Sep 02, 2010 19:01
Yo me canso, mamá. Vos decís que es porque estoy cansada, pero la verdad es que no. No es el cansancio del día, el del colegio. Es cansancio de que estoy cansada, podrida de las mismas pelotudeces de siempre. Y yo intento ser sutil con vos, indirecta, sugerente, pero vos necesitás la puñalada, porque pensás que podés tapar todo y quedar bien para siempre, como un gato por más que tengas 300 tostadas con mermelada en la espalda. Y sabés qué? No. No podés. Porque ya te sacamos esa máscara triste que tuviste como dos años o más, que tampoco quiero enterarse si fueron más. La verdad que no quiero.
Y no puede ser. Porque no sos vieja, ¿entendés? No te podés olvidar de todo, o no escuchar pero hacer de cuenta que sí, con la edad que tenés. Algo te pasa, ¿entendés? Yo te digo todo, y cuando te olvidás y sale el tema de nuevo decís que nunca te lo dije. IMPOSIBLE. Porque estoy tan podrida de que me digas que nunca te digo nada, que te detallo todo como si fueras pelotuda, para que no tengas confusiones y no te mufes (porque encima eso, cuando una situación tiene algo que es "inusual" como algo tan loco como tomarme un colectivo después de las seis de la tarde, te enculás). Te digo todo, todo, todo. Con lujo de detalles. Y vos me escuchás. Y después venís y me decís que nunca te lo dije.
Noticias, es mentira. Y te lo dije. Si a vos te hace mejor creer eso, que nunca te lo dije en vez de pensar por qué extraña razón fisicoquímica que no produce exactamente el cuerpo no te permite recordarlo ahora y mejor aún, y más acertado creo yo, haberlo retenido en el momento que lo dije. ¿Eh? ¿Cómo puede ser que siempre sea yo la que no te lo cuenta, encima de que yo sí me acuerdo cuando te lo dije? No, no es como vos decís. Pero como sos tan necia, y estamos acostumbrados a tu necedad, "sí mamá, es mentira. yo me equivoqué". Pero me pudrí. Hoy me pudrí. Y traté de ser sutil, de no decirte en la cara las cagadas que tanta vergüenza me dan que te mandaste en su momento y que no pienso decirlas de nuevo acá. Y te lo tuve que decir, para que dejes de darme vergüenza ahora preguntándome a qué me refiero cuando te digo "mamá, no me hagas hablar de otras veces que no te acordabas de nada". Te lo tengo que decir. Para que te quedes dolida y callada mirándome fijo más de un minuto de reloj, mientras yo te ignoro a ver cuánto aguantás (como siempre que te ofendés), hasta que te miré. O no me acuerdo si te miré. Estoy tan caliente que no me acuerdo de eso.
Decime cómo carajo no vas a saber que tengo que viajar por el proyecto de historia. A ver. Si me metí, Y TE EXPLIQUÉ CON LUJO DE DETALLES VARIAS VECES PORQUE SIEMPRE TE OLVIDÁS, es porque tuve tu permiso antes y te expliqué en qué consistía. No puedo meterme en una actividad que terminará indefectiblemente en un viaje a 350 km de mi ciudad sin decírtelo. Es imposible. Y cuando te digo eso, que directamente me dejó admirada (una vez más) sobre cómo sacás excusas de la galera y siempre tratás de quedar bien parada, diciéndome que nunca te dije adónde viajaba, pero que sí sabías que viajaba.
Dale. Dejate de joder. Me pudrí, y te solté todo. Y ahora das vueltas por la casa haciendo tus cosas, estás en la cocina haciendo mate, y vas a estar ofendida todo lo que queda del día. Y quizás mañana sigas ofendida también. Ahí venís. Pero no me decís nada.
Y cuando llegue Aldana, que en dos minutos sale, o sea que llegaría a las 8:00 con suerte, me va a preguntar qué pasó, y cuando le cuente me va a decir que soy una pelotuda. No me importa. Yo cuando me canso, lo digo. Y la semana que viene mamá va a tener su versión de los hechos que por supuesto me deja a mí como una histérica y a ella como una pobre víctima de mi cansancio escolar.
No es cansancio escolar. Se llama hartazgo de estúpida rutina. Me cansé de hacerme la idiota cuando te esucho con esa tos horrible y te siento el olor a cigarrillo, y de lo otro también. Basta. Me tenés harta. Y ahora como estoy enojada me creo capaz de todo, indestructible, que te puedo decir todo en la cara pero como también soy muy racional, sé que no me sirve de un carajo. A la larga, me meto todo en el medio del culo. Porque en una semana ya fue, se asentó esta discusión, volvimos a la rutina, y vos te seguís olvidando o yo "sigo sin contarte las cosas".
Y no, no volví al blog. Me estaba envenenando. Tampoco deberían entenderlo, no importa.
fam,
mamá