→
30vicios |
30 Días.☆ Naruto | ♡ Sakura Haruno. Ino Yamanaka, insinuaciones de Sasuke Uchiha.
☂ 1/30 | De ahora en adelante.
✖ No canon. | √ Gen.
(01) De ahora en adelante.
Sabía el por qué.
No era guapa.
No era nada, nada guapa. Y era rara. Tenía el pelo rosa, por el amor de Dios. Y los ojos demasiado pálidos, deslucidos. Había intentado decirse a sí misma que al menos tenía pupilas, no como los Hyuuga, pero después de pasarse quince minutos mirando comer a Hyuuga Neji-kun un plato de fideos junto a una chica que pasó la mitad del tiempo con las mejillas rojas como manzanas (¿Hinata-chan, verdad?) se dio cuenta de que eran ojos bastante bonitos.
Crack. Podía oír su autoestima cayendo por el escusado... rompiéndose en pequeños pedacitos... en pequeños pedacitos que, por cierto, ¡no eran las lágrimas que intentaba retener! ¡No! ¡Porque no le gustaba para nada ser una niñita tonta y llorona y... y... y todo eso!
Bueno, si los demás no podían saberlo... no les dolería.
(A ella sí.)
Así que, como una vil cobarde, Sakura-chan corrió a esconderse detrás de un árbol. Se puso en cuclillas, pensando en lo ridícula y fea que debía verse allí, con la cara mojada por el llanto, esa arruga horrible que se ponía en su frente -en su enorme, enorme frente- cuando lloraba y nada más imaginarse lo rojos que le iban a quedar los ojos le dieron ganas de llorar aún con más fuerza.
«Soy una tonta», pensó.
Lo era. Una tonta con el pelo rosa -ni siquiera le había alcanzado para tenerlo rojo-, ojos demasiado claros con pupilas inútiles y una frente tan grande que Dios podría poner allí el Jardín del Edén.
Cuando esa idea vino a su cabeza, un brusco sollozo se instaló en su boca y retuvo las ganas de reírse con amargura, como una psicópata. Genial, simplemente genial. Ahora se molestaba a sí misma. ¿Qué sería lo siguiente, romper sus cuadernos, mojar sus zapatos o pintarrajear su mesa y luego tirarla por las escaleras?
Era patética.
Es más, era patética y fea y estaba llorando allí como una imbécil en vez de ir a almorzar, sólo porque un par de niñas habían cuchicheado mirándola. Pero Sakura-chan sabía lo que decían... sobre todo porque dos segundos después de que la líder sonriera con suficiencia, le había dicho:
-Sakura-chan... ¿Es ese tu color de pelo natural, o sólo tuviste una madre desafortunada?
Una de mis amigas soltó una risita.
-Sí, ¿y qué pasa con esa frente, Sakura-chan? ¿Tus padres calcularon mal las coordenadas?
Si lo hubiera pensado con claridad se habría dado cuenta de que era un insulto bastante estúpido.
Claro que no lo pensó con claridad.
Porque era muy, muy sensible respecto a su frente.
Y ni hablar de su cabello.
De pronto unos pasos hicieron crujir la hierba, fresca por la primavera, y repentinamente la niña más guapa que Sakura había visto jamás la estaba examinando con curiosidad. Tenía el pelo rubio, pálido y sedoso, se apartaba el flequillo de la cara con un pasador, y los ojos del color del cielo. Así debían ser los ángeles, calculó Sakura. Sólo verla hizo que su amor propio se arrastrara por el suelo.
Ella nunca sería así de bonita... y nunca podría hacer esa mueca con los labios tan atractiva.
-¡Sabía que escuché a alguien lloriqueando! -comentó la chica rubia alegremente. A Sakura eso le sentó como una patada en el estómago, pero intentó retenerse un poco.
-Yo... Yo... L-Lo siento... -se disculpó en un murmullo tímido, y la sacudió un estremecimiento.
-No te disculpes por llorar -dijo la chica-, es estúpido y te hace ver estúpida. Mi nombre es Yamanaka Ino, pero dime Ino. ¿Y el tuyo?
-S-Soy... M-Me llamo Haruno Sakura, Ino-chan -respondió, sonrojándose a la velocidad de la luz. Era tan segura y divertida y graciosa y guapa que algo le dolía en el pecho.
-Sakura, ¿eh? -repitió Ino-chan en un murmullo-. ¿Por qué lloras?
Cuando se acordó, los labios le temblaron, pero respondió de todas formas.
-Se burlaron de mi por mi frente... y mi cabello -confesó avergonzada, y se lo tocó como acto reflejo.
Parecía algodón de azúcar.
A Sakura-chan le preocupaba su futuro. ¿Qué chico en su sano juicio querría casarse con una niña de pelo de chicle, algodón de azúcar o madre desafortunada? Claro que a su mamá le había ido bien, se dijo, pero bueno... Su madre era tan amable y encantadora que, ¿cómo iba a caerle mal a alguien?
-Bueno, es una frente realmente grande -reconoció Ino-chan, y Sakura se echó a llorar. Ignorándola, continuó como si nada-. Pero me gusta tu cabello. Es original. ¿Cuántas personas conoces que tengan el pelo rosa?
-Yo -dijo Sakura-, mi mamá.
-Sólo te conozco a ti. Nunca te había visto antes -añadió con aire de confusión-. ¿Eres nueva?
-No, Ino-chan, yo... es que yo... -Era patética e invisible, a menos que quisieras burlarte de ella.
-¡Bien, bien, eso no importa! -exclamó Ino repentinamente, golpeando sus palmas en un sonido seco que sobresaltó a Sakura-. Mira, te voy a contar un secreto.
Se agachó a la altura de Sakura y tocó sus cortos y despeinados mechones rosa. Apoyó una mano en su hombro para acercarse y susurrar en su oído, al tiempo que Sakura se ruborizaba rápidamente. Olía tan bien, era tan femenina y bonita... Qué no daría Sakura para ser como ella.
-Sakura -nada de sufijos, clara y segura-, tú eres una niña muy bonita, ¿sabías? No, claro que no sabías... y hasta que no te des cuenta, hasta que no estés segura de ello, hasta que no puedas mirar a un chico a la cara, no vas a estar feliz... Pero tienes que ser segura, Sakura, ¿crees que llorar va a ayudarte de algo? Debiste burlarte de esa chica.
¿Crees que llorar va a servirte de algo?
(Años después, muchos años después, Sakura se arroparía entre sus mantas cálidas, pensaría en un par de chicos igual de solitarios y sus espaldas amplias y fuertes, siempre protegiéndolas, y lloraría. Pero eso no sería todo lo que haría, por supuesto que no.)
-Es más, debiste golpearla.
Sakura jadeó, impresionada.
-No sé golpear.
-Vas a ser ninja. Tienes que saber golpear, ¿entendido?
-¡Sí
-De ahora en adelante... te vas a esforzar por ser fuerte, ¿si, Sakura? -le sonrió con dulzura. Tan guapa. Sakura quería ser guapa, quería ser como Ino y poder decirles a los demás su nombre de buenas a primera, sin molestarse por tonterías... Quería tener estilo y vestirse como una señorita, y agitar su cabello de la manera en que Ino estaba haciéndolo.
(El capullo de una flor.)
Realmente agradecía que Ino no hubiera usado la analogía de una mariposa o algo así... porque, vale, eran preciosas, Ino era seguro una mariposa, pero eso la hacía a ella, qué -¿una cuncuna o algo así?
Todos los bichos le parecían iguales. Igual de repugnantes.
-¿No es así? -insistió Ino.
-Sí, claro -asintió fuertemente, se limpió las lágrimas y se puso de pie con ayuda de Ino-. De ahora en adelante voy a ser fuerte.
(La primera vez que Sakura prometió eso era mucho más joven, más pequeña, no lo hacía por los demás sino por sí misma, pero se enfermó de algo llamado amor y la idea se borró de su memoria.)
No quería ser más fuerte.
Quería ser más bonita, más guapa, más elegante, más segura.
No más fuerte.
Femenina..., sí. Inteligente, ¡por supuesto!
(El «de ahora en adelante» comenzaría mucho después.)
→
30vicios |
30 Días.
☆ Naruto | ♡ Sakura Haruno. Naruto Uzumaki, Sasuke Uchiha.
☂ 2/30 | Blanco y negro.
✖ Nada. | √ Gen. Romance.
(02) Blanco y negro.
No había nada en él que pudiera interesarle.
Después de todo... era Naruto, escandaloso, agresivo, impulsivo, estúpido, absurdo, ridículo.
(Y leal. Hasta el fin de los días.)
-Me gusta tu pelo, Sakura-chan -le dijo en una ocasión y sólo por eso (únicamente en aquella ocasión) Sakura se sonrojó y miró a otro lado y masculló alguna tontería. Pero él aún le caía mal.
Otra vez: porque era Naruto y a ella... a ella no le importaba Naruto en lo más mínimo. A ella le gustaba Sasuke-kun... Sasuke-kun, absolutamente, porque era inteligente y guapo y genial y frío y serio y gracioso (bueno, eso no lo sabía a ciencia cierta... pero probablemente lo era). Sakura sabía que estaba enamorada.
(Cosas que, Haruno Sakura, de doce años, no haría por Uchiha Sasuke:
Ninguna.
No, me equivoco... Dejarle marchar.)
Naruto nunca se marcharía.
Por favor, si Naruto quería ser Hokage. Para serlo -Sakura quería poner los ojos en blanco sólo de pensarlo- debía quedarse en la villa, y volverse más y más fuerte, salvar más y más vidas. Naruto tenía una política de «conseguir más poder para proteger a quienes quiero» y todas esas cosas, y Sakura creía que estaba bien.
No le importaba ni siquiera un poco, pero... lo admiraba.
Aunque no lo admitiría ni siquiera si le clavaban una kunai bajo las uñas.
(-No puedo rendirme.)
Sakura, a veces, quería fallar.
No era lo suficientemente rápida, ni lo suficientemente inteligente, ni lo suficientemente fuerte. Fuerte, sobre todo. Incluso Sasuke-kun se lo había dicho («eres débil») y Kakashi-sensei no añadió nada porque era verdad. Y ella estaba allí, siempre, detrás de ellos -sus príncipes maltrechos dispuestos a protegerla. Porque, vale, era una kunoichi y todas esas cosas pero aún era chica, le gustaban los príncipes y las princesas y las historias de amor-.
Con el tiempo se avergonzaría de sí misma. Todos sus motivos siempre rondaron sobre Sasuke-kun -no podía volver a la academia porque se separaría de él, no podía seguir siendo débil porque quería luchar a su lado, no podía dejarlo marchar porque entonces... entonces, ¿qué seguía?-. Le costaba imaginar un mundo sin Sasuke y le dolía, oh, cómo le dolía así que con los años dejó de hacerlo; tal vez no estaba a su lado pero estaba ahí, en alguna parte, con el corazón latiendo y el odio devorándolo, pero aún vivo.
(Significado de «aún vivo».
Podía salvarse todavía.)
Si Sasuke moría Sakura tenía claro que ella debía hacerlo también. No es como si planeara suicidarse o algo por el estilo, pero el amarlo era parte de lo que era, parte de lo que odiaba y quería y en un mundo donde no tienes razón para existir, ¿por qué ibas a continuar respirando?
Le parecía muy lógico que el dolor la matara.
(-No puedo rendirme, Sakura-chan...)
Naruto era un imbécil y él seguiría aún sin una razón, luchando sólo por un recuerdo. Sakura sabía que si alguien asesinaba a Sasuke y luego ella lo veía cara a cara lo máximo a lo que podría aspirar era llorar como una imbécil y luego dejar que la matara también, porque no había nada que no haría para que él estuviera junto a ella.
No, de verdad. No había nada. Y eso solía asustarla, asustarla hasta que su corazón se agitaba y su cuerpo se ponía rígido y corría al bosque, pateaba y golpeaba árboles hasta que pensaba que el mundo se estaba acabando porque el suelo no dejaba de temblar y llovían hojas.
-¡Vamos a comer ramen! -le dijo Naruto una vez (no, no una vez, cientos, miles de veces) y Sakura sonrió sin decir nada, pero esa sonrisa significaba un sí. Así que Naruto la llevó a Ichiraku y tragó como un cerdo, Sakura le reprochó sus modales y el dueño del local suspiro con cansancio.
Sakura sabía que probablemente es su mejor cliente. Podía imaginarse el epitafio de Naruto («aquí yace la persona que redefinió el amor al ramen»). Nunca se lo había dicho porque le parecía de mala educación meterse con sus fetiches. Naruto se reía y carcajeaba, se burlaba de todo el mundo (de Sai, especialmente) y de vez en cuando lanzaba indirectas hacia Sasuke que ella fingía no comprender para no ponerse triste.
Triste, nada más. No era como si fuera a largarse a llorar ahí... Claro que lloraba sin saber por qué. En una ocasión en que iba a entrenar vio a un chico alto y delgado de pelo oscuro y cuando iba a gritar un nombre que no tenía nada que ver, se le congeló la voz en la garganta y así, en medio de la calle, empezaron a caerle las lágrimas por la cara. Le gustaba atribuirlo a sus períodos femeninos pero sabía que no podía echarle la culpa de todo a sus hormonas.
(¿La verdad?
Seguía siendo débil.)
Oh, sí, podía dar un puñetazo al suelo y romperlo en pedacitos tan pequeños que el polvo se te metía en los ojos, podía curar un hueso roto en un parpadeo y podía regular su chakra a la perfección pero aún miraba sus espaldas -en su mente, ella aún estaba por detrás-. Sabía que Naruto y Sasuke eran mejores... y ella quería ser como ellos.
Caminar a su lado.
Siempre detrás.
-Sakura-chan -la llamó Naruto, y ella levantó la mirada sobresaltada. Él frunció el ceño, confuso-. ¿Estás bien?
No.
-Claro que sí -se rió y él sonrió y entonces todo estuvo bien, el mundo volvió a girar y ella se conformó con su usual consuelo, no todo estaba perdido, quedaba tiempo, era joven, aún podía lograrlo.
(Sino lo lograba...
No, era una de las cosas que se prohibía pensar.)
Y Naruto se adelantó porque ella rezagó el paso, apoyó una mano en su nuca y el otro brazo lo alzó hacia el cielo, estirándose. Era una postura típica y normal, algo que hacía a menudo, lo había visto miles de veces pero algo en su pecho se apretó porque él iba adelante, aún adelante.
Naruto se había esforzado desde el principio.
Por sí mismo.
«Poder para proteger a los que queremos» o algo así, sí, seguro que lo pensaba, ¿pero de qué estaba protegiendo a Sasuke, si él era el chico malo?
(La protegía a ella.
No se veía tan bonita con lágrimas en la cara, Naruto se acordaba. «Tráelo de regreso y nunca más te pediré nada...»)
Pero lo haría.
Porque él era más fuerte que ella, eran lados contrarios unidos por un hilo sorpresivo (Sasuke). Ambos lo querían de regreso, él a su mejor amigo y Sakura a la razón de su existencia.
Le parecía una buena razón.
(¿Por qué no le dijo «trae de vuelta a mi corazón»?
Podía sentir los latidos, alejándose cada vez más.)
Qué no daría Sakura por Sasuke. Qué no daría por Naruto, por ser como Naruto, por sonreír como él, por ser fuerte. Por pelear a su lado y protegerlo. Ella los amaba, a su pequeño y roto equipo siete. A veces soñaba sobre ello y había ojos rojos y despedidas y Naruto gritaba tan fuerte que, al rato, se perdía su voz. Era más una pesadilla, pero le gustaba recordarlo, porque era la memoria de los buenos tiempos.
-No puedo rendirme, Sakura-chan -¿cuántas veces se lo había dicho? Naruto era absurdo. Probablemente pelearía él sólo contra un bijuu. Desnudo. Cerró los ojos porque la imagen la avergonzaba.
Ella era blanco y él era negro. No había nada malo en ello, el blanco no era el bueno y el negro no era el malo. El blanco era puro, débil, infantil, aniñado y el negro era fuerte.
(Sakura pensaba... casi nunca, pero...
Tal vez ella era el negro. Porque no había absolutamente nada que no haría.)
Se sintió emocional y quiso echarse a reír. «Si tú no te rindes, yo tampoco». Por el momento permanecería detrás, pero no iba a dejar que nada los hiriera. Porque los amaba.
→
30vicios |
30 Días.☆ Naruto | ♡ Sakura Haruno. Ino Yamanaka.
☂ 3/30 | Nunca desaparecerá.
✖ Nada. | √ Gen. Humor.
(03) Nunca desaparecerá.
La cabeza de Sakura dolía. Dolía como si pequeños y maliciosos demonios lo picotearan con palas. O con kunais. O con lo que fuera que los pequeños y maliciosos demonios utilizaran para martirizar a chicas con súper-fuera y mal genio. Tal vez tridentes o algo...
Giró sobre sí misma y se sentó torpemente en la cama, y miró desorientada alrededor. Todo su cuerpo dolía, no tanto como su cabeza, así que probablemente eran los hijos de los pequeños y maliciosos demonios los que la apaleaban. «¿Aprendiendo el oficio de papá?», pensó con una inexpresividad apabullante. Ella no solía ser así de sarcástica. Los hombres a su alrededor la habían corrompido. Genial.
Ino estaba a su lado, roncando apaciblemente. Tenía rimel sobre las mejillas y estaba despeinada, parecía un espantapájaros. Qué va, los espantapájaros le tendrían miedo. Era un insulto a los espantapájaros. Además, su protector estaba colgando de la ventana (¿qué demonios?) y el de Sakura también.
-Puerca tonta -murmuró.
Ino estaba celosa. De Temari, más concretamente. De Temari y de Shikamaru... y de Chouji. Claro que los dos eran chicos («¡mejores amigos!», le había chillado la noche anterior, mientras bebía sake con un entusiasmo comparable al de Tsunade-shishou), y por lo tanto eran menos problemáticos -tomando prestada la palabra favorita de Shikamaru- en sus relaciones. Si Shikamaru, que se había hecho bastante cercano a Temari cuando ésta preparaba los exámenes chuunin, se acercaba a la chica para pasar el rato cuando ella iba de visita, Chouji no tenía reparos en acercarse y comer mientras ambos paseaban.
Pero Ino sí.
Increíble, pensó Sakura. Siempre había sido ella la chica insegura y, sorprendentemente, Ino había llegado afligida el día anterior para decirle que se sentía desplazada. De todos modos... era comprensible, siempre había sido la única presencia femenina en las vidas de Shikamaru y Chouji. Shikamaru era demasiado perezoso para molestarse en tener una saludable vida social -estaba jodidamente obsesionado con las estúpidas, estúpidas nubes- y Chouji prefería conseguir algo de chocolate, y ya está, ambos eran felices.
(Un secreto de Ino que era de esperarse.
Los quería.)
Sakura lo entendía, porque ella amaba de la misma manera a Naruto -y a Sasuke. Y a Sai, por supuesto... pero si alguna vez le decía algo como eso el muy imbécil saldría con una tontería que ni a cuento, probablemente algo del estilo «no estoy interesado en ti de esa manera, fea». Hm, bufó en su interior.
¡Como si a ella le interesara Sai!
(Un secreto de Sakura que todos sabían.
Ya tenía a alguien que querer por el resto de su vida.)
-Quiero que Temari se vaya -había dicho Ino en el último bar al que fueron. Sakura lo recordaba vagamente, como si sus recuerdos estuvieran sucios, llenos de polvo. Y alcohol. El sake no era suficiente así que recorrieron prácticamente todos los bares de Konoha para que Ino consiguiera un poco de consuelo. Y Sakura bebió también, oh, claro que lo hizo, porque Ino era una cerda y no podía dejarla en paz. Básicamente, que la pinchó hasta que le pidió al camarero unos cuantos litros de «lo más fuerte que tengan», apretando los dientes.
Ay, masculló cuando una punzada particularmente mala atacó su frente. Tocó la piel blanca con la punta de los dedos, como si tuviera miedo de herirse. Su mano se deslizó por su mejilla, y después a su nuca. Emanó algo de chakra para confundir sus censores de dolor y, agradablemente, lo próximo que sabía es que el mundo era feliz.
Aunque aún quería vomitar.
Lo importante era que el dolor había desaparecido, pensó, doblando sus rodillas. Ino masculló una amenaza entre sueños y rodó hasta que quedó junto a Sakura. Ella sonrió. A pesar de todo, Ino había ido hasta ella a quejarse de tamaña tontería. Para Sakura era un poco evidente que Shikamaru y Chouji eran el equipo de ella, que se apoyaban y que darían muchas cosas sólo porque ella no saliera dañada. Shikamaru era un vago y probablemente pensaría algo como «¿es que tengo que hacerlo en serio?» y Chouji dudaría entre ella y la última patata, pero la elegirían, al final.
(Eran ese estúpido e inútil trío. Después de todo.
Sí.)
-No te preocupes por esas tonterías -le dijo en voz baja mientras tomaba suavemente su hombro, a pesar de que Ino dormía plácidamente-. Ya verás que las cosas irán bien, ¿si? Además, Temari-san se irá pronto.
O eso espero. No aguantaría demasiado a la puerca en ese estado de patética desesperación.
Se levantó con un movimiento ágil y su estómago pareció intentar rezagarse. Sakura se quedó muy quieta, esperando que pasara el mareo, a pesar de que no le producía malestar. Sonriendo, se imaginó la cara de Ino al despertar. ¡No, no, al verse en el espejo! Oh, no tendría precio...
Caminó hasta quedar frente al susodicho objeto y se examinó a consciencia, entonces se frunció los labios imitando a un beso. Peinó su cabello rosa con los dedos y dio media vuelta para comprobar el estado de su ropa. Necesitaba una ducha y algunas hierbas para que el mareo pasara más rápido, y probablemente tendría que estar cuidando el dolor de cabeza el resto del día.
Se consoló.
Ino estaría peor, aseguró en su fuero interno.
Se paró en la punta de sus pies, estirando los músculos entumecidos luego de dormir en la misma posición toda la noche, pero el espacio en su cama se había reducido notablemente por culpa de esa cerca de culo gordo de Ino. Y algo dolió más de lo esperado en su cadera derecha.
Sakura gritó.
-¡Ino! ¡Te voy a matar!
Apostaba que ese grito había sido suficiente para despertar a toda Konoha. Unos cuantos kilómetros más lejos Naruto se cayó de su cama y Sai falló en el trazo de un dibujo. Kakashi-sensei parpadeó. Pero eso Sakura no podía saberlo mientras apretaba los puños y se giraba furiosa hacia la cama. Ino se sentó con expresión confusa y se restregaba los ojos para apartar los últimos rastros de sueño.
-¿Qué sucede, frentona? No grites así. Estaba durmiendo...
-¡No me digas! -espetó Sakura-. ¡Pensé que practicabas para cuando murieras! ¡Eso sería muy sabio de tu parte! ¡Porque te mataré!
Ino bufó.
-¿Tú y cuántos más?
-Puedo lanzar un escritorio por la ventana, cerda... No me subestimes -chilló Sakura, y luego apartó de un tirón su camiseta para enseñarle la enrojecida piel-. ¡Mira! ¡Esto es tu culpa!
Tenía un tatuaje. Un tatuaje de una flor de cerezo. Era pequeño, apenas debía medir unos cinco o seis centímetros y la coloración era ligeramente más oscura que el resto de la piel de Sakura -a opinión de Ino, claramente le hacía falta un bronceado-. Se rió estruendosamente y se levantó también, cruzándose de brazos.
-¡Frentona! ¡Despertó tu lado salvaje! No me lo puedo creer, espera a que se lo diga a Naruto... -y se carcajeó con descaro mientras Sakura resoplaba como un toro, a punto de matarla de verdad. Ino apoyó las manos en las caderas y abrió la boca, seguramente para decir algo aún más ofensivo, pero su expresión se tornó en una de dolor por un breve instante.
Después se congeló.
Lentamente, Sakura sonrió.
-¡Ja! ¿Te tatuaste un puerco, Ino-chan? -canturreó con burla, moviendo las manos hacia ella como si tuviera un ataque epiléptico.
Ignorándola -Sakura estaba un poco borracha todavía, al parecer- Ino se revisó rápidamente. Claro que cuando estaba bajo la influencia del alcohol hacía cosas estúpidas... pero no creía que de verdad fuera a hacer algo tan imbécil como para tatuarse un puerco.
Dios mío, cambia la realidad o lo que sea pero si es un cerdo, tendré que matarme...
Respiró aliviada cuando vio que era un precioso tulipán, tan pequeño como el de la frentona. La zona alrededor estaba bastante sensible y prefirió mantener las manos alejadas, pero después de pensárselo, sonrió con petulancia.
-Obviamente soy más afortunada que tú, frentona... Los tulipanes son mucho más elegantes.
-Esa flor es tan gorda como tu culo, cerda. No te creas nada -gritó Sakura. ¿Qué le diría a su marido el día de su boda? «Sabes, es curioso, nunca te lo mencioné pero una vez en que bebí demasiado, por accidente me hice una marca estúpida de por vida... Sí, es el tipo de cosas que me pasan, ¡ya ves!»
Por favor.
-¡Largo de mi casa!
-¡No grites! Ni siquiera recuerdo todo lo que bebí ayer. Eres tan exagerada, frentona.
-¡Largo, puerca! ¡Largo, largo, largo!
→
30vicios |
30 Días.☆ Naruto | ♡ Sakura Haruno. Kakashi Hatake.
☂ 4/30 | Es culpa del frío.
✖ Angst. | √ Gen.
(04) Es culpa del frío.
-Kakashi-sensei...
Estaba muriendo. Pero eso estaba bien. Sonrió suavemente y apoyó una mano sobre la mejilla del hombre, que la contemplaba aterrado. Se acordó de la chica de piel pálida que se sonrojaba cuando miraba a ese chiquillo silencioso de reojo, de la niña que lloraba porque no era lo suficientemente fuerte para ellos y de toda la sangre y dolor que había derramado y sufrido, sólo por ellos.
-Tú eres la base del equipo siete, Kakashi-sensei -le dijo ella.
Estaba muriendo. No podía pensar otra cosa. Estaba muriendo y, unos pasos más allá, Naruto y Sasuke peleaban. Naruto con sus gritos desgarrados y la cara mojada de lágrimas, y Sasuke sonriendo de lado, mirándola cuando pensaba que no se notaba. No te mueras.
-Naruto y Sasuke lo son todo, Kakashi-sensei -su voz era tan suave que parecía que se desvanecía como pedacitos de nube, derritiéndose-. En serio. Ellos... ellos son el verdadero equipo siete, ¿no, Kakashi-sensei?
-Tú también eres parte del equipo siete, Sakura.
El equipo siete.
Qué no había hecho ella por ellos.
(No era justo.
Demasiado débil y buena y amable y malditamente pura.
No era justo.)
-Sí... -se rió y un poco de sangre resbaló por su boca, pero no le dio importancia-. Yo soy lo que los une, ¿no es así? Nunca hubiera funcionado sin mí.
Su tono se volvió fanfarrón. Bromeaba mientras moría. Era algo más digno de Naruto.
-Todo lo malo se pega -comentó ella como si le leyera la mente-. Pero... espero que valiera la pena.
Retroceso.
«No puedo dejar que te vuelvas más monstruoso que ahora, Sasuke...»
«Perdedor, te has vuelto una molestia...»
«Si ustedes se matan yo también moriría».
Esa sencillez. Toda su razón para morir se reduce a unas cuantas palabras. Te quiero. El sol alumbrando la cara más oscura de la luna, y ella que es el camino al cielo.
-La base, Kakashi-sensei -repitió Sakura-. Tú eres…
Eres el universo. No lo dijo.
No... alcanzó.
Boqueó intentando desesperadamente conseguir un poco más de aire para sus pulmones. Demasiado chakra que se escurría entre sus dedos. Kakashi podía verlo con el ojo encubierto, ese que lo sabía todo pero rara vez lo demostraba. Hubiera sido bueno reprobarlos, y alejarse de ellos. Así no sufriría.
(Hatake Kakashi.
Cuántas veces... vas a ver morir a los que quieres.
Me pregunto. Sí.)
-Fue un buen maestro, Kakashi-sensei -aseguró. Su voz se debilitaba por momentos, se había puesto más pálida. La mano sobre su mejilla comenzó a resbalar. Estaba tan fría.
Como si fuera de hielo. Eso estaba mal. Sakura era incluso más fantástica que Naruto y su luz deslumbrante que hería los ojos, porque ella podía iluminar al propio sol, podía llegar a los rincones más dolorosos del sufrimiento de Sasuke.
-Me preocupan... mis chicos... sabe, Kakashi-sensei... Mis pobres... chicos...
Un par de gritos, un choque, durante un instante sus figuras desaparecieron y después se volvieron una, antes de atravesarse mutuamente. Las heridas latían, cada gota de sangre que escapaba de sus pieles cansadas se hacía notar.
No más que ella.
Un poco rota, allí sobre la tierra. Chakra diluyéndose en sus manos y la respiración elevándose. Como un pájaro inquieto. Le sonrió a Kakashi.
-Ellos... no saben lo que hacen...
-Son un par de idiotas -admitió Kakashi. Tomó la mano de Sakura y la apretó, y ella se rió casi con condescendencia, como si él fuera un niño pequeño.
¿Cuánto había crecido desde...?
¿El principio?
El campo de entrenamiento. Lecciones ninja. Cayendo en un genjutsu.
Kakashi nunca se atrevería a hacerle algo parecido ahora. Porque no entendía lo mucho que ella lo amaba. Sería algo que estaría más allá de la tortura. Su corazón se destrozaría, las imágenes la perseguirían, se volvería loca.
Ahora era diferente.
Si la hacía ver a Naruto pasaría lo mismo. Antes apenas se hubiera asustado como cualquier chica normal. Demasiado dulce.
-Oye, Sakura...
-¿Sí, Kakashi-sensei?
-Nunca debiste... ser un ninja, Sakura.
-Ya me lo ha dicho, Kakashi-sensei. Pero...
Giró la cabeza para mirar a sus compañeros. Ellos se dañaban pero ella los curaba, tomaba su dolor como propio. Kakashi nunca se había parado a pensar cómo debía de haber llorado Sakura, tantas veces, cuando nadie la veía, porque no sabía que hacer pero debía hacer algo.
Por ellos.
(Cinco verdades de Haruna Sakura.
Era molesta.
Era bonita.
Sabía lo que era el amor.
Incluso al momento de morir, si hubiera golpeado el suelo, lo hubiera reducido a astillas.
Quería eso. Quería al equipo siete junto haciendo misiones ridículas, Naruto quejándose y Sasuke bufando y Kakashi-sensei leyendo).
-Siempre ha sido muy importante para mí, Kakashi-sensei. Yo lo respeto.
Yo también. Naruto gritó y Sasuke apretó los dientes.
-Espero que no se haga ilusiones, Kakashi-sensei. Voy a morir. Soy una medic-nin... Vamos a creer que sé de lo que hablo.
Le sonrió con tristeza debajo de su máscara.
-¡Kakashi-sensei, está sonriendo! -se rió-. Me alegro. Kakashi-sensei, si yo no me hubiera vuelto ninja... nunca los hubiera conocido, ni a Naruto, ni a Sasuke, ni a usted.
Ni ellos a ella.
Era algo terrible, inimaginable, que le martirizaba desde adentro como un dolor inexplicable, que no sabes de dónde viene ni cómo curarlo. Sakura siempre, siempre sabía. Y sino sabía... bastaba con que sonriera. Te ayudaré.
-Y estarían mucho más rotos, Kakashi-sensei. No soy inútil.
-Claro que no eres inútil.
-Sólo débil.
No contestó.
-Está bien... sólo siendo débil pude cuidar de todos. Me di cuenta de que... sólo porque soy... normal... yo... -sangre, tos, y gritos de una batalla que podía irse al infierno-, yo... los mantuve unidos, Kakashi-sensei.
-Sakura... estás helada.
→
30vicios |
30 Días.
☆ Naruto | ♡ Sakura Haruno. Tsunade.
☂ 5/30 | Cinco minutos.
✖ Angst. | √ Gen. Romance.
(05) Cinco minutos.
Era lo que Sakura pensaba.
Casi siempre, cuando entrenaba hasta que la sangre escapaba de su cuerpo por lugares imposibles y su visión no podía quedarse quieta en el papel, su cabeza dolía, latiendo con el golpe insaciable de algo que la dañaba pero que no podía dejar. Su cuerpo se quemaba vivo en ocasiones, cuando llegaba a casa y caía de rodillas y su madre llegaba a verla y le decía cosas.
-Sakura, no te esfuerces tanto...
Y Sakura se preguntaba.
(¿Cómo podía pedirle exactamente lo contrario a lo que deseaba?)
Más fuerte y más duro hasta que sus rodillas no se sostenían y su frente dolía y tenía que gritar porque era demasiado, ella era demasiado débil y suave y («nunca debiste ser ninja») eso era demasiado duro, demasiado fuerte, demasiado áspero para cabello rosa pastel y suaves ojos verdes.
-No te esfuerces tanto -repetía su madre y la tocaba y ella sangraba, pero eso era sólo al principio.
Después mejoró.
Y se endureció.
Y lloró mucho porque ya no sangraba y le dolía menos.
Y pensó en lo que había sacrificado, en su risa ligera y fácil y en la manera en que tenía de sonreír, primero con los ojos antes que con la boca.
(¿Valía la pena?)
Pensaba en Naruto y lo valía y pensaba en Sasuke y creía que debería comerse el mundo, estudiar hasta que sangre corriera por su frente y entrenar hasta que su cuerpo dejara de responder. A veces lo conseguía -o casi-.
Quería ser fuerte porque los necesitaba.
Era por ellos -¿no habían sido ellos fuertes por ella?-, el pequeño y bonito equipo siete, pero uno de los miembros rompió la fotografía y se marchó.
Y dijo «gracias».
-Tsunade-shishou -jadeó un día.
Tenía las manos rojas, y se recostaba en el suelo. Su maestra esperaba que se recuperara con los brazos cruzados, sin presionarla.
Ya lo había hecho demasiado.
-Sakura -replicó.
-¿Cree...? Tsunade-shishou -respiró-, ¿cree que el amor es un arma?
Tsunade no vaciló.
-Todo es un arma, Sakura. El amor, el odio, la tristeza, todo puede usarse en tu contra.
Sakura se preguntó (¿por qué lloraba de repente?)
-Así que...
El viento agitó el largo cabello rubio de su maestra, su ropa ligera y cómoda. Los labios rosas estaban fruncidos. Era tan hermosa que a veces dolía mirarla.
-Así que, ¿es mejor no sentir nada, Tsunade-shishou?
-Dejar de sentir... sino sintieras nada no serías humana, Sakura.
-Soy humana.
(Amaba hasta que le dolía.
Le dolía todo el tiempo).
-Vamos, Sakura -llamó Tsunade-. Levántate. Continuaremos.
-¡Sí, Tsunade-shishou!
No se movió.
-Sakura.
-Lo siento, Tsunade-shishou.
Respiró, el aire rápido y limpio del campo de entrenamiento la llenó y también la llenaron las memorias, la risa de Naruto y la burla de Sasuke que era casi una caricia, la indiferencia pasiva de Kakashi que se apartaba de todos sin alejarse de nada...
(¿Por qué?
Imaginó un mundo diferente donde no había armas, no kunais ni shurikens y no había bandas que llevar en la frente o en la cintura o donde maldita sea que un pobre imbécil quisiera ponérsela y lo deseó, lo deseó con tanta fuerza que se sorprendió de que no sucediera nada).
-Cinco minutos más, Tsunade-shishou.
Lloró calladamente en el suelo.
No tenía lo que quería.
Tardó exactamente...
Cinco minutos.