→
30vicios |
Corolarios.
☆ Naruto | ♡ Kiba Inuzuka/Sakura Haruno. Shizune, Ino Yamanaka, Karin, Hinata Hyuuga, Tenten, Neji Hyuuga.
☂ 1/30 | El trabajo en equipo es esencial. Le permitirá echarle la culpa al otro.
✖ Nada. | √ General. Friendship. Drama. Romance. Supernatural.
(01) Aquiescencia.-Sakura.
La energía resbaló entre sus dedos. El pelo rojo de Karin se agitó-el lado disparejo y puntiagudo sobresaliendo como llamas. Shizune apoyó delicadamente su mano sobre su hombro, el peso cálido y consolador.
-Está muerto -confirmó Ino. Frunció su bonita nariz-. Cielos. Karin, tienes sangre en tu camiseta.
-Ya sé -espetó la pelirroja. Como siempre, parecía no interesarle demasiado cualquier cosa que Ino tuviera que decir. Alisó su ropa, evitando la mancha que se oscurecía rápidamente-. Muy desconsiderado, Makimura-san. La próxima vez, por favor piénsalo antes de ensuciarme.
Su sarcasmo era denso, afilado. Se marchó con un bufido. Ino se encogió de hombros, y Sakura frunció el ceño, mirando a Shizune.
-Fue su error -replicó Shizune a la respuesta no hecha-. Y Karin-
-Y Karin no es del tipo de sufrir en silencio -dijo Ino, sonriendo ampliamente. Tomó una sábana y cubrió el cuerpo anciano, cansado y sangriento de Makimura Shuu. Sakura entendía que ellas estaban aprendiendo, y que el fallo era parte del proceso, pero algo se retorció en su estómago al ver la mano envejecida que resbaló a su lado, colgando en el aire vacío.
Llevaba un anillo de matrimonio, y Sakura había leído que su esposa había muerto hacía veinte años en un accidente incluyendo un planeador. Ino, en cambio, no parecía sentirse muy afectada.
-Fue su error -continuó-. Lo arruinó. Debería sentirse culpable. Quita esa cara, Sakura. Eres la mejor de todas nosotras.
-Karin lo estaba intentando -repuso Sakura, luego de hesitar un instante. Ignoró el brusco cumplido. Le dió un vistazo a la puerta, como esperando ver a Karin en toda su desafiante gloria-. No creo que debas criticarla así, Ino.
-Eres tan amable que me dan ganas de morderte -masculló Ino, sacudiendo su cabello. La larga coleta rubia se movió como una serpiente-. Iré a limpiarme. Tengo una cita con Sai.
-El pintor loco -Sakura arqueó las cejas.
Ino se sonrojó un poquito..
-Ya sé que no es exactamente... normal, pero ¿qué persona en este lugar lo es? Sería muy hipócrita de mi parte-
-La última vez que hablé con Sai me dijo que «tengo un trasero muy bonito para ser tan fea». El hecho de que sus dibujos se vuelvan reales es relativamente no importante.
-Como sea -Ino le sopló un beso-. Te veré luego. Adiós, sensei.
-Buena suerte -deseó Sakura apagadamente.
Ino no la escuchó. Shizune estaba releyendo el informe de Makimura-san. Sakura vaciló, sin saber que hacer, y finalmente sintió sus hombros caer. La tensión la hizo doler, y sin pensar envió un flujo de energía a la zona para ayudar a relajar los músculos. Shizune se enderezó.
-Nunca he tenido una mejor estudiante que tú -comentó suavemente. Sonrió. Shizune no era hermosa o exótica: su cabello era corto y oscuro, sedoso, y sus ojos negros resultaban demasiado serios en ocasiones, pero Sakura había aprendido a quererla, y pensaba que Shizune era muy bonita.
-Lamento no haber sido más útil, onee-sama -dijo Sakura. Movió un banco con su pie y se sentó. La túnica reglamentaria, de un desteñido tono verde menta, hacía que sus ojos se vieran más brillantes. Parpadeó-. No me gusta perder pacientes.
-Por supuesto que no. A ninguna médico le gusta. Pero sucede, ¿no es así?
-Supongo.
Ellas no usaban guantes en las operaciones-no era necesario-así que Sakura se limpió las manos sobre su delantal. Las huellas resultaron casi perfectas. Shizune entornó los ojos.
-Tsunade... Tsunade-sama quiere entrenarte ella misma, Sakura.
Su cabeza se giró tan rápido que su cuello dio un leve chasquido. Huesos ajustándose, tendones estirándose, músculos cambiando. Sakura no podía recordar un tiempo en que el cuerpo humano no la hubiera fascinado. Y entrenar con Tsunade...
-En-Shizune-onee-sama... yo... no sé...
-Me opuse -confesó Shizune, estirando sus dedos-. Pero eres muy buena, Sakura. Con compañeros más experimentados, hubieras salvado a Makimura-san... o a cualquier otro. Sé que te esfuerzas mucho, pero Tsunade-sama es una dura profesora. Yo podría decírtelo -intentó una risa seca, áspera-. Entrené con ella.
-Creo que usted es una médico muy buena, Shizune-sama -repitió Sakura, sonriendo levemente. Las palabras que le había dedicado la primera vez que se vieron fueron como un eco callado. Shizune se rió de verdad esta vez.
-Gracias, Haruno-san -su sonrisa se derritió-. Aún seguirías entrenando conmigo, claro, pero Tsunade-sama podría enfocarse en otras áreas... Quiero decir, ella es muchísimo mejor que yo, y podría... Ella podría... volverte un médico increíble.
Sonó como una sentencia.
Algo que la había estado molestando finalmente estalló. Sakura nunca había sido buena manteniendo secretos, o preguntas, dentro de su boca.
-Onee-sama... ¿Por qué no quieres que Tsunade-sama me entrene?
-Quería -corrigió Shizune rápidamente. Se ruborizó un poquito, y se abanicó. Sus manos estaban prístinas, y Sakura reconoció la técnica de limpieza. Había visto a Chiyo-sama hacerlo incontables veces: cuando la operación estaba completa, su chakra limpiaba la sangre y utilizaba los minerales para sí misma.
Nunca ibas a encontrar a una sanadora sufriendo de anemia.
-Es peligroso, Sakura -respondió Shizune, llamando gentilmente su atención al colocar su fresca y fría mano sobre su mejilla-. Tsunade-sama es una buena maestra-la mejor, de hecho. Pero si tu... si después de esto quieres una vida normal...
-¿Volverme una Inactiva? -preguntó Sakura, desconcertada. Abandonar su deber nunca se le había pasado por la mente.
Ya sabía lo que sucedía cuando niegas tus habilidades.
-Si algunas vez quisieras -prosiguió Shizune cuidadosamente- casarte y tener hijos... con una persona normal... te sería imposible. Porque serías una aprendiz de Tsunade-sama, y eso nunca cambiaría. Sí, tendrás prestigio, y sí, probablemente puedas aprender más que nunca, pero Sakura-tú nunca, nunca podrías caminar lejos y simplemente olvidar esto.
-Nadie olvida esto -protestó Sakura, poniéndose de pie. Su pecho se levantó y cayó, agitado, y se preguntó qué rayos estaba haciendo allí, teniendo una conversación así de importante junto al cadáver de un hombre con cáncer de pulmón que nunca volvería a visitar a su esposa en el cementerio otra vez. Sólo un principiante fallaría en algo como esto.
Pero están juntos ahora, repuso otra parte dentro de ella. Están juntos ahora, ¿no es así, Sakura?
-Nadie olvida esto -repitió más alto-. L-La Academia es importante para todo el mundo, onee-sama. Estamos aquí desde que cumplimos doce hasta los dieciocho-nadie olvida esto.
-Conozco a personas que lo desearían -dijo Shizune, rígidamente. Parecía a punto de echarse a llorar, y Sakura retrocedió un paso, asombrada. Shizune era amable pero práctica, tranquila pero severa. No se le había ocurrido que fuera tan... humana...
Tan... sensible. Quería a Shizune. No la llamaba «onee-sama» sólo para ganarse su favor. Shizune había sido su encargada desde que había entrado a la Academia, y se había convertido en su profesora poco después de que cumpliera trece años.
Sakura se sintió muy joven, y muy estúpida. ¿Así que esto es?, se preguntó. Cada año que pasa me siento aún más ridícula.
En tres semanas, cumpliría dieciséis. Intentó no pensar en ello.
-Tsunade-sama estaba enamorada de un hombre llamado Dan.
Sakura abrió y cerró la boca. No tenía algo que decir, de todos modos.
-Dan Katō. Mi... mi tío. Él era... quiero decir, Dan era muy conocido. Un cazador, ya sabes -sus manos estaban temblando. Sakura se dio cuenta de lo joven que era Shizune, a pesar de las arrugas de la risa alrededor de su boca-. No tenía un contrato ni nada, pero era muy fuerte. Podía-podía manejar la energía muy bien, y tenía tanta... yo... Tsunade-sama y Dan estaban enamorados, y entonces él-él murió.
Sentía la boca seca.
-Él se hacía cargo de mí. Mi madre era una adolescente cuando me tuvo, y no sobrevivió el parto. Caderas estrechas. El sangrado no se detuvo...
La historia sonaba vagamente familiar. Excepto que Sakura no tenía ningún tío que la cuidara, sólo una anciana que había entrenado a su madre y estaba dispuesta a velar por ella, una anciana que vivía con su hermano y no se atrevía a pronunciar el nombre de su nieto en voz alta.
Sasori siempre había sido un tema sensible para Chiyo-sama.
-Así que Dan me cuidó -Shizune aclaró su garganta-. Vi como se enamoraba de Tsunade... era casi rídiculo, ¿sabes? Iba de allá para acá con cara de embobado. Me contaba lo guapa e inteligente que ella era... -sus cejas se juntaron en un ceño débil-. Murió en la guerra. Yo tenía unos años menos que tú. Estás por cumplir dieciséis, ¿verdad, Sakura? Sí, tenía catorce años, casi quince. Me enteré de que Tsunade iba a marcharse de... de la ciudad, ella... Estaba llorando y yo le dije que me dejara acompañarla y...
-Onee-sama -susurró Sakura. Parecía que le hubieran cortado las cuerdas vocales. Vaya metáfora más estúpida, se reprendió inmediatamente. Estúpida, Sakura. Apoyó una mano sobre su cabeza. El cabello de Shizune era muy suave-. Está bien, onee-sama, no tienes que-
-Tsunade-sama estaba tan triste. Es sólo que-de verdad, de verdad la quiero, Sakura. Eso es lo que hago: yo la cuido y ella... ella intenta seguir. Tsunade-sama es muy fuerte. Me dijo que deseaba que ninguno de los dos hubieran continuado después de graduarse.
Shizune se puso de pie. Sus mechones oscuros se deslizaron entre los dedos de Sakura.
-Por favor, piénsalo cuidadosamente antes de aceptar, Sakura -pidió roncamente. Sonrió, pero fue una mueca fallida-. Te veré después, ¿está bien?
-Sí, onee-sama.
Los pasos de Shizune produjeron un eco metálico, y Sakura terminó de coser el pecho de su paciente muerto -Makimura Shuu, grabó el nombre en su memoria. Makimura Shuu.
El tercer paciente que Sakura había perdido.
♥
Chiyo-sama y Ebizō-sama lo llamaban chi, Shizune le decía energía y el término oficial era chakra, pero Sakura sabía que todos significaban lo mismo. Al nacer, cada niño recibía un examen que permitía saber cuán en contacto estaban con su chakra y, si el resultado era arriba de cinco en una escala de uno al diez, eran enviados a la Academia al cumplir los doce.
No era un internado, por supuesto, pero la asistencia era obligatoria. La directora, Tsunade, era una de las mejores médicos que existía. Sakura la había admirado durante toda su vida, para disgusto de Chiyo-sama. Eran rivales, pregonó la primera vez que Sakura había hablado de ella con la luz ferviente de la adoración en los ojos, y ninguna chiquilla que viviera bajo su techo iba a ir por allí diciendo que esa babosa era mejor que ella. Tal vez Shizune le enseñaba a operar cáncer y a transplantar corazones, pero Chiyo-sama le había enseñado como crear un veneno lo suficientemente poderoso para que el cuerpo de una persona simplemente dejara de funcionar.
Se dijo a sí misma, como tantas otras veces, que el hecho de que llevara una botella escondida bajo la camiseta con ese mismo veneno era simplemente para protección. Chiyo-sama había empezado a atacarla con marionetas cuando era lo suficientemente mayor para tambalearse sobre sus piernas, y evasión nunca había sido un problema. Sakura estaba segura de que había desarrollado algún tipo de inmunidad a un par de venenos en el camino.
Su espalda dolía otra vez. Envió otro empuje de chakra, cálido y líquido como agua, y rogó a Dios por un café y tal vez una siesta. No había ido a casa en tres días. Chiyo-sama estaría enfurruñada, decidió, lo que significaba que Ebizō-sama había encontrado a su hermana «muerta» más de dos veces. Llamaré después. Hinata dijo que quería hablar conmigo...
-¡Ah, Sakura!
Siempre le había gustado la voz de Tenten, energética y alegre. No parecía que nada pudiera mezclarse con su buen ánimo. Pero Sakura había tratado a Hyuuga Neji una vez-su compañero de equipo, y había visto las líneas tensas dibujando su cara bonita. Tenten había estado muy quieta. De todos modos, vigiló estrechamente la afilada arma que cargaba en su mano. Seguro, Sakura había recibido el entrenamiento básico, también, y se esforzaba mucho -recordó calor y un grito, y a Ino cayendo a su lado, recordó la sangre manchando sus manos y pensar a este tengo que matarlo-, pero Tenten amaba a sus armas.
Nunca iba a ser tan buena como Tenten manejando una espada, pero Tenten nunca iba a ser capaz de parar un corazón, tampoco. Le sonrió.
-Hola, Tenten-san. ¿Cómo estás?
-Bien -respondió la chica-. Practicando con Neji, como de costumbre. ¿Estás aquí para ver a Lee?
-No, a Hinata -dijo Sakura. Barrió el lugar con la mirada-. ¿Está tomando un descanso?
-Lee no sabe lo que es un descanso -replicó Tenten frunciendo el ceño-. Está dando una de sus vueltas rídiculas con Gai-sensei.
Sakura se rió. Fue un alivio, como haber aguantado la respiración durante demasiado tiempo. Eso le rcordaba... ¡Oh! Había prometido ir a jugar ajedrez con Asuma-sama hacía una semana. Estrategia siempre había sido su punto fuerte, pero era más difícil concentrarse con Asuma. Fumaba como una locomotora. Se removió. Mañana, lo prometo. Podía aprovechar de ver a Shikamaru, también. Tal vez decirle hola a Chōji. Preguntarle a Ino cómo había ido su cita con Sai-y por qué tenía una cita con Sai, también.
-Me refería a Hinata.
-Oh -Tenten parpadeó, se rió un poco-. Claro. Sí, creo que recién fue a cambiarse. ¿Quieres que te acompañe?
-No hace falta, Tenten-san. Gracias. Además, creo que Neji-san está esperándote.
De hecho, Neji miraba fijamente a Tenten. Le gustaban los ojos de los Hyuuga. Era una de las pocas familias en donde casi todos los miembros poseían la habilidad de utilizar el chakra, y ellos no requería realmente un examen. Sus ojos los delataban: una barrera de sangre llamada Byakugan. Sakura lo encontraba fascinante (y sí, en aquella ocasión en que había tratado a Neji había aprovechado para darle un pequeño vistazo a sus ojos). Sakura agitó la mano, y Neji respondió con un afilado asentimiento.
-Neji es impaciente -dijo Tenten, desdeñosa. Sakura sonrió y fingió no notar cómo brillaban sus ojos.
Hinata no estaba exactamente en el camerino: hablaba en voz baja con su compañero de equipo fuera de él. Kiba era delgado y guapo, con una afición a las chaquetas de cuero y unos peculiares tatuajes con forma de colmillos-de un pesado tono magenta-en sus mejillas. Su perro demonio, Akamaru, no estaba por ningún lado. Sakura dudó. No quería interrumpir, pero Hinata había insistido y eso era raro, así que-
-Sakura-chan. Oh... um, hola-Hinata se sonrojó, parpadeó y tocó tímidamente el brazo de Kiba, dándole una sutil mirada. Él giró la cabeza en su dirección, y Sakura desplegó una media-sonrisa.
-Hola, Hinata. Kiba.
Se sintió torpe.
-Hey, Sakura -repuso Kiba. Hablaba con un punto áspero, como si tuviera ganas de ladrar en vez de usar palabras. La cara de Sakura se encendió. Kiba tenía la costumbre de mirar fijamente a quien fuera que estuviera hablando. Sakura lo encontraba un poquito... invasivo. Kiba se metió una mano en el bolsillo de su chaqueta y le sonrió, enseñando los colmillos especialmente puntiagudos.
Nadie quería que un Inuzuka te rastreara. Había historias.
-Um, Kiba-kun, ¿quieres-?
-Ya me voy, Hinata -dijo Kiba. No despegó sus ojos de Sakura, y ella revisó sus uñas-. Hablaremos luego, ¿vale?
-Sí, Kiba-kun.
Pasó a su lado, pero Sakura juró que se detuvo por un instante, inhalando profundamente. No era un secreto que los Inuzuka tenían un olfato increíble, o que eran rápidos y ágiles y...
-Hueles a sangre -murmuró. Se lamió los labios con una lengua roja y pequeña, como la de un animal. Cuando se marchó, su mano el rozó el brazo. Su piel estaba caliente.
Odiaba sus ojos.
Hinata se rió.
-Lo siento, Sakura-chan.
-No importa -repuso Sakura. Se sentaron ambas en el suelo, apoyando la espalda contra la pared, mientras Sakura se abanicaba febrilmente-. Es, ah... intenso.
-Kiba-kun es muy directo -concedió Hinata diplomáticamente-. Pero es una buena persona, estoy segura de que no intentaba molestarte, Sakura-chan -añadió rápidamente, como si Sakura lo hubiera dudado.
No, sí lo había hecho. Ah. Necesito aire fresco.
-No lo conozco mucho, la verdad, es que no sé... Me pone nerviosa, ya sabes... -recordó los ojos atentos y el crujido del cuero cuando caminaba, y el rápido destello de dientes blancos, y se abanicó con más fuerza-. No me presiones, ¿vale? -pinchó a Hinata en las costillas con el codo.
-Como quieras, Sakura-chan -dijo Hinata. Su sonrisa era un poquito demasiado amplia para su gusto-. Quería hablar contigo porque se acerca tu cumpleaños y pensé que... um, tal vez te gustaría hacer algo... -vaciló, se sonrojó violentamente, avergonzada de su impertinencia-. Claro que si tienes planes, er... Debí haber preguntado antes, lo siento...
-No pasa nada -Sakura se rió-. Me gustaría salir contigo, Hinata.
-Ino-chan quiere venir, también -ofreció su amiga-. Le preguntaré a Tenten-chan, pero le caes muy bien, así que... ah, si Tenten-chan nos acompaña, también lo hará Neji-niisan. Y esoy segura de que Lee-san querrá, también, porque... eh... Y-Y, um, t-tal vez N-N-Naruto-kun... si, eh, te parece bien, Sakura-chan...
Sakura envió un discreto pulso de chakra al corazón de Hinata tocándole la muñeca-todas las venas se conectan en algún lugar, había dicho Shizune, todo el cuerpo no es más que una enorme máquina perfectamente sincronizada-para ayudarlo a latir más lentamente. Hinata respiró hondo. Sakura palmeó su brazo.
-Estoy segura de que Naruto estaría encantado, y Sasuke... bueno, le preguntaré -concluyó-. Está algo ocupado con su clan estos días...
-Es porque el Hanami está casi encima -le comentó Hinata, tocando tímidamente su mejilla. Sakura mordió una sonrisa-. Los clanes tienen un encuentro ese día, para celebrar el florecimiento de los cerezos. Supongo que el Clan Uchiha es igual que el Hyuuga -se encogió de hombros, excepto que pareció infinitamente más elegante-. Shino-kun y Kiba-kun están igual, y antes me crucé con Shikamaru-kun y dijo que su madre estaba muy, um, eh... entusiasmada.
Sakura suspiró. Aquí viene la envidia. Desearía ser así de amable. Shikamaru nunca había sido tan gentil con su madre.
-Pensé que podíamos ir al festival -agregó Hinata, dejando ir las palabras como si le quemaran la boca. Se había sonrojado de nuevo, y dejó que el cabello le cubriera los ojos-. Quiero decir, si tú quieres... um. T-Todos juntos... Tal vez Shikamaru-kun y Chōji-kun quieran acompañarnos...
-¿Qué hay de Shino? -propuso Sakura-. Estás dejando a tus compañeros afuera. Qué malvada eres, Hinata. Siempre lo sospeché...
-¡Le preguntaré! -mortificada, Hinata asintió-. Me gustaría que Shino nos acompañara.
El nombre le ardió en la lengua, pero lo dijo de todos modos.
-¿Y Kiba?
Hinata no parpadeó.
-Sí -coincidió-. Kiba-kun definitivamente vendrá a verte, Sakura-chan.
Se abanicó una vez más, intentando esconder su rostro ruborizado.