May 24, 2009 16:15
El trabajo de recepcionista tiene muchos defectos, que mejor no paso a enumerar para no deprirme todavía mas de los que estoy hoy. Sin embargo, una de sus virtudes es la de no estar sujeto a una "rutina" ya que al tratar cada con gente distinta cada día puede pasar cualquier cosa y si a esto le sumamos un ordenador y una conexión a internet bastante decente, pues la cosa mejora bastante. Evidentemente, no estar sujeto a una rutina es un arma de doble filo puesto que lo mismo te pueden pasar cosas buenas como cosas malas o incluso cosas muy malas (cosas muy buenas como que no pasan). Hasta ahora en el "Top Five" de cosas malas que me habían pasado aqui fue la vez que, hace no mucho, vino a pedir comida un señor que las circunstancias de la vida lo habían puesto en la calle pero que seguía conservando unos modales y una educación excelentes, además, iba todo lo aseado y bien vestido que podía. Como digo, me lo pidió con unos modales y una educación impecables y, sin embargo, debido a las normas de la dirección, con el corazón en un puño, tuve que decirle que lo teníamos prohibido. El hombre simplemente sonrió, asintió y dijo "está bien, de acuerdo" (o algo parecido) y se marchó dejándome a mi con el semblante y el corazón tristes de impotencia detrás de esa barrera llamada "mostrador" que pretendemos sea impermeable a cualquier emoción exterior pero que a veces es inevitable que nos "contamine". Maldije entonces a todos los demonios que me vinieron a la mente; ¡maldita sea, rediez! ¡¡con la comida que se tira a diario aqui y que no podamos dar un plato de comida al que tiene hambre!! Sentí una enorme pena por él, por mi y por mi impotencia.
Pero lo de hoy lo ha superado con creces. Vereis, muchos domingos viene a comer una abuelica que va empujando un carro de niño donde lleva sus cosas (seguramente porque no puede permitirse un andador como dios manda). Ella pide ayuda para poder subir el carro al hall, despues lo deja apartado a un lado y pasa a comer, despues, al salir, paga lo cuesta el menú (9 €), vuelve a pedir ayuda para bajar el carro y se va tranquilamente. Hay que aclarar que siempre que la he visto, vestía normal, como una persona de su edad, un vestido de esos de abuela hasta los tobillos y si acaso un gorro para protegerse del sol. Si acaso, la única pega que se le podría poner es que va un poco despeinada, no desaliñada ni harapienta, un poco despeinada y ya está. Nunca hemos tenido problemas con ella ni quejas de ningún cliente contra ella ni problemas de ninguna clase. Nada de nada. Pero mira tu por dónde, hoy la ha visto la jefa y ha dicho que nanay, que esa señora no podía entrar a comer, que daba mala imagen y que no podía entrar. Tócate los huevos. ¿Cómo le dices a una persona que a venido muchos domingos a comer sin ninguna clase de problema que, de repente, no puede ni entrar ni volver a venir? He intentado convencer a la jefa diciendole que siempre ha pagado, que el carro no lo mete en el comedor, que no ha habido quejas, que se quita el gorro para comer... nada, no ha servido nada de lo que he dicho, la tía ha dicho que no y es que no; y por si fuera poco, coge y se larga al bar dejándome a mi con ella y con todo el marrón. Evidentemente la abuela se lo ha tomado a mal y quería entrar a comer aunque fuera por las bravas. A mi no me salían las palabras para desalojarla porque por dentro me estaba hirviendo la sangre al ver semejante injusticia simplemente por aparentar.
Ha tenido que subir una compañera del bar (que tiene mucha más mala leche que yo) para intentar echarla pero la abuela aun se ha puesto más chula y no ha sido hasta que ha subido la jefa y ha hablado con malos modos con ella hasta que se ha ido. Una auténtica lástima porque la señora no hacía daño a nadie y no creo que con todo el hotel lleno de abuelos esta mujer fuera a bajar el nivel de "imagen" que tiene el hotel.
La verdad es que este episodio me ha dejado Plof total, más que la vez que os he relatado antes. Semejante despliegue de poder absoluto contra una pobre anciana que tan solo quiere comer (y pagando!) por, según su opinión, no dar la talla en cuanto a la imagen "apropiada" me ha parecido de lo más despreciable y asqueroso. De acuerdo con que es su negocio y puede hacer lo que quiera con él y dejar entrar a quien quiera, pero vamos, un poco de humanidad no le hubiera venido mal.
Y encima, para acabar de redondearlo todo hoy he venido hora y media antes (la compi tenía una comunión) y he tenido que "despedir" a dos trabajadoras de la cocina, una de las cuales se ha ido con lágrimas en los ojos (aunque bien es cierto que no rendían ni cara al aire). Todo eso cuando apenas son las 6 de la tarde, asi que esperate a que venga la hora del baile, a ver con cuantos clientes bordes, maleducados y rácanos "malaviaos" me toca lidiar por no querer pagar los 2 putos euros que cuesta la entrada (con derecho a una consumición!).
Y mira que no encontrar un agujero espacio-temporal para saltar directamente a las 11 de la noche... joder.