Nuevo short
Hacía bastante que no escribía un short de House y Cameron. Como mañana no tengo examenes (aunque tengo que estudiar Filosofía para el viernes) he escrito esto. Es muy light, y si le echáis un poco de imaginación se puede aplicar a todos los shipper de casi todas las series. Ahí queda eso.
Título: Confianza ciega.
Pareja: House y Cameron.
Calificación: PG.
Clasificación: amistad/¿romance?
Resumen: cuando confías ciegamente en alguien te convences de que no te hará daño. Hasta que lo hace.
Respiraba entrecortadamente apoyada en la puerta del servicio de mujeres.
Había entrado hace pocos minutos como una exhalación y se había apoyado en la madera, temiendo perder el equilibrio y caer al suelo.
Nunca imaginó que vería algo así. Y aquel día había llegado.
Respiró hondo tres veces. Decían que eso venía bien para esa clase de situaciones, pero ahora sentía que se iba a desmayar si seguía respirando hondo.
Se giró y salió del baño como si nada hubiese pasado.
En el pasillo, varios médicos hablaban ajenos a todo. Enfundados en sus trajes de corbata, y sus respectivas mujeres vestidas con sus mejores galas.
Y sintió que se ahogaba de nuevo. El olor a alcohol y puro la estaba matando.
Cogió el ascensor y subió a la azotea. Y allí le encontró. Como suponía que sería.
Él, al verla, suspiró resignado y volvió a mirar al frente.
-El aire está muy cargado ahí abajo - dijo acercándose al muro de protección.
-Cierto.
-¿Es eso por lo que...
-No - contestó él aún mirando al horizonte.
-Bien.
-¿No quieres saber por qué? - ahora la miró.
-Supongo que no es mi problema.
-He visto lo mismo que tu - ella giró la cabeza y se encontró con sus ojos - y ahora intento olvidarlo.
-No eres tu quien sale dañado en todo esto - luchaba para que las lágrimas no saliesen una vez más.
-¿Tu crees? Me ha hecho tanto daño que me gustaría partirle la cara a ese cabrón - dijo furioso.
-No tienes que entrar en esto...
-No entiendo cómo alguien que te dice que te quiere te puede dar la puñalada trapera.
-Ni yo. Y tampoco quiero saber por qué lo ha hecho.
La inmunóloga se miró el dedo anular de su mano derecha. Ahí descansaba un anillo de diamantes precioso. Con sumo cuidado se lo quitó, esta vez no pudiendo evitar que las lágrimas saliesen de sus ojos.
-Ya no merece la pena - susurró antes de tirar el anillo por la azotea, viendo cómo caía en el suelo.
-¿Le vas a decir algo... - comenzó preguntando él.
-¿Yo a él? Si quiere algo que me lo diga él a mi. Lo que verá cuando llegue a casa serán las maletas en la puerta - dijo lentamente.
-Se que no suelo preguntar esto, pero... - se giró completamente y se puso frente a ella - ¿estás bien?
Cameron imitó al nefrólogo y quedaron uno frente al otro, solo que ella agachó la cabeza.
-Nunca me habían engañado - dijo casi para sí misma - ni siquiera tu, que nunca estuvimos juntos, pero... - levantó la cabeza. Sus ojos estaban llenos de lágrimas - nunca he tenido que sufrir por verte con otra. Y ahora va él y...
House no la dejó terminar. La cogió de la cintura y la atrajó hacia él, abrazándola, reconfortándola.
-Estás helada.
-No siento el frío - dijo ella llorando - creo que ya no siento nada.
House apoyó la cabeza en su pelo y lo olió. Olía a vainilla. Le encantaba.
-La fiesta se está volviendo algo aburrida - se separaron - tengo una idea mejor. Por qué no.. te llevo a tu casa, te das un baño, ves la tele...
-Con una condición - dijo ella.
-¿Cuál?
-Que todo eso lo hagas tu conmigo.
-Está bien - a Cameron le sorprendió su respuesta, pero aún así sonrió abiertamente mientras se secaba las lágrimas que aún caían por sus mejillas - pero lo del baño hay que negociarlo. No soy tan fácil.
Cameron rió. House la miró sonriendo y le tendió la mano.
-¿Vamos?
-Vamos.
Título: Confianza ciega.
Pareja: House y Cameron.
Calificación: PG.
Clasificación: amistad/¿romance?
Resumen: cuando confías ciegamente en alguien te convences de que no te hará daño. Hasta que lo hace.
Respiraba entrecortadamente apoyada en la puerta del servicio de mujeres.
Había entrado hace pocos minutos como una exhalación y se había apoyado en la madera, temiendo perder el equilibrio y caer al suelo.
Nunca imaginó que vería algo así. Y aquel día había llegado.
Respiró hondo tres veces. Decían que eso venía bien para esa clase de situaciones, pero ahora sentía que se iba a desmayar si seguía respirando hondo.
Se giró y salió del baño como si nada hubiese pasado.
En el pasillo, varios médicos hablaban ajenos a todo. Enfundados en sus trajes de corbata, y sus respectivas mujeres vestidas con sus mejores galas.
Y sintió que se ahogaba de nuevo. El olor a alcohol y puro la estaba matando.
Cogió el ascensor y subió a la azotea. Y allí le encontró. Como suponía que sería.
Él, al verla, suspiró resignado y volvió a mirar al frente.
-El aire está muy cargado ahí abajo - dijo acercándose al muro de protección.
-Cierto.
-¿Es eso por lo que...
-No - contestó él aún mirando al horizonte.
-Bien.
-¿No quieres saber por qué? - ahora la miró.
-Supongo que no es mi problema.
-He visto lo mismo que tu - ella giró la cabeza y se encontró con sus ojos - y ahora intento olvidarlo.
-No eres tu quien sale dañado en todo esto - luchaba para que las lágrimas no saliesen una vez más.
-¿Tu crees? Me ha hecho tanto daño que me gustaría partirle la cara a ese cabrón - dijo furioso.
-No tienes que entrar en esto...
-No entiendo cómo alguien que te dice que te quiere te puede dar la puñalada trapera.
-Ni yo. Y tampoco quiero saber por qué lo ha hecho.
La inmunóloga se miró el dedo anular de su mano derecha. Ahí descansaba un anillo de diamantes precioso. Con sumo cuidado se lo quitó, esta vez no pudiendo evitar que las lágrimas saliesen de sus ojos.
-Ya no merece la pena - susurró antes de tirar el anillo por la azotea, viendo cómo caía en el suelo.
-¿Le vas a decir algo... - comenzó preguntando él.
-¿Yo a él? Si quiere algo que me lo diga él a mi. Lo que verá cuando llegue a casa serán las maletas en la puerta - dijo lentamente.
-Se que no suelo preguntar esto, pero... - se giró completamente y se puso frente a ella - ¿estás bien?
Cameron imitó al nefrólogo y quedaron uno frente al otro, solo que ella agachó la cabeza.
-Nunca me habían engañado - dijo casi para sí misma - ni siquiera tu, que nunca estuvimos juntos, pero... - levantó la cabeza. Sus ojos estaban llenos de lágrimas - nunca he tenido que sufrir por verte con otra. Y ahora va él y...
House no la dejó terminar. La cogió de la cintura y la atrajó hacia él, abrazándola, reconfortándola.
-Estás helada.
-No siento el frío - dijo ella llorando - creo que ya no siento nada.
House apoyó la cabeza en su pelo y lo olió. Olía a vainilla. Le encantaba.
-La fiesta se está volviendo algo aburrida - se separaron - tengo una idea mejor. Por qué no.. te llevo a tu casa, te das un baño, ves la tele...
-Con una condición - dijo ella.
-¿Cuál?
-Que todo eso lo hagas tu conmigo.
-Está bien - a Cameron le sorprendió su respuesta, pero aún así sonrió abiertamente mientras se secaba las lágrimas que aún caían por sus mejillas - pero lo del baño hay que negociarlo. No soy tan fácil.
Cameron rió. House la miró sonriendo y le tendió la mano.
-¿Vamos?
-Vamos.