Título: Gritos
Fandom: Fullmetal Alchemist
Pairing: Pride/Ed
Rating: NC-17
Palabras: 553
advertencias: Spoilers del capítulo 73 / tomo 18. Para
maralex89, que me lo pidió el verano pasado y no lo posteé nunca. Siento mucho el retraso ^^U
La sangre reseca se le adhería a la cara como una segunda piel, y el sudor le recorría el pecho desnudo. Las esposas de metal que le sujetaban los brazos a la pared por encima de su cabeza comenzaban a hacerle herida; pero, aun así, Ed no dijo ni una sola palabra. Tampoco había hecho sonido alguno cuando, hacía tantas horas que ya ni lo recordaba, Pride le había atado contra esa pared. Ni cuando le había rasgado la camisa, arrojándola a un lado y abriendo cortes poco profundos en su torso. Ni cuando sus tentáculos habían comenzado a recorrerle y se habían detenido en su cuello, apretando, dejando marcas moradas en él.
No recordaba mucho desde que había entrado en aquella lúgubre guarida. No conocía el lugar en el que estaba, debía ser alguno de los oscuros rincones de la cloaca en la que habitaban los homúnculos. Aunque aquello, más que una cloaca, parecía una sala de torturas. Ed dormía a ratos, despertando sobresaltado, y su sentido del tiempo se había perdido por completo. No sabía si había pasado así unas horas, un día o semanas enteras. De repente, la pequeña portezuela se abrió dando paso a su captor. Edward ni siquiera hizo el esfuerzo de forcejear, ni tan solo levantó la cabeza. Había perdido las fuerzas; estaba cansado de luchar. Y ni siquiera tenía la certeza de que Alphonse no estuviera…
-Buenas, Acero -la voz, entre infantil y cavernosa, resonó por la estancia poniéndole a Ed los pelos de punta. Por mucho que la escuchara, no conseguía acostumbrarse a la frialdad que desprendía. Le helaba la sangre. Las paredes se tiñeron de negro en cuanto Pride entró, y miles de ojos comenzaron a mirarle desde todos los rincones; y miles de sonrisas macabras se burlaban de él desde las paredes.
Pride parecía dispuesto a acabar con todo de una vez, y Edward ni se molestó en repetir las preguntas que le había hecho cada vez que le visitaba.
¿Qué coño crees que haces?
¿Qué has hecho con mi hermano?
¿Dónde está Alphonse, malnacido?
¡SUÉLTAME!
Se había cansado de repetirlo una y otra vez. Se había cansado de luchar y de todo en general. La última vez que Pride había entrado, él había acabado sin camisa. Ya ni tenía que preguntarse qué sería lo siguiente.
Los tentáculos de Pride avanzaron por el suelo, reptando, y se enroscaron a sus pies. Se deslizaron, trepando, contorneando sus piernas. Apretando fuerte. Le envolvieron por completo hasta la cintura, y uno reptó hacia su pecho, haciéndole un corte profundo en el pezón izquierdo. Edward se retorció, gruñendo, cuando el tentáculo avanzó nuevamente hacia su cuello.
-No te resistas, Acero -dijo la voz fría de Pride, y de repente estaban cara a cara, sin saber cómo Pride había llegado hasta ahí-. No voy a dejar que te me escapes. Eres mi minialquimista, ¿recuerdas?
Edward ladró, o gritó, o algo, aunque lo que dijo no podía considerarse hablar. Pride aprovechó la ocasión y el tentáculo le rodeó el cuello, le sujetó la cabeza y le acercó más a él. Edward sólo notó el sabor metálico de su sangre cuando Pride le mordió el labio inferior, casi arrancándoselo.
Edward se juró a sí mismo que el próximo grito que se escuchara en esa gruta maldita no sería el suyo.