Título: Tu Malf, yo Canuto
Reto: #15. Los alumnos también pueden traer una lechuza….
Autora: Krispysly
Pairing: Scorpius/ Albus
Rating: G
Género: Gen
Disclaimer: No soy JRK
TU MALF, YO CANUTO
Albus siempre había sido un niño solitario. Y eso le preocupaba a Harry. Su infancia no era nada parecida a la de Albus, un niño rodeado de primos, con un hermano mayor a quien admirar y una hermana menor a quien cuidad. Dos padres que lo aman y lo consienten.
Harry no se explicaba porque Albus seguía imponiéndose la soledad. Como idea de Ginny, Harry se llevó a Albus al parque, solo ellos dos. En el parque Albus jugaba solo en una pequeña montañita con sus juguetes hasta que un niño rubio se le acercó. Algo en los ojos de su hijo cambio, y la amistad fue inmediata.
Una mujer muy elegante y hermosa se sentó a su lado, era Astoria Malfoy y el niño era Scorpius, hijo de su némesis escolar. La mujer fue muy amable y atenta y hablaron de los niños por horas. Cuando llegó el momento de irse ninguno se quería separar del otro, así que él y Astoria acordaron verse en dos días a la misma hora en el mismo parque.
Tres veces a la semana Astoria y Scorpius se encontraban con Albus y Harry. Muchas veces llevaban comida para que los niños picaran mientras jugaban. Astoria fue la de la idea. Harry jamás se le hubiera ocurrido.
Harry no sabía si llamar a lo que tenía con Astoria una amistad, se llevaban muy bien, ella le aconsejaba sobre niños y educación y él le contaba todo lo que ella preguntara. Muchas veces eran cosas relacionadas a la política, siendo su esposo el subsecretario del departamento de tesorería, el tema de la política parecía de su total conocimiento.
Hubieron ocasiones en que hablaron de Hogwarts y como era Draco en aquellas épocas. Nada parecido según cuenta Astoria al Draco de ahora.
Año tras año la amistad de Albus y Scorpius se fue forjando. Y su hijo con el paso del tiempo, llegó a ser más accesible. Compartía con sus hermanos y primos, les enseñaba nuevos juegos que aprendía con Scorpius, y cada vez que visitaba al pequeño Malfoy a la mansión regresaba con historias fantásticas de los cuadros y demás.
Ron nunca se abstuvo de comentar sobre el hurón de Malfoy y Ginny al principio no estaba muy contenta con la relación de Albus y el niño Malfoy y mucho menos que Harry estuviera por horas hablando con otra mujer. Harry aguantaba callado, no dándole importancia, un día Ginny y Ron verían el cambio que él veía en Albus y se darían cuenta que esa amistad era demasiado importante para su hijo.
Y así fue. Scorpius no llegó a formar parte de la familia, pero era invitado al menos a los cumpleaños de Albus. Jugaba con el resto de los niños y Astoria logró crear una especie de camaradería con Ginny, para alivio de Harry.
Una tarde salieron almorzar Astoria con Scorpius, Ginny, Harry, Lily y Albus. La mañana había sido sumamente divertida, los Potters junto con Scorpius habían ido al zoológico. Aunque el rubio de momentos se ponía triste, pensaron que era porque extrañaba a sus padres a pesar de que ya iba a cumplir los 11 años era hijo único, existía la posibilidad de que lo tuvieran así de consentido.
Cuando se juntaron con Astoria para almorzar supieron la razón y Harry se volvió a preocupar por Albus.
-Draco y yo hemos tomado una decisión- comentó Astoria- Scorpius estudiara en Salem. Nos vamos a mudar.
-¿Por qué? -preguntó Harry con los ojos bien abiertos. En la esquina de la mesa Albus y Scorpius susurraban entre ellos.
-Las cosas no están bien con la economía del Ministerio y están acusando a Draco de muchas cosas por su pasado. Lucius ya murió, no hay nada que nos ate a este país. -dijo ella con un deje de tristeza-además le ofrecieron un puesto muy importante en el Ministerio Americano.
Harry y Ginny se miraron, para luego mirar a su hijo Albus. Se veía triste al igual que Scorpius tomados de la mano aún hablándose en susurros.
-Le pedí a mi papá que me comprara un perro negro cuando estemos en nuestra nueva casa -dijo Scorpius sonreído- lo llamaré Canuto como el padrino de tu papá.
-Es un nombre genial, seguro el perro será tan alocado como lo fue el tío Sirius-dijo Albus riendo- ya mi papá me compró mi hurón, aún no se cómo llamarlo.
-¿Enserio? Le conté a mi papá que te comprarían un hurón y se puso a gruñir y soltar maldiciones, mi mamá moría de risa.
-¿Le contaste por qué pedí un hurón? -preguntóAlbus sonreído.
-Claro, porque tu tío Ron siempre llama a papá “el hurón de Malfoy” así que pensamos que sería la mascota adecuada para recordarme. -dijo riendo- por supuesto que a papá no le hizo mucha gracia.
-A mi tío Ron tampoco.
-Llámalo Malf -dijo Scorpius soltando una risilla.
-Ese es un nombre muy feo -dijo Albus frunciendo el ceño.
-Claro que no “El hurón Malf” casi como mi apellido, pero no del todo-concluyó encogiéndose de hombros.
Albus aún recordaba esa conversación con una amplia sonrisa, extrañaba mucho a su amigo Scorpius. Los primeros tres años de Hogwarts habían pasado como un soplo. Hizo nuevos amigos y se dedico a estudiar lo más posible. Se escribían una vez al mes y se visitaban para las vacaciones. Ambos tenían vidas muy diferentes, pero una vez que se veían era como volver al parque, en aquella montañita y sentir que finalmente todo era perfecto y correcto en el mundo.
Subió al tren rumbo a su cuarto año en Hogwarts, encontró un compartimento vacio y se sentó junto con Malf. Lo sacó de la jaula y el hurón se hizo un ovillo en su regazo. Albus cerró los ojos dispuestos a descansar junto con su mascota.
-Disculpa, me puedo sentar contigo, todos los demás están llenos -dijo una voz que sonaba muy joven, como un niño de primer año. No se molestó en abrir los ojos y sólo asintió.
Más le valía a ese niño no ponerse hablar durante el viaje. Aunque había algo en las palabras de ese niño que le sonaban familiares.
-Hola, soy Ron, Ron Weasley -dijo el niño y Albus abrió los ojos de golpe y la sonrisa brillante que lo recibió lo dejó pasmado -¡Cielos eres Harry Potter! Oh no espera, eso lo dice tu tía Hermione ¿cierto? No tu tío Ron. -dijo frunciendo el ceño.
Albus comenzó a reír como un loco, estaba imitando el primer día en que su tío Ron y su papá se conocieron en el tren. La memoria de su amigo no conocía límites.
-¿Qué haces aquí? -preguntó tomando a Malf y colocándolo a un lado.
-La economía se fue a la mierda ¿Acaso no lees los periódicos? Le rogaron a mi papá que regresara para arreglar las cosas -dijo tranquilamente encogiéndose de hombros -no que me moleste claro, que él regresara significa ir a Hogwarts.
Albus prácticamente se tiró sobre su amigo y lo abrazó con fuerza.
-Me alegró tanto que estés aquí. -susurró escondiendo su cara en el cuello de su amigo -Malf es una gran compañía, pero no se comprara al verdadero hurón de Malfoy -dijo esta vez mirando al rubio quien rio con ganas.
-Canuto es genial, pero es una lástima que no pueda traerlo al colegio. En Salem me dejaban tenerlo, con eso que nuestras habitaciones son privadas y demás.
-Bueno aquí prepárate para compartir-dijo Albus volviendo a su asiento.
-No me importa compartir, todo menos tú -dijo Scorpius mirándolo con tal intensidad que Albus sintió que se sonrojaba. -ahora sólo me toca ver como hago para quedar en Ravenclaw contigo.
-Oh, no es tan difícil, mi papá me dio el secreto -dijo Albus con una sonrisa de medio lado.
Malf por su parte saltó al regazo de Scorpius, el cual lo acariciaba inconscientemente mientras que él y Albus planeaban como conquistar el mundo o bueno al menos la casa de Ravenclaw.
Fin.