[Naruto] Gajes del oficio

May 08, 2007 03:24

Título Gajes del oficio
Fandom: Naruto
Resumen: Kakashi reflexiona sobre la vida del ninja mientras le ayuda a Gai a entrenar a Lee.
Raiting: PG

La vida de un ninja era por definición compleja, plagada de imprevistos, de ahí que desde el principio su crianza fuera diferente a la de la mayoría de las personas; desde temprana edad tenían que aprender a manejar cosas que, objetivamente hablando, eran fuera de lo común. De ahí que, en muchas ocasiones, tuvieran problemas para enfrentar cosas que entraban en lo común.

Por poner un ejemplo práctico, para un ninja era muy importante saber ocultarse, lo cual no se limitaba sólo esconderse entre las sombras o en las copas de los árboles, sino también dominar el arte de pasar desapercibido entre una multitud de civiles. En ocasiones, esta habilidad resultaba indispensable para acercarse a un blanco o para aumentar las posibilidades de escapar de un perseguidor. A pesar de esto, Kakashi, en lo personal, prefería dejarlo como último recurso, en especial si el bienestar de los mencionados civiles no consistía una prioridad para su enemigo en turno.

Debido a lo anterior era que ese domingo Kakashi estaba sentado sobre ese tejado, ayudando a Maito Gai a enseñarle a Rock Lee cómo manejarse entre civiles.

-Será muy sencillo -había dicho Gai-. No tomará más de un par de días.

Para el caso, los jounin habían elegido una ciudad cercana a Konoha, en donde se celebraba un festival muy popular en esa época del año. Era una ciudad pequeña y con reputación de ser muy tranquila, pero con el festival la mayoría de los habitantes-y bastantes turistas-estarían en la calle desde temprano en la mañana; en otras palabras, la situación estaba como mandada a hacer.

Durante el ejercicio, que comenzaba a las ocho de la mañana, Lee debía ir detrás de la pista de Gai hasta las diez de la mañana sin ser descubierto. A continuación, y hasta las once, debía huir de él. De once de la mañana a una de la tarde, los tres se tomarían un descanso para comer y, de la una a las cinco, Lee tendría que proteger a Gai de un “intento de asesinato” por parte de Kakashi. Todo lo anterior sin que nadie fuera de los involucrados se diera cuenta.

En el caso de que Lee fallara en alguno de los puntos, el ejercicio se suspendería hasta el mes siguiente. El único castigo para el alumno sería saber que le había fallado al maestro, lo cual pocas veces funcionaba como debía, pero tratándose de Lee y de Gai, Kakashi estaba seguro de que no había nada peor con que amenazar al estudiante.

Kakashi se imaginó repitiendo el ejercicio con sus propios alumnos. Con Sasuke hubiera sido un éxito; Sakura hubiera podido seguir a su blanco aunque quizá la defensa le hubiera causado algunos problemas, y en cuanto a Naruto... Kakashi estaba seguro de que hubiera tenido que fingir que la amenaza era real para que el chico se tomara las cosas tan en serio como era debido.

Sonaron las ocho de la mañana.

Lee, que había sido instruido verbalmente de antemano, salió del hotel donde Gai y Kakashi lo habían dejado el día anterior con la intención de que se familiarizara con los alrededores. Al verlo, Kakashi le dio puntos por no vestir sus usuales mallas verdes, pero le quitó la mitad porque con esa camisa naranja brillante destacaba muy alegremente entre una multitud que en, términos generales, vestía ropa de colores más suaves.

Además, Lee se veía muy serio, quizás demasiado. Kakashi tomó nota de recomendarle que aparentara estar más relajado, aunque no extremadamente feliz; la gente solía recordar más los extremos de cualquier emoción que un rostro neutro.

...y también debía señalarle que debía caminar con menos rigidez.

Kakashi saltó al siguiente techo, siempre detrás del chico.

A esa hora, la mayor parte de la gente que Lee encontraba eran comerciantes, quienes preparaban sus puestos-más que nada de comida-para cuando llegaran las masas un poco más tarde. Así, ocupados, nadie le dedicaba una segunda mirada.

Lee, que se veía más relajado tras haber caminado aproximadamte una docena de metros, se detuvo en uno de los puestos para comprar algo. Una vez hecho esto, siguió caminando, mordisqueando el panecillo y mirando a su alrededor como si encontrara los adornos de lo más interesante.

Eso es, chico, compórtate de manera casual, pensó Kakashi a la vez que añadía más puntos positivos a la cuenta de Lee.

Unos diez minutos más tarde, desde la ventaja que resultaba de estar literalmente por encima de la situación, Kakashi vio a Gai sentado en la terraza del primer piso de un restaurante, tomando una taza de té. No se había tomado la molestia de disfrazarse-el nivel del ejercicio no lo requería-, sólo se había puesto ropa de civil: pantalones de mezclilla y camiseta blanca de manga corta, nada que llamara mucho la atención... excepto porque la mesera no despegaba los ojos de los bíceps de Gai. Kakashi sonrió para sus adentros imaginando a dónde se pegarían los ojos de la muchacha cuando Gai se pusiera de pie.

De pronto, cuando Lee estaba a una manzana de distancia-sólo a una manzana de distancia-, Gai se levanto y se desperezó.

¿Este par tiene un vínculo telepático o qué?, pensó Kakashi

Gai dejó sobre la mesita unas monedas y brincó hacia la calle. Durante el proceso, tal como Kakashi lo había imaginado, la chica soltó un par de profundos suspiros al verlo alejarse.

A pesar de todo, Kakashi no pudo dejar de notar que, al saltar tan ostensiblemente, Gai le había puesto a Lee las cosas increíblemente fáciles.

Lo ojos del chico brillaron al ver a su maestro; Lee se pegó a la pared detrás de un grupo de personas que discutían y señalaban un puesto de pescado.

Gai debía tener una buena razón para dejar que Lee lo viera, y mejor que la aclarara antes de que regresaran a Konoha, o la información podría escapársele a Kakashi “por accidente” cuando fuera turno de Tenten o Neji de realizar una práctica de ese tipo.

Por otro lado, tal vez Gai no se hubiera dado cuenta de que Lee se encontraba cerca. Claro, porque Gai no era un jounin altamente capacitado. Por supuesto.

Gai se puso las manos en la espalda y comenzó a caminar; tenía la cara de quien no sólo disfrutaba el fresco aire de la mañana, sino de la vida en todo su esplendor. En otras palabras, estaba actuando tal y como él mismo.

Lee esperó a que Gai se alejara un poco antes de seguirlo-pegado contra la pared, haciendo muy obvio para la gente de alrededor lo que estaba haciendo. Por lo menos una docena de señoras se quitaron de su camino, protegiendo sus bolsos con ambos brazos. Kakashi se preparó para intervenir si acaso alguien llamaba a la policía. ¿Qué les enseñan a los niños en la academia en estos días? Por otro lado, el porcentaje de culpa que le había atribuido a Naruto hasta entonces disminuyó considerablemente.

Gai se detuvo en una esquina, esperando a que la luz del semáforo cambiara de roja a verde. Mientras tanto, Lee se acercaba, aún pegado contra la pared, aún con la frente ceñuda-y si de por sí el pobre chico tenía las cejas gruesas...

De pronto, Gai se dio la media vuelta...

...y Lee desapareció detrás de una señora de trasero amplio.

Gai sonrió al no ver a su alumno por ningún lado y, aprovechando que la luz había cambiado, cruzó la calle.

Lee salió de detrás de la señora-qué mal se oyó eso...-y fue detrás de su maestro.

El alumno tenía que andarse con mucho cuidado; Gai podía voltear en cualquier momento.

Un par de manzanas más adelante se encontraba el templo que sería el centro del festival. A esa hora había allá mucha más gente que en las calles, por lo que sería más fácil para Gai perderse de la vista de Lee.

Si eso pasaba, y al cabo de diez minutos Lee no había encontrado a Gai de nuevo, se tomaría como una falla.

Lee se deslizaba de un poste a otro, de un puesto a otro...

...de un gran trasero a otro gran trasero...

Por fortuna, ninguna de las señoras se dio cuenta, o hubiera corrido sangre.

Cuando Gai y Lee entraron al templo, Kakashi se vio obligado a bajar de las azoteas. Al nivel del suelo se complicaba el asunto de seguir a dos personas separadas él solo, así que decidió concentrarse en Lee e interpretar por sus reacciones si el chico seguía tras la pista de Gai o no.

La camisa naranja de Lee resultó muy útil-para Kakashi. Y lo sería también media hora más tarde para Gai, cuando fuera su turno de perseguir a Lee.

Kakashi quería saber qué demonios había estado pensando Lee cuando se la puso. Aunque, claro, también cabía la posibilidad de que Lee supiera algo que ni Kakashi ni Gai sabían. Cierto que estos dos le llevaban una ventaja de más de quince años de experiencia al primero, pero también era verdad que no habían durado tanto subestimando al enemigo.

Con la curiosidad picada desde este ángulo, revivió el interés de Kakashi en el ejercicio.

Una vez dentro del patio del templo, Lee trató de caminar menos rígidamente pero, con toda seguridad, seguía con el rostro fruncido, porque más de alguno le dedicaba una mirada extrañada de algunos segundos de duración.

En definitiva, Kakashi tendría que decirle a Gai que le sugiriera a Lee que practicara sus expresiones frente al espejo. O con uno de sus compañeros.

Por encima de la cabeza de Lee, Kakashi logró ver que Gai pasó el tiempo ya fuera examinando el decorado o hablando con los monjes y otros visitantes. También esquivó con toda destreza a alguna mujer que quiso seducirlo.

Con todo, el otro jounin no dejaba de girar la cabeza repentina pero discretamente. Pero Lee siempre encontraba una persona o una columna tras la cual esconderse en el último momento.

De verdad que parecía un vínculo telepático.

Se hicieron las diez.

La expresión de Lee cambió radicalmente de la de un gatito feroz al de un ratoncito asustado. Se dio la media vuelta y caminó en zigzag entre la multitud. Gai, sin por un segundo perder el semblante tranquilo y amistoso, se lanzó detrás de Lee. Precisamente hacia donde se había ido Lee.

Lee tuvo la buena idea de salir del templo e ir a la plaza, donde estaban programadas las diversas actividades de entretenimiento; a esa hora ya había mucha gente allá.

Kakashi pudo regresar a los techos y abarcar con la mirada todo lo que hacían los otros dos.

Lee caminó de un lado al otro y Gai, algunos metros detrás, seguía su pista.

Lee se veía muy nervioso y mucho más concentrado que antes. Razón no le faltaba; Gai podía ser un depredador muy peligroso, eso bien que lo sabía Kakashi.

Desde su lugar de observación, era obvio para Kakashi que Gai no podía ver a Lee, pero el primero pasaba por prácticamente los mismos puntos que el segundo.

Si no es telepatía, tienen que ser feromonas. Kakashi consideró la dea de hablar al respecto con Gai, pero terminó por preferir no hacerlo.

Pasó media hora.

Con toda franqueza, Kakashi no hubiera creído que Lee durara tanto. Aunque había que hacer notar que en más de una ocasión Gai estuvo a una persona de distancia de atrapar a Lee.

Algo más tarde, Lee, demasiado tenso y sudoroso, seguía escabulléndose y llamaba cada vez más la atención, lo cual no prometía nada bueno; el chico tenía cinco minutos para evitar incidentes de cualquier tipo si quería aprobar esa parte.

De pronto, Kakashi se dio cuenta de que Lee se encontraba a medio camino entre Gai y una de aquellas señoras de gran trasero, la cual arrastraba detrás de sí a un policía. Muy mal: precisamente uno de los primeros puntos en la lista de lo que no se debía hacer: involucrar autoridades civiles.

Pero Lee, quizá debido un poco más a la suerte que a la habilidad, decidió hacer un giro de último minuto y terminó por meterse a un restaurante.

La señora y el policía pasaron de largo-pasaron al lado de Gai-y se perdieron en la distancia al dar la vuelta en una esquina. Tal vez ni siquiera buscaban a Lee y Kakashi sólo se había preocupado por nada; pero mejor preocuparse de más que preocuparse de menos.

Dieron las once en el momento en que Gai entraba al restaurante, y Kakashi se apresuró a unirse a ellos, agradeciendo la oportunidad para almorzar y aún considerando la teoría de las feromonas.

-Lee, vas por buen camino -dijo Gai, todo él henchido de orgullo-. Hay algunos detalles en los que hay que trabajar, por supuesto, pero hablaremos de ellos más tarde. Antes, tienes que concentrarte en protegerme de Kakashi.

-¡Claro, sensei!-exclamó Lee, los brazos en alto.

-Debo advertirte que usaré armas reales -dijo Kakashi- y que no me voy a andar con juegos.

-¡No hay problema, Kakashi-sensei!-dijo Lee-. ¡Protegeré a Gai-sensei con mi vida!

-Eso... puede o no ser necesario -dijo Kakashi.

La comida llegó vía la misma mesera que había quedado prendada de Gai hacía no demasiado tiempo atrás, y esta vez quedó deslumbrada (casi literalmente) con la sonrisa de agradecimiento que aquel le dedicó. Quedaba a discusión qué tanto era que Gai se había dado cuenta de los sentimientos de la pobre chica-él solía ser un poco denso para esas cosas, en especial si su mente estaba concentrada en otro asunto-pero Kakashi tomó nota, como siempre, por si acaso el contacto se volvía crucial en alguna misión más adelante. No era algo extraño: una de las últimas citas de Asuma, por ejemplo, le había salvado la pierna a un jounin, aunque la mujer de la casa de baño terminó por mandarlo al diablo porque no pudo hacer que dejara de fumar, pero esa es otra historia.

-¡Bueno, a comer!-dijo Gai, levantando en alto sus palillos. Sin embargo, antes de que pudiera clavarlos en la comida, se acercó a la mesa el mismo policía al que Kakashi había visto en la plaza arrastrado por una de las mujeres que había servido de escondite a Lee.

-Señores, ¿me permitirían hablar con ustedes por un momento?-dijo el policía, todo educación, probablemente porque Kakashi vestía su uniforme de jounin, lo cual solía inspirar respeto en las autoridades civiles conscientes de sus propios límites.

-Diga usted -dijo Gai.

-Testigos oculares han identificado a este jovencito -señaló a Lee- como sospechoso del robo de un importante número de bolsas de mano.

A Lee y a Gai casi se les cae la quijada al suelo. Kakashi, por su parte, sólo se rascó la cabeza en actitud filosófica; no quiso decirles a los otros que hasta cierto punto se lo había visto venir.

-¡Tiene que ser un error!-dijo Gai mientras que Lee no lograba articular palabra.

-Los testigos dijeron que lo vieron caminar por toda la calle principal en actitud sospechosa -continuó el policía-, y que poco después ya no tenían sus pertenencias consigo.

-¿Cuántas bolsas de mano está acusado de robar?-preguntó Kakashi.

-Alrededor de cincuenta.

Kakashi hizo cálculos mentales; cincuenta era mucho más del doble de las mujeres tras las que Lee se había escondido. Es por un lado; por el otro, los robos debieron haberse efectuado después de que Lee pasara por ahi, o Kakashi hubiera notado que algo sucedía desde las azoteas.

-¿Y todos los robos se llevaron a cabo en la calle principal?-preguntó Gai.

-No estoy en posesión de todos los datos -admitió el policía-. Pero este jovencito es el único sospechoso reportado. Es mi deber pedirle que me acompañe... junto con su tutor legal, por supuesto, para confrontar su versión con la de los testigos.

Kakashi no pudo evitar sonreír para sus adentros. ¿“Pedirle que me acompañe”? El hombre parecía ser consciente de que, si Kakashi quería, aquello podía terminar en masacre. Sin hablar que era obvio que ni siquiera sospechaba que Gai y Lee eran también ninjas.

Gai se levantó y puso una mano en el hombro de su alumno.

-Vamos, aclararemos esto -dijo.

El policía inclinó su cabeza ligeramente, aliviado, y guió el camino hacia la salida.

Antes de dar un paso, Gai intercambió una mirada con Kakashi: le estaba pidiendo que se encargara de encontrar al verdadero ladrón.

Kakashi asintió. Aunque a primera vista parecía ser un asunto algo complicado debido a la cantidad de gente que había en la ciudad, en el fondo no pasaba de ser una misión clase D. Bastaba con que una de las mujeres que habían sido robadas abrazara a Pakkun por un instante para que este encontrara un rastro en cuestión de segundos. El perro odiaba ese tipo de cosas, pero nadie lo habia obligado a tener carisma con las damas, ¿cierto?

De acuerdo a lo planeado, Pakkun no se mostró muy conforme con el contacto directo con un amplio y desconocido pecho femenino, pero cedió cuando Kakashi le ofreció el doble de su peso en carne.

-Cruda -especificó Pakkun.

Después del apretón que seguía el “¡Qué lindo perrito!” de rigor, Pakkun quedó en posesión del olor de una de las bolsas robadas.

El resto fue pan comido. Pakkun y Kakashi encontraron al grupo de carteristas en una bodega abandonada. Atraparlos a todos y hacerlos confesar que a su jefe se le había ocurrido aprovecharse de la extraña actitud de Lee fue cuestión de alrededor de veinte minutos.

-¡Qué eficiencia!-dijo el jefe de la policía cuando tuvo ante sí la evidencia de las bolsas robadas y a los ladrones confesos.

-Y va por cuenta de la casa -dijo Kakashi.

-¡Siento mucho haberle fallado así, Gai-sensei!-gimió Lee, cabizbajo, una vez que estuvieron de vuelta en el hotel.

-Son gajes del oficio, Lee -respondió Gai solemnemente-. No te mortifiques tanto; la situación no pasó a mayores.

-Lo intentarás de nuevo el mes que viene -dijo Kakashi sonriendo-. Y ten en cuenta que por lo menos tú no estuviste a punto de cometer un magnicidio en tu primera práctica.

-¡Kakashi!-exclamó Gai, todo rígido de pronto-. ¡No te atrevas!

-¿Qué pasa?-preguntó Lee.

-Bueno -Kakashi se rascó la barbilla-, la historia la escuché de segunda mano, pero dicen que...

-¡Kakashi!

Gai brincó hacia donde Kakashi estaba sentado, pero este se movió rápidamente al lado contrario de la habitación.

-Gai, yo sólo quería levantarle un poco el ánimo a Lee; no iba a decir nombres.

-Tú, yo, el techo, ¡ahora!

Kakashi se encogió de hombros.

-Si insistes...

La vida de un ninja era por definición muy compleja, plagada de imprevistos, de ahí que fuera tan agradable contar con pequeños detalles que sirvieran como anclas a una rutina, aunque parecieran ser así de tontos.

español, naruto

Previous post Next post
Up