La niña que no creia en la magia

Oct 16, 2009 20:08

Capitulo 2:

Brennan entró en su despacho, se sentó en la silla y empezó a encender el ordenador, tres segundos después Ángela entró por la puerta.
-¿Cómo estás, cielo?-Preguntó Ángela con una sonrisa.
-¿Cómo?mm...Bien, bien, esperando a que se encienda el ordenador. -Contestó apurada Brennan.
-Pero, cielo, ya está encendido. -Dijo Ángela con una sonrisa. -Enserio, ¿qué te pasa?
-Es Emily... -Dijo pensativa Brennan.
-Calma, cuéntamelo todo. ¿Le ha pasado algo?

-No, no es eso, está perfectamente. Es solo que me preocupa porque la veo muy encantada con eso de la magia y el amor…No quiero que se confíe y…

-¿Y le hagan daño? -La cortó Ángela. -Brennan, es Emily, lleva tus genes, ni queriendo se encantaría. Además es solo una niña. ¿Qué hacías tú cuando eras niña? -Ángela le preguntó sin mala intención, pero a Brennan su infancia le recordó a su madre, se vio a ella de pequeña, jugando con su hermano mayor Russ. Los juegos de jeroglíficos y como un pequeño flash le vino a la memoria una pequeña muñeca, era pelirroja, con el pelo rizado y lo ojos grandes y negros. Llevaba un vestido azul con un delfín dibujado en el pecho, fue un regalo de sus padres.

Le gustaba mucho esa muñeca, pero hacía por lo menos veinte años que no la veía. Le dieron unas ganas enormes de encontrar a esa muñeca. Sería un buen regalo para Emily y era una escusa para contarle lo que estaba intentando evitar todo el tiempo. Le hablaría sobre el padre de Emily, quién era,  porqué no estaba con ellas…

-¿Y bien? -Preguntó Ángela.

-Tienes razón, me he acordado de una muñeca que tenía de pequeña, se llamaba Daisy y creo que sería un buen regalo de cumpleaños para Emily junto a una buena… explicación. -Brennan bajó la vista.

-Sí, creo que sería una idea genial.  -Al ver la cara de preocupación de Brennan decidió animar a su mejor amiga. -Brennan, lo entenderá, va a cumplir nueve años, y es una niña lista, ha salido a su madre. -Una sonrisa con la mejor intención salió del rostro de Ángela.

-¿Qué he hecho para tener una amiga como tú? -Dijo Brennan con una sonrisa y la mitad de su corazón.

-Es una compensación por ayudar a identificar a los huesos, cielo. Dios, la energía, Alá, lo que quieras, te quiere.

-Sabes que no creo en… -Repuso Brennan.

-Vale, pues... te lo has ganado. -La cortó Ángela. -¿Cuánto tienes hasta el cumple de Emily?

-Es dentro de… diez meses y tres días.

-Vale, te ayudaré a encontrarla.  -Dijo decidida Ángela.

Brennan  sonrió, la miró con cariño, esperó a que se fuese y volvió a mirar la pantalla del ordenador.  El fondo negro del Jeffersonian le devolvió su reflejo. Volvió a pensar en la muñeca, en su infancia, en sus padres, en el padre de Emily ¿Cómo se lo explicaría a su hija?

Era demasiado complicado… Aunque  no acababa de saber si sería más complicado parta su hija entenderlo, o para ella explicarlo. En ese momento, Cam entró por la puerta. Se había olvidado completamente del caso.

-Brennan, tu nuevo compañero nos espera. -Dijo Cam. Brennan tenía un  nuevo compañero porque Telis, su anterior compañero del FBI había pedido un traslado al casarse con una abogada que había conocido en un viaje a los Ángeles, algo que a Brennan le parecía inconcebible, dejar a su familia, a sus amigos, para mudarse a miles de kilómetros, solo por amor, por algo intangible, que no existía científicamente, algo psicológico, que solo sentían un puñado de personas, algo que todo el mundo quería experimentar antes que el éxito o la amistad. Para Brennan el único amor que existía en ese momento era el que ella sentía por su hija. Pero ese amor lo entendía, amaba a su hija, era carne de su carne, literalmente hablando, la había gestado y alumbrado, la había educado, la había visto creer, caerse, levantarse, aprender… Era su sueño, tenía a su hija y tenía amigos, unos amigos que podía contar con los dedos de la mano, pero que eran muy especiales  para ella. No necesitaba nadie más, nada más.  -Es un agente ejemplar, fue francotirador en el ejército. Yo lo conozco desde hace tiempo y es el mejor.  -Dijo Cam, a Brennan le apreció una afirmación subjetiva, pero sincera. Juntas cruzaron el laboratorio hasta la entrada principal.

-Doctora Brennan, le presento al agente especial Seeley Booth. -¿De qué le sonaba ese nombre? El hombre se giró, era alto, fuera de la media normal, moreno y  sonrisa clásica de bonachón. La sonrisa desapareció pronto al ver a Brennan. Era el tipo de antes, el del coche. ¿Cómo era posible tener tan mala suerte?

-Es un placer. -Dijo Brennan con una sonrisa forzada.

-Lo mismo digo. -Booth, en cambio, no se molestó en sonreír.

-Bueno, empiezo a contarles el caso. -Dijo Cam al ver la tensión y tirantez entre los dos.  -Un jardinero del capitolio se disponía a plantar unas gardenias cuando al cavar se ha encontrado con una calavera y aterrado ha llamado a la policía que nos ha pasado el caso.  Yo me tengo que quedar para continuar el caso del hombre en el desván. Booth la llevará a la escena del crimen y sustituirá a Telis en todas sus funciones.

Booth y Brennan se miraron solo un segundo, mientras Cam se alejaba, después salieron caminado por la puerta sin dirigirse la palabra.

En el aparcamiento, subieron los dos al coche. A Brennan la situación le apreció un poco irreal, la probabilidad de que le hubiesen  asignado a Booth era la misma de que apareciese un hada en el parabrisas del coche.

Booth estuvo callado y con mala cara durante la mayor parte del viaje, pero se puso a hablar, no lo podía evitar, el silencio le incomodaba y prefería discutir a soportar el silencio.

-Escuche, doctora, no tengo nada en contra de usted, esto es el ámbito profesional, pero creo que para empezar con buen pie debería disculparse conmigo por lo de esta mañana en el colegio.  -Dijo Booth sin mirarla, no se atrevía, sin saber porqué esa mujer le imponía respeto.

-No tengo porqué disculparme con usted, ha sido un despiste por parte de los dos y además, ya hemos intercambiado los partes del seguro y la abonarán los daños.  -Repuso Brennan.

-No es los daños lo que me importa. Es solo que… -Continuó Booth.

-No me apetece hablar de esto, agente Booth, no creo que estemos en el momento adecuado, y además, no pienso disculparme por algo que no he hecho mal. - Brennan estaba segura de sí misma.

-Como quiera. -En ese mismo momento Booth tachó a Brennan, era como todas las antropólogas, solo huesos, poco corazón.

Llegaron a la escena del crimen, el jardín del capitolio lucía imponente ante ellos. Los ayudantes de Brennan ya habían sacado el esqueleto a la luz.

-Mujer, entre veinte y treinta años, los huesos están desordenados lo que implica que no fue enterrada por ningún rito, la dejaron caer. - Brennan dictaba, mientras Booth escribía lo más rápido que podía en sus tarjetitas de colores.  -Aparentemente, no veo la causa de la muerte. Que lleven todos los huesos y la tierra de alrededor al Jeffersonian. -Ordenó a Booth.

-¿Cómo se dice?  Hay una palabra mágica. -Dijo Booth con tono irónico.

-¿Ya? -Se quiso burlar Brennan, pero a Booth no le sentó bien, guardo sus notas y se giró.

-Sabes, los antropólogos sois todos iguales, solos os fijáis en los huesos, sois fríos y arrogantes.

A Brennan esa afirmación le dolió, se levantó y se fue por su cuenta. Booth corrió hacía ella.

- ¿Qué hace?, ¿A dónde  va? -Preguntó Booth.

-No pienso volver con usted. - Brennan se quitó los guantes e hizo una llamada, diez minutos más tarde ya estaba montada en un taxi. No podía creer que tuviese que trabajar con semejante filisteo que no se daba cuenta de nada.

ELENA TOLEDO.

Gracias, Besos.

enny*

la niña que no creía en la magia. (fanfi

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