martes en la mañana // bajando la torre de astronomía

Jun 26, 2007 11:22

*Comenzaba a enfriarse en ambiente. No parecía haber estaciones fijas en aquél lugar pero ciertamente esa mañana hacía frío.

El incidente de los zombies (aburrido, por demás) había terminado la tarde del domingo, aunque encontraron algunos rezagados hasta la mañana del lunes. Recordó las ganas con las que aquella mujer pelirroja y el de ojos verdes habían juntado a toda la gente y les habían contado, sanado o encerrado -en el extraño caso de aquellos que se volvieron temporalmente zombies también (aunque los hubiera matado a todos)-

Dante y Suigintou estaban en perfectas condiciones de no ser por la capa de sangre seca que se acumulaba sobre ellos. El albino le había recomendado echarse a remojo unos dos días, y que fuera despidiéndose de su amado vestido original. De solo recordarlo se le erizaban las plumas de las alas y sentía la urgente necesidad de golpear algo.

Había pasado dos horas en una bañera caliente intentando devolver su cabello al estado natural. O sea LIMPIO. Pasó otra hora peinándolo, veinticinco minutos secándolo y otras seis horas arreglando su traje gótico.

La cofia, las blondas, la enagua y las cintas habían quedado en perfecto estado. Otra historia contaba el faldón y las botas (con una verdadera plataforma de sangre seca bajo las delicadas suelas).

Por ahora solo estaba cansada y frustrada y enojada y con ganas de golpear algo (o alguien daba lo mismo), así que había decidido bajar por un té con pastelillos. Claro que para eso había tenido que escoger otra tenida -algo absolutamente inédito y casi herético- pero no había opción. Finalmente se había decidido por una larga falda escalonada con una cubierta de gasa negra, botas de idéntico color, una blusa color marfil ajustada y un corsé negro con encajes. Dejó suelto su cabello y se aseguró de que la ropa no molestara sus alas...*

*Quizás fuera por la hora o por el frío pero no se veía casi nadie por los pasillos. Y la verdad es que no le extrañaba mucho, algunos muros aún lucían sangre en sus piedras y no todas las escaleras habían sido limpiadas aún -cosa que tenían que hacer ellos- Por lo demás, el único concenso al que se había llegado el domingo en medio del revuelo era que la cocina DEBÍA ser habilitada YA. Algunas chicas de brillantes colores y chicos felices se encargaron de eso y Suigintou iba a usufructuar de su noble labor.*

Un té, por favor un té.

*Entró a la cocina y puso agua. Estaba más helado aún ahí dentro.*

suigintou #1, mikami teru

Previous post Next post
Up