RETORNO

Sep 08, 2015 14:32

Título: Retorno
Autora: guiomar_992
Fandom: QAF
Reto personal, no oficial: junio, julio, agosto
Rating: TP
Género: Reconfortante
Advertencia: Post 513. Es la continuación de los retos anteriores de qaf_ficcion:
Franela, Britin, Manhattan y Sorpresa
Notas: Referencias a una bola mágica protagonista de una trilogía: 1. Una bola de nieve de cristal 2. Muñequitos 3. El último baile
Disclaimer: Los Cowlip dicen que Brian y Justin son suyos. Ahora menos que nunca.

RETORNO

Agosto

Brian recorría con el dedo la columna de Justin marcando un surco invisible en la piel blanca que respondía con un ligero estremecimiento. La mirada clavada en aquella espalda que se arqueaba al ritmo del ronroneo de su dueño, como si quisiera apoderarse de las finas arrugas, del minúsculo vello erizado, de las apenas perceptibles pecas esparcidas como quién arroja un puñado de arena en la luna.

- Tú y yo perdemos demasiado tiempo.

Brian, abstraído en su recorrido, se sintió algo fuera de juego.
Justin se había girado y le miraba divertido.

- Creía que te gustaban los prolegómenos.
- Brian, técnicamente esto son postergómenos.
- ¿Hemos terminado?

La risa suave de Justin y aquella mirada azul que era un compendio de todas las palabras del mundo, le provocó un calorcito... que probablemente era debido a las sábanas de franela.

Justin apartartaba los mechones rubios pegados a la frente con un cierto disimulo, aunque no podía detener las gotitas de sudor que resbalaban por sus mejillas.

- ¿Dónde coño has conseguido sábanas de franela en México en pleno verano?
- Sunshine, tanto tiempo a mi lado y todavía ignoras lo que puede lograr un buen fajo de billetes.
- No era necesario.
- Quizás no. Pero para mí sí.
- Bueeeeno, pues ahora podríamos quitarlas y poner esas otras de refrescante algodón egipcio del hotel que...
- No.
- Vale.

Y Justin suspiró y se olvidó del sudor cuando Brian reptó suavemente y empezó a lamer todas las gotas que encontraba a su paso, a sorber con besos las de su rostro.

Junio

No había sido coser y cantar.
Justin creyó que sería fácil localizar a Brian en Manhattan. Tal vez fue que quería encontrarlo con sólo chasquear los dedos y no tenía paciencia para pensar con claridad y tocar las teclas oportunas. Sea lo que fuera, después de un par de intentos infructuosos, llamó a Cinthya y la amenazó.

- Tienes que decirme dónde está Brian.
- ¿Y qué harás si no lo hago, eh? Recuerda con quién hablas.
- Si no lo haces... no te querré más.
- Te mando la dirección por mail

En realidad, Cinthya esperaba la llamada de Justin desde hacía semanas. Deseaba la llamada de Justin. Estaba harta de tanta tontería y quería que las aguas volvieran a su cauce por el bien de todos. Pero tenía que guardar las formas y actuar como en principio se esperaba de ella, en eso se parecía demasiado a Brian.

Justin se presentó en el apartamento que Brian había alquilado tan lejos como pudo del que ambos compartían.
Y cuando Brian abrió la puerta, le empujó hacia dentro, le derribó con una fuerza inusitada y literalmente le comió a besos. Comió todo lo que pudo meterse en la boca, empezando por arriba y terminando por abajo.
No hubo ni una sola palabra.
Brian, en un primer momento sorprendido, se unió al festín y el banquete duró hasta altas horas de la madrugada, cuando cayeron rendidos más por la tensión acumulada y ya descargada que no por el cansancio.

Al día siguiente hablaron.
Probablemente menos de lo que ellos mismos tenían previsto, pero habría tiempo de aclarar malentendidos, de compartir los pensamientos escondidos de uno y los sueños reveladores del otro, de dar sonido a las palabras que ambos no habían dicho. Tenían otra vez todo el tiempo del mundo.

Julio

Regresaron a Britin.
Martha les esperaba con tantos pasteles que Brian se sobresaltó una mañana al observar un ligero montículo en la tripa de Justin y vetó los postres hasta nueva orden.
Nunca supo cómo aparecieron, pero Brandon, Winston y el Gato rondaban por la casa como si nunca hubieran estado ausentes. Brian no preguntó. Y cuando Brandon apoyó el hocico en sus rodillas, le rascó las orejas.
Justin se deslizaba a horcajadas por la barandilla de madera de la escalera, como un chiquillo, e inmediatamente buscaba a Brian para aliviar las consecuencias del roce.
Todo volvía a ser como antes.
Quizás mejor.
Suele ocurrir cuando se aborda el malestar y se echan los demonios.
Pero....

- ¡Briaaaan!¿Has cambiado de lugar la bola de nieve? No la veo por ninguna parte.

Brian frunció el ceño. ¿Justin no se acordaba que la había roto? Pensaba que había sido voluntariamente pero ahora dudaba si fue un accidente cuando ya había marchado. Como dijo Martha, un golpe de viento... En un salón con puertas y ventanas hermétcas, pero bueno, Martha podía estar ventilando la casa y...

- Brian, ¿me estás escuchando?
- Está rota.

La expresión de desconsuelo de Justin le confirmó su inocencia. Sea lo que fuere que pasó, Justin no había roto la bola, Justin no quiso terminar con la magia que compartían. Y Brian sintió un alivio inmenso ahí donde se supone que tenía el corazón.

- ¿La rompiste tú, Brian?
- Nunca. Nunca lo haría y espero que me creas.
- ¿Se cayó?
- Probablemente. Martha guardó los pedazos en una caja y no sé por qué no la tiré, está en el altillo del armario.
- Podemos intentar pegar los trozos, ¿no?
- Justin, es una bola mágica, se rompió cuando lo nuestro se quebraba.
- Lo nuestro está entero, sólo fue un temblor. Está entero. Y la bola debería haberlo adivinado.

Se miraron un instante y, como si alguien hubiera dado el pistoletazo de salida, corrieron a buscar la caja.

- Ábrela tú.
- No, tú.
- Joder, Sunshine, ers tú quién cree en la magia.
- Pues anda que, para no creer, el símil de la rotura de la bola y nuestra relación no está nada mal.
- Cállate y ábrela de una vez.
- ¿Y si sólo hay pedazos?
- Lo nuestro está entero, tú lo has dicho antes. Y es lo que importa.
- Me das miedo cuando hablas así. Bueno, en realidad te adoro porque...
- ¡¡¡Ábrela, joder!!!

Y Justin abrió la caja y sacó una bola de nieve con el cristal intacto y reluciente. Y en pleno funcionamiento, porque la ventisca teñía de blanco el interior.
Ambos aguantaron la respiración mientras esperaban que amainara la tormenta de nieve, lo que ocurrió a la vez que se oía una canción que hablaba sobre unas mañanitas y un rey y un despertar.
Un muñequito rubio y uno moreno bailaban una especie de conga en la calle de un pueblo con casas de madera de colores y cactus alrededor. Hombres con enormes gorros, mujeres con vestidos vistosos y niños bulliciosos parecían disfrutar de la fiesta tanto como ellos.

- ¿¿¿México???

Lo dijeron al unísono y luego se echaron a reir. La bola estaba intacta, como su relación. Fisuras que se rellenan y se soldan con un material que las fortalece hasta tal punto que la línea seguramente existe pero es imperceptible.

- ¿Saco los billetes de avión?
- Primera, Justin, primera clase.
- ¡Por supuesto, señor!, Ah, y encárgate tú del alojamiento. Si existe un hotel capaz de satisfacer tus necesidades sibaritas en un pueblecito de México, seguro que lo encuentras. No me opondré si tiene jacuzzi en la habitación.
- ¿Te estás volviendo conservador? ¿Tú? ¿Un artista?

Justin le respondió con un beso de ventosa y sin darle tiempo a reaccionar a por más, bajó riendo las escaleras en busca del ordenador.

Brian se dió la vuelta y en la bola los dos muñequitos tomaban una bebida en un patio donde colgaban farolillos con velas encendidas. Ambos llevaban un poncho y en ese momento hacían chocar sus botellas a modo de brindis.
Esbozó una sonrisa y achinó los ojos, mirando con tal intensidad la bola que parecía querer escudriñar en su interior hasta llegar a la maquinaria o lo que fuera que hubiera allí dentro latiendo.

- Gracias.

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qaf bola mágica, qaf fics, qaf retos

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