Este pecado me ha costado. Me ha costado DEMASIADO. Tenía ganas de escribirlo y las palabras me venían a la mente solas, pero plasmarlo ha sido complicado. Pero ya abajo especifico XD
Para
tyfiore, que no ha dejado de darme porculo para que lo terminase ♥
LUJURIA
Chris podía asegurar que la noche de Halloween era una de las noches más peligrosas del año. Nunca se había celebrado el treintaiuno de octubre como una fiesta por todo lo alto, pero Dumbledore siempre daba permiso para hacer alguna fiesta en sus respectivas Salas Comunes o, si se era mayor de edad, incluso ceder alguna clase para ello, siempre con prudencia y con los prefectos al tanto.
Aun así, obviamente, cada año llegaban voces de las fiestas que hacían los de séptimo, y ese año les tocaba a ellos. No sabía ni quienes iban -suponía que todos los de séptimo, aunque a saber-, pero Ty le había prácticamente obligado a ello.
-Vamos, tenemos que pasarlo bien, ser adolescentes, vivir un poco más la vida, emborracharnos… ¡Es nuestro último año en Hogwarts!
-Yo del alcohol paso. La última vez que bebí hizo que Amy me ignorase hasta el fin de los tiempos- el tono en que lo dijo era divertido a pesar de haber nombrado a la Ravenclaw.
-Pues no bebas si no quieres, ya lo haré yo por ti, pero quiero que vengas conmigo.
La rubia podía ser muy insistente cuando quería. Además que sabía bien cómo convencer a la gente.
-Vamos, si no vienes, tendré que ir sola y así no voy a ir.
-Podrías hablar con Gwen e ir con ella- sugirió el castaño, arriesgándose a ser fulminado por unos ojos celeste.
-No voy a hablar con ella.
-Eres una cabezota.
-¿Vas a seguir nombrándola? Porque si es así dejo de intentar convencerte para que me acompañes.
Chris soltó una risita ante el gesto enfurruñado de su amiga y levantó las manos en señal de rendición.
-Está bien, iré contigo- Ty cambió su seriedad por una radiante sonrisa, satisfecha-. Eres una pequeña manipuladora. No sé qué ponerme. Nunca se me ha dado bien elegir disfraz.
Ahí fue cuando ella esbozó otra sonrisa, pero esta vez perversa.
-No te preocupes, lo tengo todo controlado.
-¿Ah sí?
-Sip. Ya verás. ¡Vas a estar tan guapo…!
Chris no supo si sonrojarse o reírse por el entusiasmo de la rubia. A pesar de que no hacía tanto desde la última vez que la había visto tan entusiasmada, a él se le había hecho una eternidad. Esos dos meses primeros en Hogwarts habían sido un infierno. Ty no era Ty sin una sonrisa en su cara y los ojos brillantes. Se alegraba de que estuviese, al menos en apariencia, más animada.
Y ahí estaba, esperando a la Hufflepuff a la puerta de su Sala Común a que bajase. No le había querido decir nada de ninguno de los disfraces así que estaba a la expectativa, con algo de curiosidad, debía reconocer. Varias veces se abrió la puerta de la sala dejando salir algunos alumnos y entrando otros. También vio a algunos de sus compañeros disfrazados, alumnos de Hufflepuff de otros cursos ya disfrazados. Seguramente habían preparado una fiesta en la Sala Común. Saludó a Wallace que iba con Benoit y posteriormente Halliwell le hizo una escueta señal con la cabeza tras cerrarse la sala. Chris chasqueó la lengua ante eso. La castaña parecía seguir molesta con él por haberle ocultado todo lo de Jim. No la culpaba. Aunque al menos no había llegado a hacerle el vacío como había hecho Ty con ella.
Cuando finalmente la rubia apareció por la puerta, Chris contuvo el aliento sin siquiera pretender. La muchacha se había hecho con una túnica de un blanco inmaculado, en contraste con su piel algo tostada, atada varias vueltas con un cordel dorado a la cintura, remarcándola. Llevaba adornos en dorado por los brazos y el pelo rubio iba recogido con una buena cascada de rizos y ondulaciones, también con cordel dorado adornándole. Ty le miró enarcando una ceja perfectamente perfilada, como observando su reacción.
Estaba… Chris no tenía palabras suficientes para describirla.
-Wow…- silbó. Se le había secado la boca en cuestión de segundos y estaba mudo. De verdad no sabía qué decir. Abría la boca y la cerraba como queriendo decir algo pero sin conseguirlo-. Estás… wow.
La rubia soltó una carcajada muy melódica antes de acercarse hasta donde él estaba apoyado.
-Me gusta tu reacción- confesó-. Muy elocuente.
Chris esbozó una sonrisa, nervioso.
-Cualquiera con ojos en la cara reaccionaría como yo- tuvo que decir-. Joder… estás impresionante.
Había blasfemado, y Chris no era de los que lo hacía. Sólo cuando hablaba muy en serio le salían esa clase de palabras.
-¿Eres una diosa griega?- preguntó, sopesando. Si no iba de diosa, realmente parecía una.
-Afrodita- contestó ella, cogiéndose la túnica y haciendo una muy elegante reverencia.
-Muy apropiado- confesó-. Siento no tener porte de dios griego como para ser tu pareja.
Ty soltó una pequeña carcajada mientras agrandaba un paquetito que tenía en la mano.
-No vas a ir de dios griego, tonto, aunque yo creo que no te quedaría mal- le dijo. Abrió el paquete y sacó lo que parecía ser una preciosa casaca de un azul muy oscuro, con bordados en plata por todos los bordes. Era muy bonita-. Vas a ir de príncipe.
-¿Príncipe?- Chris sonó incrédulo-. ¿Yo un príncipe? Vamos Ty…
-¿Qué? ¿No te parece bien? ¿No te gusta?
-No es eso…- miró la casaca. Reamente era bonita, pero no se veía con ella puesta-. Es sólo que no sé si me pega eso de ser príncipe.
La rubia soltó una risita incrédula, abriendo mucho los ojos, con sorpresa.
-¡Anda ya, Chris! Sólo hay que verte para notar que tienes porte de príncipe. Estás hecho un Casanova este curso. Tienes a varias alumnas detrás de ti babeando.
La burla de su amiga le hizo reír. Eso no podía negarlo, pero no entendía el motivo. Se sentía igual que siempre, con el pelo más corto, sí, pero igual que siempre. Se había quitado la barbita que se había acostumbrado a dejar de un par de días -a petición de la rubia- y ahora parecía más niño. Aun así, no se veía.
-No sé…
-A callar- Ty le irrumpió, no dejándole continuar. Le agarró para que se separase de la pared y le empujó por la espalda hacia el baño más cercano, donde le dio la ropa para que se la pusiera.
Chris entró en el baño prácticamente obligado. Estaba todo el colegio en silencio así que se permitió unos segundos para respirar hondo antes de cambiarse. En el paquete, además de la casaca, había unos pantalones -por suerte no eran mallas-, unas botas, una camisa y un chaleco. El pañuelo suponía que era para el cuello de la camisa, al igual que los broches. Se lo puso todo excepto la casaca. Los pantalones eran cómodos y quedaban bastante bien con las botas por fuera. En cuanto a la camisa... Empezó a pelearse con el dichoso pañuelo tras ponerse el chaleco. Nunca había sido bueno con ese tipo de cosas y nunca lo sería a ese paso.
-Ty- la llamó desde dentro-. ¿Cómo se pone esta cosa?
Oyó como la rubia desde fuera se reía de él.
-¿Estás visible?- tras la afirmación del Ravenclaw la puerta se abrió-. ¡Madre mía, que guapo estás!
Chris intentó disimular su sonrojo. Se estaba acostumbrando a esos comentarios por parte de la rubia pero en ese momento era un poco complicado. Se había quedado parada mirándole la mar de entusiasmada y él no sabía cómo reaccionar.
-¿Sabes cómo se pone esto?- señaló a su cuello donde podía verse los nefastos resultados de su batalla con el pañuelo.
Ty no contestó, sólo se acercó, le hizo quitarse el chaleco y empezó a arreglarle el cuello de la camisa, envolviéndolo con el pañuelo y colocándole el broche. Chris intentó no pensar en el olor tan agradable que desprendía.
-Ponte el chaleco otra vez- le dijo pasándole la prenda. Chris se lo puso y ella se lo ató, colocándole bien el pañuelo del cuello por dentro. Luego cogió otro broche y pilló otra vez el pañuelo a la altura de la clavícula, como adorno-. Ya estás. Sólo falta que te pongas la casaca y listo. ¡Estás perfecto!
Chris se miró al espejo. A pesar de no verse de cuerpo entero debía reconocer que le sentaba bien el conjunto. Miró a Ty de reojo y se puso la casaca. Vaya.
-¡Sabía que este disfraz te sentaría de maravilla! Pareces un príncipe. ¡Qué guapo!
-Para de hacer eso- sonrió, cohibido-. Me recuerdas a Nikklos.
Por toda respuesta, Ty soltó una carcajada de lo más exagerada que hizo que Chris se riera también. Tenía la risa demasiado contagiosa y en ese momento el entusiasmo parecía exagerarla aún más. Al menos, se la veía feliz.
-Bueno- se colocó bien la casaca y levantó un brazo, ofreciéndoselo a la rubia-. ¿Aceptaría Afrodita que la acompañase al baile?
Ty le miró, fingiendo una altanería propia de los dioses, y pasó su mano por el brazo del chico.
-Visto que ninguno de los otros dioses se ha dignado a venir, tendré que conformarme con un mortal- su tono de voz destilaba desdén por todas partes. Chris se rió y ella le acompañó-. ¡Vamos!
***
Había bebido demasiado y lo sabía. Había bebido incluso cuando se había prometido a sí mismo que no lo haría, ni un sorbito. Pero era algo un poco difícil en aquella fiesta, llena de adolescencia, diversión y, para qué negarlo, demasiadas hormonas. Jamás había visto tantas en el aire, pero culpaba al alcohol por ello. También a la fiesta. Y al Halloween. Quizá era una mezcla de todo un poco.
Se sentía un poco abrumado, no por el calor -que lo hacía- sino más bien por todo. Por suerte no había bebido lo suficiente como para perder el control de sí mismo -o eso creía él-, sin embargo, tenía risa fácil en ese momento. La cabeza le daba vueltas sin estar ebrio. Había bailado sin saber bailar y había perdido la noción del tiempo. ¿Qué hora sería? Muy tarde, quizá, o muy pronto, según se mirase.
Ty no le había soltado desde que habían entrado en aquél aula que él recordaba polvorienta y que estaba tan adornada que ni reconocía. Había candelabros, calabazas, velas flotantes y telas de damasco colgadas por todas partes. Le daba un aspecto entre tétrico y familiar. Una mezcla extraña quizá, pero a él le gustaba. A pesar de no tener muchas ganas de fiesta alguna, el entusiasmo de su amiga le contagió y bailó con ella tantas veces como se lo pidió, alternándolo con unas cuantas visitas a la mesa de las bebidas, donde quiso disuadirla de beber.
-Es una fiesta, Chris, no pasará nada porque beba por una vez, ¿no crees?- le había dicho tras tres cervezas de mantequilla y una copa de whisky de fuego.
Él también había bebido, pero lo había dejado a la segunda copa. El whisky de fuego era bastante fuerte y sentía el chispeo de la risa que salía de su garganta sin dificultad y la ligera desinhibición. Pero le abrumaba todo eso. Sentía que había estado dando vueltas durante horas y necesitaba un soplo de aire fresco.
-Ven- cogió de la mano a la rubia, que protestó un poco, pero se dejó llevar con facilidad fuera del aula.
Caminaron envueltos en risas, susurros y complicidad. No sabía exactamente a dónde iban, pero tampoco importaba. El conserje tenía permiso para dejar vagar por el castillo a los mayores de edad esa noche, por lo que no podía castigarles.
Llegaron a un pequeño patio interior, uno de los muchos que había y se pararon allí. Corría una ligera brisa otoñal, quizá demasiado fría, que despejó un poco la cabeza de Chris pero que no le hizo perder la leve embriaguez que llevaba. Ty se sentó en el alfeizar de una de las arcadas, de espaldas al patio, riéndose tontamente y sin sentido, contagiando a Chris de paso.
-¿Tienes frío?- le preguntó, con clara intención de quitarse la casaca.
-¡No te la quites!- contestó ella. Temblaba un poco, iba prácticamente sin mangas, pero parecía darle igual-. Estás demasiado guapo con ese traje, ¿lo sabías?
-Te vas a helar, Ty- le contestó tras una risa, ignorando su último comentario.
-Pues caliéntame.
El tono que empleó la rubia era de todo menos inocente. Chris la observó desde lo alto. Allí sentada en el alfeizar estaba más a su altura, más accesible y más cerca. Su provocativa sonrisa y su mirada cargada de intención le encendieron todas las alarmas. Alarmas que él ignoró, por supuesto -más tarde culparía al alcohol-. Le devolvió la mirada, sin cortarse un pelo, poniéndose frente a ella.
-¿Estás coqueteando conmigo, Fiore?- le dijo. La sonrisa, de nuevo, le salió fácil, producto de su embriaguez.
-Puede- contestó ella sin cortarse un pelo. Tenía una expresión traviesa, con el recogido medio deshecho, pero estaba preciosa con las mejillas arreboladas por el alcohol.
-Estás borracha- era una afirmación.
-Puede- volvió a decir la rubia, moviendo una de sus piernas de un lado a otro. La vaporosa tela se le escurría entre ellas, dándole un aspecto de lo más sensual.
Chris había recibido un sinfín de señales durante más de media noche. Concretamente, desde que la italiana había empezado a beber. Y tampoco era que le desagradase demasiado, ciertamente.
Se acercó a ella y apoyó las manos a ambos lados del alfeizar. La cabeza volvía a darle ligeras vueltas, pero en ese momento las ignoró por completo. La rubia le miraba descaradamente y a Chris le estaba gustando que le mirase de esa manera.
-¿Es eso una invitación, Fiore?
-Puede. ¿Quieres que lo sea?
-Puede.
La sonrisa de la Hufflepuff se ensanchó.
-¿Entonces a qué esperas?- la voz de Ty salió ronca, cargada de erotismo.
-¿Y a qué esperas tú?
-No lo sé, dímelo tú.
Se quedaron mirando, azul contra verde. Una batalla silenciosa en la que no habría ganadores ni perdedores.
-Creo que tienes ganas de besarme- continuó ella en el mismo tono-. Tienes ganas de besarme desde que me viste salir de la Sala Común. Sí, tenías ganas de hacerlo aunque estuvieses pensando todo el rato en esa frígida de Bennet, pero tu moral te lo impedía. Pero ahora estás borracho y aunque seguramente sigas pensando en Bennet eso no impide que puedas besar a alguien que ha estado tirándote los trastos toda la noche.
Ty arrastraba las palabras y hablaba más de lo debido. Se había inclinado levemente hacia adelante, acercándose peligrosa y sensualmente al Ravenclaw que, a pesar de haber nombrado a Amy, no titubeó. Nada de lo que había dicho era mentira.
-Puede- volvió a decir él-. O puede que no. ¿Quieres comprobarlo?
-¿Y tú? Estás borracho.
-No lo estoy tanto.
-Pues deberías.
En esa ocasión fue Chris el que se inclinó hacia ella, sus caras a escasos centímetros la una de la otra.
-¿Debería estar más borracho?- continuó. La rubia asintió-. ¿Por qué?
-Porque entonces me besarías.
-Quizá estoy esperando a que seas tú la que lo haga- confesó. Las palabras le salían prácticamente sin pensar-. ¿O no te atreves?
Ty mantuvo la intensa mirada un par de segundos antes de aceptar el reto y agarrar de la solapa de la casaca de Chris para acabar con la distancia entre ellos.
Cualquier persona que hubiese pasado por ahí en ese momento probablemente se hubiese dado media vuelta ante el espectáculo que estaban empezando a crear. Besar, lamer, morder, suspirar y poco respirar. Ty no había soltado en ningún momento la casaca de Chris, como si pensase que el chico iba a detenerse si no lo hacía. A cambio, Chris no se abstuvo de pasear sus manos por donde quiso.
Ty sabía a todo el alcohol que había bebido, pero era un sabor adictivo: dulce unos segundos y con un regusto amargo al final. Le incitaba a querer beber más. Bajaba de sus labios por su barbilla, deleitándose con su cuello mientras la oía jadear, para después subir de nuevo a su mandíbula hasta abarcar sus labios otra vez. Ty le abrazó entonces, pasando sus manos alrededor de su cuello y enterrándolas en su pelo, empujándole más hacia ella y profundizando más el beso.
Cuando Chris se quiso dar cuenta, la rubia se había encargado de quitarle la casaca y de abrirle el chaleco, haciéndose paso bajo la camisa para tocar bien su torso y espalda. No supo cuando le había rodeado la cintura con sus piernas, ni cuando él la agarró para elevarla. Ser tan pequeña tenía sus ventajas y Chris pudo manejarla como quiso. Ella no se percató de que la había cargado desde el alfeizar para sumirla en la oscuridad del pasillo hasta que sintió la fría pared contra su espalda, pero no dejaron de besarse ni en esa ocasión. Y él no escatimó pues, aun aguantándola contra la pared y sujetándola con su cuerpo, aprovechó que Ty le rodeaba con las piernas para colarse levemente a acariciarlas, subiendo por el muslo mientras levantaba la sedosa tela por el camino. Ty gimió, llena de lujuria al sentir ambas manos de Chris agarrarle de nuevo el trasero, piel con piel, y poco tardó en hacerle subir de su cuello hasta su boca.
¿Cuánto rato llevaban besándose como animales hambrientos? No les importaba. Tan solo se preocupaban de la boca del otro. Los besos ávidos, cargados de sensualidad, eran contrastados por los juegos de lengua, enredada con la del otro como si de una pelea se tratase. Chris sentía que le faltaba el aire pero ¿qué importaba? Era humano y tenía a una preciosidad entre las piernas que le había estado seduciendo toda la noche y no iba a abstenerse de saciar su lujuria, al menos, por el momento. Sólo quería seguir besando, lamiendo y mordiendo los labios de la rubia y oírla gemir de placer. Quería saciar su lujuria, la que ella había provocado.
Ty no se abstuvo de enredar su lengua con la del castaño todo lo que pudo, jugando y bailando con ella de forma casi obscena, lamiendo los labios para después morderlos y oír un quejido salir por su garganta. Estaban calientes y los dos bebían del otro. ¿Qué más daba ahora que Chris fuese su mejor amigo? Era demasiado guapo y él no se daba ni cuenta del efecto que causaba
Chris mordisqueó el cuello de la italiana una vez más, subiendo por el con su lengua hasta enredarla con la otra en el aire antes de volver a unir sus labios. Lo que más le gustaba era oírla gemir cuando masajeaba sus nalgas y ella en represalia le arañaba la espalda por debajo de la camisa, pegándole aún más a ella con las piernas y uniendo su más que evidente erección bajo los pantalones.
Había anhelado tanto ese momento, tanto…
Sí, lo había anhelado.
Pero con Amy.
No con Ty.
Merlín, Turner, despierta. Qué estás haciendo…
En un segundo de racionalidad, Chris logró separar sus labios para mirarla con estupefacción. ¿Qué estaba haciendo? ¡Qué había hecho! Por Merlín era Ty. ¡Era Ty!
La rubia le miró con reproche por haberse detenido. Estaba toda despeinada, arrebolada, con los labios hinchados y todo el carmín corrido. Aún con todo seguía preciosa pero Chris tenía que volver a sus cabales o acabarían mal. Muy mal.
-Por Merlín y Morgana, qué estamos haciendo…
Ty quiso abrir la boca para decir algo pero simplemente boqueó, como si una parte de su cordura inhibida por el alcohol hubiese reaparecido de golpe. Chris soltó su agarre y la rubia bajó las piernas, quedándose de pie.
No podía mirarla. Merlín, no podía. Había pasado de nuevo lo mismo. ¡Lo mismo! Exactamente lo mismo que cuando Amy se emborrachó y se le lanzó encima, y él sólo la separó cuando un ápice de cordura volvió a su cabeza. Aquello le había costado su relación con la Ravenclaw, que cuando se había enterado al día siguiente había pensado que se había aprovechado de ella.
Y lo había vuelto a hacer pero con Ty, la que era su mejor amiga, su apoyo moral y su confidente.
¿¡Cómo podía ser tan estúpido!?
-Tápate- le dijo. Su voz a sus oídos sonó ronca. Alcanzó su casaca, olvidada en el suelo al lado del alfeizar y se la dio para que se la pusiera.
La rubia no dijo nada. No sabía qué decir. La cabeza le daba vueltas por todo aquello y por todo el alcohol que llevaba encima. Miró la espalda de Chris, con el chaleco y la camisa arrugados, que se había apoyado con las manos en el alfeizar y parecía respirar hondo, como queriendo calmarse.
-Chris, yo…- quiso decir algo pero el castaño la interrumpió, de nuevo sin mirarla.
-No digas nada- espetó-. No estás en tus cabales como para decir nada. Vete a tu Sala Común. Ya hablaremos de ello.
Ty no dijo nada más y Chris tampoco la miró. Sólo la oyó irse por el ruido de sus pisadas y él suspiró, poniéndose en cuclillas y apoyando la cabeza sobre sus manos agarradas al alfeizar. Intentó serenarse, tranquilizarse, pero era muy difícil después de lo que acababa de vivir. Había coqueteado con su mejor amiga, le había dejado seducirle y se habían enrollado de un modo salvaje. Y ahora estaba avergonzándose de haberse dejado llevar por todo y maldecía al alcohol por tener la erección más bestia de su vida. No era de piedra y si sumaba eso a lo increíble que había estado Ty ese día y al alcohol que ambos habían bebido…
Menos mal que lo había parado. Todo aquello sólo estropearía su amistad, si no lo había hecho ya…
¿Qué iba a hacer ahora? Por lo pronto esperar. Esperar a calmarse y luego alegar al suicidio, probablemente. Como se enterase Ethan…
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Y ya está. Uf. Me ha costado. He tenido durante días la escena del beso sin escribir porque tenía tal imagen mental que me daba reparo plasmarlo y que no quedase como quería. Igualmente, tampoco ha quedado igual, porque mi forma de escribir es algo mediocre XD pero bueno, estoy muy in love con Chris y Ty. Esta es la famosa escena de la noche de Halloween que Ty recuerda en
Ira. Obviamente, ambos hablaron y le echaron la culpa al despecho que ambos sentían por sus respectivos amores =P
Siguiente y útlimo, Orgullo. Gods. Vaya records me pego.