Toi pour moi, moi pour toi.

Feb 17, 2011 22:36


~Sakura Card Captors: Eriol Hiiraguizawa/Sakura Kinomoto. 
~reto: Nine | DAC 
~palabras: 3,599. 
~géneros: Romance, Drama.
~advertencias: Muerte de personaje y toneladas de Drama, quizá un poco de OoC en Eriol pero creo que todo el mundo tiene derecho a explotar de vez en cuando.

disclaimer: CLAMP©.

Esas noches de amor sin fin,
una gran felicidad que toma su sitio. -La vie en rose.

Al inicio de los tiempos todo era felicidad, Sakura pensaba que como en la canción la vida se había coloreado de rosa. Porque después de una tempestad se vine la calma encima, Eriol había llegado a ella como una pequeña esperanza, una tranquila isla en medio de un turbulento naufragio...

Primero, después de un tiempo casi interminable de vivir la madurez, siempre Syaoran y Sakura juntos, de ayudarse y apoyarse en la decisión de las carreras universitarias, de planear la boda, la luna de miel, los hijos y dónde pasarían las vacaciones escolares de los niños, hasta los nombres. Aparentemente con la vida comprada, la jefa del clan Li lo mandó a llamar ‘pidiéndole’ que regresase para continuar sus estudios universitarios en China. Syaoran sabía que si quería heredar el imperio Li debía regresar, era un requisito estudiar en Hong-Kong y él quería lo mejor para la familia que formaría con Sakura…

Dejó una larga misiva, elaborada en dos partes, la primera de las cuales se perdió en el anonimato por lo que Sakura sólo se enteró de la segunda parte de ésta: un seco ‘regreso a China. Cuídate Sakura’, fue todo lo que ella pudo encontrar.

-Tomoyo, Tomoyo… -gimoteaba Sakura, mientras se abrazaba a ella con desesperación.

Touya, quién momentos antes hablaba alegremente con su prima, ahora miraba a su hermana con el entrecejo fruncido. Ambos pelinegros intercambiaron una mirada de preocupación cuando vieron las gruesas lágrimas de Sakura deslizarse mejillas abajo.

-Se… él… Syaoran… -respiró profundamente intentando calmarse-. Tomoyo… Syaoran… él… él… -Ninguno de los dos entendía a la castaña, parecía incapaz de pronunciar una frase coherente cuando su hermano suspiró se dio cuenta de su presencia y no pronunció una palabra más después de decirle-. Touya… ¿qué haces… aquí?

Discretamente le pasó a su mejor amiga la carta firmada por el chino, temblaba temiendo la muy probable pésima reacción de su hermano mayor.

Su inevitable partida, y nula despedida, dejó a la joven destrozada. Día a día sus amigos, Tomoyo y Eriol, notaban a su -últimamente- llorosa amiga más demacrada, pálida y delgada. La preocupación de estos iba en aumento, no había día en que no maldijeran a su amigo castaño y se cuestionaran porqué había sido tan rudo. Touya, principal enemigo del ‘mocoso -cómo lo seguía llamando pese a los años transcurridos-’, estaba más que furioso. No era uno de sus planes más agradables el ver a su hermana sufrir por un estúpido que no la valoraba y se veía obligado a frustrar la comunicación entre ambos. En un dos años y medio Syaoran y Sakura habían hablado dos veces, una vez que ella tuvo un accidente leve y estuvo hospitalizada (su hermano al estar de bocazas insultando al chiquillo se le escapó la información, y fue descubierto por Eriol, por lo que tuvo que dejar que hablaran). Y posteriormente el mismo Touya le llamó a Hong Kong para que hablara con Sakura que estaba a punto de entrar en depresión… o una crisis nerviosa, una semana después de la muerte de Tomoyo.

Tan concentrada estaba en su propia miseria que no notó como su amiga perdía la vitalidad día a día, lentamente una leucemia la estaba consumiendo. Hacía mucho tiempo que los médicos habían dicho que la quimioterapia no funcionaría más y que Tomoyo se había resuelto a disfrutar su vida y esperar con calma el momento en que la muerte viniese por ella. Ni Eriol lo sabía, la morena había salido del país antes de finalizar el penúltimo curso de preparatoria y había regresado cuando ya estaba empezado el último, sorprendiendo a todos con un radical corte de cabello. Si tan sólo hubieran sabido, se repetían incansablemente Eriol y Sakura.

Tomoyo y Eriol mantenían una relación desde segundo de secundaria (Syaoran y Sakura desde sexto de primaria), ahora que la castaña recordaba cuando la Daidouji había regresado de su viaje a ‘Italia’ había terminado sorpresivamente con el inglés… Kinomoto se vió a sí misma abogando por Eriol y cuestionando a Tomoyo sus razones… obteniendo escuetos: ‘sé lo que hago, créeme’ que le ponían los pelos de punta. Pero finalmente él consiguió que regresaran cuando le demostró a la morena que ella también estaba terriblemente mal y que lo amaba.

Ella jamás les dijo la verdad. Sabía lo sensibles que eran su novio y su mejor amiga por lo que no quería que sufrieran, en el transcurso de su enfermedad.

Después de la partida de Syaoran y la sorpresivamente desgarradora muerte de Tomoyo las vidas de ambos habían quedado agujeradas. Tanto Eriol como Sakura estaban sufriendo mucho, sus mejores amigos se habían ido (uno sin la posibilidad de regresar) y sus parejas los habían dejado (uno de ellos para siempre).

Sin darse cuenta de cómo sucedió Eriol Hiiraguizawa comenzó a frecuentar la casa de Kinomoto, él iba y venía buscando consuelo y otorgándolo al mismo tiempo. Hasta que sucedió, uno de los tantos abrazos bañados en lágrimas terminó en un beso trémulo y necesitado. Fue mágico, sus labios encontraron la miel que habían perdido, sus corazones que parecían marchitos comenzaron a latir al unísono.

-No.

Él volvió a asediar sus labios rosados e hinchados.

- ¿Por qué no? -Preguntó inocentemente después de morder el labio inferior y que Sakura soltara un sonoro suspiro.

Ella le miró en parte furiosa en parte incrédula.

-Porque tú eres el novio de mi mejor amiga -sonó tan convincente la primera vez que lo dijo que Eriol hubiera terminado creyéndole de no ser por lo fácil que cedía-, y el mejor amigo de mi… de… él.

Las últimas palabras causaron una punzada en su corazón, el hecho de que la castaña se reusase aún a pronunciar el nombre de Syaoran o simplemente a hablar de él, le decía que aún tenía sentimientos enlazados al chino, pese a lo mucho que se esforzase en negarlo.

Él sonrió con tristeza, más afectado por el asunto del ex novio.

-Sakura -la llamó con cansancio-.

Ella le interrumpió.

-No Eriol, no. -Rápidamente se separó y puso una distancia que se sentía como abismal, su rostro era de completa seriedad y sus ojos se opacaban a medida que él veía sus emociones correr libremente por aquel rostro-. ¿No te importa que tu novia haya… haya… haya muerto? ¿No te importa que fuese mi prima y mejor amiga? ¿No te molesta un poquito saber que te amó lo suficiente para ocultarte una verdad vital? ¿Ni siquiera te importa estar traicionándola de esa manera…?

Sakura había comenzado a llorar, pero sus lágrimas se detuvieron inmediatamente cuando Eriol golpeó el piso con fuerza.

- ¡Maldición! ¡Claro que me importa! ¡A veces es lo único en lo que pienso… me tortura sentirme confundido por ti! -Gritó sorprendiendo a la castaña sus gritos resonaban en la casa vacía, la tetera comenzaba a chiflar pero nadie le prestó atención-. Ella era mi novia. Amé a Tomoyo Daidouji más que a nadie en el mundo pero no le juré mi alma eterna.

Él la tomó por los hombros y la zarandeó levemente, Sakura abrió los ojos asustada. -Soy humano maldita sea. Mírame Sakura, sólo soy un humano. No pude impedir su muerte, no pude hacer que se quedara… mi amor no fue suficiente. Fallé, le fallé completamente. -Respiró profundamente al sentir que el llanto se arremolinaba en sus ojos, sus gafas estaban empañadas, desvió ligeramente el tema para recuperarse-. Tomoyo te quería mucho. ¿Sabes? Me hizo prometerle que te cuidaría, que te ayudaría a salir adelante. A veces pienso que esto era lo que ella quería, que creciera algo similar a lo que siento por ti… Ella era así, no le importaba verse desplazada quería la felicidad para sus seres amados, es por eso que nos ocultó eso. Pero no la puedo perdonar, si me lo hubiera dicho, si ella hubiera confiado en mí… no habría sucedido nada distinto. Sólo quizás no me sentiría tan dolido, tan perdido, el saber que ella confiaba en mí era mi ancla y ahora no tengo nada.

Sin saber porqué, sin entender que fue lo que le impulsó a pronunciar aquellas palabras dijo.

-Yo confió en ti Eriol.

Él la miró fijamente deshaciendo su abrazo depredador de sus brazos, avergonzado se fijó en las marcas que había dejado en la piel de Sakura. No podía darse una idea de lo mucho que aquellas inocentes palabras le habían reconfortado. Quiso decirle muchas cosas: ‘mentirosa’, ‘tampoco lo haces a ciegas’, ‘por qué ella me protegió cuando debía ser al revés’ ‘duele Sakura, duele como no tienes idea’… pero de sus labios sólo salió una palabra baja.

-Gracias.

La castaña vió la lucha en sus ojos, la dualidad de sus sentimientos y pensamientos. Se mojó los labios lentamente, decidida a mejorar el ánimo de Eriol como muchas veces había sido a la inversa.

-Eriol -comenzó-, tú considerabas a Tomoyo como tu igual ¿no es así? No pensabas en ella como una persona inferior. -El inglés asintió-. Ella lo sabía, es por eso que también quería protegerte. Tú lo haces siempre porque eres el hombre, pero una mujer es tan importante como el hombre en una relación. Tomoyo lo sabía y por eso buscaba protegerte a como diera lugar, porque te amaba, es algo que tú hubieras hecho. No digo que esté de acuerdo con lo que hizo, sé que también me protegía… no sé cuáles hubieran sido mis reacciones de haberlo sabido pero sí sé que las cosas hubieran sido distintas, y quizá eso hubiera sido mucho más doloroso. Comprendo su postura sí, pero no la justificó. No puedo decir que hizo bien o mal, simplemente hizo lo que ella creía correcto y fue su decisión. La mía es entenderla ahora...

Sakura se mordió un labio y prosiguió ante la atenta mirada de Eriol.

-Estoy segura de que ella sabía cuáles serían nuestras reacciones, nos conocía más de lo que nosotros mismos lo hacemos... pero sin duda Tomoyo lo único que siempre ha deseado para nosotros, es lo mismo que yo deseaba para ella y para ti, incluso para Syaoran, que fuéramos felices. Que lucháramos por mantener esa dicha...

-Lo sé.

Eriol siempre caballeroso, siempre dulce y atento. Él, el eternamente preocupado amante de ensueño y ella, la dama de fragilidad interior y fuerza de voluntad. Las risas, las palabras, los sentimientos surgieron en un cauce natural, como si él último deseo de la morena hubiese sido aquél, aunque Tomoyo había dicho: ‘No importa qué, sean felices’.

Juntos hasta que el tiempo se desvanecía alejando la tristeza y convirtiendo las memorias en simples alegrías imperecederas. Los días transcurrían y cada vez se acostumbraban más a su presencia. Hasta Touya estaba convencido que sucedía algo allí pero no fue capaz de decirlo, simplemente se prometió amenazar a Hiiraguizawa en caso de que intentase algo infructífero con su hermanita.

Pero Eriol había decidido que quería hacer las cosas bien, por Tomoyo, por Sakura y por él mismo. No habló con Touya pero le dejó en claro lo mucho algunos aspectos como que era un perfecto caballero y que además de todo, la quería. Él supo respetar su valor y tolerancia para con él, quién sabe quizá en el futuro hasta le cayera bien el inglés…

Caminaban bajo la lluvia, estaban empapados y llevaban sombrilla. La tarde había resultado un fiasco, lo que el moreno había planificado como una cita -con declaración- perfecta había fracasado totalmente, primero el parque de diversiones al que iban cerrado por el aguacero que caía y luego la pérdida de la cartera del ojiazul, añadiéndole las pocas monedas de la castaña que no servían de nada (mala idea de Sakura darle el dinero a Eriol para que se lo guardase, estrategia para no llevar bolso). Y por último la recia ventisca había dañado el paraguas.

Eriol suspiró frustrado por enésima vez, la detuvo tomándola del brazo y la volvió para que lo mirase a los ojos. Ella le sonrió, evidentemente divertida ante la comicidad del clima y la situación. En sus ojos leyó un apesadumbrado: ‘quería que fuese perfecto’, Eriol abrió la boca y Sakura pensó que era para disculparse.

Inmediatamente puso un dedo en sus labios y negó con la cabeza. Ella rió nuevamente y le abrazó, sorpresivamente él le correspondió con un abrazo rápido que deshizo al momento. Él soltó el aire contenido de golpe bajando la mirada levemente, cuando la alzó se tomó el tiempo de tomar la mano de Sakura y llevársela a los labios manteniendo su rostro reposado en ella.

-Sakura te quiero.

Ella casi creyó haber escuchado mal, de no ser porque el contacto permanecía. Eriol la atrajo hacia su pecho y sonrió al enterrar sus labios en el cabello escurrido de la castaña. Sakura no se dio cuenta de cuán fría estaba la tarde hasta estar envuelta en sus cálidos brazos, él acercó sus labios a los de ella.

Sakura cerró los ojos.

-Como no tienes idea -le dijo en un susurro.

Sus cuerpos mojados pegándose el uno al otro en medio de la lluvia para después fundirse en un beso.

Estuvieron juntos mucho tiempo, Sakura terminó su carrera en Antropología y Eriol estaba por empezar su especialización en Neurología, quizá era necesario que él viajase al extranjero aunque también podía, sin duda, quedarse en Japón y hacerla en el Hospital de Tokio. No estaba seguro aún pero al menos sabía que se llevaría a Sakura consigo. A ella le gustaría conocer otra cultura diferente e intentar adaptarse un poco, además de que si iban a Inglaterra ella podría hacer la maestría que tanto quería. Pero sus fantasías se fueron por la borda cuando ocurrió algo imprevisto, recibió una llamada… de Syaoran.

Después de los convencionales saludos y las pocas palabras de intercambio sobre sus logros profesionales el castaño le dijo.

-Hiiraguizawa pasado mañana regreso a Japón, espero me ayudes a preparar una sorpresa para Sakura. -La voz del chino sonaba un poco más áspera por los años-. Tantea el terreno ¿quieres? Dime que tan dolida está…

Una chispa se encendió dentro de él.

- ¿Cómo carajos te atreves a preguntar así como si nada, qué cómo está? ¡Eres un imbécil, Syaoran! -replicó con furia, recibiendo un silbido bajo de parte de su interlocutor. No sabía que era más grande en él, si los celos por la seguridad del castaño o la frescura con la que hablaba del dolor de Sakura-. ¡Ella estuvo destrozada por tu partida! Lloró hasta casi secarse… No sé a qué juegas Li.

El castaño se sorprendió, nunca, nunca el calmado Eriol Hiiraguizawa se había salido de sus casillas con él.

-De hecho -añadió con voz más amenazante-, no sé a qué vuelves.

Syaoran, del otro lado de la línea, lo meditó un momento.

-Porque la amo, nunca fue mi intención dejarla. -Su voz sonaba trémula y sombría-. ¿Sakura nunca te mostró mi carta?

Eriol no dijo más.

Sólo le prometió que la llevaría ese día al aeropuerto.

Ese día Sakura estaba emocionada, adoraba cuando almorzaban en el aeropuerto. Había el único restaurante de comida mexicana en la ciudad, bueno no él único pero sí el más decente. Eriol cargaba un pequeño portafolio plateado donde ella sabía que llevaba su computadora portátil y no dejaba de esculcarse los bolsillos de la chaqueta una y otra vez. Sakura únicamente sonrió para sus adentros y pensó que era algo adorable su nerviosismo, después pasaron frente a las puertas de llegada (el restaurante estaba justamente al lado de ellas) cuando el moreno la detuvo.

-Espera debo ir al baño, tú sabes.

Ella asintió con una sonrisa tierna.

Sin perder tiempo él se fue casi corriendo y Sakura esbozó una sonrisa amplia, estaba bastante concentrada pensando en lo que pasaría después que no se fijo en el hombre que se había acercado a su espalda hasta que este le habló con una voz profunda:

-Sakura.

Ella se volteó con rapidez, reconociéndolo al instante y encontrándose con los ojos color ámbar de Syaoran.

.

5 años después.
.

¡Era ella! ¡ELLA! Los mismos ojos verdes relucientes, podía ver el reflejo en el vidrio del local, el cabello entre café y dorado colgándole en rizos hasta la fina cintura. Sus brazos delgados sostenían el mocaccino endulzado con tres cucharadas de azúcar estaba seguro, un libro reposaba en la mesita. Casi rió al ver el título, casi… Su novela favorita, un tanto más desgastada, aquella que la acompañaba junto a un café en una tarde de espera lluviosa, cuando era por él. Miraba como siempre al parque que Eriol cruzaba para llegar a la cafetería como si estuviera aguardando a que pasase alguien.

Sonrió.

Los segundos son irónicos y gustan de gastarles bromas a las personas. Su corazón latía acelerado, preso de la nostalgia que le producía pronunciar aquella palabra tan familiar, tan sutil y suave como siempre pero que rasgaban su garganta.

-Sakura.

Ella se puso de pie casi de un brinco, como si estuviera haciendo algo malo y su padre la hubiera descubierto. Él sonrió ante la infantil reacción hasta que su mirada bajó a su abultado vientre. Su alegría se congeló en el rostro y su alma fue arremetida por una helada ventisca de dolor.

Se dio la vuelta y se alejó con el corazón en un puño.

¡Semejante idiota! ¡Estúpido e imbécil! Cómo se atrevía a pensar que ella..., cuando ni siquiera él lo hizo. Se lanzó a los brazos de la primera que consiguió hacerle olvidar su aroma. Miró la alianza en su mano izquierda y suspiró. Años atrás también lo había sido, un cobarde al no enfrentar a su ex amigo pero no podía negar que aquella vez sintió pánico cuando vió la rapidez con que ella se giró al escuchar su voz y lo pasmada que estaba, salió corriendo sin mirar atrás (pero ya había tomado una decisión, lo sabían los boletos de avión en el bolsillo interior de su chaqueta y su equipaje seguro en Londes).

-Eriol, Eriol… -lo llamó ella y él se detuvo volviéndose, sus lágrimas corrían libremente por sus mejillas.

Tenía un aspecto tan devastado que el joven se arrepintió de haberle hablado en primer lugar, sus ojos esmeraldas estaban completamente apagados. Su cabello lucía como si desesperada se hubiese peinado con la mano veinte mil veces, estaba más pálida de lo que había notado cuando la vio por primera vez.

-Yo… yo no… no…

Sorbía los mocos ligeramente avergonzada y su mirada se posaba en el piso, mirándole los pies como para estar segura de que no se marcharía antes de que acabara de hablar o de intentarlo.

Él sonrió para sus adentros, reconociendo a la vieja Sakura bajo todo ese mar de hormonas y nervios.

-Lo entiendo… no te preocupes… -añadió en voz suave. Caminó el paso que los separaba y recargó su frente en la de ella, se dio el lujo de cerrar los ojos unos segundos. Tenía por seguro que ella no levantaría el rostro y en realidad era mejor así-. ¿Y sabes por qué?

Se separó lo suficiente para mirarla, ella levantó la faz y negó con la cabeza. Sus ojos verdes fijos en los azules de él, ambos reconociendo la despedida en sus corazones. Ella sorbió las lágrimas nuevamente, y volvió a negar con fuerza.

-Porque somos Sakura y Eriol. -En su rostro había una gran sonrisa, verdadera.

El que su corazón fuera apuñalado por el dolor de no tenerla no le impedía ser feliz por aquello que vivió junto a ella.

-Nunca nada cambiará eso linda.

Pegó el café de ella dejando el dinero en la mesa, como era su costumbre cuando ella le esperaba allí. Siempre en la mesa junto a la esquina, junto al baño o aquel corredor desierto que nadie más frecuentaba. Le dio un beso en la frente y le acarició suavemente los cabellos, bajando la mano lentamente a su mejilla, limpiando la corriente salina, y dejándola allí lo suficiente para que una herida supurara en el corazón de ambos.

Y ese fue el adiós.

Eriol le dio la espalda a Sakura, ella vio como él se alejaba lentamente y para siempre. Ambos deshaciéndose en pedazos que rodaban hasta el suelo, envueltos en pena y melancolía por el recuerdo de aquello que pudo ser pero que quedó en espera. Cuando se separaron la vez anterior había sido lo mismo, Eriol se había levanto con mayor facilidad y a ella le había costado mucho más de lo que se imaginaba. Agradecía a Syaoran, la había salvado cuando se estaba asfixiando de dolor y lo amaba lo suficiente como para jamás acercarlo a ese estado.

Syaoran fue su pasado, Eriol lo era ahora mientras que Syaoran se había convertido en su futuro.

En el momento en que él le había mirado rogándole que le siguiera pudo ver la imagen de su hijo con cabellos castaños y ojos verdes, sonriéndole desde los hombros de su padre con un fondo marino y supo cuál real era. Porque sucedería, hacía mucho que no tenía visiones pero ésta la conocía en sueños desde que se enteró que estaba embarazada.

Cuando Sakura llegó a casa esa noche encontró una nota en el refrigerador de Syaoran, decía que no estaría en casa hasta la madrugada que comiera bien y se acostara temprano. Ella trató de sonreír por el detalle de su marido pero no fue capaz, en lugar de eso abrazó su prominente vientre y canturreó para el bebé.

-Es lo mejor -trataba de convencerse a sí misma.

Y lo lograría, porque a fin de cuentas lo amaba a los tres. -Los amo, Syaoran e hijo.

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