Título: Una mañana tranquila en la Central de Aurores
Personajes: Harry Potter
Rating: G
Género: General
Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling, Bloomsbury Publishing, Scholastic Inc. y AOL/Time Warner Inc. Nadie gana ningún beneficio económico con esta historia ni se infringen deliberadamente derechos de autor.
El chico encargado de control de varitas en la recepción le saluda con respeto, y como siempre le dice que no es necesario que entregue su varita, él disiente y le recuerda que cualquiera con un poco de astucia puede conseguir poción Multijugos. Le disgusta la dejadez por la seguridad existente desde el fin de la guerra y el posterior arresto de todos los mortífagos, y no comprende por qué este control es llevado por una empresa privada y no por los vigiles.
Se despide y camina hasta el ascensor, no merece la pena discutir con el chico, es sólo un mandado. Allí encuentra a un grupo de señoras de edad avanzada charlando escandalosamente como cotorras que detienen su conversación al verle y la cambian por un molesto chismorreo mientras le lanzan mal disimuladas miradas a cada rato. Sus oídos comienzan a pitar.
Largos minutos después el ascensor llega, y una vez dentro, donde los fuertes perfumes se concentran mareándole se pregunta por qué no hab ido por Red Flú desde el atrio hasta su oficina, después de todo siempre es divertido entrar de improviso en la central, cuando sus subordinados no tienen tiempo de avisarse unos a otros de su llegada y hacer como que trabajan. En realidad a Harry no le importa que hablen y se distraigan entre informe e informe y contraste de pistas, de hecho prefiere ver ese ambiente, él mismo nunca soportó estar tanto tiempo en ese solemne silencio, pero están acostumbrados al Jefe Robars, y él sólo lleva dos años en el cargo. Los veteranos instruyen a los alborotadores jóvenes cómo deben comportarse en presencia de su jefe, no importa si lo estiman o no.
Por suerte, las brujas se bajan en la planta de Aplicación de la Ley Mágica, no le sorprende porque lo más seguro es que vengan a quejarse de cualquier insignificancia, y da gracias porque las denuncias sean tramitadas desde hace diez años por ese departamento y no el suyo. Recordaba el caos que era la central de Aurores a esas tempranas horas en la mañana.
Finalmente, llega a su destino y como predijo las voces de los oficiales de guardia se apagan repentinamente en cuanto sale del ascensor. Saluda jovialmente a los aurores que encuentra a su paso, intentando que su buen humor se les pegue, pero sólo obtiene indiferencia de unos, sonrojos de algunos novatos y una cara agria de los más veteranos.
Entra en su oficina y cierra la puerta tras de sí. Se quita la chaqueta y la intercambia en el perchero por su túnica de Jefe de Aurores que se pone sobre la camiseta blanca y los vaqueros. Directamente se sienta tras su escritorio, ignorando la mesa con el café a la derecha de la habitación al sentirse despejado esa mañana. Respirando profundamente para coger fuerzas, comienza a revisar el papeleo.
Una hora después de su llegada, como es costumbre, los aurores comienzan a desfilar por su oficina presentando sus informes y reportes de las investigaciones en curso.
El esperado descanso de la hora de la comida llega ese día sin incidentes. Da una vuelta entre los cubículos de los aurores, regresa a su oficina donde vuelve a intercambiar la túnica por la chaqueta y utiliza su chimenea para transportarse a Grimmauld Place, ha quedado en comer con Teddy si no surgía ningún problema.
Mientras da vueltas en la Red Flú se da cuenta de que no ha pisado su casa en Godric’s Hollow desde que los niños han vuelto a Hogwarts. De un tiempo a esta parte su relación con Ginny se está volviendo más y más distante. La pasión y el amor que se profesaban cuando se casaron ha desaparecido. En los años anteriores, durante el curso escolar cada uno se sumergía en su trabajo y sólo coincidían en las cenas si no había ningún imprevisto en la central o un partido del equipo que Ginny entrenaba, las Avispas de Wimbourne; ahora no se ven sin para eso. Harry se pregunta, como lo lleva haciendo un tiempo, a dónde les llevaría esa situación, cuándo llegarían al punto en que se pondrían de acuerdo para hablar de su relación y decidir si todavía habría algo que salvar o si sería mejor acabar definitivamente.
Sus reflexiones son interrumpidas cuando sale tropezando por la chimenea del número doce de Grimmauld Place y el olor a estofado preparado por Kreacher invade sus fosas nasales e inquieta su estómago.
Continúa en el reto #07...