Título: El cromo de Scorpius
Personaje: Harry, Albus, Scorpius, Luna.
Rating: PG-13
Género: Humor, romance.
Advertencias: Esta historia está concatenada. Abajo los links.
Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling, Bloomsbury Publishing, Scholastic Inc. y AOL/Time Warner Inc. Nadie gana ningún beneficio económico con esta historia ni se infringen deliberadamente derechos de autor.
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http://harrython.livejournal.com/222036.html Salieron de Sortilegios Weasley y se encontraron de nuevo con los McMillan. Cuando Harry preguntó sobre el punto de reunión para tomar el traslador, Ernie indicó que tenían que ir hacia la tienda de Florean&Fortescue; había sido una sabia elección, ya que cualquier mago adolescente se escaparía hacia esa tienda y en caso de perderse, los padres sabrían que los encontrarían allí, mirando como autómatas a los enormes helados de varias bolas mientras se les hacía la boca agua.
Al dirigirse hacia la heladería vieron que no eran los únicos esperando: dos familias más habían llegado. Harry pestañeó, atónito: parecían todos hermanos, rubios y de ojos claros, si no fuera porque el atuendo de unos y otros era exquisitamente distinto: dos chicos de la edad de Albus llevaban prendas muggles muy cómodas, mientras un tercer niño estaba vestido con una camisa y pantalones de vestir y tenía cierto aire aristocrático. Albus se dirigió enseguida hacia él.
La joven junto a los dos niños aparentemente muggles no era otra que su madre, Luna Lovegood, envuelta en un vestido de colores que ondeaba con el poco viento presente y que besó enseguida a Harry en la mejilla cariñosamente.
-Harry, ¿estás bien?
-Todo bien, si quitas el hecho de que mi hija Lily está ahora en San Mungo -la joven cambió el semblante-. Oh, no es nada, cosas de críos, se ha intoxicado con un licor.
-Eso es bueno, de mayor no querrá ni olerlo -Harry se giró hacia los gemelos, Lorcan y Lysander, los chicos que llevaban un atuendo simple y cuyos azules ojos le dirigieron una tímida mirada.
-Chicos, ¿cómo estáis? -ambos parecían tener gestos tan iguales que a Harry les costaba trabajo distinguirlos. Le alegraba que ambos los acompañaran en el viaje. De hecho, le alegraba que además viniera Luna, alguien con sentido común.
-Buenas tardes, Harry -ambos estrecharon su mano y se pusieron a hablar en un lenguaje desconocido entre ambos. Fue entonces cuando Harry escuchó la insulsa conversación de su hijo Albus con ese chico exquisitamente vestido.
-... y después hemos ido a la tienda de los tíos Weasley a comprar unas ranas de chocolate, mira, esta la he comprado para ti, ábrela, quiero ver qué cromo te ha tocado -el moreno observó como el otro, solícito, la abrió, atrapando la rana e introduciéndosela en la boca sin demora, como si esperara a ser reprendido si fuera atrapado.
-Hace tanto tiempo que no las como... mi padre no me deja, dice que es de niños -Harry se tensó hacia aquel timbre de voz. No era como el de su padre, pero tenía ciertos tintes similares, al pronunciar algunas palabras... sus ojos se encontraron con los del chico. Tan grises, tan profundos, pero a la vez, tan agradecidos-. Señor Potter.
Harry observó la mano del muchacho extendida hacia él y no pudo evitar que su mente volara hacia el pasado. La estrechó sin reservas.
-Scorpius -a Harry le había sorprendido que hace un año su hijo hubiese hecho amistad con el primogénito de Draco Malfoy. Sin duda, los comienzos de Albus en la casa Slytherin habían sido duros, pero tras estar dos años allí, ya se había acostumbrado a las personalidades de sus compañeros, a su modo de vida y sus costumbres, y siempre tranquilizaba a su padre diciendo que si volvería a Hogwarts, pediría estar en la misma casa.
Harry siempre tenía cierta debilidad por Albus, porque era el único de la familia bastante más reservado y diferente a sus hermanos; mientras Lily y James eran todo impulsividad, Albus tenía un carácter tranquilo y apacible; lo amaba, pero sabía que era más vulnerable al entorno que sus otros hijos. Por eso le preocupaba su amistad con Scorpius; si bien el chico no parecía ridiculizar a nadie como su padre antaño, no quería que su hijo bebiera de prejuicios de sangrepuras aún anclados al pasado.
-¿Nos vamos? -preguntó Harry a nadie en particular, aunque sabía que era Luna quien llevaba el traslador. La joven sacó una enorme cuerda y mientras Linda McMillan, su hija menor y la esposa de Ernie se despedían de ellos, Albus gritó:
-¡Mira, Scorpius, te ha tocado papá! Seguro que es una buena señal -exclamó Albus, contento, mientras su amigo Scorpius se quedaba mirando con cierta picardía un cromo donde aparecía Harry Potter. El aludido quiso que se lo tragase la tierra; por mucho que había pedido que no sacaran su cara en esos jodidos cromos, la comunidad mágica no le había hecho ni caso, aludiendo a que, lo quisiera o no, su hazaña ya formaba parte de la historia.