Título: Si hubiera escuchado a Snape...
Reto: #18.
Género: Slash. Crossover.
Pairing: Harry/Edward Cullen.
Raiting: PG.
N/A: Listo, me dije a mi misma que tenia que arriesgarme y escribir un Crossover, y aquí esta^^.
Y es que siempre me ha gustado Edward, y soy de esas freakis que cree que él pobre debió haber vivido en otros libros, así que prefiero verlo emparejado con mi eterno amor que con aquella niña aburrida, jeje.
¿Comentarios, maldiciones, tomatazos...? ; )
Sentado en el cómodo sofá de su habitación, lo observo cambiarse tranquilamente. Su cabello se mueve ligeramente con el viento, mientras se levanta la franela negra, que está algo manchada de la sangre de su última presa, y deja expuesto su perfecto torso, ese que se apodera de mi mente cada noche.
Jodido bastardo, lo odio cuando es tan sexy. Y lo que más odio es que el sepa que yo pienso que es sexy.
Ah Merlín, si tan solo le hubiera hecho caso a Snape ahora no tendría que lidiar con tener que inflarle el ego de gratis a un vampiro que lee los pensamientos.
-¿Quién es Snape?- me pregunta con una sonrisa de lado, y yo en el acto saco mi varita y le lanzo un Desmaius, que él esquiva con un solo paso.
-Te he dicho muchas veces que no leas mi mente, Edward- gruño, y el sonríe y un segundo después está sentado a mi lado.
-Lo se, pero no puedo evitarlo, adoro enterarme de todas esas cosas mágicas tan extrañas que siempre estas pensando-
-Eres un chismoso de primera- acusó, y el me guiña un ojo.
-Solo contigo, Harry...-
-Arg, odio cuanto te pones en plan vampiro meloso, arruinas el resto del supuesto cuadro sangriento- le digo sarcásticamente, con una falsa mueca de asco, y él me acaricia el rostro.
-Bueno, a pesar de que seas tan poco romántico, igual te amo...- susurra mirándome intensamente, y mi corazón palpita igual de estúpidamente acelerado que siempre que dices esas cosas.
-Y yo a ti, a pesar de que seas un jodido pesado curioso-
Y si, hay momentos en los que realmente desearía haber aprendido Oclumancia, para proteger mi mente de sus invasiones. Esos en los que pienso en como cojones es posible que alguien se gaste ese cuerpo, cuándo recuerdo alguno de nuestros apasionados momentos, o trato de averiguar como es posible que ame tanto a ese vampiro tonto que un día se atravesó en mi camino y sencillamente lo cambio todo.
Pero entonces, veo la sonrisa sincera que nace en sus labios cuando me oye pensar en él de esa forma.
Y de repente, su extraño don ya no me parece tan molesto...