Parte IGot you stuck on my body, on my body, like a tattoo.
Es un cinco de noviembre y Kurt le ha pedido si podían juntarse a tomar un café, y si han estado leyendo esta historia con atención sabrán que, bueno. Blaine dijo que sí.
Hace cinco años que no se ven, y la situación es para Blaine un poco incómoda incluso desde antes de llegar, pero Kurt lo está esperando en una mesa de dos con los cafés ya servidos y la orden de café de ninguno de los dos ha cambiado con el tiempo. ¿Por qué habría de cambiar todo lo demás?
No se dan la mano ni se abrazan, pero se reciben con sonrisas que podrían iluminar el cuarto. No se dan la bienvenida, porque sólo se le da la bienvenida a quién se ha ido, y aunque hace cinco años que no se ven, realmente nunca parece como si se hubieran separado del todo.
Toman un sorbo de su café cada uno, y Blaine quisiera hacer mil preguntas a la vez- no sobre su vida, esas respuestas se las conoce todas, de algo tienen que servir los amigos en común-, sobre qué le pasa en la cabeza, si sigue tomando el mismo café o sólo lo hace por los viejos buenos tiempos, si tuvo una buena semana, si salió de la ducha cantando esta mañana. No hace ninguna de esas preguntas, ni tampoco pregunta el por qué de la reunión, porque Blaine Anderson es el maestro de los silencios.
Kurt llama a una camarera con un gesto y pide un trozo de cheesecake pese a que sean las tres de la tarde, y a Blaine no se le acaba de empezar a formar la sonrisa que Kurt ya se la está destrozando a pedazos.
- ¿Por qué me engañaste?
La pregunta lo desencaja durante un instante, hasta que se da cuenta de qué es lo que le está preguntando Kurt- no es como si se hubiera olvidado realmente alguna vez, si en realidad ese hecho es como la espada de Damocles pendiendo constantemente sobre su cabeza. Aleja el café, porque si así va a ser la conversación, necesita tener sus cinco sentidos completamente alertas, y el café le da la falsa sensación de seguridad, y aprieta las manos en puños.
- Fue hace más de veinticinco años, Kurt.- Responde como si eso fuese una excusa, y quizás en otra vida lo fuese, pero no para ellos.
- Eso no hace los por qués menos válidos, ni menos reales. Nos debemos esta conversación hace veinticinco años. En su momento, tú no hablaste lo suficiente, y yo no escuche lo suficiente. Tengo tiempo: vamos a revertir esa situación ahora. Cree que me lo debes.
Blaine afloja los hombros, que no se había dado cuenta de que tenía tan en tensión, y se frota los ojos. Va a ser una larga tarde.
- Tengo dos condiciones para responder a esa pregunta.- Kurt lo alienta con un gesto indicándole que siga adelante.- En primer lugar, necesito que me dejes terminar con cada idea del relato. Son - eran- mis sentimientos, y aunque no sean ciertos para ti, fueron ciertos y válidos y reales para mí, así que necesito que los respetes. En segundo lugar, y sin quitarle validez a lo que acabo de decir, es verdad que es algo que sucedió hace más de veinticinco años, me estoy poniendo viejo y mi memoria y mis ojos ya no son lo que eran. Siempre tejemos el telar de nuestra memoria con los hilos más brillantes y con los que nos resultan más convenientes para contar la historia que queremos que sea contada, así que si hay alguna inexactitud en mi forma de ver las cosas, tienes todo el derecho del mundo a llamarme la atención, y podremos discutir sobre ello y, seguramente, hasta reírnos.- Blaine esboza una sonrisa, pero Kurt no lo acompaña, así que la sonrisa muere en sus labios sin llegar a transformarse en risa.- En fin, es una historia dolorosa y voy a tratar de hacerla lo más sucinta y clara posible por el bien de la salud mental de los dos. Esta historia comienza antes, antes de conocernos, pero no me voy a regodear en detalles arduos y dolorosos. Digamos simplemente que tenía diecisiete años y no estaba bien. Todavía no estoy bien, no del todo, hay días aún en los que no tengo ganas más que de quedarme en la cama y llorar, o en los que el menor detalle puede desbarajustar todo mi ánimo, pero son muy esporádicos y he aprendido a controlarlos y a sacar todo el jugo posible de los días en los que no me siento así, y eso ayuda a hacerlos más frecuentes. Lo que sea. En aquella época no tenía el apoyo profesional ni moral que he tenido en estos últimos años- no lo pronuncia, pero Blaine sabe que el nombre de Sebastian flota sobre ellos como un fantasma; no hay nada que pueda hacer para evitarlo, y, aunque pudiera, no sabe si querría hacerlo-, así que dejémoslo en que tenía diecisiete años y no estaba bien. Estaba asustado y deprimido, me sentía dejado de lado y estaba exhausto de tener que competir contra Nueva York por tu atención, porque, ¿cómo demonios se supone que uno pueda competir contra Nueva York? Es por eso que me molestó tanto el asunto de Chandler. Jamás pensé que te hubieras acostado con él, ni nada similar. Ni siquiera sé si me hubiese molestado tanto que lo hicieras. Pero Chandler era Nueva York, y Chandler no era yo, y era algo más que apartaba tu atención de mí, y si tan fácil era arrancarte de mí cuando me tenías al lado, ¿qué tanto más fácil sería cuando no pudieras recordar fácilmente de lo bueno que tenía para ofrecerte? Estaba asustado y aterrorizado, tratando de lidiar sólo con más de lo que podía lidiar, desesperado por atención, pero era atención que tenías que darme porque quisieras, no porque yo te la pidiera, porque si yo te la pedía me la darías porque te la pedí, y no porque quisieras dármela... En fin, dije que no lo haría engorroso, y aquí me tienes. En definitiva, estaba desolado, deprimido y desesperado por cariño, por algo que le diera rumbo a mi vida. Mientras tanto, tú estabas en Nueva York y, no lo tomes a mal, no cambiaría nada en el pasado si eso significase que no estarías en Nueva York y que tu espléndido futuro hubiese sido distinto, pero. Pero había un montón de promesas que me habías hecho, promesas de atención y de cariño compartido, y eran promesas que no podías cumplir. O no querías cumplir. Era muy joven y el tiempo siempre parecía correr demasiado rápido o demasiado lento en mi reloj. Yo llenaba mis horas de actividad tras actividad, pero toda hora que pasaba sin saber de ti se me estiraba y se me hacía larga como una tortura. Mientras tanto, tú podías pasar tranquilamente días sin hablarme y no sentías la necesidad desgarrante de oírme decirte que te amaba en los escasos momentos en los que hablábamos.
- Sólo quiero que sepas que era igual de desgarrante y doloroso para mí, sólo que yo tenía otros mecanismos de defensa. Pero prosigue.
- Sí, por supuesto, pero eso en ese entonces yo no podía saberlo. Te sentía cada día más lejos de mi vida, mis días se hacían largos, me sentía solo y triste, y desde que te habías ido a Nueva York, no había en Lima ni una sola persona que me tocase con afecto. Así que era eso lo que estaba buscando: sentirme deseado y un poco de calor humano, nada más. Supe que había cometido el peor error de mi vida en cuanto entré a su cuarto, pero no había marcha atrás, tenía que limpiar las inquietudes de mi organismo. Ya que lo había arruinado, iba a arruinarlo hasta el fondo. Sabía que tendría todos los días de mi vida para arrepentirme de ello, y no me equivocaba.
- ¿Te arrepientes aún?
- Por supuesto. Todos tenemos ese momento de nuestra vida que nos encantaría volver atrás y corregir, pero como no es posible, me sigo arrepintiendo, pero al menos no me martirizo por eso. Lo que pasó, pasó, Kurt. ¿A qué viene toda esta historia ahora?
- Viene a que hemos crecido y, como he dicho, nunca nos habíamos dado el espacio y el tiempo adecuados para tener esta charla. Creo que los años nos han pulido: tú has aprendido a decir lo que te pasa y yo he aprendido a escuchar algo más de lo que me pasa a mí dentro del pecho. Parece que no, pero las etapas sin cerrar duelen, y creo que esta ha dolido más que ninguna.- Blaine quisiera hacer un gesto de afecto, darle un apretón en el antebrazo o sonreírle, pero, precisamente, luego de veinticinco años acaban de cerrar la historia del amor que pudo ser y no fue, y eso no les deja nada en el presente, y Blaine siente que la intimidad sería forzada y peligrosa.- Dicho todo esto- continúa Kurt, y a Blaine se le pone la piel de gallina, porque este es el motivo real del encuentro, y no sabe si quiere conocerlo.-, he venido a decirte también que si tenía tanto interés en cerrar esta etapa, es porque tengo interés en abrir otra nueva.- Y posa su mano sobre la de Blaine y le sonríe mientras lo dice.
Delicada pero firmemente, Blaine retira su mano.
El mentón de Kurt se tensa tan rápido que Blaine no hace a tiempo de ver el gesto de transición. En un momento Kurt estaba sonriendo y al siguiente parece dispuesto a quebrarle el cuello si hiciera falta (Blaine cree que no hace falta; quiere creer que no hace falta. A veces se siente peligrosamente inseguro sobre eso.)
- ¿Me vas a decir que no sin siquiera escuchar la propuesta?- Le dice, y su apariencia es extremadamente calmada, pero su voz suena violenta e hiriente.
Blaine responde con el mismo veneno, porque aunque es un juego que no le guste jugar, es un juego que puede jugar.
- ¿Pretendías que dijera que sí sin siquiera escuchar la propuesta?
- Está bien, tienes razón. Lo justo es justo.- Kurt exhala y la tensión parece abandonar un poco su rostro, pero sus hombros siguen tensos como si fuese un depredador listo para saltar sobre una presa en cualquier momento. O una presa preparada para el momento en el que un depredador le va a saltar encima. Aún hoy en día, Blaine no puede distinguir del todo la diferencia en Kurt, y cree que es porque para Kurt no hay diferencia.- Creo que no hay mucho para decir, pero es verdad, nos debemos esto desde hace veinticinco años, y nos debemos hacer esto con toda la propiedad del ritual. Paul y yo nos hemos divorciado efectivamente hace cinco meses.
- Lo sé. Me lo han contado Santana y Rachel.
- He pensado durante muchos años en nosotros, Blaine, en nosotros y en la historia que tuvimos y en la que no supimos tener. He pensando en los errores que cometimos, y en los que no podemos volver a cometer. He pensado mucho, esperando el momento ideal para reconectar los lazos que fueron rotos, y me he dado cuenta de que se me pasa la vida esperando ese momento ideal, cuando lo que debería estar haciendo es construir esos momentos ideales contigo. Así que básicamente eso es lo que quería decirte: estoy dispuesto a luchar por construir momentos ideales contigo, Blaine, si tú quieres.
A Blaine se le paraliza la sangre en las arterias. Kurt acaba de decir lo que Blaine lleva esperando oírle decir durante veinticinco años, lo que ya había perdido toda esperanza de oírle decir, lo que Kurt decía- lo que Kurt todavía dice- en sus sueños. Kurt le está ofreciendo lo que más ardorosamente deseaba su corazón cuando tenía veinte años, se lo está ofreciendo cuando Blaine tiene cuarenta y cinco años y ya había perdido toda esperanza de jamás cumplir su sueño. Pero.
Pero.
Pero Kurt había estado a su lado durante esos veinticinco años, sólo que no del modo que Blaine deseaba, no del modo que Blaine esperaba, no del modo que Blaine necesitaba. Kurt estuvo a su lado como amante y como amigo, y sólo como amante y amigo- como amigos que se aman, como amigos que follan, como amigos que son amigos pero no son amigos- y en realidad esa combinación había sido mucho peor para Blaine que si sólo hubieran sido amigos. O si no hubiesen sido nada. Tener a Kurt a pedazos, en trozos selectos, había sido peor que no tenerlo para nada. Si no lo hubiera tenido para nada, Blaine quizás hubiera podido tener una mínima chance de desintoxicarse y expulsarlo de su organismo. ¿Pero cómo se suponía que se arrancase ese amor del pecho si al menor descuido tenía al responsable besándole el cuello y metiéndole la mano dentro del pantalón?
Por supuesto, al menos el cincuenta por ciento de la culpa era suya, porque él podría haber renegado de esa relación que era todo pero no era nada, darle la espalda y haber intentado abrirse camino sólo, sin esa distracción a corto plazo y esa mochila de ladrillos en la espalda a largo plazo. Blaine era un adulto, y había decidido quedarse y proseguir, porque no se creía merecedor de nada, y por eso aceptaba las migajas que le diesen, por muy tristes y muy terribles que fuesen.
Lo que sea. Blaine era un adulto e hizo sus propias decisiones, y llorar sobre la leche derramada no tiene sentido. Aprovechó esos años como pudo, y se hizo cargo de las heridas como mejor supo. A fin y al cabo, los hombres no se hacen de otra cosa que de errores.
No hubiera podido nunca dejar a Kurt, porque Kurt era una adicción que sentía hasta los huesos. Estaba atado por siempre a la esperanza nimia de que Kurt algún día le dijese lo que acababa de decirle y bueno, mientras no se lo dijese, disfrutaba de lo que podía. Blaine nunca hubiera podido dejar a Kurt por sí mismo. Pero luego había llegado Sebastian a limpiar los rencores del pasado y a empezar a reconstruir en terreno limpio, y para estar a su lado y hacerle sentir que quizás tal vez, a lo mejor, alguien podía quererlo por lo que él era, y no por la idealización que alguien hubiera hecho de él a los dieciséis años. Cuando Sebastian le puso el ultimatum: él o Kurt, fue la decisión más difícil de la vida de Blaine y, si ha de ser sincero, no está seguro de si volvería a tomar la misma decisión si se la planteasen ahora. Pero Sebastian lo obligo a elegir entre una esperanza y una realidad y por primera vez en su vida, Blaine tuvo la entereza de elegir la realidad.
Sebastian.
Si no otros miles de detalles, eso es algo que Blaine no puede dejar de lado en esta discusión.
- Yo no estoy divorciado, Kurt.
Kurt hace un gesto que Blaine está seguro que es de desprecio contenido, pero al menos aprecia el esfuerzo.
- Okay. ¿Entonces?
Blaine se lleva las manos a la cara y aprieta las yemas de los dedos contra sus ojos. Por supuesto, Sebastian no es un obstáculo para Kurt, porque Kurt puede ver a Sebastian como algo descartable. Exactamente así le responde, como si Kurt pudiese vivir dentro de su cabeza y hubiese presenciado todo el razonamiento anterior.
- Sebastian es mi compañero desde hace diez años, Kurt. Sebastian ha estado para mí en los momentos difíciles y en los alegres, y me ha ayudado a ponerme de nuevo sobre mis dos pies más veces de las que puedo recordar. No puedo deshacerme de él como si fuese algo desechable.
- Pero no lo amas.- Y Kurt lo dice mientras toma un sorbo de su café, que debe estar helado, como si fuese algo casual, como si estuviese hablando del clima, y a Blaine se le entumece la lengua y se le hiela nuevamente la sangre en las venas.
- No. No lo amo. Pero lo quiero, y me mataría lastimarlo.
Kurt desdeña el comentario con un gesto, como si fuese algo banal, como si reducir corazones a cenizas fuese su labor de todos los días, y quizás lo sea, quizás en realidad sea labor de Blaine también, sólo que Blaine se siente infinitamente culpable por hacerlo. ¿Lo hace la culpa una mejor persona? Seguramente no.
- ¿Entonces? ¿Vas a decirme que no sólo por no herir a alguien que no amas?
- Es más complicado que eso, Kurt. Es infinitamente más complicado que eso.
- Yo lo veo extremadamente sencillo.
- Por supuesto que sí. Te tomaste veinticinco años para hacer este movimiento, y por supuesto que en tu cabeza no es más que el momento perfecto y la situación ideal. Pero yo no vivo dentro de tu cabeza, Kurt. Yo he vivido veinte años deseando algo que te negabas sistemáticamente a darme, he vivido veinte años chocándome una y otra vez con la misma pared, he vivido veinte años siendo rechazado y recibiendo no tras no. ¿Qué crees que le ha hecho eso a mi auto-estima? ¿Qué crees que pienso yo de las razones por las que rompimos en su momento? Yo me hago cargo de mi culpa y acepto completamente mi responsabilidad. ¿Pero que hay sobre ti? En lo que a mí concierne, no has aprendido nada en lo que respecta a romper promesas y a cómo eso me hace sentir. En lo que a mí respecta, emocionalmente no has cambiado nada desde que teníamos dieciocho años y éramos dos imbéciles. Porque has crecido y has tomado decisiones respecto a los dos, pero han sido decisiones tuyas, que jamás compartiste conmigo. Jamás fuiste siquiera capaz de decirme "Ey, mira, no hoy, no mañana, pero algún día se alinearan los planetas de la forma adecuada y volveremos juntos. No ahora, pero eventualmente." Eso hubiera sido un cambio tan significativo en mi vida, porque cuando tenía veinte años creía que podía esperar por siempre a que abrieras los ojos, pero por siempre es demasiado tiempo, y hoy creo que he esperado demasiado. ¿Por qué habría de saltar hacia el abismo y abandonar lo que le da estabilidad a mi vida y ha mantenido mi salud mental durante los últimos diez años?
- Hay muchos argumentos que podría dar a favor de eso, partiendo del hecho de que no creo que sea saltar al vacío en lo absoluto. Hay muchos detalles técnicos sobre los que podría ser más preciso, eso seguro, pero me mantengo firme en el hecho de que la decisión era mía y sólo mía para tomar, y que tengo derecho a tomarla en mis propios términos.- Blaine se muerde los labios para no decirle, Por supuesto, y yo tengo derecho, en mis propios términos, a decirte que no.- Pero hay algo que pesa mucho más que todo eso, y lo sabemos los dos, pero si es necesario que lo diga, lo diré. No digo que sea un deber, pero yo creo que deberías hacerlo, porque me amas.
Blaine le rehúye la mirada y clava sus ojos en la taza de café, y piensa cuál sería la manera más diplomática de decirle que el amor a veces no es suficiente, pero no se lo dice, porque no es cierto para él, no en este caso, y aunque es una lección que cree que Kurt debería aprender, no tiene por qué enseñársela él.
- ¿Blaine? ¿No vas a decirme nada?- Blaine abre la boca como para responder algo, pero la verdad es que no tiene la menor idea de qué decirle, y aunque no lo está mirando a la cara, puede sentir a Kurt temblar mientras le pregunta.- Porque me amas, ¿no, Blaine?
Por supuesto, eso es lo que hace que su voz vuelva a surgir de su garganta.
- ¿Qué si te amo, Kurt? Preguntarme si te amo es como preguntarle a un pájaro si ama volar. Es algo que está en mi naturaleza, es algo que me corre en la sangre. Es algo que no puedo evitar aunque me duela.
Alza finalmente la cabeza, y Kurt tiene los ojos llorosos y le tiemblan las manos, y aunque se le parta el alma, Blaine no se las toma.
- Si me amas y te amo, ¿dónde están los peros, entonces? Y no me digas que en Sebastian, porque te estoy haciendo la pregunta independientemente de Sebastian. Como si Sebastian no existiera.
¿Cómo demonios se supone que él sea capaz de hacer eso?
- El amor no siempre alcanza, Kurt.- Ya está, se lo dije. Quizás no sea cierto, pero se lo dije, y es necesario que sepa que es algo que está sobre la mesa.- Para ti, el amor es un estado. Para mí, el amor es una acción. Amamos de forma incompatible, y esa es nuestra tragedia.
Blaine casi puede sentir el alma de Kurt cayéndosele a los pies, porque ahí mismo es donde está la suya propia. Ni en sus peores pesadillas se le ocurrió jamás que tuviese que tener que decirle algo como esto a Kurt Hummel, nada menos.
- Puedo cambiar.
- Quizás. O quizás no. Y de todos modos, no sé si deberías. Quizás debería cambiar yo, o los dos. Por eso esto no es un no, Kurt, sino un no ahora.
- ¿Podré transformar ese no en un sí algún día?
- No ahora, Kurt.