TÍTULO: Picking up the pieces to make ends meet
FANDOM: Fútbol RPF
PERSONAJES: Zlatan Ibrahimovic, Maxwell.
PAIRING: Zlatan/Maxwell (Ibraxwell)
RATING: PG
ADVERTENCIAS: angst
RECUENTO DE PALABRAS: 721
NOTAS: Forma parte del conjunto de viñetas
Soulmates never die, octavo capítulo. Y el más largo de todos, ya veréis por qué :P Último capítulo de la etapa de Zlatan en la Juventus.
El título de la viñeta viene de la canción For what it's worth, de Placebo. Aunque también me ha ayudado mucho Adiós, de Maldita Nerea.
-Zlatan -no fue capaz de decir nada más, preso por la emoción, o por la sorpresa, o por los nervios, o por la inseguridad… o preso por Dios-sabe-qué que lo había dejado completamente en blanco, con el pulso y la voz temblando.
-Veo que no te has olvidado de mí -suspiró Zlatan, aliviado- Menos mal.
Maxwell pudo leer su rostro a la perfección. El sueco tenía una expresión seria, apenada. En ella pudo notar incluso una cierta dosis de arrepentimiento, una sensación que, por lo menos hasta ahora, nunca había aparecido escrita en el diccionario personal de Zlatan Ibrahimovic.
-Cómo iba a olvidarme de ti… -confesó Maxwell.- ¿Cómo iba a hacerlo, Zlatan? Creía que eras tú quien se había olvidado de mí. Te había llamado, ¿sabes? Muchísimas veces.
Zlatan bajó la mirada, resoplando.
-Y no me respondiste, Zlatan. Ni una sola vez.
-Lo sé -se apresuró a responder Zlatan, antes de que las palabras de Maxwell despedazaran aún más su corazón.- Lo siento, Max. Lo siento, de verdad...
"Quién lo diría", pensaba Maxwell. Se sentía totalmente indefenso. Lo que no podía ni imaginarse era que Zlatan se sentía el doble de débil de lo que él mismo podía mostrarse alguna vez. Había descubierto el sabor de la vulnerabilidad y Maxwell sabía que podía arreglarlo todo con un abrazo que los reconfortase a ambos, haciendo las paces y empezando de nuevo. Pero en su mente sólo cabía el hacer esfuerzos imposibles para no echar a llorar delante de él. "En fin", murmuró para sí.
-¿Cómo estás, Zlatan? -preguntó con un hilo de voz.
"¿Cómo estás, Zlatan? ¿¡Qué diablos significa esta pregunta, Maxwell Andrade!?", le susurraba una voz en su interior. Si en algún momento se había sentido capaz de superar aquella situación, cualquier esperanza se desvaneció después de formular aquella pregunta. Naturalmente que estaba mal, idiota. Daba igual que su equipo hubiese hecho el partido de su vida contra su gran rival y que él mismo hubiese marcado el gol que sentenciaba al Inter. Daba igual todo. Sólo vosotros dos.
Y, por un instante, Maxwell pareció haber regresado a su adolescencia. A aquellas frases que pretendían decir todo pero que no significaban nada, las mariposas en el estómago, la capacidad nula de reacción y el no saber cómo actuar en la situación más tensa. Regresar al bajar la cabeza para evitar la mirada (antes altiva, ahora desolada) de Zlatan.
Regresar a las inseguridades, a los temblores, al primer amor, al sentirse como un idiota, a las ganas de desaparecer, a las malditas hormonas, al deseo de que las cosas fuesen un poco más fáciles...
Zlatan encogió los hombros. Evadió la pregunta, intuyendo que Maxwell ya sabría (y de sobras) la respuesta.
-Puedo explicarlo, Maxwell. Puedo explicarlo todo.
-Sinceramente, Zlatan... creo que no hay nada que explicar. Me ignoraste, no quisiste saber nada de mí, eso es todo. No es tan difícil de explicar.
Las siguientes palabras fueron las más duras para Maxwell: "el daño ya está hecho, y prefiero no saber por qué lo hiciste". Zlatan permaneció en silencio, intentando asimilar palabra por palabra la respuesta de Maxwell. Más confundido si cabe, dio un paso atrás y se apoyó sobre la pared.
-Entonces... ¿qué pasará? ¿Qué será de nosotros?
-No lo sé, Zlatan. No lo sé... supongo que tenemos que dejar las cosas tal y como están, dejar que el tiempo pase... no podemos estar lejos el uno del otro, Zlatan, me ha hecho daño a mí y te hará daño a ti.
Zlatan suspiró con resignación: a su pesar, estaba totalmente de acuerdo con aquellas palabras.
-No sé si podré soportarlo. -dijo el sueco.
-Ya. Pero algún dia volveremos a estar juntos, y todo esto será una simple anécdota más...
Quería creer en aquellas últimas palabras, que dijo casi sin pensar. Sin embargo, Zlatan asintió, intentando contagiarse de aquel optimismo que Maxwell intentaba demostrar.
-Hasta que volvemos a estar juntos, entonces -dibujó Zlatan una media sonrisa.
"Hasta que volvamos a estar juntos", repitió Maxwell. Y se despidió de Zlatan con un sutil beso en la mejilla. Algún día volverían a estar juntos, y Maxwell sonreía ante la idea de volver a jugar junto a Zlatan. Pero, cuando regresó junto a sus compañeros y cerró la puerta de los vestuarios, no pudo evitar arrancar a llorar.
Volverían a estar juntos.
Sí, claro...