cucurucho: Dragon Ball GT.
jarabe de: Bura. (Gokú).
carta | sabor:
helados | 007. Pistacho.
chispas de: Friendship.
cuchara: Ninguna.
ticket: Akira Toriyama & cía©.
prueba: Hoy en día le agradece al hombre que salvó a su padre más de una vez
servilleta: Es un poco corto para mi gusto (382 palabras).
Bura ha crecido, ya no es la misma niña que solía perseguir a Marron, ni siquiera es la adolescente que le pidió a su padre que se afeitase el bigote… es una señora, una mujer con edad, lo suficientemente mayor para recordar cosas que sus hijos ignoran. Ha heredado la sangre de su padre y la inteligencia de su madre.
Cómo los añora cuando piensa en ellos. Al principio no sabía que quería hacer de su vida, primero quería la compañía, después dedicarse a las artes marciales como Pan pero luego deseo la compañía cuando su hermano mayor era el presidente. Y pasaron años antes de que ella heredara una gran parte de Capsule Corp. El área de investigaciones, esa que su madre había comandado desde que tenía dieciséis.
Y vuelve a pensar en sus padres, en su adorado padre. En las veces que corrió peligro porque no ignora la historia que precede a su familia y mucho menos sus orígenes; es cuando piensa en las veces que murió su padre que su corazón se estremece, el helado falsea entre sus labios (ese de pistacho al que su hija se ha vuelto adicta por el embarazo) y sus ojos viajan a la estatua de aquél hombre de la raza de su padre, su casi familiar y mejor amigo (aunque su padre muera otra vez antes de admitirlo) que salvó su vida muchas veces.
Ese hombre de cabello negro desordenado que se ha ganado su corazón por haber hecho de su padre el hombre que fue. Ella sonríe con tranquilidad mientras piensa que Vegeta, el orgulloso príncipe Saiyan estaría satisfecho por haberla tenido de hija, y a su hermano, sin duda también a su madre. Vegeta, el príncipe que se humanizó y se permitió tener una familia. Nunca conoció bien a ese hombre, son más las historias que ha escuchado de boca de su madre y de Trunks que las veces que habló con él; pero hoy en día le agradece con el alma fuese quién fuese.
Sus ojos azules admiran una vez más la estatua del hombre que ganó el Torneo de las Artes Marciales, pero algo en lo más profundo de su alma le agradece al hombre que salvó al Universo más de una vez y a su padre otras tantas.