El Trauma

May 05, 2009 19:11



A ver… Cuando uno es chiquitito mola un mundo que te salgan los dientes… pero a partir de los 6/7 años empieza todo el “yeyo”, porque toca ir a la primera consulta del odontólogo. Uno va tipo normalito hasta que siente ese olor a consultorio, anestesia… y ves a la gente, un extraño miedo te recorre el cuerpo, el odontólogo te hace pasar, te dice que grande y valiente eres y..¡¡¡Pikínnnn!!! el pinchazo más feo que puedas sentir en tu vida. A partir de ahí el trauma es irreversible.

¡Hay que cepillarse tres veces al día, después de cada comida!, ¡No comas dulces antes de irte a mimir!, ¡Si no te cuidas los dientes se te van a caer!... y para remate, la canción de popy: “Los dientes de arriba se cepillan hacia abajo, los dientes de arriba se cepillan hacia arriba y tus muelitas debes de limpiar, con un movimiento circular” (Por los dioses nórdicos que la canción me sigue haciendo gracia)… Todo ese montón de cosas me las decía mi mamá; de hecho, hace poco (ya estando casada) me preguntó “Mami ¿ya te cepillaste?” Jajajajaja, pero lo que nunca me dijo fue: eso duele.

El segundo punto (como cadena de acontecimientos a lo que he llamado “El Trauma”) fue una película que cambió de mal a peor, horror, terror, escalofriante (y demás adjetivos que se puedan poner en cola)… El Dentista (The Dentist) del año 96. Yo no la vi en esa época… sino dos años después. Recuerdo que mi papá dijo: “No pienso ir a ningún odontólogo”. La verdad es que no le paré mucha bola en su momento. Tiempito después, en una reunión con unos amigos hablamos de películas de miedo y uno de ellos dijo: “El peor terror es el psicológico, si no me creen, vean El Dentista”. Ni corta, ni perezosa, busqué la película y le dije a mis papis que la vieran conmigo… creo que durante dos noches seguidas no dormí. La peli me cambió por completo.

El tercer punto… los años de ortodoncia que tuvo mi hermano. El pobre pasó 9 años con alambres en la boca para poder lucir sus dientes derechitos y blanquitos; efectivamente los tiene así, pero pasó cada dolor… que solamente pude entender cuando me tocó ponerme alambres para enderezar mis dientes.

Mi tratamiento se suponía “corto”.. Nada complicado, pero al no ser tan regular pues la cosa se fue prolongando y prolongando… y lo que debía durar dos años (como mucho) pasó a tres.

En España no puedo darme el lujo de seguir con el tratamiento… joder, esa vaina es muy cara, así que decidí quitármelo.

Primero: el dolor del bolsillo… ok.. Está bien, son los dientes, hay que pagar… vamos. Los nervios me atacan, quiero hacer caca, me sudan las manos, ya me va a tocar a mi, odio la sala de espera, no me gusta lo que pasan en la tele, mi amor háblame por favor, quiero ir al baño, estoy nerviosa, escucho el taladro, joder me va a doler… Se abre la puerta (maldita sea) “Pasa por favor y ponte ahí”… me encomiendo a todas las religiones que existen. Empieza el proceso… aprieto las manos, las ligas fuera, los alambres fuera, molesta pero no duele, estoy nerviosa, tengo ganas de hacer caca y pipí, me toy meando de miedo, coño e la madre, me quitan los breakers, todos fuera, auch, faltan las bandas y listo… me pone una crema de dientes, cepillito eléctrico.. este.. el taladro.. ay… ay… duele.. me están quitando el cemento… coño.. auch… duele, faltan las bandas.

EL COÑÍSIMO DE LA MADRE CON LAS PUTAS BANDAS… mis muelas, mis encías… que dolor, empiezo a llorar … y aunque estoy grande pa la gracia, me he meado un poquitico (y no me da pena decirlo).. por fin me quitan todas las bandas, me seco las lágrimas, me muerdo la lengua y aprieto el culo pa no chillar como una niña chiquitita, pago la consulta, tengo que regresar la semana siguiente (pa verme las encías)… me voy pal carro, y venga mami, llora, llora y llora.

A ver, admito que le tengo terror a ese tipo de dolor, por otra parte no es que me hayan desgarrado las encías.. Es que como las tengo inflamadas pues.. la hipersensibilidad la tengo a flote y para colmo de males tengo muchas ideas en la cabeza respecto a los dientes.

Siento la boca rara, los dientes ligeritos, no puedo dejar de pasar la lengua por ellos, no dejo de mirarlos en el espejo.. y no dejo de pensar cosas. Si, si… soy una dramática de primera.. pero… joder!!! Cada uno con sus miedos.

Bueno… en lo que se me pase el dolor (y el trauma) podré comer pan de concha dura (porque así lo hacen aquí), costillitas (me voy a dar el gusto de mi vida), jojoto (la mazorca españoleta) y otro montón de cosas que no podía probar por culpa de los frenillos. En definitiva… Tener los dientes blancos y derechitos: DUELE y cuesta.

dientes, dolor, yo

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