Es horrible. ¿Por qué? Porque lo es. No lo soporta, es que simplemente no lo soporta y lo odia. Hasta un punto insospechado. Odio puro, odio ciego. Odio. Odio de no poder odiarle.
Así de simple. O no tan simple. Como sea.
Lo odia.
Pero no lo odia.
Su manera de dominarlo, su manera de besarlo, su manera de rozarle.
Lo odia.
Que entre en el cuarto por la ventana en lugar de por la puerta. Su música estridente con sus interminables solos de guitarra. Ese collar de puas que siempre le deja marcas al día después. Las cadenas de sus pantalones, que hacen que pesen una barbaridad.
Lo odia.
Los besos que no son besos, que son mordiscos. En todo su cuerpo. Los moratones consiguientes.
Lo odia.
Los días en los que está tan salvaje que al día siguiente le dolerá cada poro de su piel. El roce enfermizo. Ese roce enfermizo.
Lo odia.
Que no lo llame por días y con una sonrisa canalla quiera arreglar el mundo. Su mundo. Y que lo consiga.
Lo odia.
Y odia, sobre todo odia, que cuando no puede odiarlo más… Cuando está llegando al límite de matarlo con sus propias manos. A esa línea que separa la razón del delirio psicótico irracional…
Es él. Y le mira a los ojos y sonríe.
Odia cuando lo abraza, solo eso. Lo abraza tan desesperadamente, como creyendo que se va a escapar de su abrazo. Lo besa tan lentamente evitando que se rompa. Cuando se queda dormido abrazado a él, respirando sobre su cuello, como un animal herido.
Lo odia. Porque no lo odia. Ni tan siquiera un poco. Pero lo odia, por tenerle el corazón cogido así, de esa forma, de la forma en la que es. Todo él, así, él. Lo odia.
Pero no lo odia.
Que Chuck esté con vosotros ;)