//LIBROS: El arte de la novela. Pido disculpas por adelantado: soy un lector dedicado en casi exclusividad a la ficción narrativa. Así que, al salir de mi pluma, una reseña de un libro como El arte de la novela ha de ser parca y parcial. Sea como sea, por algún sitio habrá que comenzar (se admiten propuestas de por dónde seguir), y el ensayo de Kundera parecía un perfecto asidero al que aferrarse en el camino de entrada hacia la teoría literaria. Lo parecía y lo es. Ya desde las primeras páginas, el autor desgrana la tradición literaria europea y matiza su muerte, el punto de partida de su crisis, aquel punto difuso en el que la novela adquirió las funciones de la filosofía y, con ellas, nuevos deberes que hoy parecen olvidados. A partir de allí, lo que podría ser un camino árido y desolado se convierte en un animado riachuelo mucho más fácil de navegar de lo que podría parecer en un principio: las teorías y las ideas de Kundera no sólo son fluidas, sino que también son casi transparentes. Sin ser pedante ni hermético (es decir: sin obligarte a leer dos veces sus ideas para acabar entendiendo la mitad de lo que quiere explicar), el escritor describe un paisaje literario moderno muy poco halagador: un panorama en el que vivimos y leemos a través de símbolos simplificados. A partir de allá, propone "sus" soluciones para llegar a lo que él llama "el relato polifónico" y que no es más que el relato post-moderno que no se avergüenza a la hora de utilizar las herramientas de otros medios (él habla de filosofía y poesía, ¿pero quién no piensa en el cine o en la música? ¿Incluso la ciencia?). Muchos son los temas que desbroza Kundera en El arte de la novela (entre ellos una preciosa oda a lo kafkiano), pero lo más interesante es que lo hace desde una intelectualidad emotiva, nunca desde la frialdad: en su primer discurso (porque el libro recoge algunas de sus ponencias en torno a la literatura, e incluso un par de conversaciones deliciosas) ya deja entrever que está hablando de algo que no es que le interese. Más bien está hablando de algo que ama, que adora. Será por eso que para alguien como yo, para alguien que lee pero también intenta escribir, le acaba transmitiendo un optimismo de agradecer. En determinado punto, Kundera afirma que la diferencia entre el escritor y el novelista es que el novelista es aquel que quiere esconderse detrás de lo que escribe. Y, por un momento, te hace creer que es posible: que si le escuchas (que si le lees) podrás pasar el umbral de una categoría a la otra.\\