[traducción] So long, lonesome | Havoc/Ed | FMA

Apr 02, 2009 18:35

Título: So long, lonesome. primera parte
Fandom: Fullmetal Alchemist
Personajes: Havoc/Ed
Palabras: 2.345
Notas: TRADUCCIÓN con permiso de la autora, wen_renee. Aproveché para mandarla a Intruders. Ed tiene quince años y puede estar un poco OOC, aviso. Aún así, merece la pena.



-Mierda mierda mierda mierda…

Un rubio paseaba de un lado a otro por los pasillos del Cuartel General de East City… un nervioso, malhumorado rubio quinceañero con una gabardina roja y unos pantalones de cuero negros.

-Hermano, cálmate -dijo Al con cautela, dirigiendo un guante hueco hacia el hombro de Ed, pero fue rechazado antes de que pudiese hacer ningún bien.

-¡Maldita sea, Al! ¡No me digas que me calme! ¡Estoy calmado! ¡Joder!

La armadura soltó un suspiro de exasperación, y el yelmo negó con molestia.

-Hermano. Es. Una. CITA. ¿Es algo bueno, recuerdas?

-¡Sí! ¡Lo sé! ¡Es genial! ¡Es jodidamente genial! ¡Ahora cállate y déjame pensar, joder!

-¡¿Qué es lo que tienes que pensar?!

-No lo sé-yo… ¡Argh! ¡Mierda! Esto es genial, jodidamente genial… -a juzgar por su tono, era de todo menos genial…
No había manera de razonar con él, y Al no iba a perder su tiempo intentándolo. Si Ed quería estresarse durante las próximas dos horas antes de que tuviera que encontrarse con… bueno, cualquiera que fuese su nombre… entonces podía castigarse sólo. De hecho, sería mejor si realmente le dejara fuera de combate, y entonces podrían quedar en el hospital donde la chica se sentiría horrible y acabaría locamente enamorada de él. Problema resuelto.

-Muy bien, hermano. Me vuelvo a los dormitorios. Diviértete, y hazme saber con antelación si vais a necesitar la habitación para vosotros. Preferiría no estar allí para ese tipo de conversación.

-¡AL!

-Bueno, nunca se sabe… podrías tener suerte.

-¡CIERRA LA MALDITA BOCA!

-H-hey, Havoc… ¿está, hum, está el Coronel ocupado?

El Alférez Jean Havoc miró por encima de la montaña de documentos que no era suya, y se sorprendió ligeramente al ver a Edward Elric moviéndose un tanto ansioso en la entrada. El adolescente miró hacia el vestíbulo, después se inclinó tratando de atisbar en la oficina interior a través de la puerta entreabierta.

-No está ahí -murmuró Havoc, y gruñó para sí mismo-; pero sí, está ocupado…

Ocupado con mi chica…
Otra cita robada, y otra pila de papeleo abandonado en la oficina exterior para que Roy-Sexycalzoncillos-Mustang pudiera dejar pronto la oficina para pasar una maravillosa tarde con una maravillosa chica ¡que Havoc había visto PRIMERO! Y, naturalmente, el resto se habían ido pronto de fin de semana también, dejándole a él falsificando la firma de su superior en cada página de aquel montón de cuatro centímetros de grosor de documentos oficiales, toda para su pobre y solitaria persona.

-Oh. Hum, vale.

La expresión de Ed podía haber sido tanto de alivio como de decepción -Havoc no podía decirlo-. Pero sí podía afirmar que había algo serio en la mente del crío… y no era como si tuviese algo mejor que hacer…

-¿Qué ocurre, jefe? ¿Te preocupa algo? -preguntó, con lo que esperaba fuera un tono interesado, abandonando el formulario de requisitos número quince en la fila de en medio de una firma. Un segundo pensamiento le llevó a terminar, sin embargo, ya que “Coronel Roy Sexy” quedaba muy raro. Garabateó el resto de “Sexycalzoncillos Mustang” y lanzó su bolígrafo con un suspiro exasperado.

Ed dudó, luego se adentró en la oficina.

-Algo así -murmuró-. Sólo tenía una pregunta que hacerle…

-¿Oh?

-Sí…

Hubo un silencio incómodo, roto por el sonido de una pesada bota golpeando una silla cercana.

Oh, por el amor de…

Havoc sacó su inquietantemente ligero paquete de tabaco -¿ya se había fumado tantos?-, encendió uno y le dio una maravillosa y larga calada… justo lo que necesitaba. Ed le miraba interesado. Consideró brevemente ofrecerle uno, pero una vez más, se metería en problemas por ello.

En vez de eso, se encontró a sí mismo empujando una silla enfrente suyo fuera del escritorio, y haciendo un ademán para que Edward tomara asiento.

-Muy bien, Ed. Oigámoslo.

-¿Qu-qué?

-Siéntate. Estás dándole vueltas a algo, y no quiero ser responsable de la destrucción de material militar. Así pues, cuéntame cuál es el gran problema, y deja de pasearte por los pasillos buscando algo que romper.

-… Bien…

Havoc le miró, y una violenta sombra roja cubrió a Ed antes de continuar.

-Agh… Mierda. Pues tengo una cita, ¿vale? Y no sé que demonios se supone que tengo que hacer, así que pensé que si Mustang es el mujeriego que todo el mundo dice que es, sería capaz de ayudarme… Eso -metió las manos en los bolsillos y miró resueltamente en otra dirección.

Era difícil mantener una cara neutra ante eso, y Havoc no pudo contener la risa ahogada.

-¡Cállate! ¡No es como si tú tuvieras mucha acción!

Esta vez, Havoc le miró directamente. El chico había cruzado la línea. Alquimista de Acero o no, Jean Havoc no iba a permitir que un quinceañero le hablara de esa manera.

-Mira, niño -dijo, señalando a Ed con el cigarro entre sus dedos-. Sólo porque Mustang es un sucio, zalamero, gilipollas roba-novias no significa que sea todo lo que dicen de él. Y he tenido un montón de acción, muchasgracias. Después de todo, tengo que tener novias para que el Coronel -imbécil como es- las robe, ¿no?

De alguna manera, aquello no había sonado tan bien como esperaba; pero no importaba mucho, porque Edward estaba pavoneándose alrededor de la gran mesa con una mueca que le hizo querer dispararle en toda la cara.

-Oh, ¿y ahora vas a decirme que tendría que pedirte consejo a ti? No gracias, Alférez. Aunque supongo que no tendré que preocuparme por si Mustang me quita la novia, ya que sólo tiene quince años.

Havoc estaba de pie al momento, apagando su recién encendido cigarro en el cenicero.

-¡Una cita no te hace tan grande, Ed! ¡Apuesto a que nunca has besado a nadie en tu vida!

El rubio se sonrojó ligeramente, y la sonrisa engreída desapareció.

-Yo, uh… -miró un momento a su alrededor, desesperado, y entonces su mirada se volvió fiera otra vez-. ¡Lo he hecho! -insistió-. ¡Ja!

-¿Qué, besaste a Al cuando erais pequeños? Discúlpeme, pequeñín.

-¡NO LO HICE! ¿Y A QUIÉN COÑO ESTÁS LLAMANDO…-

Havoc le interrumpió, rodeando el escritorio y agarrando el cuello de su abrigo rojo. Antes de que la expresión estupefacta de Edward se relajara, se inclinó sobre él y dijo:

-Pruébalo - y le empujó a través de la puerta, cerrándola de un portazo tras él.

-Críos -masculló.

Pero no había sacado de nuevo el paquete de tabaco del bolsillo cuando oyó la puerta abrirse, y se encontró siendo arrastrado hacia abajo por el cuello, y unos labios rudos chocando contra los suyos.

Medio segundo después, Ed le empujó lejos y se mantuvo con las manos en las caderas, mirándole fijamente y sonrojándose.

-Ahí tienes -dijo, como si hacer eso fuese algo perfectamente lógico.

Muchas cosas pasaban por la mente de Jean Havoc en ese preciso momento, como ¿QUÉ DEMONIOS? y ¿ACABA DE-? y ¿¿POR QUÉ??

Pero lo que salió de su boca fue:

-¿A esto llamas beso?

Ed se sonrojó aún más, y soltó un desafiante:

-Sí. ¿Qué pasa? ¿Tenía que usar la lengua o algo?

Havoc se encogido con el pensamiento y sacudió la cabeza.

-Dios, no -murmuró-. Pero si besas así a tu cita, no contaría con que vaya a suceder nada más.

Hubo un breve momento de extraño silencio, durante el cual Ed puso mala cara y miró alrededor incierto.

-Bueno… agh… mierda. Quiero decir, no es que quiera que las cosas vayan más lejos… Bueno, quiero, pero ése no es, ya sabes, mi principal objetivo o lo que sea… ¿Pero qué demonios se supone que debo hacer entonces?

El siguiente silencio fue aún más extraño cuando unos ojos dorados se volvieron hacia él con una mirada que no podía estar sugiriendo lo que creía que estaba sugiriendo…

-Pues, ah… Havoc. Er, ¿Jean?

-Oh, ni de coña.

-¿Por favor? Dame un respiro… ¡ésta es mi primera cita! ¡Soy un pobre e indefenso niño que ha tenido una vida dura y necesita un poco de ayuda! ¿Cuándo te he pedido algo? ¿Y a quién más se supone que vaya a preguntar? ¡No voy a dejar que me disparen por pedírselo a Hawkeye!

Havoc sopesó sus opciones, desconcertado ante el hecho de que hubiera una decisión por tomar. Él debería acompañar a Ed fuera del cuartel y despedirle con un buena suerte y un saludo, entonces…

No es como si significase algo, ¿verdad? Ed no sabía cómo besar… Havoc sólo le estaba ayudando. Le daría uno suave y corto, y nunca volverían a hablar del tema.

El rubio seguía mirándole, los ojos rogando inocentemente, y puso una mueca rechazando la idea de que Edward haciendo pucheros era mono.

-Está bien. Vale. Pero no interpretes nada más con esto, jefe -suspiró, acercándose.

Ed puso los ojos en blanco.

Havoc se humedeció los labios, y se inclinó hacia él, ladeando la cabeza hacia la derecha. Ed entrecerró los ojos, e inclinó su cabeza en la misma dirección.

-Para el otro lado.

-¿Huh?

-Inclina la cabeza.

-Ya lo hago.

-¡Hacia el otro lado, Ed!

-…Oh. Claro.

Lo corrigió, y los párpados volvieron a caer sobre los ojos dorados. Sus labios empezaron a fruncirse, y Havoc contuvo una risa. Entonces alejó el momento de debilidad. Ed no era adorable. No. Ed estaba lejos de ser adorable. Ni el rosado de sus mejillas, ni el ligero temblor de su labio inferior, ni sus largas y finas pestañas… No. Nada de eso era remotamente adorable.

La bocanada de aire que cogió cuando sus labios se encontraron tampoco era adorable, ni lo era la forma en la que Ed movió su cabeza hacia atrás, rozando los lados de su nariz junto a la de él, los ojos cerrados del todo.

-Cierra los ojos, maldita sea -murmuró contra la boca de Havoc.

-No hables en medio de un beso -contestó Havoc.

-Lo siento… pero cierra los ojos. Me estás poniendo nervioso.

Havoc sopesó la situación un momento. Si cerraba los ojos, cabía la posibilidad de que perdiera el hilo del hecho que era a EDWARD a quien estaba besando, y eso era peligroso. Y entonces, cuando las pestañas de Ed se agitaron mientras apenas le devolvía el beso, aplicando un poco más de presión y con su respiración haciéndole cosquillas en la mejilla, Havoc decidió que ver era aún más peligroso.

La oficina y los mechones rubios enfrente suyo desaparecieron, y deslizó una mano a un lado del cuello de Ed.

Eso debería ser suficiente. Un beso como ese probablemente alucinaría a cualquier quinceañera, siempre que Ed mantuviera la calma. Un trabajo bien hecho, y Havoc podía retirarse ya.

Sólo un segun…

Ahora se movía hacia delante, y Ed retrocedía… pararon cuando Ed tropezó con el gran escritorio, pero sus bocas no se detuvieron, y ahora había unas manos enguantadas atrapando la espalda de la chaqueta de su uniforme…

¿A Ed no le haría daño aprender a usar la lengua, cierto? ¿Sólo por si acaso? Si la besaba así de bien, tenía una buena oportunidad de llegar más lejos, y entonces necesitaría saber lo que estaba haciendo. No tenía sentido llevarle tan lejos solo para estropearlo…

-¡Mmmph!

No hubo más quejas… los pequeños gemidos de sorpresa que salían del joven mientras Havoc rozaba su lengua contra la de Ed, deslizándola por su paladar… el sabor a azúcar en su lengua de una abandonada caja de rosquillas en la sala de descanso… era condenadamente ADORABLE.

Bien, mierda.

-H-hey, ¿Havoc? -Ed casi gemía tras apartarse para recuperar el aliento (oh, ¡y eso también era adorable!) y Havoc abrió los ojos.

Mal movimiento.

Edward respiraba con dificultad, las mejillas coloradas, los ojos vidriosos, los labios húmedos e hinchados… Oh, demonios, simplemente no era humano. Antes de que pudiera detenerse se inclinó hacia Edward, inmovilizándolo contra el escritorio, y demandando esos labios agrietados por el viento y el sol de nuevo. El adolescente, aun así, le empujó y tardíamente recordó que Ed había querido decir algo… le llevó algo de esfuerzo, pero logró apartarse y jadear:

-¿Sí, jefe?

-Yo, um… Yo, uh,… Creo que esto servirá.

Espera. ¿Qué?

El automail empujándole firmemente favoreció el punto, y finalmente algo encajó en la mente de Havoc.

Oh.

…Mierda.

Edward tenía QUINCE años. Y era un HOMBRE. Y él le había METIDO LA LENGUA al chico.

Y dicho joven estaba más rojo que su abrigo mientras trataba de esconder lo que los ajustados pantalones de cuero intentaban acomodar.

Y, lo peor, era el hecho de que Ed estaba siendo la voz de la razón.

-Uh, cierto. Sí. Sólo… sólo bésala así, y te irá bien -dijo Havoc, un poco más agitado de lo que le hibiera gustado.

-De acuerdo. Entendido.

Hubo un incómodo silencio mientras ambos miraban a cualquier lado excepto al otro, y finalmente, alguien se movió, y los dos se apresuraron hacia la puerta.

-Entonces me iré…

-Mejor salir de aquí…

-…No quiero llegar tarde…

-…Tengo que terminar con el papeleo…

-…Necesito ir al aseo…

Havoc abrió la boca para volver a contestar, pero su siguiente excusa fue cortada por un notable beso -todo el mundo decía que era un aprendiz rápido- y apenas retuvo un gruñido para sí cuando sintió el roce fugaz de una lengua sobre su labio inferior.

Vale, así que Edward era un aprendiz increíblemente rápido.
Pero se separaron, y Havoc tuvo que obligarse a sí mismo para dejar ir al adolescente. Era más difícil de lo que estaba dispuesto a admitir, pero logró mantenerse recto y dar ese buena suerte y el saludo sobre el que había estado pensando antes. Edward le devolvió el saludo un poco forzado, y se volvió hacia la entrada.

-Bueno, um, gracias -murmuró.

-Cuando quieras -respondió Havoc, y después rectificó-; quiero decir… er, bueno, tú sabes lo que quiero decir…

-C-claro.

Aun así, mirando el tono rosado en las mejillas de Edward, se preguntó si no habría querido decir precisamente eso. Consideró comentarlo, pero el joven ya había dado la vuelta y se marchaba fuera de la entrada.

El Alférez Jean Havoc sacó sus cigarrillos del bolsillo, lanzó el papeleo sin terminar en el escritorio de Hawkeye y decidió irse pronto a la cama.

longitud: one shot, fic, fandom: fullmetal alchemist, personaje: jean havoc, personaje: edward elric, traduccion

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