Título: Usted está aquí
Fandom: Saint Seiya
Claim: Shura/Aioria
Advertencias: Lo normal: moe, fluff, y seguramente manoseos de cotidianeidad.
Prompt: Avión
Para:
tableame Notas: Hacía tanto que no escribía nada de Saint Seiya, pero creo que ya hacía falta °-°... Si fuera posible, seguramente se lo dedicaría a Aquarius no Kari, pero ya que hace tiempo que no sé nada de ella... *lol*.
02.
Shura miró su reloj. Marcaba las cinco menos quince, y la manecilla no parecía que fuera a detenerse -aunque claro, no es que tuviera que hacerlo: era un reloj. Los relojes no se detienen sólo porque les da la gana, a menos, claro, que exista un factor externo, como una mano poco paciente o el fin de la batería, pero eso es otro cuento-. Ahora bien, no podría decirse que él fuera una persona de poca paciencia, pero ciertamente había comenzado a perderla.
Lentamente.
Igual que la forma en que Aioria terminaba de abandonar su templo para que, por fin, pudieran largarse de ahí y tomar el jodido avión que, si no se daban prisa, estaban a punto de perder.
-"¡Aioria!"- gritó, irritado, y una de sus manos se hundió entre los cabellos oscuros de su cabeza con exasperación. -"¡Maldita sea, Aioria!"
-"¡YA VOY!"- repuso la otra voz, desde el interior del templo, y Shura juró escuchar el rugido de un león. Estaría, sin duda, terminando de acondicionar el hogar provisional de su mascota hasta que volvieran de sus vacaciones de invierno -eso, o el león se le había escapado en un arranque de naturaleza que no quería ni ver-, aunque realmente se preguntó si habría forma en que aquél animalejo pudiera estar mejor.
Joder. Ni siquiera una mujer se demoraba tanto, y en todo caso, si deseara una, bien podría estar saliendo con alguna de grandes pechos y trasero delicioso, por la que no importaría esperar una o veinte horas, y no con... él.
Dio una vuelta sobre sí mismo y caminó en círculos frente a la entrada a Leo, y una vez más consultó su reloj.
Definitivamente, haría falta hacer uso de más que sus poderes de Santos Dorados de la Diosa para alcanzar su vuelo. Y eso, por seguro, lo ponía de mal humor.