necesitaba coger nada más - patatas, café, leche y un paquete de azúcar -, porque estaba deseando retomar su camino a casa y poder encerrarse de nuevo en sus libros. Últimamente no estaba demasiado cómodo consigo mismo, quizás y provocado porque cada vez se acercaban más al aniversario de la muerte de su madre e Inoue intentaba complacerle en todos los sentidos. Y sinceramente, odiaba aquello. No le gustaba que la gente se compadeciese de él de semejante manera, pero, ¿cómo decírselo sin obtener a cambio una mirada dolida, apesadumbrada y culpable? Se pasó los dedos por los ojos, agobiado, y giró una esquina en el supermercado.
Y entonces la vio. A ella. Y sintió que el corazón y el estómago se le encogían. Su primer impulso fue querer salir por piernas de ese lugar antes de que pudiese verle - se encontraba de espaldas a él, intentando alcanzar una caja de cereales sin demasiado éxito -, pero nunca había sido un cobarde y no iba a comenzar en ese momento. Además, no es que quisiese escaparse porque estuviese dolido con ella; era que no quería acercarse para comprobar que, efectivamente, seguía tan dentro de él como el primer día.
Con todo y con eso, sus pies se movieron solos hacia delante, y no pudo averiguar cuándo su brazo había decidido alzarse para coger lo que la punta de los dedos de ella ni siquiera alcanzaba a tocar. La vio girarse para protestarle, seguramente.
-Sigues siendo una enana.
Cuando se encontró con sus ojos azules, llenos de sorpresa al reconocerle, supo que sus temores eran puramente ciertos.
-Ichigo…
Le acercó el producto y ella lo cogió con mucho cuidado, agachando la mirada unos segundos para centrarlas en el recipiente.
-No pensé volver a encontrarte aquí. Pensé… que habías vuelto con tu hermano…
Rukia sonrió levemente y se giró para buscar un bote de miel. Ichigo la siguió lentamente. Seguía siendo tan pequeña…
-No, no lo hice. - Respondió. - No… me apetecía volver…
Resultaba un tanto incoherente que hubiese querido alejarse de él y se hubiese quedado donde, un día cualquiera, pudiese toparse con su persona, como en ese momento; pero por una vez en su vida decidió ser mínimamente prudente y morderse la lengua.
-¿Por qué?
Rukia se giró y le miró con sus enormes ojos azules, entrecerrándolos y adoptando una mueca dolorida.
-¿Cómo has estado tú? - cogió un par de cajas de galletas y empezó a mirarlas distraídamente, a pesar de que no estaba leyendo nada en concreto. Sólo quería huir de los ojos castaños de Ichigo.
-Bien. - Frunció algo más el ceño, molesto. Pero decidió aguantarse. - Han sido unos cinco años interesantes. Sigo estudiando e Inoue sigue trabajando en una pastelería.
-Oh, así que estás con Inoue.
-Sí. Desde hace un par de años.
-Entiendo… Espero que estéis bien.
-Lo estamos.
-Me alegro…
Algo seguía sin ir bien entre ellos. No había que ser demasiado listo para darse cuenta. Su relación siempre había sido diferente; había habido siempre tal conexión entre ellos que podían estar juntos sin decirse nada, sin necesitar hablar; se comprendían sin palabras; y podían matarse a gritos y mandarse al infierno para estar necesitándose segundos después como locos. Como si no hubiese nada más. Entonces, ¿por qué ahora mismo estaban tan tensos? ¿Tan cohibidos?
-Gracias. - Fue lo único que alcanzó a decir.
Se quedaron ahí quietos, en aquella calle del supermercado, sin saber qué decir o qué hacer. Ichigo sólo podía hacerse preguntas. ¿Dónde había estado? ¿Con quién estaba viviendo? ¿Desde cuando estaba en esa ciudad?
-¿Con quién estás viviendo?
-Sola.
-Mentira.
-¿Y por qué tiene que serlo? - se giró hacia él con el ceño fruncido, molesta, e Ichigo sonrió de forma socarrona.
-Porque no sabes cocerte ni un plato de arroz. Como eres una señoritinga.
-¡Retira eso ahora mismo!
-Si fuese mentira lo haría.
-¡Es que lo es! ¡Para tu información he aprendido a hacer muchas cosas desde que nos separamos! ¡Ahora soy casi independiente! ¡No te necesito para nada!
Se hizo un silencio incómodo entre los dos.
-Eso ya lo sé. - Dijo él, visiblemente molesto. - Me lo dejaste claro.
Rukia se mordió los labios, arrepentida por haber dicho aquello.
-Pero sigo sin poder llegar a las estanterías más altas - reconoció, algo roja. - Aún me quedan algunas cosas por buscar, ¿me acompañas?
Ichigo la observó, desconcertado, pero al final asintió con la cabeza y fue detrás de ella. Rukia le miraba de reojo cada vez que se detenían a coger algo más, y él prefería no hacerle caso a ese insignificante detalle como era el cosquilleo que se le instalaba en la nuca cada vez que lo hacía.
-Te has dejado crecer mucho el pelo. - Le dijo en una de esas.
-Sí.
-Te queda bien.
-Gracias.
Iba a explotar. ¿Cómo podía decirle lo que sentía en ese momento? Quería explicarle tantas cosas, aclararle tantos interrogantes… Pero no encontraba las palabras para hacerlo. En su fuero interno maldecía su orgullo y su incapacidad para expresar las cosas con claridad. Siempre le hacía lo mismo. Le ocultaba sus verdaderos motivos detrás de una máscara de indiferencia, de mentiras, y él siempre hacía lo mismo. Se callaba la boca y le dejaba hacer. Le dejaba marcharse… para luego ir detrás de su estela. Aunque en aquella ocasión no lo había hecho. Y eso era algo que también se moría por cuestionarle.
-¿Cómo puedes comer esta porquería?
-Para tu información las palomitas de caramelo son algo delicioso. - Le quitó el paquete de las manos y lo echó en el carrito que llevaba. - Que un idiota como tú no sepa apreciarlo no es mi culpa.
Ichigo rodó los ojos.
-Sigues siendo más rara que un piojo verde. ¿Sigues dibujando esos conejitos amorfos cada vez que quieres dejar una nota informando de algo?
-¡No son amorfos!
-Claro que no. - Dijo con ironía. - Sólo se asemejan más a una mutación, pero oye.
Rukia le propinó una patada en la espinilla y se giró, muy digna y muy sonrojada.
-¡Ahora cógeme eso!
-¡No me des órdenes después de darme una hostia!
-¡Te la mereces! ¡Por idiota!
-¡Y una mierda! ¡Nadie se merece una patada por decir la verdad!
Se mantuvieron la mirada echando chispas, apretando los puños. E Ichigo se sintió horriblemente escandalizado cuando se dio cuenta de que tenía ganas de besarla, arrastrarla hacia cualquier lugar oscuro y hacerle el amor. Como siempre. Se mordió el labio inferior y rompió el contacto visual, alcanzándole lo que Rukia le había pedido.
-En realidad sí que me fui. - Le dijo Rukia de pronto, a escasos segundos.
-¿Ah, sí? - se acercó para echarlo en el carro.
-Sí. Estuve unos años de vuelta.
-¿Y qué haces aquí ahora? - se detuvo, con una mano sobre el carro de metal, aferrándose a él con fuerza. Rukia abrió y cerró las manos, roja, no muy segura de querer o saber cómo continuar.
-Estuve pensando.
A Ichigo se le secó la boca.
-¿Tienes algo más que comprar?
Rukia respiró con fuerza y soltó una carcajada irónica. Le miró, dolida, y negó con la cabeza.
-Bien, pues vámonos.
Sin mediar palabra, pagaron en la caja, e Ichigo le ayudó a coger las bolsas, ofreciéndose a acompañarle. Rukia no comprendía absolutamente nada, pero accedió. Accedió porque necesitaba hablar con él, y que le dejase explicarle todas las cosas que aquella noche no le dejó hacer.
El camino se hizo largo y pesado - fueron andando, a pesar de que estaba lejos. - De pronto Rukia se detuvo.
-¿Qué pasa? ¿Estás cansada?
-No. Pero quiero que me dejes hablar, Ichigo.
-Rukia, otra vez no.
-¡Tienes que dejarme hablar! - se mordió el labio inferior.
-No por que sé lo que me vas a decir. Y no puedes hacerlo, Rukia. No puedes hacerme esto.
-¿Hacerte qué? ¿Decirte porque volví porque no podía parar de pensar en ti? ¿Qué llegué aquí buscando asentarme para empezar a buscarte? ¿Qué casi me morí cuando me dijeron que te habías marchado de Karakura y no sabía dónde comenzar a buscarte?
-Rukia…
-Ichigo yo… nunca me he arrepentido tanto de nada como por lo que hice en ese momento… Fue una estupidez… Fue…
Ichigo dio una patada al suelo y la cogió del brazo.
-Tu casa, ¿dónde está?
-…
-¡Rukia, tu casa!
La morena alzó el brazo y señaló un par de portales a la derecha. Ichigo prácticamente la arrastró con él y la obligó a entrar. Rukia nunca supo cómo habían subido las escaleras tan rápido; sólo podía escucharle a él farfullar cosas. Cuando entraron, dejó las bolsas en el suelo y se giró, dándole la espalda. Se llevó las manos a la cintura y negó con la cabeza. Rukia, tenía que reconocerlo, estaba un poco asustada. Nunca había imaginado que reaccionaría de ese modo.
-No puedes hacerme esto, Rukia. No puedes venir después de años y decirme que piensas en mí. No puedes hacerlo.
-Es la verdad, Ichigo.
-Me alegra saber que después de cinco años de separación te ha dado por venir con la verdad por delante.
-¿Sabías que…?
-¡Pues claro que lo sabía! Joder, Rukia, siempre me haces lo puto mismo. Y esta vez no tuve… ¡Te pedí que no me dijeses nada! ¡Y no sólo lo hiciese sino que encima me mentiste!
Rukia le encaró. Tiró las llaves al suelo y se quitó el gorro de la cabeza, mostrando que a ella también le había crecido el pelo mucho.
-¡Tú me dijiste que me seguirías y no lo hiciste!
-¡Porque me mentiste!
-¡Pues por más motivo!
-¡Si eras tú la que no quería que te siguiese, joder!
-¡¡¡Pues claro que quería!!! ¡Idiota! ¡Subnormal! ¡Cabeza hueca descerebrado! ¡Claro que quería que me siguieses! ¡Que me impidieses marcharme! - negó con la cabeza, con los ojos calientes. - Claro que quería…
Ichigo respiraba agitadamente, con los puños cerrados y el corazón encogido.
-¿Entonces por qué coño te fuiste, Rukia? ¿Por qué?
-Porque tenía miedo.
-… ¿Qué?...
-Tenía mucho miedo, Ichigo.
-¿¡Miedo de qué!?
-No lo sé… Sólo sé que un día me desperté, te miré dormido a mi lado y tuve miedo. Un miedo horrible y atroz. Y me fui. Me comporté como una cobarde y como una estúpida; y cuando me separé de ti me di cuenta del error tan grande que había cometido y de lo estúpido que había sido mi miedo. Pero Dios… te he echado tanto, tanto de menos, Ichigo. Tantísimo…
-Rukia…
-Lo siento. Te he hecho mucho daño por una estupidez, Ichigo. Lo siento…
-¿Y ahora qué? - preguntó él, confundido, tras unos segundos de silencio.
Rukia se pasó las manos por los ojos.
-Ahora nada.
-¿Cómo que nada?
-Lo que has oído. Nada. Tú seguirás tu vida y yo con la mía. Volveré… a la Soul Society y ya está. Tú seguirás con Orihime y… ya… Está…
-Y una mierda.
-Ichigo…
-No, no me jodas, Rukia. No puedes soltarme todo esto y pretender que siga como si nada.
-Pues vas a hacerlo.
-No me des órdenes.
-¡Es que no tienes elección! ¿Vas a hacerle lo mismo que yo a ti?
-No es lo mismo, Rukia.
-Sí, es peor. Es peor todavía. Ichigo, ni ella, ni yo, ni tú nos merecemos esto. Si ella no estuviese en tu vida… Pero es tu novia y se merece que la respetes.
-¿Y se merece que esté con ella sin quererla?
Aquello le robó el aliento. Apretó los ojos. No, no, Ichigo no estaría nunca con nadie por despecho. Él no era así…
-Eso no es cierto. La quieres.
-No como debiera, Rukia. No como debiera. Y yo lo sé. Y ella lo sabe. Pero sólo se lo niega a sí misma como yo me lo trago para mis adentros.
-Ichigo, no. No me hagas…
-¿¡Cómo que no te haga esto!? ¡Joder, Rukia! ¡Me estás volviendo loco!
-¡Es que no me merezco una segunda oportunidad! ¡Fue una gilipollez! ¡Tuve miedo de mis propios sentimientos y huí de ellos! Ichigo, no me merezco esto. No me merezco que dejes a Inoue por mí.
-¿Y qué es lo que mereces, Rukia? ¿Ser infeliz toda tu vida?
-Sí. Porque tiré mi oportunidad por la ventana. Porque no supe ver.
-Joder, Rukia.
-Lo siento… No tenía que haber vuelto… No es justo. Rompe con Orihime si quieres, pero no me uses como excusa para hacerlo porque no voy a volver contigo, Ichigo. Ahora no.
-¿Entonces para qué coño has regresado? ¿Para aparecer delante de mis ojos, confesarme todo esto y si te he visto no me acuerdo? Tampoco yo me merezco esto, Rukia, ostias.
Se acercó a ella, acorralándola contra la pared. Rukia le puso las manos en el vientre, intentando mantener las distancias; pero Ichigo era tan grande, seguía siendo tan grande, que la cubrió por completo. Puso una mano a cada lado de su diminuta cintura y se la quedó mirando.
-¿Qué hacemos? - en esa ocasión fue ella la que habló, temblorosa. Nunca se había sentido tan vulnerable y frágil como en ese momento.
Ichigo negó con la cabeza, incapaz de responderle en ese momento. Rukia agachó la mirada y se aferró con más fuerza a su camiseta. Su olor le llegaba por todas partes, y mil y una escenas se le vinieron a la cabeza a la vez. Y entonces tuvo muy claro lo que iba a suceder, aunque ninguno de los dos fuese a decirlo. Sabía que Ichigo cortaría con Inoue, y que de nada serviría que le dijese que no o que se marcharse a donde fuese, porque la seguiría. Y la seguiría por haber cometido el fatal error de ir a buscarle, de decirle que pensaba en él, que le echaba de menos. De darle a entender claramente que le seguía queriendo.
-Te odio, Ichigo. Y me odio. Nos odio a los dos… Somos idiotas…
El pelirrojo la cogió por la cintura y la alzó. Ella le rodeó el cuello con los brazos y se hundió en su hombro, sintiendo que Ichigo la abrazaba con todas sus fuerzas.
-Somos tú y yo. Somos Ichigo y Rukia. Nunca nada podrá cambiar eso. Y mira que creo que lo han intentado. - Rukia soltó una risilla y sollozó. Había empezado a llorar. - Qué idiota eres.
-Te lo he dicho. - Le miró, y buscó sus labios. - Te quiero. - Dijo sobre ellos.
Ichigo terminó de acercarse y la besó con fuerza, como no había podido hacerlo cuando se fue. Se aseguraría de que no hubiese una última vez entre ellos dos nunca más.