Reto: #18
Título: Nombres extraordinarios y sin importancia
Autora: Nagareboshi
Rating: G
Género: Gen
Disclaimer: Lo de siempre
Nombres extraordinarios y sin importancia
Albus no podía creerse que sus padres le hubieran hecho aquello.
¿Albus Severus?
El nombre de su hermano era mucho más normal y hasta el de su hermana, bueno… Albus no entendía de nombres de chicas, pero seguro que Lily Luna también era un nombre lo suficientemente aceptable.
¿Pero el suyo?
Ni siquiera le había servido de nada que su padre le explicara una y mil veces lo valientes que habían sido las personas por quienes le habían nombrado así, y que debía enorgullecerse de llevar en su nombre a dos de los más directores más importantes que Hogwarts había tenido jamás.
El único problema era que Albus no quería llevar el nombre de dos muertos con nombres ridículos por muy importantes que estos hubieran sido. Lo único que quería era un nombre normal.
¿Por qué a él?
***
Cuando finalmente encontró un compartimento vacío - James no había querido sentarse con él a pesar de ser el primer viaje de Albus en el Expreso de Hogwarts y saber de sobra lo nervioso que estaba su hermano por comenzar su propia aventura- consiguió dejar la jaula con su hurón en uno de los asientos, colocó el baúl como pudo para que no le molestara durante el trayecto y se sentó a esperar qué le depararía el viaje.
Como no tardó más de un par de minutos en descubrir, lo que éste le deparaba era un chico de cabello imposiblemente rubio y de aspecto casi afeminado que le sonrió antes de preguntarle si el resto de los asientos estaban ocupados y, finalmente, ocupar el vacío frente a él.
- Scorpius Hyperion Malfoy.
Albus parpadeó sorprendido en cuanto el chico le extendió la mano, mitad por el repentino gesto y mitad por el extraño nombre que acababa de escuchar.
- Albus Severus Potter.
Cuando el rubio permaneció inmutable, sin poner ninguna cara de extrañeza, repulsión o burla al escucharle y mantuvo la mano extendida en su dirección, Albus se atrevió a sonreír al fin, por primera vez, y a devolverle el gesto con una confianza que hacía mucho tiempo que no sentía.
Después de todo no importaba cómo se llamasen o de dónde provinieran sus nombres, porque esa misma noche todas sus preocupaciones se habrían visto reducidas a dos simples, escuetos y perfectos “Al” y “Scorp.”
Fin