Fic: Cuatro Días - Capi 5 ¡Regalo para @Krispsly

Jun 18, 2012 22:49

Título: Cuatro Días
Autor: Anónimo
Reto: # 6 La Boda de Mi Mejor Amigo
Reto Proporcionado por: krispysly
Palabras: 24,250 (6 Capítulos)
Rating: PG-13
Beta: Misteriosa ~ Gracias por el genial trabajo, por preocuparte tanto y por haberlo beteado contra el tiempo!!

Masterlist



Capítulo 5

El ambiente en Las Tres Escobas era festivo, Harry observaba todo desde la barra, donde una emocionada Madame Rosmerta no dejaba de mencionar lo contenta que estaba volver a ver al Niño que Vivió después de tantos años. Harry le regalaba algunas sonrisas condescendientes pero su atención estaba puesta en sus amigos que iban llegando al lugar poco a poco. Neville, Dean, Seamus rodeaban a Ron y brindaban sin tregua, aquella noche prometía terminar en una borrachera épica.

Los mayores de los Weasley estaban sentados en una mesa con Lee Jordan y otros chicos que Harry no conocía. No en vano habían pasado diez años desde la última vez que había estado reunido con todo ellos, Harry no dejaba de sentirse fuera de lugar. Sin ser notado se escabulló fuera de la vieja taberna, en ese momento deseaba como pocas veces tener un cigarrillo, pero no había traído ninguno. Tomó aire profundamente, disfrutando de las luces de la noche, de la calidez de Hogsmade y la lejana visión de Hogwarts que se alzaba entre la neblina. Tenía tantos años sin ver el lugar donde pasó los momentos más importantes de su vida.

En Hogwarts no sólo había conocido la verdad de su origen, también había encontrado un hogar y amigos verdaderos a los que tenía la suerte de mantener a pesar de la distancia y el tiempo. En ese mismo pueblo en el que se encontraba ahora, había paseado con Ron y Hermione en días de disfrute y luego metiéndose en más problemas de los que quería recordar. Se dejó envolver por la nostalgia, recordando el aroma de los pasillos del viejo castillo, donde había aprendido sus primeros hechizos y luchado sus primeras batallas. Sonrió al recordar que muchas de esas batallas fueron contra Draco y de pronto la conversación con Hermione volvió a su mente, al igual que la necesidad de comunicarse con Draco. Metió las manos a los bolsillos para buscar el celular y ver si por fin lograba hacerlo funcionar, pero lo que encontró en su abrigo fue más bien la pequeña caja aterciopelada que aquella misma mañana Ron le había dado cuando se probaba la túnica. Había olvidado que la tenía ahí, la abrió con solemnidad y pudo ver los aros que en pocas horas Ron y Daphne iban a intercambiar, aún no podía creer que Ron le hubiese confiado algo tan importante, y es que claro, Ron no tenía idea de todo lo que estaba pasando en el cúmulo de emociones que era Harry en ese momento. Tomo el anillo más pequeño en sus manos, era de delicado oro blanco rodeado de brillantes, el de Ron era del mismo material pero tenía un grabado en lugar de las piedras preciosas, era bastante más masculino y menos ostentoso. Harry se imaginó que de ser las cosas distintas, así podrían ser las alianzas que podría intercambiar con el pelirrojo; pensando en eso, Harry se puso el anillo de Ron, observando embelezado por varios minutos como su mano lucía aquella joya que no le pertenecía.

- ¡Hey Harry¡ -escuchó la voz de Seamus acercándose a buscarlo.

De prisa, Harry intentó quitarse el anillo y regresarlo a su lugar pero este se quedó atascado en su mano, apretando ligeramente su dedo en un claro recordatorio de que las manos de Ron eran un poco más delgadas que las suyas. Nervioso metió la mano al bolsillo a tiempo antes de que seamos hiciese su aparición y lo arrastrase de vuelta a la pequeña fiesta.

****

Algunas horas más tarde los chicos seguían disfrutando de las bromas y las viejas anécdotas, bebiendo whiskey de fuego acompañado de enormes risotadas. Harry no había bebido mucho, pero lo suficiente como para sentirse un poco tonto y a cada minuto que pasaba se sentía más ansioso. El anillo de Ron le presionaba el dedo hasta el punto de causarle un ligero dolor y su mente no dejaba de comparar la presión que sentía con lo cómodo que había sido usar el viejo anillo de los Malfoy esa mañana. Draco. Una vez más sus pensamientos lo dirigían a su amigo y entonces Harry volvía a tener la necesidad de hablar con él, de contarlo lo sucedido con Ron en el Támesis, de dejarse consolar por las irónicas frases a las que tanto estaba acostumbrado.

Sin pensarlo demasiado Harry salió de Las Tres Escobas en busca de un lugar donde concentrarse para desaparecerse y volver a su hotel, pero su plan se vio interrumpido por los pasos de Ron que lo seguían.

- ¿A dónde vas? -preguntó el pelirrojo rodeándolo con sus brazos por los hombros.

-Necesito volver al hotel y comunicarme con Draco.

-Y así dices que no salen juntos -se burló Ron con la sonrisa un poco tonta debido al licor.

-No es por eso, Ron -dijo Harry calmado-. Es por un asunto de la editorial, olvide mandarle unos borradores que tiene que presentar mañana y mi celular no tiene señal aquí.

-Seguramente puede esperar unos días.

-No, tiene que ser mañana.

-Mañana es mi boda, Harry -dijo Ron-. No me salgas ahora con que vas a trabajar el día de mi boda.

-Claro que no, por eso quiero irme ahora y llegar a algún lugar donde exista la tecnología muggle y pueda comunicarme con Draco.

-Mándale una lechuza -sugirió Ron-. Es más efectivo que esos aparatitos.

-No hay lechuzas en mi hotel, Ron.

-Pero en casa sí -contestó sonriendo-. Vamos, pasa la noche en La Madriguera, no hemos estado mucho juntos y mis padres se mueren por estar contigo también. Puedes usar una de las lechuzas de casa.

-No lo sé.

-Será divertido, de todas formas yo me voy a casa ya, no quiero tener resaca mañana -dijo el pelirrojo divertido-. Te dejaré la chimenea para que hables con Malfoy todo lo que quieras.

Harry sonrió y aceptó la oferta. Una noche más con Ron, unas horas más para ver si lograba reunir el valor y decirle finalmente la verdad.

****

La Madriguera seguía siendo el lugar acogedor que Harry recordaba. Molly y Arthur estuvieron felices de recibirlo y a pesar de lo avanzado de la hora, Molly no paró hasta servirles té y bollitos de mantequilla como si aún fueran unos niños hambrientos.

Luego de una amena charla, el matrimonio Weasley se retiró a descansar y Harry aprovechó para intentar localizar a Draco, pero su chimenea estaba cerrada. Sintiendo que la ansiedad se apoderaba de él le mandó una lechuza pero los minutos pasaban y sus nervios se incrementaban, no tenía idea de cómo iba a hacer para esperar hasta que el ave regresase con noticias del rubio. Ron lo había observado con mirada burlona todo ese tiempo, seguramente pensando que su interés por comunicarse con el rubio era otro. Cuando George, Bill y Charlie llegaron a casa Harry se escabulló a los jardines y después de caminar un poco y alejarse de la casa por fin logró que su celular tuviese señal, pero el de Draco continuaba apagado, así que con resignación se limitó a dejarle un mensaje.



- ¿Dónde estás? Tengo horas intentando hablar contigo -le dijo Harry a la maquina- No estarás enojado conmigo, ¿verdad? Maldición, Draco, aquí todo está complicado y no sé que hacer… ¿al menos puedes devolverme la lechuza? ¡Mierda! ¿Qué hora es allá? No tengo idea, debes estar tomándote un trago quizás, seguramente estás en el Soho esperando volver a casa con algún tío muy follable -dijo con tristeza-, luego quiero todos los detalles, así me levantas el ánimo cuando hablemos -soltó una risita-. ¿Sabes? Sé que nos vimos en la mañana pero… te extraño -confesó el moreno-. Merlín, no sé que me pasa, debe ser el whiskey de fuego… te llamo mañana.

Harry cortó la llamada y se quedó mirando la nada, sumergido en el silencio de la noche. Cuando estaba por volver a la casa una lechuza le dio el alcance. Con una sonrisa desató la carta que llevaba.

"¿Siempre te vuelves así de cursi cuando estás en Londres?
Me quedé sin batería y acabo de escuchar tu mensaje, ve a descansar
y hablaremos en la mañana, ¿de acuerdo?
No hay chicos para mi hoy, aún no me recupero del
noviazgo más corto de la historia.
No hagas más idioteces y deja de mandarme lechuzas que
intento dormir… y no me hagas decirte que también
te extraño, gilipollas.

Draco"

Harry sonrió y de pronto todo le pareció más ligero. Era increíble como sólo unas cuantas palabras de su amigo podían tranquilizarlo. Siempre era así, desde que Draco se coló en su vida había sido de esa manera, tenía las palabras exactas para ponerlo en perspectiva de las cosas, para calmar su ansiedad cuando estaba inseguro, pero pasaban tanto tiempo juntos que Harry nunca había notado lo crucial que era la presencia de Draco en su vida y la paz que su antiguo enemigo le otorgaba.

Pensando en eso volvió a la casa, con el corazón más confundido que antes pero invadido por el bienestar que sentía cuando Draco estaba cerca de alguna manera. Tan concentrado en sus pensamiento estaba que ni siquiera notó que Draco había contestado en la parte trasera de la carta que el envió antes y eso era algo que el rubio no solía hacer, como tampoco notó que de estar en New York, Draco estaría cenando quizás y no intentando dormir, Draco nunca se iba a la cama antes de la medianoche, ni siquiera cuando se sentía agotado.

Entró en la casa justo y encontró a Ron solo, comiéndose los bollitos que habían sobrado.

- ¿Lograste hablar con Malfoy? -Harry asintió-. Perfecto, a ver si así quitas esa cara de funeral.

Harry se sentó a su lado y por un momento pensó que podía aprovechar que todos se habían ido a dormir para finalmente poder hablar con Ron. Pero una lechuza entró por la ventana y cambió sus planes. Ron la miró sorprendido, eran casi las dos de la mañana y nadie mandaba lechuzas a esa hora a menos que fuese una emergencia.

El pelirrojo desenrolló el pergamino y Harry pudo ver como su ceño se fruncía conforme iba leyendo.

-Es de Fergusson McSanderns -dijo Ron sin despegar los ojos del pergamino-. Es uno de los entrenadores de los Puddlemere, estuvo esta noche con nosotros.

Harry dedujo que el tal McSanderns debía ser aquel tipo apuesto que estuvo largo rato con George y Lee jordan.

-Ron, sé que no es el mejor momento y le prometí no mencionar nada -leyó el pelirrojo en voz alta-, pero creo que debes saber antes de la boda que tu futuro suegro tiene intenciones de sabotear tu contrato con los Puddlemere para que puedas dedicarte a trabajar con los Greengrass. Creo que tienes que saber la clase de magos que son.

Ron no podía dejar de mirar el pergamino y Harry pudo ver cómo sus ojos se llenaban de una sombra de decepción y tristeza que le rompió un poco el corazón y lo hicieron sentirse terriblemente culpable. Ron caminó hacia la chimenea y le pidió al elfo que lo atendió que llamase a Daphne. Harry intentó confesar la verdad pero Ron estaba demasiado ofuscado para escucharlo y le pidió que lo dejase solo.

****

Harry cerró la puerta de la habitación de Ron sintiéndose de inmediato invadido por los recuerdos de su infancia, de los veranos pasados en esa casa, durmiendo en ese mismo cuarto, cuando todo era más fácil y menos doloroso. El remordimiento lo estaba matando, no podía creer que le había causado ese dolor a Ron, él siempre pensó que si alguien terminaría con el corazón roto, esa sería Daphne y la verdad era que podía vivir con eso, pero no siendo él quien le causase desolación a su amigo de toda la vida. Frustrado se dejó caer en la vieja cama que él solía ocupar en sus días de escuela y se quedó observando la oscuridad.

Casi una hora después Ron entró a la habitación y se sentó en su cama, Harry lo miró y se mantuvo en silencio por un momento. Ron con expresión derrotada le contó como Daphne había negado todo y la discusión que habían tenido. Se había acabado. Ron había roto el compromiso y Harry una vez más se encontraba en medio de un torbellino de emociones sin saber si estar feliz por haberse salido con la suya o si hacerle caso a su Gryffindor interior y confesar la verdad.

-Llévame contigo a New York -dijo de pronto Ron y Harry supo que ya no había marcha atrás.

Pasaron un rato más, en la oscuridad planeando lo que harían en la ciudad, Harry enumeró todos los lugares a los que iba a llevar a Ron y todas las cosas curiosas que podría encontrar en el mundo mágico de la Gran Manzana. En medio de la conversación Ron notó que Harry llevaba puesto el anillo de bodas y a pesar del bochorno que el moreno sintió al confesar que se lo había probado por curiosidad, se sintió agradecido cuando Ron lo saco suavemente usando su varita.

Cuando el joven pelirrojo se quedó dormido Harry puso su mente a pesar nuevamente. Irse con Ron era más de lo que había esperado, así que Harry esperaba que con el pasar de los días se sentiría bien con el rumbo que tomaron las cosas.

****

Harry despertó de golpe porque alguien lo zarandeaba fuertemente del hombro. Se sentó sobresaltado y tanteo en busca de sus lentes. Se los puso y la borrosa imagen que lo había despertado tomo forma. Pasó una mano por su cabello, completamente confundido.

-Levántate, ¡ahora!

- ¿Qué pasa Hermione?

- ¿Que qué pasa? -preguntó ella visiblemente molesta- Todavía tienes cara para preguntar qué pasa… todo pasa, Harry. Ron se fue a casa de los Greengrass convencido de romper el compromiso. ¡Eso pasa!

-No, pero… ¿para qué fue? -preguntó desconcertado Harry mientras se deshacía de las mantas-. Se suponía que tomaríamos un traslador juntos en unas horas.

- ¿Entonces vas a seguir con eso? -inquirió Hermione- Definitivamente te volviste loco. Sabes que todo esto es un invento tuyo y no te importa arruinar la felicidad de Ron. Te desconozco.

-Hermione… tú no entiendes, sé que todo parece horrible ahora pero…

-Pero nada -interrumpió ella-. Vístete y anda a casa de Daphne, están en un desayuno para comenzar los festejos de la boda. Arthur y Molly se están arreglando ahora mismo para ir también. Así que mueve el culo y arregla todo este enredo.

-Tengo que buscar a Ron antes de que se arrepienta -dijo él ignorando por completo las palabras de su amiga.

-No -dijo ella sujetándolo del brazo-. Lo que tienes que hacer es reaccionar, darte cuenta del error que estás cometiendo y hacer lo correcto.

Harry la miró por un momento sabiendo que ella tenía razón. Que su propia conciencia jamás lo dejaría ser feliz con Ron si las cosas seguían de esa manera. Pero tenía miedo, miedo de la reacción de su amigo, miedo de finalmente perderlo, miedo de verlo casarse. ¡Diablos! Cuánta falta le hacía Draco en ese momento.

****



El celular vibró y Harry salió corriendo del baño para contestarlo. Ya todos se habían ido y él era el único en La Madriguera en ese momento.

-Draco -dijo aliviado al contestar.

- ¿Listo para el gran día? -preguntó el rubio.

-Merlín, tengo tanto que contarte, pero ahora no puedo, tengo que ir a la mansión Greengrass.

-Claro, anda y sé un buen padrino.

-Más bien intento no ser el padrino -confesó el moreno-. Ron se va a New York conmigo, o al menos creo que será así, no sé que está pasando ahora y de verdad tengo que irme.

- ¿Weasley se va a casa contigo?

-Realmente espero que sí -contesto Harry-. Te llamó más tarde, de acuerdo… me muero de ganas de verte y contarte todo… -Harry se despidió de prisa y terminó de vestirse.

Draco, del otro lado de la línea se quedó inmóvil, como si alguien le hubiese lanzado un poderoso Petrificus Totalus. Eso era todo, era el final, se había quedado en Londres aún ni entendía bien por qué, quizás por la absurda esperanza que le habían dado las palabras de Hermione. Pero eso era todo. Era tiempo de volver a New York.

****

Harry salió de la chimenea vistiendo ropas muggles y se dirigió a pasó rápido hacia el jardín. El lugar lucía imponente, lleno de mesas y decoraciones. Casi todos los invitados a la boda se encontraban ahí, muchos magos y brujas luciendo sus elegantes túnicas y conversando aquí y allá. Harry buscó con la mirada a Ron y lo encontró en una de las mesas, junto con su futuro suegro, Arthur y algunos otros magos de la misma edad. Caminó hacia él y a penas Ron lo vio se disculpó para acercarse al moreno.

-Pensé que tomaríamos un traslador hoy -increpó Harry sin ocultar su enojo.

-No podía irme así, no soy un cobarde -contestó Ron-. Si voy a terminar el compromiso tengo que dar la cara.

-Al menos hablaste con Daphne, ¿cierto?

-No, no he podido verla. Astoria me dijo que no ha salido de su habitación.

- ¡Ron! La boda es en menos de cuatro horas y como te darás cuenta todos creen que sí habrá una boda aquí… ¿qué estás esperando?

Harry pudo ver la duda en los ojos azules de Ron y sintió una punzada en el corazón al notarlo. Por un momento pensó que Hermione tenía razón y estaba cometiendo un error enorme.

-Yo… -titubeó Ron- necesito saber que ella está bien.

****

Hermione caminaba con Ginny y Fleur por el jardín sin dejar de observar a su alrededor en espera de que Harry apareciese de una vez por todas para arreglar las cosas. De pronto lo vio, a un lado del jardín hablando con Ron, ambos lucían bastante tensos. La bruja esperaba que finalmente Harry recobrase un poco de cordura. ¿Cómo podía ser Harry tan ciego? Hermione no lo entendía, cómo podía estar ahí intentando recuperar un romance de adolescencia cuando tenía en casa a un mago dispuesto a jugarse la vida por él y por lo poco que ella había podido observar, Draco era correspondido, aunque Harry se empeñase en encerrar esos sentimientos hasta el punto de no darse cuenta él mismo. Hermione no podía quedarse de brazos cruzados.

La suerte parecía estar de su lado porque en ese momento Theodore Nott y su esposa entraban al jardín. Hermione se acercó a ellos para saludarlos, a pesar de que habían hablado poquísimas veces en todos esos años, pero si alguien sabía cómo ubicar a Draco, ese tenía que ser Nott.

Luego de intercambiar algunas palabras Hermione fue directo al grano y le pidió el número de Malfoy. Nott se mostró renuente a darle información a Hermione, mucho menos a continuar con esa conversación, pero la bruja estaba decidida e iba a conseguirlo aunque tuviese que sacarle el número a crucios.

-No veo que sentido tiene que hables con Draco -dijo Nott-, yo veo a Potter muy concentrado en Weasley, no creo que porque Draco se aparezca aquí eso vaya a cambiar.

-Tal vez no, pero Ron va a casarse de todas formas hoy y el único que puede detener a Harry de arruinar una boda y hacer el papelón de su vida es Malfoy.

Nott la miró con desconfianza, aún sin creer que hubiese algo que ellos pudiesen hacer, además no era su especialidad andar de celestino por la vida, para ser honestos. Pero Hermione lo miraba profundamente y bueno, si ella quería meterse en aquel enredo de novela rosa era muy su problema, él no quería saber nada del asunto, pero tampoco quería ser acosado por una Gryffindor embarazada y seguramente hormonal.

-Vamos -dijo Nott ofreciéndole su brazo-. Draco está en mi casa así que puedes usar la chimenea e ir a hablar con él si eso es lo que quieres.

Los ojos de Hermione brillaron al escuchar que Draco no se había ido de Londres como todos creían. Segundos después, la bruja salió de la chimenea en casa de Nott encontrándose cara a cara con un Draco a punto de salir por esa misma chimenea.

- ¿Qué demonios haces aquí Granger? -preguntó el rubio desconcertado.

-Siéntate -contestó ella-. Tenemos que hablar.

****

Harry caminó dentro de la casa bastante mortificado. Hacía sólo unas horas que todo parecía perfecto y de pronto Ron tenía un arrebato de arrepentimiento y ahora él iba en busca de Daphne a dónde fuese que estuviese metida dentro de la enorme mansión.

Luego de recorrer algunos pasillos la encontró en un saloncito de té que tenía un amplio balcón desde donde se podía apreciar el jardín trasero, alejado del ruido de los invitados y el alboroto. Harry entró y cerró la puerta detrás de él y Daphne volteó a mirarlo, se veía bastante consternada.

- ¿Cómo está? -pregunto la joven.

-Desconcertado -contestó Harry-. No entiende por qué no le has dicho a nadie que la boda se canceló.

-Es que yo no lo puedo creer -dijo ella con voz fría-. Me siento tan enojada con él, no sé cómo puede pensar semejante cosa de mí, de mi familia… y al mismo tiempo quiero ir a explicarle, asegurarle que está siendo un completo tonto y que no vale la pena mandar arruinar nuestros planes por un rumor.

Harry la miró un momento, era cierto que ella se veía calmada en apariencia, pero cuando se acercó pudo notar que llevaba los ojos rojos en notable muestra de las lágrimas derramadas y un halo de preocupación en su rostro. Obviamente la ex Slytherin estaba tratando de mantener la aparente máscara de tranquilidad e indiferencia que tanto le recordaba a Draco.

-No has pensado -dijo Harry después de un momento de silencio- que tal vez Ron está usando este malentendido, como tú lo llamas como pretexto… tal vez él no está preparado para un compromiso así de grande.

Daphne lo miró como si le hubiesen salido dos cabezas de pronto.

-Harry, yo sé que eres su mejor amigo y no dudo que conozcas muy bien a Ron, pero créeme que sé perfectamente cómo es él, que su palabra de mago vale mucho para él y no me habría propuesto matrimonio en primer lugar si no estuviese seguro.

-Lo sé -dijo Harry frustrado-, pero tienes que reconocer que Ron es un tipo… simple… él… puede sentirse abrumado por tu posición.

- ¿Estás tratando de decirme que de pronto Ron se vio intimidado por la fortuna de mi familia?

-Ron es un tipo sencillo que compartió túnicas y libros con todos sus hermanos… -continuó Harry- él está acostumbrado a las cosas sencillas… él siempre será de cerveza de mantequilla… y tú, tú eres un champaña francés, ¿me entiendes?

-Oh Harry, créeme, yo tengo mucho de cerveza de mantequilla.

-No, Queenie, tú eres champaña francés, del más caro. Nunca serás cerveza de mantequilla.

-Estás confundiéndome -dijo ella dejando salir su frustración-. El punto es que yo puedo ser lo que sea que Ron necesite como él lo es para mí, eso es lo que nos hace funcionar.

-Pues parece no estar funcionando -dijo Harry ganándose una mirada de enojo de parte de la bruja-. El punto es que todos esperan que haya una boda en cuatro horas y si no dices nada será bastante vergonzoso cuando el novio no se presente.

La joven bruja se sentó cubriéndose el rostro con las manos, Harry sintió una ráfaga de culpa al verla tan preocupada y una voz diciéndole que estaba arruinando no sólo la vida de Daphne, sino también la de Ron. Aun así se quedó ahí mirándola sin decir nada más.

-La verdad es que sí quisiera que Ron tuviese un mejor empleo y claro que quiero que vivamos cómodos… que viajemos y hagamos todas esas cosas dignas de la sociedad mágica -confesó Daphne-. Pero nada de eso importa cuando pienso en no compartirlo con él… ¿puedes decirle eso? Que comparado con él, toda la fortuna, todas las comodidades no significan nada… ¿puedes decirle que lo amo?

Harry quería decirle que no, que no haría nada, que él se iba a ir a New York con Ron como lo habían planeado la noche anterior, pero no pudo el peso de la culpa era demasiado grande… ¿en qué tipo de persona se estaba convirtiendo? No podía reconocer la mitad de las reacciones que había tenido en los últimos cuatro días. No entendía cómo es que estaba perdiendo la cabeza de aquella manera.

Vencido, Harry asintió y salió del saloncito en busca de Ron, esperando que su amigo mantuviese su palabra y terminase el compromiso a pesar de todo.

Por supuesto eso no sucedió. Ron olvidó todo el malentendido cuando Harry se vio acorralado por sus preguntas, tuvo que decirle que sí, que Daphne aún lo amaba, quizás más que nunca y seguía dispuesta a continuar con la boda. Los ojos de Ron se iluminaron y Harry vio sus planes derrumbarse como un castillo de naipes. Tuvo que volver al interior de la mansión para decirle a Daphne que Ron había decidido olvidar todo ese malentendido y continuar con la boda. Mientras caminaba se preguntó si así se habría sentido Hermione durante el tiempo en que él y Ron no se hablaban, reducida de amiga a lechuza. Daphne se emocionó y gritó dando brinquitos dignos de una adolescente sacada de las series que a veces veía en la televisión.

Sin poder soportar más el giro de los eventos, Harry salió del saloncito y se quedó un momento en la sala principal de la casa. Estaba tan concentrado en maldecir su mala suerte que no notó cuando Hermione salió por la chimenea con una sonrisa de superioridad.

- ¿Qué pasó? -preguntó ella acercándose.

-Ron decidió continuar con la boda -respondió Harry con voz derrotada.

-Eso es maravilloso -dijo Hermione-. Me alegra mucho de que hicieses lo correcto, Harry, que les dijeses la verdad.

-Yo no hice nada -confesó él-. Ron sigue pensando que todo es cierto, pero aun así va a casarse con ella, no lo entiendo.

-Está enamorado Harry -dijo Hermione-. Tan simple como eso. Enamorado y dispuesto a vencer los obstáculos que se les interpongan.

Harry la miró con tristeza y ella le dio un cálido beso en la frente.

-Estoy segura de que pronto entenderás de lo que estoy hablando.

Hermione abandonó la salita en dirección al jardín y Harry permaneció sentado en el mismo lugar por algunos minutos. Frustrado. Al final Ron estaba dispuesto a compartir su vida con Daphne a pesar de las dudas y el enojo, ninguno de sus esfuerzos había valido la pena. Lo irónico era que Harry en los últimos tres días había hecho uso de toda su vena Slytherin para inventarse cosas, recurriendo a trucos un poco bajos mientras que Draco y Hermione se empeñaban en decirle que simplemente dijese la verdad. De pronto levantó la cabeza, eso era lo que tenía que hacer y aún tenía tiempo, tal vez todavía le quedaba una última oportunidad, diciendo la verdad. Se puso de pie y salió corriendo por los jardines en busca de Ron.

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