Título: Nunca solo
Reto: #15
Personaje: Harry Potter
Rating: PG
Género: GEN
¿Miedo?
No necesitaba pensarlo mucho para estar seguro de que esa era la sensación que lo atormentaba. Sentía miedo, y no le avergonzaba reconocerlo, ¿porqué debería? Si tus seres más queridos no están a tu lado para consolarte, como le ocurría en ese momento, sentado en lo más alto de la torre de Astronomía, después de su charla con Dumbledore, lo mínimo que puedes sentir es eso, pánico.
No sabía cómo era la muerte, no estaba seguro de querer saberlo, en realidad. Lo que tenía muy claro, era que preferiría continuar viviendo.
Por un momento, no le pareció tan malo que todo el mundo se le quedara mirando como si fuera un bicho raro; pensó que extrañaría a los Dursley y su horrible manera de tratarlo; tal vez con un poco más de tiempo, él y Dudley habrían llegado a ser amigos, más que parientes obligados.
Cruzó por su mente todas las veces que se había quejado por las horribles clases con Snape; a lo mejor y no fuera tan malo, después de todo; siempre pudo llevarlas bien porque nunca estuvo solo.
Hasta se le ocurrió que compartir clases con Malfoy y el resto de los Slytherin no era tan malo, porque estaba respirando, y podía decirles lo que pensaba, defenderse si era necesario. Pero muerto… ¿qué podría hacer muerto?
Y ¿qué sería de Ron y Hermione? Iba a extrañarlos, o tal vez no, no tenía idea de qué se sentiría. Suponía que lo más seguro era que ellos lo extrañaran a él; al menos eso esperaba. Pero sería muy raro no ser mediador en sus peleas, ver a Ron rodando los ojos cada que Hermione hacía algún comentario salido de un libro. Rayos, iba a extrañar tanto esas caras.
Pero entonces pensó en lo que podría esperarle al otro lado.
Quizá viera a sus padres, y lo mejor, podría tocarlos; siempre había querido tocarlos. Seguro que su madre tendría las manos más suaves del mundo, y su padre le sacudiría el cabello, tan desordenado como el suyo.
Seguro que Sirius estaría con ellos, podía imaginarlo sin problemas. Era muy capaz de convertirse en “Hocicos” para darle la bienvenida.
Todos esos pensamientos consiguieron que el miedo se fuera disipando, y diera paso a una decisión.
Pasara lo que pasara, muriera o no, nunca estaría solo. En este lado, o en el otro, siempre habría alguien esperándolo.