Complementarias ~ Prólogo (Parte I)

Feb 21, 2010 18:24

Título: Complementarias
Serie: Card Captor Sakura
Género: Acción/Aventura, romance, humor, angst.
Autor: ltprongs
Rating: PG
Parejas: ShaoranxSakura, EriolxTomoyo, TouyaxYukito/TouyaxYue.
Capítulos: indefinidos.
Personajes: Shaoran (Xiaolang), Tomoyo, Sakura, Eriol, Touya, Yue, Yukito, algunos OC.
Advertencias: ninguna.
Resumen: Para encontrar un futuro alternativo a la premonición que se mostró ante Shaoran hará falta más que magia individual. Será su trabajo y el de Sakura reunir sus fuerzas, teniendo sus corazones más cerca que nunca, y alcanzar el nivel necesario para derrotar al Depósito de penumbra que por siglos se alimentó de su odio por Clow y ahora busca la venganza definitiva. A la reencarnación que guarda las memorias del mago le tocará repensar algunos de sus caprichos, pero para ello hallará una compañía dulce. Descubrirán un poder nuevo, magias complementarias.

Nota: esta historia está basada en el manga de CCS más que nada. Me gusta mucho el anime, pero creo que deformaron bastante la personalidad de Sakura y algunos detalles importantes de la trama. Es además una idea reciclada de hace siete años. Quedó irreconocible, ya que la única protagonista de la historia original era Tomoyo, pero creo que será más interesante de esta manera.
He decidido mantener la escritura china del nombre Shaoran (Xiaolang) ya que usaré varios términos en ese idioma y me parece más adecuada al contexto. Al final encontrarán una lista con las palabras de cada capítulo en orden de aparición.

Complementarias

Prólogo: Paciencia y premura

Las horas en el desierto de Gobi no eran sencillas. Nocturnas y diurnas, ambas encerraban sus peligros. Cuando el Sol acariciaba la arena, lo hacía con demasiado ahínco y no le dejaba dar más de diez pasos sin sentir que moriría de sed si daba otros diez más. Cuando la Luna era la vigilante del paraje,  toda criatura y alimaña salía a procurarse lo que durante el día era riesgoso buscar. El hechicero chino no era la excepción, pues escogía la penumbra para dejar su improvisada morada y avanzar cuanto pudiera, siempre y cuando tormentas de viento y monzones no se interpusieran entre su objetivo y él.

Con esos obstáculos, deseaba acelerar su aprendizaje de la forma que fuese. El lujo de resguardarse de las inclemencias del clima le parecía inverosímil cuando por sus ojos pasaban las escenas de un futuro que no quería que llegase jamás. Futuro que debía cambiar aprisa y a como diera lugar.

Aprisa. A la impaciencia propia de su juventud, se sumaba aquélla, abismalmente más opresiva que la primera. Apresurarse era imperioso si quería proteger la luz que bañaba el mundo y abrigaba su corazón.

La maestra de las cartas corría un peligro inminente. El tiempo le pisaba los talones y no podía detenerse a ver exactamente a qué distancia estaba de él. Debía seguir hacia delante confiando en que esa premonición amarga no era el destino, confiando en que lo irremediable no se mostraría ante un mago inexperto como él sino ante la hechicera más poderosa de una sola vez.

En sus cartas y llamadas, siempre se las arreglaba para preguntar a la muchacha sobre eso. Después de todo, para alguien despistada como su novia sus inquietudes eran propias de su noviazgo a distancia. Mas bastaba un solo repicar del teléfono extra para que todas las fuerzas que se estaba esforzando por juntar parecieran una brizna y aguantara el aliento hasta que la joven japonesa le contestaba con su voz alegre y dulce de siempre.

Todavía no. No podían culparle por no sentir alivio, sino solo más impaciencia de la que ya sentía.

Como cada vez más seguido le ocurría, su turbación le obligó a abandonar la sombra del montículo de tierra en la que esperaba el anochecer mucho antes de que éste ocurriera. Echando un vistazo al termómetro que cargaba en un bolsillo y que bordeaba los 45ºC, calculó el agua que debería encontrar para terminar la jornada, rogando a los dioses que esta vez su suerte tampoco le faltara.

Si el reto físico le ayudaba a aumentar su poder mágico al dejarle sin otras opciones para lograr sobrevivir más que recurrir a su magia, de aquello no tenía duda. El problema era la velocidad a la que lo hacía. Lento, demasiado lento su magia crecía. Sentía que debía improvisar un nuevo camino para recorrer la senda que necesitaba en el escaso tiempo que tenía, cuyos márgenes precisos no podía ni quería averiguar.

Las sombras de una bandada de buitres acompañaron sus pasos, pasos que se le antojaron interminables, hasta que finalmente su vista enrojecida y seca contempló una pequeña laguna que no era un espejismo. Probablemente el agua bajo tierra había encontrado alguna vía de escape hacia ese plano no hace mucho y el oasis incipiente dependía ahora de encontrar amparo del calor para desarrollarse.

Empuñando su espada al tiempo que retiraba un grueso papel de entre sus ropas, forzó a su garganta a trabajar aun antes de probar sorbo.

- ¡Álzate y protege esta vertiente con tu manto, Tián jiān!

A su llamado, un alto joven cuya larga trenza lucía los matices castaños de la tierra y cuyos ropajes, mucho más anchos que su delgada silueta, parecían esconder espacio suficiente para abrigar todo lo vivo que la pisara, se plantó con majestuosidad a su lado. Sus facciones se diría que habían sido esculpidas con el más fino de los cinceles, mas los movimientos expertos de la lanza que sostenía en una de sus manos borraban de cualquier mente la idea de fragilidad que éstas pudieran investirle.

Con el último movimiento, una gran duna se alzó entre el Sol y el agua, librando a la superficie de esta última de una excesiva velocidad de evaporación que le costaría la existencia en unos pocos días.

- Xiaolang - habló el joven, contemplando al hechicero chino con orbes a tono con su cabello - Bebe y descansa, has exigido demasiado de ti mismo en esta marcha.

- Tián jiān - sonriendo, le devolvió la mirada con cariño y no con orgullo, a pesar de encontrarse observando a una de sus creaciones - gracias.

Su carta de la Tierra ocupó el sitio junto a él, bajo la sombra, y vigiló que se repusiera de su larga caminata sin ser molestado.

- Estabas deshidratándote, continuar hubiera sido insensato - lo regañó cambiando apenas el timbre de voz a uno más áspero, sin quitar la vista del cielo. De lo que se acercara por la tierra no debía preocuparse, pues lo sentiría mucho antes de que pudiera dañar a su amo.

- En ese caso hubiera llamado a Shuǐ liú - le aseguró, recostándose sobre la arena que todavía estaba algo tibia - No hubiera tenido otra opción.

- ¿Crees que habrías sido capaz de reconocer tus límites a tiempo?

- Yo--

- Cuando solo puedes contar contigo mismo, debes ser precavido, Xiaolang. En esta desolación nadie te auxiliará más que nosotros, tus cartas, y si te niegas a usarnos hasta último momento--

- ¿Y qué me aconsejas hacer? ¡No podré hacerme más fuerte con ustedes haciendo todo por mí!

Abrió los ojos con sorpresa al darse cuenta que había subido la voz. Tián jiān, por el contrario, no hizo un solo gesto.

La discusión era una frecuente entre los dos, ya que Tián jiān era la carta que poseía la personalidad más fuerte de los cinco elementos: Tierra, Agua, Fuego, Madera y Metal. Su mazo solo contaba con esas cinco cartas y distaba mucho de encerrar el poder que requeriría en la batalla que se avecinaba. Por esa razón, se negaba a hacer uso de él a no ser que su vida dependiera de ello. Pero cada día que lo liberaba, Tián jiān le planteaba la misma interrogante y le miraba con fijeza, esperando una clase de respuesta que escapaba a su razonamiento.

Xiaolang sabía que su carta conseguía ver todo a fondo, tal como las raíces solo eran visibles en lo profundo de la tierra. Podía leer todo, inclusive a él. Se negaba a compartir lo que veía, no obstante, nada le había dicho sobre lo que vislumbraba al mirarle ni siquiera al recibir una orden directa.

- Como has dicho, esta es una senda que debes recorrer con tu propia fuerza y por eso, no contarás con mi consejo. Sí con mi aprobación, cuando decidas lo que debes hacer - era la réplica que siempre le daba al presionarlo, réplica que lo dejaba hecho polvo cada vez sin falta.

Sabía que había algo que no estaba haciendo. Algo que debía hacer para seguir adelante.

Cansado, se irguió y tras limpiarse las manos en su vestidura, restregó sus ojos con frustración creciente. Llevaba un mes y medio en aquel lugar hostil y solamente había conseguido crear cinco cartas, apenas las básicas. Su magia siquiera poseía el nivel suficiente para que liberara a más de dos a la vez. ¿Cómo iba a ingeniárselas, cómo iba a poder quintuplicar su fuerza a tiempo si seguía a ese ritmo?

- Has depositado mucho poder en nosotros, Xiaolang - posando su mano libre en uno de sus hombros mientras se hincaba frente al joven chino, la carta probó dándole una última pista - Puedes usar ese poder como mejor consideres.

- Como mejor considere. ¿Acaso querrá decir que…? - esperanzado ante la nueva idea que acababa de surgirle gracias a la insistencia de Tián jiān, el hechicero asió la lanza de la Tierra, cerrando un puño tembloroso alrededor del arma. La Tierra no hizo más que un levísimo asentimiento de cabeza - ¿Es posible usar ese poder contra mí?

- Si así lo deseas. Solo debes recordar que, si mueres, nos esparciremos por el mundo y haremos el caos.

- Eso no pasará - amagó con ponerse de pie, utilizando su espada como sostén, pero Tián jiān volvió a sentarlo en la arena negando con la cabeza - ¡No puedo descansar, debo darme prisa!

- Un muerto no puede ayudar a nadie, por hoy debes descansar. La prisa no es buena consejera en empresas que requieren tanto esfuerzo - ante la testarudez del joven, se limitó a ponerle el filo de su lanza al cuello - Ahora mismo yo solo podría vencerte, así que haz lo que digo. Además, tu madre está por llamarte. De verte tan fatigado, vendrá a buscarte y te llevará a casa.

Resignado, el heredero del clan Li aceptó reposar otra vez. Ahora que estaba cerca de una fuente de agua cristalina su madre no tardaría en contactarlo y sobraba decir lo mucho que lo superaba en poder. De proponérselo, podría obligarlo a cesar todos sus empeños sin que él pudiera hacer mucho para detenerla.

- Mù liào, siento llamarte otra vez para lo mismo - su carta de Madera suspiró al terminar de materializarse, descubriendo la forma de un hombre que llevaba corteza por piel, hojas por pelo, ramas por dedos y que vestía con la grandeza del rey de lo verde - Con unas bayas y unas frutas maduras estará bien por hoy.

- Ofende nuevamente mi gran talento, joven amo - expresó Mù liào haciendo florecer lo que le pedía, frunciendo el ceño en cuanto notó la sonrisita burlona en el rostro bello a su costado.

- Por supuesto, es un gran desperdicio - apoyó compasivo Tián jiān, y la Madera saltó como quemada por una braza.

- ¡Cállate, cínico! Tus burlas me enferman, bien sabes que yo te supero tanto como guerrero como artista, me sorprenden tus agallas.

- ¿Ah, si? - alzando apenas las cejas, la Tierra no pareció afectada por el hecho - ¿Esa seguridad de poder derrotarme te la da la teoría de los Cinco Elementos?

- Exacto - cruzándose de brazos, Mù liào lo observó con altivez - así que no me tientes a probarla. Aunque puedo asegurarte que no te mataré, eres demasiado hermoso para hacerlo. De hecho, quedarías fantástico en muchas de mis obras, sería un deleite usarte en cualquiera de ellas.

- Me halagas, oh gran Mù liào.

- Y tú me exasperas.

Xiaolang ahogó una risita, acomodándose para dormir una siesta. Se preguntaba si su falta de experiencia y de poder causaba los comportamientos excéntricos de sus cartas, o si era una faceta de él muy profunda que había escogido mostrarse de esa manera. Mù liào estaba obsesionado con la belleza y la perfección, amaba crear los jardines más magníficos, jardines dignos de un paraíso terrenal sin duda. No se resignaba a la orden de su amo de no desperdiciar magia manteniendo tanta vegetación en medio del desierto ni a ser más su chef privado que una carta de ataque.

No supo bien cuántas horas después se despertó sobresaltado. Mirando en derredor, notó que oscurecía. Mù liào se había entretenido fabricando y modificando infinitas veces una corona de flores para Tián jiān, que el joven se dejaba colocar pacientemente cada vez.

- Mh… falta algo - solo para escuchar lo mismo constantemente - Tienes que soltarte el pelo.

Alcanzó a beber agua antes que la superficie del líquido refulgiera. Hizo callar con un gesto a Mù liào y aguardó a que la figura grácil de su madre se mostrara en lugar de su propio reflejo.

- Hijo - lo saludó, con su seriedad característica.

- Madre.

- Ha pasado más de una semana, comenzaba a temer por tu seguridad. ¿Qué ha pasado?

- Lamento haberla contrariado, pero he hecho algunos avances - le indicó a Tián jiān que se acercara al agua para mostrarle su última creación. La bella mujer apreció lo mejor que pudo esa vista y Xiaolang alcanzó a ver desde semejante distancia el brillo de orgullo en sus ojos - Es la Tierra, su nombre es Tián jiān.

- Te vas superando, hijo, verdaderamente luce su esencia en cada fibra - complacida cuando la carta se inclinó con respeto ante ella y luego salió de su vista, continuó - Has completado la base en tiempo récord.

- Madre…

- Lo sé, tienes prisa y piensas que estás yendo demasiado lento - la hechicera frunció el ceño, no decidiéndose entre la preocupación y el enojo - Es muy riesgoso que lo hagas de esta forma, lo sabes bien. Y sabes también que Sakura es perfectamente capaz de cuidarse sola, hijo.

- Sí, estoy consciente de ello, madre. Y créeme que confío en ella más que en nada - sonriendo con cariño ante el solo recuerdo de la japonesa, agregó - Más que en mí mismo.

- ¿Entonces por qué tanto apuro? No lo comprendo. Si he cedido a tu pedido de no interponerme, ha sido por la visión que me has mostrado. Pero sigo creyendo en lo que te dije, en que Sakura lo hubiera visto mucho antes que tú si fuera a convertirse en realidad.

- Esa es mi esperanza, que ella no lo ha visto - apretó los puños, esforzándose por mantener la compostura. ¡Había perdido todo el día durmiendo, otro día más desperdiciado! - Cuando lo vea, será inevitable. Debo conseguir cambiarlo antes que eso ocurra, madre, por eso tengo un último favor que pedirle.

- Te escucho.

- Si todo marcha bien, en un par de meses volveré a Hong Kong - anunció, aquella era la parte del plan que no le había contado a la hermosa figura que le observaba desde la lejana metrópoli - Pero no volveré a casa, me adentraré en los suburbios y enfrentaré cuanto mal encuentre en ellos. Puede que me demore un par de meses más.

- Liberarás los sellos, lucharás con los malditos, pelearás con los brujos sedientos de nominarse a sí mismos lo mejor de Hong Kong - la morena sonrió ante la incredulidad de su único hijo al descubrir su plan - Presentía que sería tu siguiente paso y como te prometí no me interpondré, mientras tu vida no corra excesivo peligro. No quiero perderte.

- Le prometo que no moriré, pase lo que pase. Al menos no en China, no sin haberme asegurado que Sakura estará a salvo.

- Te creo - mutando la emoción en su sonrisa, procuró plasmar todo lo que sentía en ella, acción que pocas veces llevaba a cabo - Pero esa promesa la has hecho pensando en que no quiero perder al heredero de mi clan. Y no es así. No quiero perderte a ti, Xiaolang. Te protegí todo este tiempo, te crié y enseñé todo cuanto sé, no porque lo seas, hijo. Lo hice por amor.

El joven hechicero miró a su madre con estupefacción. Podía contar con los dedos de una mano, y todavía le sobrarían, las veces en que ella le había demostrado su afecto de esa manera tan diáfana. La última vez había sido antes de su primer viaje a Japón cuando se había marchado con la misión de recuperar las cartas Clow para el clan Li.

De eso hacían ya cuatro años, pero aún recordaba la calidez del beso en su frente.

- No quiero perderte - repitió ella sin molestarse por su expresión - Pero tampoco quiero detenerte, pues sé que cada paso que estás dando es impulsado y apresurado por amor, hijo. No me interpondré, pero si vas a pedirme algo más que eso temo que no pueda cumplirlo.

- Madre, lo que necesito - tomó aire, aquella petición resultaba aún más difícil ahora - es que pelee contra mí sin contenerse cuando regrese a casa. Si logro derrotarla, podré volver a Japón sabiendo que cumplí mi objetivo.

- Me lo pides porque soy la hechicera más poderosa de China. Pero te olvidas también de que soy tu madre, porque de otro modo no podrías siquiera pensar que podría hacerte daño.

- Cuando me entrenaba--

- ¡Jamás te ataqué a muerte! - saliéndose de sus casillas por un momento, la dama intentó serenarse - Tengo que pensarlo. Cuando llegues a casa sabrás mi respuesta.

- Muchas gracias, madre. Y perdóneme, por favor.

- Las tinieblas son grandes en Hong Kong. El Sol no alcanza a iluminar todos los rincones donde se esconden. En cambio, los brazos vastos de la oscuridad lo cubren todo. Ten mucho cuidado, hijo mío.

Haciendo la reverencia más profunda que su posición le permitía, Xiaolang la mantuvo hasta que el reflejo de su madre se borró del agua.

Parte II

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