Reto #17: Fanfiction
Título: Algo propio
Reto: #17: Tienes los ojos de tu madre y eres igual a tu padre, pero algunas veces quisieras ser más que el reflejo de ellos.
Rating: G
Género: General
Disclaimer: Los personajes no son míos pertenecen a JK Rowling y no obtengo ningún beneficio más que felicitar a Harry en su cumpleaños.
Algo propio
Si peleaba por los derechos de los más débiles, decían que había salido a su madre. Si se metía en problemas o se saltaba las normas, que había salido a su padre.
Cuando había demostrado tener talento para los encantamientos, decían que era herencia de su madre. Cuando había sobresalido en transformaciones al conseguir transformarse en animago y cuando había entrado el primer año en el equipo de quidditch, que lo había heredado de su padre.
Su talento en defensa contra artes oscuras procedía de ambos. El pársel de Voldemort.
Estaba harto de que le comparasen con todos, de no tener nada propio. Cuando era pequeño su ropa había sido de su primo así como los cuatro soldaditos rotos de juguete que tenía. No había tenido habitación, padres ni amigos. No había poseído nada realmente.
Últimamente no poseía ni su propia vida, los periodistas la habían hecho suya. Estaba cansado de todo y de todos, porque daba igual cuándo se esforzase en destacar en algo por sí mismo siempre se lo atribuían a otra persona. Estaba tan desesperado que se había puesto a aprender pociones, a ver si tenían cojones de atribuírselo a alguien. Pues para su desesperación lo habían hecho. “Aquello sin duda era la muestra de cuan profundo el sacrificio de su difunto profesor de pociones había calado en él” habían dicho. Harry todavía estaba intentando comprender como lo que había hecho Snape por él podía cambiar el hecho de que toda su vida había sido pésimo en pociones.
Claramente era un caso perdido. Sólo existían dos cosas que nadie se había atrevido nunca a decir que no era él el único responsable. Las dos razones que aquella noche le mantenían pegado a la barra del pub, bebiendo unas copas para darse valor mientras esperaba a que la chica a la que le había echado el ojo dejase de bailar y pudiese intentar ligar con ella: era un pésimo bailarín y se convertía en una cosa insegura y balbuceante ante la chica que le gustaba.
Reto: #17: Tienes los ojos de tu madre y eres igual a tu padre, pero algunas veces quisieras ser más que el reflejo de ellos.
Rating: G
Género: General
Disclaimer: Los personajes no son míos pertenecen a JK Rowling y no obtengo ningún beneficio más que felicitar a Harry en su cumpleaños.
Algo propio
Si peleaba por los derechos de los más débiles, decían que había salido a su madre. Si se metía en problemas o se saltaba las normas, que había salido a su padre.
Cuando había demostrado tener talento para los encantamientos, decían que era herencia de su madre. Cuando había sobresalido en transformaciones al conseguir transformarse en animago y cuando había entrado el primer año en el equipo de quidditch, que lo había heredado de su padre.
Su talento en defensa contra artes oscuras procedía de ambos. El pársel de Voldemort.
Estaba harto de que le comparasen con todos, de no tener nada propio. Cuando era pequeño su ropa había sido de su primo así como los cuatro soldaditos rotos de juguete que tenía. No había tenido habitación, padres ni amigos. No había poseído nada realmente.
Últimamente no poseía ni su propia vida, los periodistas la habían hecho suya. Estaba cansado de todo y de todos, porque daba igual cuándo se esforzase en destacar en algo por sí mismo siempre se lo atribuían a otra persona. Estaba tan desesperado que se había puesto a aprender pociones, a ver si tenían cojones de atribuírselo a alguien. Pues para su desesperación lo habían hecho. “Aquello sin duda era la muestra de cuan profundo el sacrificio de su difunto profesor de pociones había calado en él” habían dicho. Harry todavía estaba intentando comprender como lo que había hecho Snape por él podía cambiar el hecho de que toda su vida había sido pésimo en pociones.
Claramente era un caso perdido. Sólo existían dos cosas que nadie se había atrevido nunca a decir que no era él el único responsable. Las dos razones que aquella noche le mantenían pegado a la barra del pub, bebiendo unas copas para darse valor mientras esperaba a que la chica a la que le había echado el ojo dejase de bailar y pudiese intentar ligar con ella: era un pésimo bailarín y se convertía en una cosa insegura y balbuceante ante la chica que le gustaba.