Klaine. Besos. Blaine está muy aliviado de que la puerta del elevador se abra, no sólo porque finalmente se acaba esta tortura, sino también porque si no tuviera músculos que poner en funcionamiento de inmediato, cree que podría llorar. Perdón, se pondría a llorar. Hay algo a partes iguales injusto y maravilloso en la memoria muscular que lo ha traicionado al momento de besar a Kurt, el recuerdo de cientos y cientos de besos compartidos haciendo que su cuerpo reaccione por instinto, que exponga todos sus puntos débiles y active todos los puntos débiles de Kurt. Es algo injusto, porque existe Dave, y Blaine no va a tropezar dos veces con la misma piedra, y porque aunque no existiera Dave, hay muchas explicaciones que aún se deben y muchas heridas que aún no han siquiera comenzado a cerrarse. Es algo maravilloso, porque es algo que no puede negar, es algo que simplemente le sucede, y si en algún momento le quedaron algunas dudas, ya no hay forma de que pueda seguir teniéndolas. Es algo injusto y maravilloso, y Blaine está aliviado de que la puerta del elevador se haya abierto, porque se hubiera largado a llorar, y porque sin lugar a ninguna duda, hubiera vuelto a besarlo.
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Hummelberry. New York. Todos los días, uno de los dos se acuerda. Uno de los dos se acuerda y se pone impaciente dentro de su propia piel, y Kurt acomoda meticulosamente cada una de las partituras y Rachel gasta la suela de los zapatos contra el suelo. Todos los días, uno de los dos se acuerda. Algunos días, los dos se acuerdan, los dos se acuerdan y sienten como si el mundo se les viniera encima, porque Rachel está en el exilio, y Kurt no puede tener lo que ha venido a buscar, y ha quedado atado por una obligación que no le ha nacido. Algunos días los dos se acuerdan y en su recuerdo New York se ve más brillante y más limpia y, sobre todo, más dulce y menos resentida. Algunos días los dos se acuerdan, y sobre todo son concientes de que el otro se acuerda, y Kurt incita a Jane para que le haga preguntas a Rachel sobre Broadway, y Rachel alecciona a Mason para que alabe el atuendo del día de Kurt. Algunos días los dos se acuerdan, pero gran parte del atractivo de Nueva York era taclearla juntos, y quizás no se habían dado cuenta de que se habían sumergido demasiado y demasiado rápido. Algunos dias se acuerdan los dos a la vez, y se miran de reojo y se encogen de hombros, porque no están diciendo nunca, pero sobre todo están diciendo ahora.
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Hummelberry. New York. Todos los días, uno de los dos se acuerda. Uno de los dos se acuerda y se pone impaciente dentro de su propia piel, y Kurt acomoda meticulosamente cada una de las partituras y Rachel gasta la suela de los zapatos contra el suelo. Todos los días, uno de los dos se acuerda. Algunos días, los dos se acuerdan, los dos se acuerdan y sienten como si el mundo se les viniera encima, porque Rachel está en el exilio, y Kurt no puede tener lo que ha venido a buscar, y ha quedado atado por una obligación que no le ha nacido. Algunos días los dos se acuerdan y en su recuerdo New York se ve más brillante y más limpia y, sobre todo, más dulce y menos resentida. Algunos días los dos se acuerdan, y sobre todo son concientes de que el otro se acuerda, y Kurt incita a Jane para que le haga preguntas a Rachel sobre Broadway, y Rachel alecciona a Mason para que alabe el atuendo del día de Kurt. Algunos días los dos se acuerdan, pero gran parte del atractivo de Nueva York era taclearla juntos, y quizás no se habían dado cuenta de que se habían sumergido demasiado y demasiado rápido. Algunos dias se acuerdan los dos a la vez, y se miran de reojo y se encogen de hombros, porque no están diciendo nunca, pero sobre todo están diciendo ahora.
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