Mu está en mi.
Ayer pasó que mi cerebro llegó a la consciencia de Mu. Actúo Mu ayer,
lo sé. Lo sé porque fui y me convertí en otro, en Mu, en el ser que
soy.
Una situación que pasó de ser de moderado interés y más bien cómica a
guerra. Con dos pasos de Mu, adentrándose en la muchedumbre, abriéndose
camino como una aparición y mirando muy de cerca por los ojos a los
ojos del otro, buscando a Mu.
Los que me rodeaban, reaccionaron de muy diversas formas. Hubo
sorpresa, hubo angustia, hubo miedo, hubo aceleración de pulso
generalizado, nervios, sudores, pánico, alegría, sentirse
repentinamente absorbidos, fuertes, débiles... aquella gente que un
segundo antes eran oprimidos y totalmente expuestos y vulnerables, se
convirtieron en flores a velocidad de vértigo, aunque alguna aún hoy
esté creciendo desde aquel momento.
El otro no tuvo nada que hacer. Mu se lo comió, en busca de Mu. Lo
encontró, se encontraron, nos encontramos. La impresión fue exacta, el
mensaje no hablado-hablado el cuerpo. Capituló en menos de un minuto.
Se desmoronó por completo. Por poco llora, intentando dar con las
palabras adecuadas de disculpa. Mu le invadió, Mu le hizo ver. Mu es
como el agua.
Después Mu se centró en el segundo otro, a quien había reconocido como
tal tan pronto que había dejado de interesarse por el primer otro. Lo
embistió con la misma rápidez, algo sobrenatural. Le marcó en toda la
frente, sin más búsqueda que la de Mu en el otro, la de reconocerse, de
comprenderse, de aceptarse y amarse.
Se resistió más tiempo. Unos minutos más tarde, en la azotea dejó de
hacerlo. Dislocado, comenzó a hablar de sus propios problemas, se
desnudó, se mostró. Mu se fue abajo de nuevo, justo para conocer al
tercer otro, el más peligroso de todos. Lo encaró, lo cogió por la
mano, lo estiró hacía esa mirada de dar con Mu. Otra vez con esa
velocidad de ver a todo congelado salvo a ese/a implacable Mu.
El tercer otro por poco pierde el equilibrio, el maletin de gángster.
El apretón de mano Mu es fuerte, es que se funde con la otra mano, los
ojos se funden en los ojos del otro y no hay nada que hacer.
El tercer otro se va totalmente frenado en su torbellino, sin posibilidad de volver a girar para perderse de nuevo de Mu.
No desperté de esa situación. Me acosté con ella, me levanté con ella.
Estoy Mu, soy Mu totalmente en estos momentos. Las letras de este
mensaje me recuerdan a muchas vidas pasadas.
Los temores no se vencen, los temores son invencibles. Por eso la
mirada de Mu es así de rápida e implacable. Porque hace despertar a
todos los miedos, hasta los más profundos con un solo contacto visual o
físico. Un solo movimiento. Y más allá, como si saliera de los poros.
Yo sentí pánico, verdadero pánico al estar delante del primer otro,
reconociendo en él ese cuerpo de navajero callejero, pero con un mínimo
toque de caballero, ya que prefiere machacar cráneos con los puños. Son
famosos en el pueblo, por sus tratos con las mafias locales, por su
violencia, por el uso de armas de fuego contra policias, por asuntos
criminales en general relacionados con el tráfico de drogas. Mu me
arrastró directamente, tomó la decisión y me movió con esa velocidad
que no me daba tiempo a comprender en absoluto lo que estaba haciendo.
El cerebro se quedó atrás, como a cinco minutos de comprender cada
frase. Y ni con esas. Aún ahora tengo esa sensación completa de estar
conducido por Mu y que conduce pero la mar de bien.
Mu en el primer otro es genial. Si no metemos la pata, puede nacer aquí
una buena amistad. Es un tipo legal, buena gente. Fuerte y viviendo más
cercano a Mu que yo antes de conocerle. Un hombre extraordinario, con
poderes.
Después de unos minutos de no poder parar a Mu, me relajé. Desde
entonces estoy relajado. Eso sí, igual os sirve al leerlo, justo antes
de que dejase existir a Mu en mi, tuve como casi todo un día de nervios
inexplicables, irritabilidad, hipersensible... más de una vez pensé eso
de 'el precio de la sensibilidad' y que tenía que aceptarla, que era un
don.
Jamás hubiera sospechado que Mu fuese así y que todo estaba en mi.
Algunas cosas las comprende el cerebro a unas 12 horas pasadas... es
decir que no podré explicar a Mu, hay que vivirlo.
Eso me lleva al koan Mu, parte central de este blog o aventura de blog.
En él, a un gran maestro le preguntan si los animales también tienen
ese alma búdico, la esencia búdica, la posibilidad de trascender en
cualquier momento. El maestro se gira y le espeta un seco "¡MU!" como
respuesta.
Comprendo ahora que el maestro se iluminó. El koan Mu es un fruto
imperecedero. Aún me acuerdo como empecé a escalar sobre él, con
preguntas como "¿y no será que el que pregunta le tiende una trampa?" y
luego eso de "hay que ver lo cachondos que son"... el cerebro a sus
anchas.
El camino hasta aquí lo podéis ver también en el foro
emo-emo de Almas.tv. La contraseña es quiensoyyo.
En Mu, ser mu las acciones se dirigen automáticamente a ayudar a los
demás. Es alegría que va por delante, total seguridad. Mi cerebro tiene
sus dudas y temores, es Mu en todo caso quien los comprende a través de
él, junto a él, siendo él.
Cuídense todos.