Prohibido pensar
Fandom: Axis Powers Hetalia.
Claim: Hitler/Alemania.
Advertencias: Está escrito en presente, eso es una advertencia(?). No pretendo ofender a nadie.
Rating: K.
Palabras: 501.
Para: meztli_lu. Por su cumpleaños hace años. ¡Feliz cumple atrasado, Lu! <3
Resumen: Y Alemania mira al frente, la espalda recta y la voz firme. Él da la orden de comenzar el ataque y no piensa en nada, porque pensar es responsabilidad de su jefe.
Se escucha incesante el ruido de las botas militares, el espacio del despacho se llena con aquel rítmico ruido durante varios minutos; al fondo del cuarto, al lado de una hermosa mesa de caoba, Alemania mira a cada uno de los militares que su jefe, Hitler, ha convocado. El alemán asiente con la cabeza a cada uno de los saludos que los nuevos presentes le dan y espera a que su jefe aparezca por una de las dos puertas del lugar.
Éste no tarda en llegar e inmediatamente todos se cuadran, las botas gimen en un sollozo ahogado y las manos se alargan hasta abrazar el techo con una sincronía perfecta. El saludo escapa de las voces de los militares con fuerza y Hitler responde con una sonrisa de suficiencia, que roza la superioridad.
Alemania mira al frente, esperando que la reunión dé inicio.
Hitler se sitúa en la mesa de caoba que es su escritorio y ordena con toda la autoridad que posee, que se comience a atacar a los judíos que viven en el país, su voz dura traspasa hasta las paredes rodeadas por estandartes nazis y los presentes no respiran, escuchando atentamente cada palabra.
-Hoy, primero de abril de 1933, los judíos caerán -pronuncia Hitler, otorgando así un final a aquella reunión, un final bastante dramático, cabe decir-. Alemania se alzará cuán grande es y tendrá su recompensa, la raza aria se elevará sobre Europa y el mundo completo.
Alemania mira al frente, un punto muerto entre los hombros de los militares, su rostro es una mueca indiferente y su cuerpo está tieso como un palo. Las palabras de Hitler lo atraviesan con potencia y cuando su jefe da la orden de salida gira la cabeza donde él, sus pequeños y brillantes ojos lo evalúan antes de hablarle. Le dice que como representación de la nación, su deber es ir con todo aquel que predique el nazismo, que debe estar presente y dar las órdenes a los ataques.
El alemán frunce el ceño un momento, sabe que no puede juzgar lo que su jefe dice, porque él es el que manda y está encargado de velar por su crecimiento; aunque eso no impide que un pequeño cuestionamiento cruce por su cabeza ¿Es lo correcto? Pero lo suprime con rapidez, porque Alemania no puede permitirse pensar ni cuestionar, sólo cumplir.
Debe ceñirse a su deber de representante de nación y obedecer ciegamente a su jefe, después de todo, él vela por su seguridad. ¿No?
Alemania asiente y avanza hasta la puerta, los demás militares le observan con expectación; da la orden, con voz firme y seca para iniciar el saqueo a los negocios judíos de sus territorios.
Su vista está en el frente y su espalda recta. Se recuerda mientras sale al exterior con un arma que no tiene derecho a pensar, que es su jefe quién debe hacer eso y él solamente debe limitarse a obedecer.
Más que cumplir con las palabras de Hitler no puede hacer.
Claim: Hitler/Alemania.
Advertencias: Está escrito en presente, eso es una advertencia(?). No pretendo ofender a nadie.
Rating: K.
Palabras: 501.
Para: meztli_lu. Por su cumpleaños hace años. ¡Feliz cumple atrasado, Lu! <3
Resumen: Y Alemania mira al frente, la espalda recta y la voz firme. Él da la orden de comenzar el ataque y no piensa en nada, porque pensar es responsabilidad de su jefe.
Se escucha incesante el ruido de las botas militares, el espacio del despacho se llena con aquel rítmico ruido durante varios minutos; al fondo del cuarto, al lado de una hermosa mesa de caoba, Alemania mira a cada uno de los militares que su jefe, Hitler, ha convocado. El alemán asiente con la cabeza a cada uno de los saludos que los nuevos presentes le dan y espera a que su jefe aparezca por una de las dos puertas del lugar.
Éste no tarda en llegar e inmediatamente todos se cuadran, las botas gimen en un sollozo ahogado y las manos se alargan hasta abrazar el techo con una sincronía perfecta. El saludo escapa de las voces de los militares con fuerza y Hitler responde con una sonrisa de suficiencia, que roza la superioridad.
Alemania mira al frente, esperando que la reunión dé inicio.
Hitler se sitúa en la mesa de caoba que es su escritorio y ordena con toda la autoridad que posee, que se comience a atacar a los judíos que viven en el país, su voz dura traspasa hasta las paredes rodeadas por estandartes nazis y los presentes no respiran, escuchando atentamente cada palabra.
-Hoy, primero de abril de 1933, los judíos caerán -pronuncia Hitler, otorgando así un final a aquella reunión, un final bastante dramático, cabe decir-. Alemania se alzará cuán grande es y tendrá su recompensa, la raza aria se elevará sobre Europa y el mundo completo.
Alemania mira al frente, un punto muerto entre los hombros de los militares, su rostro es una mueca indiferente y su cuerpo está tieso como un palo. Las palabras de Hitler lo atraviesan con potencia y cuando su jefe da la orden de salida gira la cabeza donde él, sus pequeños y brillantes ojos lo evalúan antes de hablarle. Le dice que como representación de la nación, su deber es ir con todo aquel que predique el nazismo, que debe estar presente y dar las órdenes a los ataques.
El alemán frunce el ceño un momento, sabe que no puede juzgar lo que su jefe dice, porque él es el que manda y está encargado de velar por su crecimiento; aunque eso no impide que un pequeño cuestionamiento cruce por su cabeza ¿Es lo correcto? Pero lo suprime con rapidez, porque Alemania no puede permitirse pensar ni cuestionar, sólo cumplir.
Debe ceñirse a su deber de representante de nación y obedecer ciegamente a su jefe, después de todo, él vela por su seguridad. ¿No?
Alemania asiente y avanza hasta la puerta, los demás militares le observan con expectación; da la orden, con voz firme y seca para iniciar el saqueo a los negocios judíos de sus territorios.
Su vista está en el frente y su espalda recta. Se recuerda mientras sale al exterior con un arma que no tiene derecho a pensar, que es su jefe quién debe hacer eso y él solamente debe limitarse a obedecer.
Más que cumplir con las palabras de Hitler no puede hacer.