cucurucho: Harry Potter.
jarabe de: Draco Malfoy/Hermione Granger.
carta | sabor:
helados | 016. Tiramisú.
chispas de: Comedia.
cuchara: Ligero OoC.
ticket: J.K. Rowling©.
prueba: Los postres de helado de tiramisú podían irse derechito a la mierda...
servilleta: Es un poco corto para mi gusto (794 palabras).
Draco Malfoy estaba sentado en las Tres escobas, estaba sofocándose en Hogsmade y decidió abandonar a Crabbe y Goyle que querían permanecer afuera chupando sol como el resto de alumnos de Hogwarts, deseaban deleitarse con aquella luz que sólo los alcanzaba en contadas ocasiones.
El rubio bufó, el sol era tan vulgar.
Y mucho más estar quemado a causa suya.
Siguió picando insaciablemente su tiramisú, él comía lentamente y con modales aristocráticos que poco tenían que ver con el modesto pub; se deleitaba con el sabor suave y mitad amargo hasta que el sonido chirriante de la puerta lo distrajo. Granger entró con gran estrepito, causando que él la mirase mal desde su mesa frente a la puerta. Ella no le miró pero él si notó su cabello revuelto y brillante (pensaba que se veía un poco más rubio con los reflejos del sol) y que además tenía el rostro vulgarmente sonrojado, como si hubiera hecho un trabajo pesado.
Por eso no le gustaba el sol, era propio de los sirvientes o elfos, o los muggles por ejemplo.
Bufó y comió una cucharada de postre.
Observó con desinterés a la joven que se había sentado en una mesa contigua a la puerta, esperaba a que le trajera su pedido y además estaba de costado suyo, por lo que veía su nariz respingona. Esa que él le veía levantar con desesperante orgullo cuando él pasaba por su lado. Já. Se enorgullecía de ser una sangre sucia, qué patético.
Draco arrugó la nariz, aunque no supo si era por lo amargo del café en su postre o si era por ella.
La vio sacar un ejemplar del profeta y fruncir el ceño hasta afear su semblante, sonrió presuntuoso. Granger era una amargada tal como la cafeína, solo estresaba y aceleraba la vida de quién estaba a su lado al ser tan jodidamente sabihonda. Casi (já, no se lo cree ni él) sintió pena por Weasel y Potty, sólo casi. Él se dijo a sí mismo que estaba enfermo, mira que ponerse a vigilar los actos de la sangre sucia era un síntoma grave; quizá se debía al intenso calor o a que el sol le cayera pésimo, o definitivamente era porque eran los únicos (bueno además de ese mago que roncaba, y estaba completamente borracho en la esquina escondida del pub) en el local.
Se preguntó si ella se habría dado cuenta también, aunque no le había mirado ni una vez.
Volvió a fruncir la nariz tanto que Rosmerta, para fascinación suya, se acercó a preguntarle si necesitaba algo. Draco simplemente usó con galantería sus encantos y negó, entablando una breve conversación que hizo que Granger girara la cabeza hacia ellos.
Él posó sus ojos grises en los de ella, por unos segundos le pareció ver una dulzura e inocencia, antes de que ella apartara la mirada; con premura y recelo por lo que había visto dio otro bocado, sintiendo el dulce gusto del chocolate empapar su lengua, frunció la nariz otra vez al asociarlo con aquella mirada que Granger le dirigió. Al instante Rosmerta se fue a atender el pedido de la bruja, mientras Malfoy le dirigía una mirada de molesta a la chica de cabello castaño.
Draco se preguntó que tanto dulcificaba su carácter el hecho de que no pareciera una sabelotodo insufrible, ella era cándida después de todo, se preocupaba por los suyos e incluso los trataba con dulzura, en ocasiones le había visto hablarle con una calma inusitada y un cariño desmesurado a su antiguo elfo doméstico, ese que estaba bien chiflado y andaba con veinte gorros encima de la cabeza; esa vez se sorprendió tanto que se tuvo que detener en el pasillo de Estudios Muggles (uno que él prefería evitar pero que desafortunadamente era el camino más corto) y llegó tarde a Adivinación, aunque bueno a la loca de la profesora no le importó.
Ella le ignoró ampliamente y Draco dio un último bocado disfrutando del toque de vainilla del panqueque antes de ponerse en pie, dejando en la mesa su plato vacío y dirigiéndose a pagar el postre; aunque la perspectiva de salir al sol no le era agradable.
Pasó por el lado de la Gryffindor y percibió ese sutil perfume que curiosamente coincidía con el toque de la última parte de su postre de tiramisú.
Maldijo en voz lo suficientemente alta para que ella escuchara, Granger le miró furibunda y él le correspondió la mirada con la misma intensidad, cada vez que llegabas a la delicada vainilla volvía a aparecer lo amargo del café en tus labios; tal como la insufrible y orgullosa Gryffindor. Bah, los postres de helado de tiramisú podían irse derechito a la mierda si le iban a recordar a Granger cada que probaba uno...