Jun 04, 2009 07:44
Las nubes se condensan lentamente en el cielo, como un augurio de falsa lluvia una vez más.
No hay tristeza ni felicidad en el aire, sino el sonido de la campanilla que el ratón hace sonar cada cierto tiempo.
Un desorden que no molesta, un bolso lindo, femenino y con todo lo necesario, agua y pastillas, lociones de hermosura. Rodeada de un aire de mujer, tan poco parecido a lo que siempre he tenido que me sorprende. Mi pieza de rosado, o de papel mural de rosa y blanco con franjas de ositos. Infantil. ( Reteniendo la infancia, la etapa que en realidad creo que nunca vivi completamente ).
Mariposas de sábados de verano e inocentes ansias de atravesarlas en un improvisado insectario.
La dureza de los días que se miden en segundos, minutos y horas. Ya no es mañana, medio dia, media tarde y noche.
No hay lágrimas ni risas, tan sólo crudo e impávido silencio.
La mente relajada se abraza al corazón en estrecha calma. Un minuto de reconciliación de duras batallas.
En pocas horas el sol asomara su cresta brillante entre las montañas ( Nevadas!), y el deber se estremecera con el sonido brusco del despertador.
¿Tengo sueño?.