Apr 05, 2005 04:04
Sonó el despertador.
Como todos los días, Cris se levantó somnolienta de la cama a las 8:02 de la mañana y se puso a prepararle el desayuno a su hijo, Mateo.
Estaba en la cocina cuando sintió cómo las manos de Gabriel rodeaban su cintura a la vez que un escalofrío de placer recorría su columna mientras sentía sus besos en el cuello...
¿Te has levantado con el pie derecho, eh? - Dijo Cris mientras se daba la vuelta y abrazaba a Gabriel -.
Cualquier momento es bueno para hacer feliz a mi ninia... - Respondió Gabriel - ¿Tenemos tiempo de... ? .
Mamá, ¿dónde está mi gorro negro? ¡no puedo ir a clase sin él! - Chilló Mateo desde el pasillo -.
Me temo que tendremos que dejarlo para la noche... - Susurró Cris al oído, mientras le mordía el lóbulo de la oreja -.
¿No lo dejaste en el coche ayer? Anda, apura y desayuna que llegarás tarde a clase...
Quince minutos después, Cris cogía las llaves de su coche para llevar a Mateo a clase, y mientras estaba conduciendo a través de la avenida ¡Rápido, tiene otra crisis, ayúdame a sujetarla! ¡y tú, ponle ya la inyección de tranquilizantes! escuchó, mientras el fluorescente del techo le cegaba y notaba como dos celadores musculosos la sujetaban a pesar de que pataleaba y se resistía con todas sus fuerzas.
Sintió un pinchazo en su brazo izquierdo y, mientras todo se desenfocaba vio como su hijo le miraba con cara asustada en el asiento de al lado en el coche.
Mamá, ¿estás bien?
Sí... sólo acabo de tener un... mareo... creo.
Después de dejar a Mateo en el colegio decidió ir a buscar a su marido al trabajo.
¿Seguro que no lo soñaste? Duermes poco últimamente... deberías tomarte unas vacaciones ninia...
No sé... era tan real, sentí sus brazos con tanta fuerza, y el pinchazo... todo era blanco, y vestían uniforme blanco, como en un hospital...
Bueno, no te preocupes... ahora mismo llamo a tu jefe y le digo que hoy no puedes ir a trabajar... tranquila, vete a casa y descansa, creo que todo el estrés de estos últimos días, tu ascenso... todo te está afectando...
No estoy loca... te lo juro... yo...
Cuando llegó a casa puso el agua a hervir, preparó su tazón con dos bolsitas de té rojo y, cuando el agua estuvo hirviendo, la retiró del fuego.
La estaba echando en el tazón cuando le salpicaron unas gotas en su mano derecha. Dio un respingo por el dolor de la quemadura cuando vio a Gabriel hablando con alguien que tenía toda la pinta de ser un médico.
Entonces, ¿ha recuperado la consciencia? ¿ya puedo hablar con ella?
Me temo que es una situación compleja, en estos dos años Cris ha estado viviendo en su mundo de fantasía, contigo a su lado, con Mateo aún vivo, un buen y gratificante trabajo... nos va a ser muy difícil sacarla de ahí y que se quede con nosotros...
¡Eh! ¡Parece que nos está atendiendo! Cris, hola, ¿nos entiendes? ¡Mírame!
Señorita Vila, Cris, atiéndame, quédese con nosotros, no nos abandone.
Yo estaba... en mi casa... me quemé la mano, y... ¿quién es usted? ¿dónde estoy? ¿qué estoy haciendo aquí?
Cris, estás en un hospital psiquiátrico, llevas aquí dos años, desde lo del accidente...
¿Qué accidente? ¿Dónde está Mateo?...
No lo recuerdas... Ibas en tu coche con Mateo, conducías y te giraste para abrocharle la chaqueta cuando te saltaste un semáforo y un camión os embistió...
¿DÓNDE ESTÁ MATEO? ¡QUIERO VERLE!
Mateo está muerto... y supongo que tampoco recuerdas que ya no estamos juntos...
Escúcheme, Cris, después del shock que le supuso la pérdida de su hijo y la posterior separación... Usted lleva dos años viviendo en un mundo de fantasía, un refugio que su mente se construyó para no tener que enfrentarse a la cruda realidad... pero no puede seguir ahí, tiene que volver con nosotros, Cris, tiene que regresar al mundo real...
Pero... todo lo que me importa, por lo que vivo en el mundo está allí... mi hijo, mi amor...
Cris, si alguna vez signifiqué algo para ti... lucha, lucha por no volver a ese sitio... ¡lucha por todo lo que quieres!
Por primera vez en todo este tiempo, Cris pareció recobrar la cordura un momento. Observó al médico a los ojos, luego a Gabriel... le acarició la cara y dijo:
Lo haré.
Corrió al cuarto de baño, se remojó la quemadura en agua fría, se la secó y acto seguido comenzó a vendarse la herida...
Nadie me separará de mi familia, nadie me separará de mi familia, nadie me separará de mi familia, nadie me separará de mi familia, nadie me separará de mi familia, nadie me separará de mi familia, nadie me separará de mi familia, nadie me separará de mi familia...
Era cuanto le decía su imagen reflejada en el espejo, con la bata blanca del hospital perlada de manchas escarlata de sangre...