UNA BOLA DE NIEVE DE CRISTAL

Jan 04, 2013 00:24

Título: Una bola de nieve de cristal
Autora: guiomar_992
Fandom: QAF
Rating: TP
Reto: Reto temático de Navidad para qaf_ficcion
Género: Ni idea. ¿Fantasía?
Advertencia: Post 513
Disclaimer: Los Cowlip dicen que Brian y Justin son suyos. Patéticos.

Dedicatoria: Hace un par de Navidades ninetic me obligó a escribir mi primer fic.
Yo era una feliz lectora y, si no hubiera sido por ella, seguramente no habría pensado en pasar de vez en cuando al otro lado para divertirme creando historias post 513 que se desarrollan, eso sí, en un universo blanco. El sexo y el angst tendréis que buscarlos en otra parte, nenas, jeje.
Así pues, gracias, Ninoska. El fic es para el reto pero está pensado para tí, aunque esta vez no lo hayas pedido.



UNA BOLA DE NIEVE DE CRISTAL

Camina con paso apresurado intentando no resbalar en la nieve que empieza a helarse en la acera.
Si se hubiera puesto las botas forradas de borreguito que le regaló Debbie en lugar de los zapatos italianos, ahora no estaría luchando para mantener el equilibrio, pero las botas no combinaban con el color de la corbata.
Claro que tampoco es que se vea la corbata debajo de la bufanda de lana que le regaló Justin y que sí lleva puesta porque el rubio la usó antes de mandársela desde NYC -para comprobar que abrigaba, dijo- y aún conserva su olor.
De repente está en el suelo. No se ha caído. Han sido aquellos malditos niños corriendo alocados que lo han empujado para poder pasar. Piensa en Gus. Quizás él también corre por una calle nevada en Canadá. Quizás los malditos niños no son tan malditos.
Intenta levantarse dignamente cuando la mano tendida de una mujer de mediana edad y mirada chispeante lo ayuda a incorporarse.

- Gracias. Han sido los niños.
- Oh, sí, ya lo he visto. Tenían prisa. La cabalgata está a punto de iniciar el recorrido.
- ¿Uh?
- La cabalgata de Santa.
- ¿Eh?
- Santa Claus, joven. Supongo que recuerda a Santa Claus.
- No. No lo recuerdo. ¿Por qué iba a recordarlo si nunca dejó ningún regalo en su casa? Pero sé quién es, claro.
- Ya. ¿Quiere entrar en mi tienda? Su abrigo se ha mojado. Se secará enseguida delante de la chimenea.

Brian tiene una sensación extraña, como si el tiempo estuviera suspendido. Mira a la mujer, que sonríe y parece sacada de una película antigua.

- No, gracias. Tengo una reunión y no quiero llegar tarde.
- ¿Va a presentarse en una reunión importante con el abrigo apelmazado?
- No he dicho que fuera importante.
- Zapatos italianos.
- Muy perspicaz. Supongo que puedo quedarme unos minutos.
- Claro, querido, pase.

La mujer abre la puerta de madera verde y tintinean campanitas. A ambos lados de la puerta, los cristales de los aparadores están enmarcados también en verde.
Brian se da cuenta de que es una tienda de objetos y adornos de Navidad, y no puede evitar una mueca de disgusto.

- Colgaré su abrigo en una percha delante de la chimenea. ¿Quiere un té? Mmmmm, no, un whisky mejor, ¿verdad?
- ¿Tiene whisky?
- Tengo de todo, Brian.
- Un momento. ¿Cómo sabe mi nombre?
- Le ha caído una tarjeta del bolsillo del abrigo. Kinnetic. Brian Kinney. ¿Es usted, no?
- Sí...
- Puede dar una vuelta por la tienda mientras voy a buscar la botella y un par de vasos.
- No es necesario, la esperaré aquí.
- Ya sé que no es su estilo, pero tal vez encuentre lo que está buscando.
- Oiga, yo no he dicho... Además no busco nada y...

Se encuentra hablando solo. Seguramente la mujer ha entrado en la trastienda.
Decide echar un vistazo, por curiosidad, y pasea entre objetos navideños, a cual más horrendo, dispuestos en estantes asimétricos de los que cuelgan estrellas de purpurina.
Entonces la ve. Una bola de nieve de cristal, de esas ridículas que le gustan a Justin. Es un paisaje urbano en miniatura. Le da la vuelta pero no cae la nieve. La agita vigorosamente y nada.

- ¿Ha encontrado lo que buscaba, joven?
- No busco nada.
- Yo creo que sí.
- Entonces sabe más que yo. ¿Qué se supone qué es lo que estoy buscando?
- Es evidente. Lo que ha perdido.
- No he perdido nada.
- ¿Está seguro?
- Agradezco su ayuda, pero tengo que irme. El abrigo debe estar seco. Dejaremos el whisky para otro día.
- No he ido a buscar el whisky, querido.
- ¿También lo ha perdido?
- Jajaja, no, Brian. Le daba tiempo para que usted encontrara SU regalo.
- ¿MI regalo?
- La bola de nieve. Es un precioso detalle para alguien a quien le guste la Navidad.
- No es el caso, se lo aseguro.
- Claro. Pero no es para usted. Es para el chico rubio.
- ¡El chico rubio! ¿Pero quién coño es usted?
- Oh, discúlpeme, no me he presentado. Me llamo Ninoska. Además de la tarjeta, le cayó una foto de un chico rubio.
- No llevaba ninguna foto de Justin en el bolsillo. Ni siquiera recuerdo que metiera ninguna tarjeta. No suelo...
- Justin. Bonito nombre. Tenga, la tarjeta y la foto. ¿Son suyas, no?
- Sí, pero... Le repito que no llevaba nada en el bolsillo.
- Oh. Entonces será cosa de magia, querido. Le envolveré la bola de nieve con un papel brillante.
- ¡No quiero la bola de nieve!
- Pero Justin sí.
- Justin no quiere... Bueno, tal vez le gustaría. Pero la bola no funciona.
- No ha mirado bien, Brian.
- Sí lo he hecho. Le he dado la vuelta y no cae nieve.
- No ha mirado bien, Brian. Vuelva a mirar. No con los ojos, con el corazón.
- Tengo prisa, Ninoska, ha sido... interesante hablar con usted.
- Vuelva a mirar, Brian.
- No podré irme hasta que lo haga, ¿verdad?
- Chico listo.

Coge la bola y le da la vuelta. Y nieva. En la puta bola está nevando ahora. Además algo se mueve en el interior. Debe tener un mecanismo que se activa automaticamente.
Casi pega la nariz a la bola porque, de pronto, el paisaje le parece familiar. De hecho no es un paisaje, es una casa. Es, joder, Britin. Y hay una furgoneta aparcada delante de la puerta principal y, joder, joder, un muñequito rubio está sacando cajas de la furgoneta y las entra en Britin.
Cuando la mira atónito, Ninoska asiente complacida.

- Le dije que funcionaba, querido. Pero hay que saber mirar. Hay que querer ver. ¿Se la envuelvo para regalo?
- Sí, por favor.
- Sabía que encontraría lo que buscaba.
- La tienda no estaba aquí ayer. Estoy seguro. Paso cada día por esta calle.
- Recuerde, Brian, vemos lo que queremos ver.
- No voy a preguntarle de nuevo quién es porque no sé si me gustaría la respuesta, suponiendo que me diera una. Cuando salga por la puerta, ¿la tienda va a desaparecer o algo así?
- Algo así. Buena suerte, Brian.

No era consciente de haber salido. Ni tan solo recordaba haberse puesto el abrigo. Pero estaba de pie en la calle y en la mano tenía una caja envuelta con un papel dorado y atada con un lazo rojo.
No necesitaba girarse para comprobar que no había ninguna tienda con una puerta de madera verde. Calma. Probablemente se golpeó al caer y había sufrido una especie de alucinación. Aunque no tenía respuesta para la caja.
Iba a abrirla, cuando sonó el móvil con el tono de Justin.

- Hey...
- ¡Briaaaaaaan, adivina dónde estoy!
- En Pitts.
- Eerrrrr... sí... pero no tienes ni idea de dónde exactamente.
- Estás en Britin. Has utilizado la llave que no permití que me devolvieras.
- Joder, sí. ¿También sabes lo que estoy haciendo?
- Sacando cajas de una furgoneta para entrarlas en casa.
- Brian, me estás asustando.
- Es una larga historia, Justin. Bueno, en realidad no sé lo qué es. Te lo contaré todo esta noche, tengo una reunión ahora y no puedo... No. No. No. Espera. Llamaré a Cynthia para que la anule. Quiero estar contigo.
- Yo también quiero estar contigo, Brian. Por eso estoy aquí y es para quedarme, no intentes disuadirme.
- No lo haré.
- ¿No?
- Justin...
- ¿Sí?
- Tengo un regalo de Navidad para tí. Te gustará.

En la esquina, Ninoska se pone los guantes y achina los ojos satisfecha. ¡Claro que funcionan sus bolas de nieve! No han fallado nunca.

qaf bola mágica, qaf fics, qaf retos

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