El huracán lleva tú nombre
Algunas chicas buscaban llamar la atención.
Algunas chicas endulzaban sus palabras para conquistar.
Y algunas otras se habían percato que Harry Potter parecía más contento las ultimas semanas que los últimos años, ¿Quién serie la afortunada?
Harry no podía dejar de sonreír cuando Hermione le comentaba que ese día una nueva persona había intentando sonsacar a su mejor amigo el nombre de la mujer que había alejado al héroe de guerra de su apático matrimonio. Ambos sabían que era inevitable que sucediera pero las consecuencias carecían de importancia cuando la mirada castaña y verde se encontraban en un cuarto a oscuras para pronunciar palabras de amor.
-¿Cuanto más tardaran en averiguar el nombre?
-El huracán lleva tú nombre: Hermione. Les doy seis meses.
Buenos días, tristeza
-Buenos días, tristeza.
El saludo era impersonal dicho en un tono frío por un Harry casi desconocido, era el mismo saludo que había dedicado a su esposa los últimos años, desde que se había dado cuenta que ella se había enamorado del héroe que venció a Voldemort, del niño que vivió para narrar batallas que el no había deseado, ser la esposa de alguien admirado por una fama manchada de sangre era mejor que ser la esposa de un hombre que toda la vida había sentido que no pertenecía a ninguna familia, a ningún lugar y mucho menos a alguna persona.
A veces se preguntaba si ella solo amaba al perfecto hombre de su imaginación uno de alto estándar que no pegaba nada con la desaliñada imagen que veía Harry Potter cada mañana en su espejo. La lejanía de Ginny ya no le importaba, aparte del saludo que le dedicaba cada mañana no tenía nada en común. No como lo tenía con Hermione.
Hermione lo conocía, sabía leer su animo o su silencio con ella las palabras eran naturales y solo necesitaba poder enredar sus manos en la figura de la castaña para saber que por fin pertenecía a un lugar y a una persona que amaría hasta el ultimo respiro.