-Muy bien, choca esos cinco, chaval-, y la mano del niño está pegajosa de comer golosinas, pero a ella le da igual y sonríe, inclinada para quedar a la altura de su naricilla respingona, y añade-: ahora ve a enseñárselo a papá, corre.
El niño le sonríe de vuelta y echa a correr hacia el otro lado del jardín. Apenas tiene cinco años y a cada paso que da parece que se vaya a caer, pero eso ya lo tienen, los cinco años, así que ella no se preocupa y va a paso tranquilo hacia donde su media naranja le espera, tan guapo como siempre, y le amonesta con la mirada. Ella sólo sonríe, inocente, y cambia el peso de pie porque el embarazo de ocho meses le tiene los tobillos hinchados y un antojo perpetuo de pepinillos mojados en salsa barbacoa.
De fondo se oye la vocecilla infantil que clama-: papá, papá-, y papá escucha, atento, el taco que le canturrea el niño orgulloso de su hazaña, y luego pone mala cara y Denna también, porque hay qué ver qué cosas de enseñarle, Kóz, y Kóz se ríe y dice que es su derecho como madrina y que si no le enseña palabrotas el niño les va a salir un pijo estirado, y Lorim al final se ríe, y Vann va a girar las hamburguesas que si no se van a quemar en la barbacoa, y Kóz pregunta si no hay pepinillos y Denna hace rodar los ojos y Lorim pequeño, que sí se llama Lorim de verdad y no como su padre que adoptó el nombre por voluntad propia se pasea por el jardín repitiendo las cosas tan guays que le enseña tita Kóz, caguenlostiaputa caguenlostiaputaputaputa, Lorim no digas palabrotas, cariño, caguenlostiaputa, mira que va a estar así todo el día, que no te rías Kóz que se pasó diciendo capullo una semana, Kóz, Kóz, qué te pasa, coño ha roto aguas Vann no te desmayes haz el favor vamos al hospital, caguenlostiaputa, Lorim no digas palabrotas, no he dicho palabrotas mamá, no tú, tu padre, cariño.
-Dilo otra vez.
-Caguenlostia.
-¿Caugenlostia y qué más?
-Caguenlostiaputa.
-Muy bien, choca esos cinco, chaval-, y la mano del niño está pegajosa de comer golosinas, pero a ella le da igual y sonríe, inclinada para quedar a la altura de su naricilla respingona, y añade-: ahora ve a enseñárselo a papá, corre.
El niño le sonríe de vuelta y echa a correr hacia el otro lado del jardín. Apenas tiene cinco años y a cada paso que da parece que se vaya a caer, pero eso ya lo tienen, los cinco años, así que ella no se preocupa y va a paso tranquilo hacia donde su media naranja le espera, tan guapo como siempre, y le amonesta con la mirada. Ella sólo sonríe, inocente, y cambia el peso de pie porque el embarazo de ocho meses le tiene los tobillos hinchados y un antojo perpetuo de pepinillos mojados en salsa barbacoa.
De fondo se oye la vocecilla infantil que clama-: papá, papá-, y papá escucha, atento, el taco que le canturrea el niño orgulloso de su hazaña, y luego pone mala cara y Denna también, porque hay qué ver qué cosas de enseñarle, Kóz, y Kóz se ríe y dice que es su derecho como madrina y que si no le enseña palabrotas el niño les va a salir un pijo estirado, y Lorim al final se ríe, y Vann va a girar las hamburguesas que si no se van a quemar en la barbacoa, y Kóz pregunta si no hay pepinillos y Denna hace rodar los ojos y Lorim pequeño, que sí se llama Lorim de verdad y no como su padre que adoptó el nombre por voluntad propia se pasea por el jardín repitiendo las cosas tan guays que le enseña tita Kóz, caguenlostiaputa caguenlostiaputaputaputa, Lorim no digas palabrotas, cariño, caguenlostiaputa, mira que va a estar así todo el día, que no te rías Kóz que se pasó diciendo capullo una semana, Kóz, Kóz, qué te pasa, coño ha roto aguas Vann no te desmayes haz el favor vamos al hospital, caguenlostiaputa, Lorim no digas palabrotas, no he dicho palabrotas mamá, no tú, tu padre, cariño.
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(de la risa y de la emoción)
Los conoces tan bien. Sabes dotarles tan bien de vida que debería regalártelos. Pero no. Porque son nuestros.
*la achucha*
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